En España muchas cofradías y hermandades atesoran
un valioso patrimonio que no deja de ser el reflejo de su historia. Imágenes,
pinturas, documentos, orfebrería, ajuares textiles, bordados en oro, enseres,
etc., son muestra evidente de un legado secular marcado por la fe y la
veneración a sus titulares, que ha salvado todas las épocas de la historia
hispana desde el siglo XV hasta nuestros días.
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S.M. El Rey Felipe VI contempla la imagen del Cristo de Zacatecas durante la inauguración de Tornaviaje el pasado 4 de octubre. |
En los últimos tiempos, este
patrimonio cofrade está siendo objeto de numerosos estudios técnicos y universitarios,
desde las más diversas perspectivas, que están ofreciendo nuevas lecturas y visiones
hasta ahora desatendidas por la historia del arte.
Tal es el caso del Arte Virreinal, en
general, y de la imaginería realizada en caña de maíz, en particular, que de un
tiempo a esta parte viene recobrando actualidad en el panorama artístico europeo
y americano, donde se comienza a reconocer el valor material de las esculturas
novohispanas, una consideración que se suma al sentimiento devocional que estas
siempre despertaron en el pueblo cristiano.
Fruto de estos trabajos de
investigación, las más reconocidas instituciones del Arte se vienen haciendo
eco de los nuevos planteamientos y enfoques. Recientemente hemos tenido la
oportunidad de comprobarlo gracias a la exposición organizada por el Museo
Nacional del Prado, que ha llevado por título: Tornaviaje. Arte iberoamericano en España.
La muestra ha estado comisariada por el
catedrático de la Universidad de Granada Rafael López Guzmán, que ha contado con
la asistencia de dos profesores del Instituto de Investigaciones Estéticas de
la UNAM (México): Jaime Cuadrillero Aguilar y Pablo Francisco Amador Marrero. Ha
reunido una selección de 107 piezas que forman parte del singular patrimonio
indiano que fue remitido al actual territorio español durante los tres siglos
de presencia hispánica en el continente americano.
Entre las obras escogidas fijaron su
mirada en nuestro Cristo de Zacatecas. Todo comenzó con la visita a Montilla de
un sacerdote gaditano que formaba parte de la comisión encargada de componer
una primera selección de piezas religiosas para Tornaviaje. Su nombre es David Gutiérrez Domínguez, miembro de la Delegación de Patrimonio Cultural de la Diócesis de Cádiz, a quien le causó una gran impresión nuestro
Crucificado novohispano aquel domingo de Cuaresma que visitó Montilla, motivo
por el cual propuso a los organizadores de la muestra su inclusión en la nómina
de obras preseleccionadas.
Días después, recibimos una llamada
de Silvia Villanueva Beltramini, coordinadora del servicio de exposiciones
temporales del Museo del Prado, para sondear la posible viabilidad de que el
Señor de Zacatecas pudiera trasladarse a Madrid durante unos meses para formar
parte de una exposición sobre arte iberoamericano que se estaba gestando. El
asunto fue puesto en conocimiento de nuestro consiliario, José Félix García
Jurado, y de la autoridad diocesana, ya que nuestro Sagrado Titular está
incluido en el inventario de los bienes de la declaración de Bien de Interés
Cultural (BIC) que posee la Parroquia de Santiago, motivo por el cual
correspondía a la Diócesis decidir sobre la propuesta recibida del Museo del
Prado.
Casualmente, por aquellos días de
Semana Santa y plena pandemia nos visitaba, para declamar la exaltación de las
Siete Palabras, la directora del Museo y Biblioteca Diocesana, María José Muñoz
López, facultada asimismo en asesorar técnicamente al Consejo Episcopal
cordobés en materia de patrimonio histórico.
Trasladamos a María José Muñoz la propuesta
recibida de Madrid y nos indicó los pasos a seguir en estos casos, los cuales llevamos
a cabo. Tras varias comunicaciones entre las partes implicadas, el obispado y
la cofradía recibieron una misiva oficial del director del Museo del Prado,
Miguel Falomir, que contenía la petición formal para el préstamo de la obra
para la exposición.
La solicitud recibió el informe
favorable y conformidad de la autoridad diocesana, a la par que fue tratada y aprobada
–por unanimidad– en el segundo punto de la sesión celebrada el día 27 de abril por
la Junta de Gobierno de la cofradía.
En los primeros días del mes de
septiembre nos comunicaron la fecha programada para el traslado del Señor Crucificado
a Madrid, fijada el día 13 de dicho mes. Para la ocasión, la cofradía celebró
una misa de despedida de nuestro Sagrado Titular, que tuvo lugar el día 10,
viernes, coincidiendo con el 445º aniversario de la donación de la imagen
novohispana a la cofradía de la Vera Cruz por el indiano Andrés de Mesa.
El día señalado, María José Muñoz y varios
operarios de la empresa SIT transportes internacionales se personaron en la
Parroquia de Santiago para proceder al embalaje, colocación en la caja
contenedora y traslado del Crucificado, todo realizado con las mayores
condiciones de seguridad. Tres días después tuvo lugar en las instalaciones del
edificio Villanueva de Madrid el desembalaje de la voluminosa caja que
albergaba la preciada escultura indiana, que viajaba desprendida de la cruz.
Para supervisar la apertura y posterior colocación en el espacio expositivo
habilitado, se trasladaron hasta la capital de España María José Muñoz y quien
firma esta crónica, que actuaron de correo.
