miércoles, 12 de julio de 2023

ANTONIO CABELLO DE ALBA Y BELLO, NOTAS BIOGRÁFICAS DE UN MÉDICO HUMANISTA MONTILLANO*

A la memoria de Manuel Cabello de Alba Moyano

Retrato del médico Antonio Cabello de Alba y Bello, plasmado
por el genial pincel de José Garnelo y Alda. (Óleo/tabla, 1941).

En unos meses se cumple el centenario de la muerte de Antonio Cabello de Alba y Bello, popularmente llamado «Médico Cabello». Un personaje esencial en la vida pública de la Montilla de entre siglos, conocido de todos por el ejercicio filantrópico de su profesión, cuya vocación humanista le llevó a protagonizar numerosas iniciativas sociales y culturales, además de ser un hombre clave para la venida de la Congregación Salesiana a la ciudad y la instalación de un colegio que paliara las carencias educativas evidentes en la sociedad montillana de la época.

Antes de entrar en la biografía de nuestro protagonista, queremos ofrecer unos apuntes genealógicos sobre el origen del apellido Cabello de Alba. Se trata de un apellido netamente montillano surgido a raíz del matrimonio entre Pedro García Cabello y Magdalena Ruiz de Alba, celebrado el 21 de febrero de 1607[1], que vino a consolidar la unión de dos familias de la élite local en la primera mitad del siglo XVII a través de uno de sus cuatro hijos.

Nos referimos a Juan Pérez Cabello de Alba y Aguilar, nacido en enero de 1614[2], que se convertirá en un reconocido abogado y en sus años de madurez decide dedicar su vida a la religión y ordenarse sacerdote. Para ello, fundará una capellanía en 1647 en la parroquia de Santiago que dotará con parte de sus bienes raíces[3]. Los familiares herederos de esta obra pía adoptarán en adelante el apellido «Cabello de Alba» en recuerdo del fundador, afianzando así su continuidad mientras se mantuvo el vínculo religioso, vigente hasta los primeros años del siglo XX. Como dato curioso, reseñar que su último capellán fue Fr. Manuel Cabello de Alba Baena, trinitario exclaustrado (tío abuelo de nuestro protagonista) que a su muerte, acaecida en 1903, la prensa puntualizó en la necrológica que se trataba del último fraile exclaustrado superviviente en Montilla.

Nuestro biografiado fue hijo de Antonio Cabello de Alba Polo y de Isabel Josefa Bello Navajas[4]. Nace el día 2 de octubre de 1859, siendo bautizado en la Parroquia de Santiago con el nombre de “Antonio de los Santos Ángeles Custodios”[5].

Su infancia hubo de ser poco halagüeña, pues antes de cumplir los nueve años ya era huérfano de padre y madre. Tras realizar sus estudios básicos en Montilla, cursa el Bachillerato de Artes en el Instituto de Córdoba, del que obtiene su título de Bachiller en 1877. Ese mismo año se matricula en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, donde recibe el título de Licenciado en Medicina y Cirugía el 20 de junio de 1883, con calificación de sobresaliente, obteniendo la certificación académica en mayo del año siguiente[6].

Título de Licenciado en Medicina y Cirugía a favor de Antonio Cabello de Alba, por la Universidad de Granada, con nota de sobresaliente. Expedido en Madrid el 17 de mayo de 1884.

A sus veinticinco años, siendo vecino de la calle Corredera, contrae matrimonio con Adela Vicenta Martínez Cámara, natural de Doña Mencía, hija de Manuel Martínez y Caballero (también nacido en Doña Mencía) y de María Dolores Cámara y Quero, natural de Porcuna (Jaén), cuya residencia familiar estaba en la calle San Fernando. Los esponsales se verificaron en la parroquia de Santiago el 24 de noviembre de 1884[7].

Entre 1886 y 1900 nacen sus diez hijos: Isabel, Antonio, Francisca Solano, Adela, Luis, Federico, María Dolores, María Aurora, Manuel y José.

En agosto de 1896 adquiere la casa número 7 (antiguo) de la calle San Fernando a los herederos de Pedro Luis Riobóo[8]. Desde entonces, aquel inmueble se convirtió en el solar familiar de su descendencia durante varias generaciones.

Ese mismo año, el día 12 de julio, ingresa en la Sociedad de San Vicente de Paul, popularmente conocida por «Las Conferencias», cuya labor asistencial y caritativa hizo que fuera muy reconocida entre la población[9]. Entre las páginas de sus libros de actas y cuentas, conservados en el archivo parroquial de Santiago, es bastante frecuente ver el nombre de Antonio Cabello de Alba, tanto en sus donativos como en sus visitas a los enfermos necesitados acogidos por la Sociedad. A partir de entonces, comenzaría a ganarse el sobrenombre de “el médico de los pobres”.

