sábado, 24 de septiembre de 2011

MORIR AL PIE DEL CAÑÓN. Breve semblanza de Francisco Gracia Benítez, noventa años después del Desastre de Annual.

El teniente montillano Francisco Gracia Benítez, 1894 - 1921.
Son varias, las generaciones de montillanos que han conocido la principal vía pública de la ciudad bajo la denominación de “Teniente Gracia”. Muchos conocerán el motivo de esta rotulación que mantuvo la calle Corredera durante más de siete décadas en el pasado siglo XX. Este año se cumple el 90 aniversario de la trágica y épica muerte de este montillano en tierras africanas, y aunque fue motivo de varios homenajes póstumos tras la noticia de su óbito, pronto pasó a engrosar la larga lista de paisanos ignorados y olvidados.

Corría el año 1920, cuando las tropas españolas al mando del General Manuel Fernández Silvestre hacían su incursión en el norte de África, ocupando la práctica totalidad del territorio del Rif en apenas catorce meses. Aquella operación militar estaba respaldada por los acuerdos de 1906 firmados en la Conferencia Internacional de Algeciras, y ratificados seis años después mediante un Tratado Hispano-Francés, donde ambos países revalidaron ejercer su protectorado en el norte y sur del territorio marroquí respectivamente, tomando así parte en el panorama político planteado por las potencias mundiales, que convinieron la colonización y reparto del continente africano.

Aquella nueva situación significaba para España una sólida actuación en la abrupta región del Rif, donde debía lograr su definitiva pacificación. Pero la rápida y precipitada incursión militar protagonizada por el General Silvestre iba a tener fatales consecuencias. En los meses de julio y agosto de 1921 varias cabilas rifeñas al mando del cabecilla Abd el-Krim lanzaron un feroz ataque sobre todas las posiciones españolas, que se saldaron con más de diez mil muertes y la pérdida de cuantioso material bélico. Aquel fatal desenlace, que significó uno de los episodios más nefastos de la historia militar española, provocó una profunda crisis política en la nación, que a la postre será recordado como el Desastre de Annual.

En este fatídico episodio se vieron envueltos numerosos jóvenes oficiales y miles de soldados de cuota, que desprovistos de preparación y equipamiento militar adecuado, sucumbieron ante las curtidas y encolerizadas milicias rifeñas. Entre los miles de héroes anónimos caídos en aquella encarnizada batalla se encontraba el teniente Francisco Gracia Benítez.

Hijo de Francisco Gracia Malagón y Elena Benítez Aguilar-Tablada, nace el 29 de abril de 1894 en la casa familiar de la calle Gran Capitán, siendo bautizado tres días después en la Parroquia de Santiago, con los nombres de “Francisco Solano Vidal de los Sagrados Corazones de Jesús y María” (Lib. 110, f. 306). “Paquito”, como era llamado en familia, pasa una tranquila infancia en su tierra natal en la que realiza sus estudios primarios. Su vocación castrense inclina su futuro hacia la carrera militar, lo que le lleva a presentarse a las pruebas de acceso de la Academia del arma de Artillería, cuyos exámenes de ingreso con plaza aprueba el 29 de julio de 1914 en Segovia, obteniendo el número 8 de la promoción. Después de superar los cinco años preceptivos, obtiene la graduación de Oficial y es promovido a Teniente el 13 de julio de 1919.

Aquel mismo año recibe su primer destino en Granada, incorporándose en el Regimiento 4º ligero de Artillería de aquella provincia. En 1920 es destinado a la Comandancia de Artillería de Melilla donde participa en la ocupación del Protectorado español en Marruecos, siendo protagonista de la toma y control de las posesiones de Azib de Midar, Issen-Lazen y, más tarde, en mayo de 1921 de la plaza de Afrau, cerca de Annual, de la que es nombrado Jefe de la tropa permanente en la posición avanzada.