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Espacio expositivo donde se hallaba nuestro Cristo de Zacatecas, junto al Nazareno Divino Indiano y otras obras de temática religiosa. Foto cedida por el Museo Nacional del Prado. |
La exposición fue inaugurada el día 4
de octubre por S. M. el Rey Felipe VI, que estuvo acompañado del presidente del
Real Patronato del Museo del Prado, Javier Solana, y del director de la
prestigiosa institución cultural, Miguel Falomir. A la misma, asistió una
nutrida delegación cordobesa encabezada por el alcalde de Montilla, Rafael
Llamas, el hermano mayor de la cofradía, Miguel Navarro, además de María José
Muñoz y quien suscribe estas líneas.
El discurso narrativo de la muestra
iberoamericana estuvo vertebrado en cuatro grandes secciones temáticas relacionadas
entre sí, donde se articularon los aspectos principales de la vida y sociedad
virreinal.
Huelga decir que el legado indiano conservado
en España es fruto de la intensa y permanente relación migratoria y comercial
que hubo durante los siglos XVI al XVIII entre las dos orillas del océano
Atlántico, comunicadas a través de la Carrera de Indias. Este fenómeno
globalizador motivó que la práctica totalidad de las provincias españolas
atesoren en la actualidad obras artísticas, objetos, enseres y recuerdos
exóticos procedentes del Nuevo Mundo. De hecho, las piezas exhibidas en Tornaviaje provenían de 25 provincias
diferentes, un legado que se halla diseminado por toda nuestra geografía,
principalmente en iglesias y conventos, pero también en diferentes
instituciones y colecciones privadas.
La cuarta y última sección de la
muestra llevaba por título «Impronta indiana» y estaba dedicada a transmitir la
gran importancia que tuvo la religión católica en el proceso de evangelización
e hispanización del nuevo continente, exhibiendo obras artísticas y objetos
religiosos producidos en los virreinatos americanos. En ella se encontraba nuestro
Cristo de Zacatecas –el más antiguo paradigma de la imaginería ligera existente en nuestra diócesis– junto a otras
significativas esculturas tales como la Virgen de las Angustias, venerada de
Icod de los Vinos (Tenerife), o el excepcional nazareno Divino Indiano, de Chiclana de la Frontera (Cádiz), entre otras
piezas de extraordinario valor artístico, cultural y simbólico.
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La directora del Museo Diocesano de Córdoba, María José Muñoz, ha supervisado los trabajos del traslado y colocación del Cristo de Zacatecas, desde la ida al Museo del Prado hasta su vuelta a la Parroquia de Santiago. |
El tercero de los apartados de la
citada sección llamaba la atención del espectador bajo el epígrafe «Traza
española… ropaje indiano», en clara alusión a la estética y materialidad de las
imágenes de Cristo realizadas en los talleres novohispanos. En aquellos
primeros obradores los artistas recogieron las demandas iconográficas de las
órdenes religiosas y misioneros españoles encargados de catequizar el nuevo continente,
aunque emplearon en sus creaciones materiales autóctonos americanos tales como
la madera de colorín, la cañeja del maíz y el papel amate, a los que le
aplicaron en su composición técnica métodos indígenas y europeos, produciendo
así un mestizaje artístico y antropológico sin precedentes.
La exposición ha estado abierta al
público hasta el pasado 13 de febrero, periodo durante el cual ha recibido cerca
de 68.000 visitas (a pesar de las limitaciones impuestas por la situación de pandemia
que atravesamos). Paralelamente, el Museo del Prado ha organizado numerosas
actividades complementarias (visita virtual, ciclos de conferencias, etc.), a
fin de profundizar y divulgar el rico patrimonio hispanoamericano existente en
nuestro país. A través de sus canales en internet y redes sociales, la primera
pinacoteca española ha difundido este gran evento del que se han hecho eco
numerosas instituciones universitarias, académicas y culturales, así como la
mayoría de las agencias y medios de comunicación de Europa y América, que han
ofrecido una cobertura informativa a nivel mundial.
Del mismo modo, el Prado ha editado
un cuidado catálogo que supera las trescientas páginas, lleno de ilustraciones
a color y abundante bibliografía, que incluye textos institucionales además de estudios
científicos de reconocidos especialistas en la Historia y Arte Virreinal, entre
los que merece citar al restaurador e investigador canario Pablo F. Amador, quien
acometió la restauración de nuestro Cristo Zacatecas en el año 2004, junto a la
profesora Carmen Bermúdez, en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada. El catálogo se puede adquirir
en la tienda y la web oficial del Museo.
El día 14 de febrero tuvo lugar la
retirada del Crucificado del espacio expositivo. La imagen, al igual que cuando
ingresó en el Museo, fue examinada por la restauradora de escultura Sonia
Tortajada, que junto a María José Muñoz verificaron su estado, el cual se hallaba
en idénticas condiciones de cinco meses atrás. Posteriormente fue introducida
en la caja contenedora por el personal de SIT, quienes realizaron su traslado hasta
Montilla.
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La prestigiosa empresa SIT ha sido la encargada de efectuar los traslados del Cristo de Zacatecas |
El deseado regreso se materializó el
día 16 de febrero, sobre las 13 horas. El «Cristo viajero» volvía a su casa, la
Parroquia de Santiago, y era colocado nuevamente en su cruz. Aquella misma
jornada por la tarde, la cofradía celebró una misa de acción de gracias por el
retorno de su Sagrado Titular, una efigie de singular naturaleza y orígenes que
siempre llevará intrínsecos, cuyos significados trascienden a los
convencionalismos cofrades actuales; por ello debemos todos ser conscientes de
su adecuada veneración y preservación, ya que atesoramos un testimonio inigualable
del legado excepcional que nuestros antepasados españoles forjaron en el
continente americano.
*Artículo publicado en la revista Vera+Crux de Montilla, Año XIX, nº 20. (Cuaresma de 2022).