jueves, 28 de abril de 2022

CRÓNICA DE UN VIAJE A MADRID. La estancia del Cristo de Zacatecas en el Museo del Prado*

En España muchas cofradías y hermandades atesoran un valioso patrimonio que no deja de ser el reflejo de su historia. Imágenes, pinturas, documentos, orfebrería, ajuares textiles, bordados en oro, enseres, etc., son muestra evidente de un legado secular marcado por la fe y la veneración a sus titulares, que ha salvado todas las épocas de la historia hispana desde el siglo XV hasta nuestros días.

S.M. El Rey Felipe VI contempla la imagen del Cristo de Zacatecas
durante la inauguración de Tornaviaje el pasado 4 de octubre.

En los últimos tiempos, este patrimonio cofrade está siendo objeto de numerosos estudios técnicos y universitarios, desde las más diversas perspectivas, que están ofreciendo nuevas lecturas y visiones hasta ahora desatendidas por la historia del arte.

Tal es el caso del Arte Virreinal, en general, y de la imaginería realizada en caña de maíz, en particular, que de un tiempo a esta parte viene recobrando actualidad en el panorama artístico europeo y americano, donde se comienza a reconocer el valor material de las esculturas novohispanas, una consideración que se suma al sentimiento devocional que estas siempre despertaron en el pueblo cristiano.

Fruto de estos trabajos de investigación, las más reconocidas instituciones del Arte se vienen haciendo eco de los nuevos planteamientos y enfoques. Recientemente hemos tenido la oportunidad de comprobarlo gracias a la exposición organizada por el Museo Nacional del Prado, que ha llevado por título: Tornaviaje. Arte iberoamericano en España.

La muestra ha estado comisariada por el catedrático de la Universidad de Granada Rafael López Guzmán, que ha contado con la asistencia de dos profesores del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM (México): Jaime Cuadrillero Aguilar y Pablo Francisco Amador Marrero. Ha reunido una selección de 107 piezas que forman parte del singular patrimonio indiano que fue remitido al actual territorio español durante los tres siglos de presencia hispánica en el continente americano.

Entre las obras escogidas fijaron su mirada en nuestro Cristo de Zacatecas. Todo comenzó con la visita a Montilla de un sacerdote gaditano que formaba parte de la comisión encargada de componer una primera selección de piezas religiosas para Tornaviaje. Su nombre es David Gutiérrez Domínguez, miembro de la Delegación de Patrimonio Cultural de la Diócesis de Cádiz, a quien le causó una gran impresión nuestro Crucificado novohispano aquel domingo de Cuaresma que visitó Montilla, motivo por el cual propuso a los organizadores de la muestra su inclusión en la nómina de obras preseleccionadas.

Días después, recibimos una llamada de Silvia Villanueva Beltramini, coordinadora del servicio de exposiciones temporales del Museo del Prado, para sondear la posible viabilidad de que el Señor de Zacatecas pudiera trasladarse a Madrid durante unos meses para formar parte de una exposición sobre arte iberoamericano que se estaba gestando. El asunto fue puesto en conocimiento de nuestro consiliario, José Félix García Jurado, y de la autoridad diocesana, ya que nuestro Sagrado Titular está incluido en el inventario de los bienes de la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) que posee la Parroquia de Santiago, motivo por el cual correspondía a la Diócesis decidir sobre la propuesta recibida del Museo del Prado.

Casualmente, por aquellos días de Semana Santa y plena pandemia nos visitaba, para declamar la exaltación de las Siete Palabras, la directora del Museo y Biblioteca Diocesana, María José Muñoz López, facultada asimismo en asesorar técnicamente al Consejo Episcopal cordobés en materia de patrimonio histórico.

Trasladamos a María José Muñoz la propuesta recibida de Madrid y nos indicó los pasos a seguir en estos casos, los cuales llevamos a cabo. Tras varias comunicaciones entre las partes implicadas, el obispado y la cofradía recibieron una misiva oficial del director del Museo del Prado, Miguel Falomir, que contenía la petición formal para el préstamo de la obra para la exposición.

La solicitud recibió el informe favorable y conformidad de la autoridad diocesana, a la par que fue tratada y aprobada –por unanimidad– en el segundo punto de la sesión celebrada el día 27 de abril por la Junta de Gobierno de la cofradía.

En los primeros días del mes de septiembre nos comunicaron la fecha programada para el traslado del Señor Crucificado a Madrid, fijada el día 13 de dicho mes. Para la ocasión, la cofradía celebró una misa de despedida de nuestro Sagrado Titular, que tuvo lugar el día 10, viernes, coincidiendo con el 445º aniversario de la donación de la imagen novohispana a la cofradía de la Vera Cruz por el indiano Andrés de Mesa.

El día señalado, María José Muñoz y varios operarios de la empresa SIT transportes internacionales se personaron en la Parroquia de Santiago para proceder al embalaje, colocación en la caja contenedora y traslado del Crucificado, todo realizado con las mayores condiciones de seguridad. Tres días después tuvo lugar en las instalaciones del edificio Villanueva de Madrid el desembalaje de la voluminosa caja que albergaba la preciada escultura indiana, que viajaba desprendida de la cruz. Para supervisar la apertura y posterior colocación en el espacio expositivo habilitado, se trasladaron hasta la capital de España María José Muñoz y quien firma esta crónica, que actuaron de correo.

Espacio expositivo donde se hallaba nuestro Cristo de Zacatecas, junto al Nazareno Divino Indiano y otras obras de temática religiosa. Foto cedida por el Museo Nacional del Prado.