Durante este tiempo la paz parecía lograda, pero a partir de los primeros días de julio de ese año comenzó una inesperada ofensiva de las tribus rifeñas, que contaban con más de veinticinco mil efectivos. A lo largo de la segunda quincena de dicho mes cayeron en manos de las harcas moras las posesiones de Igueriben, Annual, Nador, Zeluán, y Monte Arruit, entre otras, donde sucumbieron millares de soldados españoles, como hemos apuntado antes.

La posición de Afrau, que mandaba Francisco Gracia, comenzó a ser hostigada por las cábilas rifeñas el día 21 de julio. Las noticias de lo sucedido en aquel montañoso paraje africano cercano a la costa de Alhucemas, fueron recopiladas y descritas por los redactores de la revista montillana Oro y Oropel (Año I, nº 8) dedicado a Gracia Benítez. La crónica, narrada con todo tipo de detalles y el fervor patrio de la época, hemos considerado transcribirla literalmente dado su interés histórico:
“El día 23, por la mañana, grandes contingentes moros cercaron la posición intentando penetrar en ella varias veces, pero, merced al valeroso ardimiento del teniente Gracia, el enemigo fue rechazado haciéndole sufrir considerables bajas.
Una avanzadilla de la posición, situada a un kilómetro próximamente de distancia e integrada por unos veinte infantes, se vio acosada e impotente para resistir el violento empuje del enemigo, por lo cual el jefe, viéndola en peligro, ordenó el repliegue de la avanzadilla hacia la posición, protegiendo su retirada con cuatro piezas de artillería que sacaron fuera del parapeto.
Bajo un fuego intenso, logró llegar la avanzadilla a la posición, seguida de cerca por la fuerzas enemigas, que acometían cada vez con más violencia. Los cañones eran retirados hacia la posición con riesgo temerario y bajo una verdadera lluvia de balas.
Ya se habían retirado tres piezas y parecía imposible salvar la última, que estaba fuera del parapeto, más el valeroso teniente, no queriendo dejar caer el cañón en poder del enemigo, se lanzó por él y una bala mora le atravesó el pecho, hiriéndole de muerte… y, agónico ya, decía a sus soldados: “no es nada, no es nada” y siguió arengándolos hasta salvar el cañón, y así murió el valeroso teniente Gracia, siendo su último suspiro para la patria […].
Después de la muerte del teniente don Francisco Gracia, la posición resistió en Afrau hasta el día 27 [de julio], en que recibió orden del Comandante General de Melilla, de retirarse a los barcos de guerra que fueron en su auxilio. […]”

En 1924 las Autoridades ofrecieron a su heróico paisano un gran homenaje.
Los sucesos acaecidos en Marruecos consternan a la sociedad española. Los primeros días de agosto la familia Gracia Benítez recibe la noticia de la muerte de Francisco combatiendo en la defensa de la posición de Afrau. La admirable actitud demostrada por el teniente montillano, le hace ser propuesto por el Comandante General de Melilla para recibir la Cruz Laureada de San Fernando, máxima distinción concedida por el Ejercito Español.

La prensa provincial también se hace eco el día 3 de agosto de aquel memorable episodio. Además, la revista Blanco y Negro, suplemento dominical de ABC, en su edición de 16 de octubre de 1921 publica la fotografía de Francisco Gracia que ilustra este artículo, junto a otros siete oficiales muertos en aquella campaña. El cuerpo sin vida del teniente Gracia Benítez nunca será hallado, a pesar de ello los montillanos celebraron el 8 de agosto unas solemnes y multitudinarias honras fúnebres en memoria de los caídos en África en la Parroquia de Santiago, que habían sido anunciadas en la revista Montilla Agraria.

La Corporación Municipal, presidida en 1924 por el alcalde Francisco Oliva Tejero, en la sesión celebrada el 13 de enero, que contó con la asistencia del Delegado Gubernativo José Fréyre Conradi, acordaba, a petición de éste, homenajear al heroico artillero montillano con la colocación de una lápida en su casa natal de la calle Gran Capitán que recordara su efeméride, y la rotulación de la popular calle Corredera con el nombre de  “Teniente Gracia”, que había sido propuesto con anterioridad por Agustín Jiménez-Castellanos y Alvear.

