viernes, 5 de enero de 2024

LOS CULTOS CELEBRADOS EN TORNO A LA INAUGURACIÓN DE LA CAPILLA DE JESÚS NAZARENO DE MONTILLA*

No es casualidad que en este invernal mes de enero, nos dispongamos a escribir de un tema popular de nuestra ciudad, como es la imagen de Jesús Nazareno. Y argumentamos estas frías fechas porque el 6 de enero de 1689, festividad de la Epifanía de Nuestro Señor Jesucristo, fue bendecida la suntuosa capilla de Jesús Nazareno.

La noticia de esta histórica jornada ha sido conocida gracias a una publicación que se hizo del citado acto, junto con la Oración Panegírica que en el mismo tuvo lugar, oficiada por el fraile agustino Bernardo Vela, visitador de la provincia de Andalucía y regente de los estudios del Real Convento de San Agustín de Córdoba.

Portada del panegírico publicado a expensas de los hermanos Pedro y
Alonso de Toro y Flores, mayordomo y hermano mayor de la cofradía
de Jesús Nazareno, que la ofrecen al VII marqués de Priego.
El citado ejemplar fue publicado por los hermanos Pedro y Alonso de Toro y Flores, que mantenían los cargos de mayordomo y hermano mayor de la cofradía, respectivamente (el primero, presbítero y notario del Santo Oficio de la Inquisición; y el segundo, regidor perpetuo, alcalde ordinario y familiar del Santo Oficio en Montilla). 

Ambos decidieron imprimir a su costa esta efeméride local, dedicándosela al Excmo. Sr. Luis Mauricio Fernández de Córdoba y Figueroa, que ostentaba los títulos nobiliarios de Marqués de Priego, Duque de Feria, Marqués de Montalbán y de Villalba, caballero de la insigne Orden del Toisón de Oro, Señor de la Casa de Aguilar y de Salvatierra, así como de las Villas de Castro del Río y Zafra. 

La obra que recoge los cultos celebrados en torno a la inauguración de la capilla de Jesús Nazareno, fue impresa en Córdoba por Francisco Antonio de Cea y Paniagua. Consta de 40 páginas y en su portada recoge el título, el autor, los patrocinadores, la dedicatoria, el escudo de la Orden Agustina y la impresión. En la siguiente página nos encontramos el escudo de armas de Luis Mauricio Fernández de Córdoba y, tras ésta, se suceden la dedicatoria al citado Marques, la censura, la licencia, el prólogo al lector, la salutación y la introducción a la Oración Panegírica. 

La dedicatoria a Luis Mauricio está escrita por los patrocinadores del libro, quienes detallan el traslado de la imagen de Jesús Nazareno a la nueva capilla en este acto cultual: “En la plausible Octava, que en la Ciudad de Montilla de V. Ex. se a celebrado, dando principio a los aplausos festivos mi Señora la Marquesa de Priego, y fin y corona a los cultos religiosos V. Ex. dedicando la insigne Capilla de Jesús Nazareno, y colocando en ella su devoto simulacro, en el día de su Epifanía [...]”. 

La censura está revisada por el catedrático jesuita Juan de Aragón, quien elogia al autor y el texto: “En esta Oración Panegírica junta la doctrina con la elegancia dulcísima de sus conceptos llenos de mucha erudición Sagrada, mezclando lo dulce con la utilidad del espíritu hasta la admiración, ésta es la hermosura, que el espíritu Divino publica de los hombres dignos de la mayor alabanza”. Termina el censor dando licencia para publicar la citada obra: “No contiene cosa, que desdiga de la pureza de N. Santa Fe Católica, de la doctrina de los Santos, ni de las buenas costumbres. Puede dar la licencia de imprimirla. Así lo juzgo en este Colegio de la Compañía de Jesús de Córdoba en 30 días del mes de Enero del Año de 1689. Juan de Aragón”. La licencia fue dada el día siguiente por el Doctor Francisco de Zehejín y Godínez, Vicario General del obispado de Córdoba en nombre del Cardenal D. Pedro Salazar.

Después de estos apartados preliminares, el agustino Bernardo Vela prologa la obra dirigiéndose al lector y explicando los inconvenientes que existen entre leer y escuchar este sermón: “Que la voz que al oírse pronunciada, suele sonar y parecer, como acento sonoro de clarín, y eco valiente de trompeta, escrita suele ser feo borrón, sin vida y sin aliento. […] En esto se funda el sentimiento, con que di este Sermón para que se diese a la estampa, que en esto se funda el consuelo que tengo de (que) se publique, pues siendo palabra de Dios, será escrita lo mismo que dicha y pronunciada”.

La salutación, es la primera parte del Panegírico y comienza con nueva numeración de folios. Presidida por una elegante letra capital, aborda el sermón elogiando la construcción de la Capilla: “Después que vi, que miré, más hice, que aún admiré como pasmo, como portento y asombro esta primorosa, cuanto bella Capilla, digna habitación de Jesús, espero raro del arte, y efecto religioso de esta nobilísima y muy devota Confraternidad del Divino Nazareno representado en aquella venerable imagen, devoto simulacro, a quien rinde especial culto”.

Composición de las páginas preliminares que contienen la Dedicatoria a los marqueses de Priego, donde aparecen varias noticias de los cultos celebrados en la nueva capilla nazarena durante los primeros días de enero de 1689.