La exposición fue inaugurada el día 4 de octubre por S. M. el Rey Felipe VI, que estuvo acompañado del presidente del Real Patronato del Museo del Prado, Javier Solana, y del director de la prestigiosa institución cultural, Miguel Falomir. A la misma, asistió una nutrida delegación cordobesa encabezada por el alcalde de Montilla, Rafael Llamas, el hermano mayor de la cofradía, Miguel Navarro, además de María José Muñoz y quien suscribe estas líneas.

El discurso narrativo de la muestra iberoamericana estuvo vertebrado en cuatro grandes secciones temáticas relacionadas entre sí, donde se articularon los aspectos principales de la vida y sociedad virreinal.

Huelga decir que el legado indiano conservado en España es fruto de la intensa y permanente relación migratoria y comercial que hubo durante los siglos XVI al XVIII entre las dos orillas del océano Atlántico, comunicadas a través de la Carrera de Indias. Este fenómeno globalizador motivó que la práctica totalidad de las provincias españolas atesoren en la actualidad obras artísticas, objetos, enseres y recuerdos exóticos procedentes del Nuevo Mundo. De hecho, las piezas exhibidas en Tornaviaje provenían de 25 provincias diferentes, un legado que se halla diseminado por toda nuestra geografía, principalmente en iglesias y conventos, pero también en diferentes instituciones y colecciones privadas.

La cuarta y última sección de la muestra llevaba por título «Impronta indiana» y estaba dedicada a transmitir la gran importancia que tuvo la religión católica en el proceso de evangelización e hispanización del nuevo continente, exhibiendo obras artísticas y objetos religiosos producidos en los virreinatos americanos. En ella se encontraba nuestro Cristo de Zacatecas –el más antiguo paradigma de la imaginería ligera existente en nuestra diócesis– junto a otras significativas esculturas tales como la Virgen de las Angustias, venerada de Icod de los Vinos (Tenerife), o el excepcional nazareno Divino Indiano, de Chiclana de la Frontera (Cádiz), entre otras piezas de extraordinario valor artístico, cultural y simbólico.

La directora del Museo Diocesano de Córdoba, María José Muñoz, ha supervisado los trabajos del traslado y colocación del Cristo de Zacatecas, desde la ida al Museo del Prado hasta su vuelta a la Parroquia de Santiago.

El tercero de los apartados de la citada sección llamaba la atención del espectador bajo el epígrafe «Traza española… ropaje indiano», en clara alusión a la estética y materialidad de las imágenes de Cristo realizadas en los talleres novohispanos. En aquellos primeros obradores los artistas recogieron las demandas iconográficas de las órdenes religiosas y misioneros españoles encargados de catequizar el nuevo continente, aunque emplearon en sus creaciones materiales autóctonos americanos tales como la madera de colorín, la cañeja del maíz y el papel amate, a los que le aplicaron en su composición técnica métodos indígenas y europeos, produciendo así un mestizaje artístico y antropológico sin precedentes.

La exposición ha estado abierta al público hasta el pasado 13 de febrero, periodo durante el cual ha recibido cerca de 68.000 visitas (a pesar de las limitaciones impuestas por la situación de pandemia que atravesamos). Paralelamente, el Museo del Prado ha organizado numerosas actividades complementarias (visita virtual, ciclos de conferencias, etc.), a fin de profundizar y divulgar el rico patrimonio hispanoamericano existente en nuestro país. A través de sus canales en internet y redes sociales, la primera pinacoteca española ha difundido este gran evento del que se han hecho eco numerosas instituciones universitarias, académicas y culturales, así como la mayoría de las agencias y medios de comunicación de Europa y América, que han ofrecido una cobertura informativa a nivel mundial.

Del mismo modo, el Prado ha editado un cuidado catálogo que supera las trescientas páginas, lleno de ilustraciones a color y abundante bibliografía, que incluye textos institucionales además de estudios científicos de reconocidos especialistas en la Historia y Arte Virreinal, entre los que merece citar al restaurador e investigador canario Pablo F. Amador, quien acometió la restauración de nuestro Cristo Zacatecas en el año 2004, junto a la profesora Carmen Bermúdez, en la Facultad de Bellas Artes de la  Universidad de Granada. El catálogo se puede adquirir en la tienda y la web oficial del Museo.

El día 14 de febrero tuvo lugar la retirada del Crucificado del espacio expositivo. La imagen, al igual que cuando ingresó en el Museo, fue examinada por la restauradora de escultura Sonia Tortajada, que junto a María José Muñoz verificaron su estado, el cual se hallaba en idénticas condiciones de cinco meses atrás. Posteriormente fue introducida en la caja contenedora por el personal de SIT, quienes realizaron su traslado hasta Montilla.

La prestigiosa empresa SIT ha sido la encargada de efectuar los traslados del Cristo de Zacatecas

El deseado regreso se materializó el día 16 de febrero, sobre las 13 horas. El «Cristo viajero» volvía a su casa, la Parroquia de Santiago, y era colocado nuevamente en su cruz. Aquella misma jornada por la tarde, la cofradía celebró una misa de acción de gracias por el retorno de su Sagrado Titular, una efigie de singular naturaleza y orígenes que siempre llevará intrínsecos, cuyos significados trascienden a los convencionalismos cofrades actuales; por ello debemos todos ser conscientes de su adecuada veneración y preservación, ya que atesoramos un testimonio inigualable del legado excepcional que nuestros antepasados españoles forjaron en el continente americano.

*Artículo publicado en la revista Vera+Crux de Montilla, Año XIX, nº 20. (Cuaresma de 2022).

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