El cumplimiento de este acuerdo se hizo efectivo en un acto público celebrado el domingo 19 de marzo de aquel mismo año, donde las autoridades civiles y militares de la ciudad, junto con la presencia del Delegado Gubernativo de la provincia, se congregaron para descubrir tres placas de mármol blanco rotulado en negro, dos de ellas colocadas en los extremos de la Corredera, más una tercera, más grande y artística, en el solar nato de Gracia Benítez. Esta última centró el acto de homenaje que Montilla rendía a su valeroso hijo con los discursos del citado Delegado, el Alcalde, el Capitán de la Guardia Civil y de Cristóbal Gracia, hermano del homenajeado.

En 1925 la llamada Guerra de Marruecos tocaba a su fin tras el brillante desembarco de Alhucemas. El éxito de la operación anfibia Hispano-Francesa sobre el Rif consolidó el dominio español en el Protectorado en apenas ocho meses.

La instauración de la segunda República trajo consigo un nuevo gobierno municipal. En las primeras actuaciones de la nueva corporación, de mayoría radical-socialista, se aprobó en la sesión ordinaria del 13 de junio de 1931 el cambio de rotulación de aquellas vías públicas relacionadas con la Monarquía y la Religión Católica “en armonía con el espíritu de los nuevos tiempos” (Ac. Cap. f. 158). En aquella misma sesión, se acordó cambiar el nombre de la calle Teniente Gracia, por otro que designara la nueva Corporación republicana. En la sesión siguiente, celebrada el 20 de junio, el concejal Antonio Villegas Arjona propuso cambiar la denominación de la calle Teniente Gracia y dedicarla al político socialista Jaime Vera. La moción fue desestimada por la presidencia, que era ejercida por el primer teniente de alcalde, Santiago Navarro Alcaide, argumentando su disconformidad por ser Gracia Benítez un montillano “cuya memoria debía perpetuarse” (Ibíd. f. 162).

Frustrado el intento de retirar la designación de “Teniente Gracia” a la Corredera en 1931 la calle continuó llamándose igual hasta 1979. Con la llegada de la primera corporación constitucional, de mayoría comunista y presidida por José Luque Naranjo, se retira la rotulación de “Teniente Gracia” a la calle Corredera, que recupera su denominación primitiva. En este acuerdo, tomado en la sesión ordinaria de 24 de agosto, se argumenta la retirada de los nombres políticos de las calles y la recuperación de su denominación original y popular. El único de los treinta nombres cambiados que no era “de significado político” ni tenía vinculación alguna con la Guerra Civil y el posterior Régimen Franquista, fue el del Teniente Gracia.

¿Confusión, ignorancia, oportunismo? El caso es que ningún miembro de la Corporación intervino para aclarar aquella omisión que hizo desaparecer la memoria y homenaje póstumo que el pueblo montillano tributó a Francisco Gracia Benítez en 1924.

Lápida conmemorativa que fue colocada en su casa natal, calle Gran Capitán actual nº 23.

Aunque su casa natal tampoco se conserva aún sobrevive a los avatares de la desmemoria colocada en el nuevo edificio construido sobre aquel solar la placa que recuerda la heroica acción que cortó la vida de aquel joven teniente de 27 años, hace ahora nueve décadas y un posterior olvido.

Pero, no sólo este montillano protagonizó gestas dignas de mención en la Guerra del Rif. Su hermano, José Gracia Benítez, corrió mejor suerte y salvó la vida. Fue hecho prisionero y tras soportar un penoso cautiverio de dieciocho meses es repatriado a la península. A su aventura africana dedicaremos próximamente otro trabajo, gracias a la documentación que me facilitado su hijo Rafael Gracia Naranjo.