Tras estas palabras de admiración hacia la magna capilla, comienza a enumerar los templos metafóricos a los que alude el Antiguo Testamento, citando escritos del profeta Isaías y de Santo Tomás de Villanueva, que los asemeja con la capilla nazarena: “Palabras, que todas dicen la manifestación de Dios en su Iglesia situada en un monte, que no será impropio, el entenderlo de esta Ciudad de Montilla, que lo es, donde vemos un Altar o Templo reedificado, en cuya comparación son nada los antiguos”.

También alude a San Juan Crisóstomo (347 – 407) obispo de Constantinopla y doctor de la Iglesia, de quien cita la Epifanía de Cristo y compara el culto que rindieron los Reyes Magos, con el que se rendía en Montilla: “aquí le dedican este templo en que se manifiesta con la Cruz al hombro, ofreciéndole Incienso de oración, con que en su casa oran, Mirra de su Cruz, que contemplan, y Oro de Caridad con que le adoran y aman. [...] Me diréis, que llevando a el hombro aquel pesado madero será esta celebridad Epifanía, no es esposo, sino de reo, y si no miradle, atenedle y consideradle, como camina con la Cruz al Calvario, según en este templo se manifiesta y lo publica S. Juan”. 

Asimismo, se suceden las alabanzas a la Cofradía o Confraternidad (cofradía que unía a varias hermandades erigidas en torno a la efigie nazarena, pero con fines distintos) y a los Marqueses que encargaron los cultos en honor de la apertura de la capilla a dos franciscanos: “Empiezan y acaban esta Octava dos menores (mayores en mi estimación) hijos del Serafín de la Iglesia, mi gran Padre San Francisco”. 

Concluye la salutación haciendo una última referencia a la capilla: “Ya no me queda que reparar sino la cortedad de mi pobre ingenio, y seco espíritu, pero buen remedio que en los dos Altares colaterales del primoroso crucero de esta insigne Capilla, tenemos a Juan, que es lo mismo que gracioso, y a la Virgen nuestra Señora, que fue la mejor Iglesia de Jesús”. 

La introducción es la segunda parte del Panegírico y consta de 14 folios. En ella, Bernardo Vela diserta extensamente sobre la vida de Cristo, haciendo numerosas citas a las Sagradas Escrituras, al profeta Jeremías, a los escritos de San Pablo, a Santo Tomás de Aquino y a San Agustín lo que, sin duda, evidencia el importante bagaje teológico del orador agustino. 

En el texto encontramos párrafos donde el fraile Vela exalta alabanzas a Jesús Nazareno y a su reconstruida Capilla: “Llego a discurrir, proponer, y afirmar que es grande y grandemente perfecta la reedificación de este Templo (no es razón decir Capilla, que aun es Iglesia mayor) es grande, digo, por el poder, sabiduría, y amor, que en ella manifestaron, como Zaceo en la suya, siendo hermano de aquel humano Isaac, los devotos nobles hermanos de el Divino Isaac Jesús Nazareno, Rey de Reyes, y Señor de Señores, cuyo Imperio está situado en sus Divinos hombros, en que llevó la Cruz al Calvario; para morir en ella por nosotros dándole muerte a la muerte, y vida a nuestra vida, que era una vida de muerte, por nuestra culpa mortal”.

El único grabado que contiene el impreso se halla
asimismo en los preliminares, y representa las
armas de los marqueses de Priego, señores de
Montilla y patronos del convento de San Agustín.

Alude el agustino Vela, la situación social que estaba desarrollándose en esos lustros de decadencia del imperio español, donde las guerras, hambrunas y epidemias estaban azotando al menguado imperio de los Austrias. “En tiempo de las mayores miserias, de los trabajos mayores, que han padecido estos países Andaluces, en faltas de frutos de la tierra, y otras penalidades, que sabemos todos; el poder activo de los devotos nobles hermanos de Jesús, y demás piadosos vecinos de esta ciudad de Montilla, previno gastos crecidos a esta fábrica suntuosa”. 

Como es bien sabido por el lector, los momentos de mayor inestabilidad social de nuestro país, han sido cuando más han florecido las artes y las letras. Sirva por tanto la construcción de esta Capilla como un ejemplo más de ese espíritu perpetuado con la publicación de este libro: “Hijos adoptivos (así lo entiendo piadoso) como hermanos de Jesús componen esta ilustre, y muy devota confraternidad, a quien la miseria y desgracia de los tiempos pasados, y aún presentes, tan fatales y destruidos, no detuvo la prevención activa de gastos, que su poder liberal dispuso a esta fábrica hermosa, digno Alcázar de Jesús reedificado, ofrecido y consagrado a su altísima, suprema y Divina Majestad”.    

A modo de conclusión, tan sólo reflejar la fe que los montillanos han mantenido siglo tras siglo a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Esta obra impresa es claro y veraz espejo de la situación de Montilla en los últimos lustros del siglo XVII. Una muestra más de la centenaria tradición que nuestra ciudad tiene en torno a la Semana Santa a través de sus Cofradías y Hermandades, siempre presentes y haciendo frente ante las luces y las sombras de nuestra Historia.

*Artículo publicado en: Nuestro Ambiente, Año XXVIII, nº 305 (enero, 2005), págs. 38-39.

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Nota: El ejemplar consultado para este trabajo se conserva en la biblioteca de la Abadía del Sacromonte (Granada), con signatura: GR-AS, nº 14 (10) - E42-T3. Las imágenes de las páginas que ilustran este artículo fueron realizadas por Jaime Luque.