Antonio Cabello de Alba Bello y Adela Martínez Cámara
acompañados de seis de sus diez hijos

En el plano profesional, Cabello de Alba ocupa interinamente en 1892 una de las cuatro plazas de Médico Municipal que mantenía el consistorio montillano para la asistencia sanitaria gratuita a los vecinos más desfavorecidos de la ciudad. Estas plazas fueron sacadas a concurso público en 1902, las cuales fueron obtenidas por los facultativos: Antonio Cabello de Alba y Bello, Joaquín Márquez Repiso, Francisco Salas Arjona y Francisco Palop Segovia[10].

Lejos de dedicarse sólo a su profesión y a su familia, vemos al “Médico Cabello” involucrado en numerosos proyectos sociales y culturales de la tierra que le vio nacer.

A través de la prensa local y provincial es posible conocer, a grandes rasgos, su activa participación en la sociedad montillana de la época. De personalidad humanista e inquieta, lo encontramos en 1890 formando parte de la Junta Municipal contra la filoxera[11], aquella temible epidemia que tantos estragos causó a los campos de viñedos montillanos.

En los años finiseculares del XIX parece interesarse por la política. Así, en 1895 hallamos su nombre en la nómina de convecinos que reorganizan el comité local del Partido Liberal, presidido por Práxedes Mateo Sagasta, del que Antonio aparece como Vicepresidente[12].

Dos años después se crea en Montilla un Centro Filarmónico “cuyo objeto es la enseñanza de música en toda su extensión”[13]. De nuevo, Cabello de Alba Bello aparece como Vicepresidente de su primera Junta Directiva.

El 15 de agosto de 1898 ingresa en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Montilla[14], de la que será su Vicedirector y a partir de 1913 su Director.

En 1899 se renuevan las Juntas Locales de primera enseñanza de Instrucción Pública para el siguiente cuatrienio, en la que Antonio Cabello de Alba aparece como Vocal de la de Montilla[15].

Ese mismo año, a iniciativa de la Sociedad de Amigos del País, se plantea la cuestión de crear en la ciudad un colegio de Primera y Segunda Enseñanza “que reúna todas las condiciones que aconseja la moderna Pedagogía”. Para ello, se nombró una comisión que canalizara las aspiraciones de los promotores, de la cual formó parte el médico Cabello de Alba[16].

Ante la imposibilidad de contar con ayudas públicas, la comisión abrió una suscripción popular para lograr sus objetivos, la cual fue encabezada por Antonio Cabello de Alba con la cantidad de 500 pesetas.

La comisión acordó ofrecer su proyecto a la Congregación Salesiana, cuyo Rector Mayor, el Padre Miguel Rúa, visitó Montilla por aquellos días para conformar la venida de los sucesores de Don Bosco a nuestra ciudad para organizar el nuevo centro educativo.

Es tal el compromiso que Antonio Cabello de Alba profesó por aquellos primeros padres salesianos llegados a Montilla que no dudó en difundir a través de charlas y conferencias (mayo de 1903) las cualidades de la obra laical de los Cooperadores Salesianos, como recoge la prensa del momento[17].

Primeros años de la Congregación Salesiana en Montilla. Un descanso en las obras del gran edificio construido en el despoblado barrio del Valsequillo, que se convertirá en el baluarte de la educación y la cultura local durante el siglo XX, gracias –en parte– al “Médico Cabello”.

A partir de diciembre de 1904 asume el cargo de Vicedirector en la Junta Directiva de la Sociedad de Amigos de País[18]. Ese mismo año es nombrado Vocal en la recién creada Junta Local de Reformas Sociales[19]. En diciembre de 1906 es elegido Vocal por el Partido de Montilla para la Junta de Gobierno y Patronato de Médicos Titulares de la provincia de Córdoba[20].

Siguiendo los postulados sociales del pontífice León XIII, recogidos en la encíclica Rerum novarum, en febrero de 1908 se crea en Montilla el primer sindicato agrícola, que lleva por nombre «El Montillano» “creado merced a las incansables gestiones de nuestro digno Arcipreste señor Fernández Casado”, siendo elegido Antonio Cabello de Alba presidente por aclamación[21]. Meses más tarde, el sindicato abre una Caja de Crédito y Ahorros, denominada «La Montillana».

En marzo de ese año, Cabello de Alba ofrece una conferencia en la sede de la sociedad «Ilustración Obrera», presidida por su compañero Francisco Palop Segovia, bajo el título “Causas originarias de la cuestión social”[22].

A iniciativa de Joaquín Márquez Repiso, en agosto de 1909 se organizan una serie reuniones para establecer en Montilla la asamblea local de La Cruz Roja española “ante las tristes circunstancias porque atraviesa nuestra patria”. Una vez más, Antonio Cabello de Alba se involucra en la puesta en marcha de esta organización humanitaria, siendo designado Vocal de la primera Comisión del Partido[23].

Por aquellos años, también encontramos a Cabello de Alba inmerso en la Junta Directiva de la Hermandad de San Francisco Solano, cuyos miembros dedicaron todos sus esfuerzos a conmemorar grandiosamente el III centenario de la muerte del insigne hijo y patrono de Montilla.

El año 1913 será de gran actividad social para Antonio Cabello de Alba y Bello. En enero es elegido Presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País[24]. A la cabeza del distinguido organismo, hubo de hacer frente al sonado pulso que los montillanos sostuvieron con el Ministerio de Fomento, cuando éste concedió la instalación de una red eléctrica de alta tensión a la empresa Larrucea Hermanos. El vecindario, unánimemente, se negó a las arbitrarias pretensiones de la empresa concesionaria (respaldada por la autoridad gubernativa y la fuerza de orden público) que pretendía cruzar el centro urbano de la ciudad con el tendido eléctrico de alto voltaje, menospreciando las advertencias de la población que se quejaba del peligro y el daño a la vía pública que causaría tal instalación.

Instantáneas aparecidas en el rotativo de tirada nacional “La Unión Ilustrada” el 19 de enero de 1913, donde aparece Cabello de Alba al frente de la comisión montillana recibida por las autoridades civiles en Córdoba.

Ante la prepotencia de la compañía eléctrica, los montillanos crearon una “Junta de Defensa” donde se integraron todas las instituciones y colectivos locales para hacer frente al citado atropello. Aquella Junta estaba presidida por Antonio Cabello de Alba.

Su primera medida fue convocar una huelga general, que duró varios días y fue secundada por toda la población. Asimismo, promovieron una manifestación ante la sede del Gobierno Civil y del Ayuntamiento de Córdoba para el día 9 de enero de 1913 (que tuvo repercusión nacional, como refleja la prensa), a la que asistieron más de mil doscientos montillanos. A la cabeza de la misma estaba Cabello de Alba, que entregó al Gobernador Civil un manifiesto “para que lo elevara al Presidente del Consejo de Ministros”, cuyo contenido fue publicado en los noticiarios[25].

Foto aparecida en el dominical “Blanco y Negro” el 19 de enero de 1913, donde se puede apreciar a los cientos de manifestantes montillanos a las puertas del Ayuntamiento de Córdoba.

Días después, la empresa concesionaria desistió de sus propósitos y abandonó el proyecto de instalar la electricidad de alta tensión en Montilla. En respuesta a ello, se constituyó la «Cooperativa Eléctrica Montillana» que volvió a garantizar el fluido eléctrico a la población.

En febrero de aquel agitado año, giraba una visita a Montilla D. Pablo Albera, Rector Mayor de la Congregación Salesiana. En las crónicas del apretado programa con el que los montillanos le obsequiaron siempre aparece Antonio Cabello de Alba, que acompañó al segundo sucesor de Don Bosco como representante de los Cooperadores Salesianos de la ciudad[26].

Los años pasan y la edad va mermando la salud de don Antonio Cabello. A través de la prensa encontramos su nombre ligado a la Real Sociedad Económica de Amigos del País, a su vocación sindical agraria, y –por supuesto– a su profesión facultativa.

En 1914 lo encontramos entre los fundadores de la sociedad «Unión Vitivinícola Alcoholera Montillana», una cooperativa (surgida de la iniciativa de los Amigos del País) que pretendía unir a todos los viticultores de la ciudad con el afán de dignificar el precio de los mostos y abrir nuevos mercados ante los excedentes que se estaban elaborando por aquellos años, en que las nuevas plantaciones sembradas tras la filoxera comenzaban a producir más uva de la necesaria[27].

En el ámbito sanitario, en 1917 se constituye la «Asociación Médica Regional», de la que don Antonio es nombrado presidente de la Junta del distrito judicial de Montilla[28]. A partir de entonces, apenas hallamos referencias del “Médico Cabello” en la prensa.

A mediados de 1923 cae enfermo. En el mes de noviembre sufre una hemorragia cerebral que le aparta de la vida pública y del ejercicio de su profesión, solicitando por ello la baja como Médico Titular de la Beneficencia Municipal. El día 1º de diciembre fallece en su casa de la calle San Fernando. Aquella misma jornada, la Corporación Municipal en pleno ofreció su primer homenaje al difunto por “los relevantes servicios que durante muchos años ha venido prestando al vecindario con paternal cariño y desmedida asiduidad, el muy honorable facultativo fallecido y deseosa de demostrar que en todo momento sabe honrar como se merece el abnegado comportamiento de sus celosos empleados, acuerda conste en acta su sentimiento por tan irreparable pérdida y que una comisión del Concejo pase a mostrar a la familia del finado el hondo pesar que experimenta y conceder al cadáver sepultura gratuita y a perpetuidad en primera clase para que sea inhumado en el Cementerio de San Francisco Solano de esta ciudad”[29].

Unos meses después, la municipalidad en Comisión Permanente, de 10 de octubre de 1924, en su punto 7º aprobó rotular una calle con su nombre para perpetuar su memoria, como así quedó recogido en acta:

Don Antonio Cabello de Alba Bello y su esposa, Adela Martínez Cámara,
en el patio de su casa de la calle San Fernando.

“De todos es conocida la inmensa labor ciudadana que durante más de cuarenta años ejercitó el insigne médico de esta localidad que en vida se llamó D. Antonio Cabello de Alba Bello. Su ciencia acudió solícita donde quiera que fue llamada y su caridad inagotable se extendió a todas partes, mereciendo llamarse el venerable D. Antonio el padre de los pobres. Don Antonio Cabello de Alba y Bello es de los hombres que merecen gratitud de los pueblos, pues además de ser médico excelente y padre de los pobres, fue también caballero sin tacha, modelo de esposo, de padre y de amigo y de cumplidor, por consiguiente, de todos sus deberes. Desea esta alcaldía, por ser de justicia, que el venerable nombre del doctor Cabello quede perpetuado para recordatorio de la generación presente y para ejemplo de los venideros y hubiera deseado también que este nombre lo llevara la calle donde nació o vivió, pero circunstancias de todos conocidas hace que sea esto imposible, por lo que creyendo interpretar el sentir de los habitantes de Montilla y muy especialmente el de su Excmo. Ayto., se permite proponer a la aprobación de la Comisión Municipal Permanente que sea sustituido el nombre de Calle del Horno por la de “Antonio Cabello” honrándonos nosotros al honrar la memoria de este insigne patricio.

[…] La Comisión abundando en los propósitos expuestos por la presidencia y haciendo suyos los razonamientos alegados por la misma en la moción transcrita, acuerda de conformidad con lo que se propone, si bien se hace por unanimidad la variante de que la calle se rotule “Médico Cabello”, a fin de que en todo tiempo se distinga, por ser muchas las personas que en el pueblo llevan el nombre de Antonio Cabello[30].

La revista quincenal Montilla Agraria se hizo eco de su óbito y lo recordó en su primer aniversario. El anónimo autor, buen amigo y conocedor del médico, destacaba en su artículo el infatigable tesón que demostró a la hora conseguir adeptos a la causa de la obra salesiana, a la par que desgrana los primeros contactos con la congregación.

Dado que esta publicación es salesiana he considerado incluir el texto de 1924 literalmente, dado que será de gran interés a los lectores por las noticias que ofrece:

“Yo que durante muchos años conocí al amigo bueno y que conocía su modo de tratar sus asuntos, lo veo discurrir por las calles ensimismado en un pensamiento, y entrar y salir de una casa en otra para hablar de la obra de sus amores y conseguir adeptos para llevarla a término feliz; yo lo veo derrochar fortaleza, decisión y paciencia al tener que luchar con la frialdad de los unos, la falsa compasión de los otros y la abierta oposición de muchos que, enemigos de la enseñanza y educación católica, recurrieron a los medios de que podían disponer para impedir la apertura del futuro colegio salesiano. A la vista tengo un libelo dirigido a los montillanos, en el mes de Mayo del 1899, en el que soezmente se protesta del beneficioso proyecto, con lo que consiguieron únicamente fue poner a la obra el marchamo de las obras de Dios, que siempre han de ser perseguidas por su enemigos.

Por fin en el mes de Septiembre el Sr. Cabello y sus dignos compañeros vieron coronados sus esfuerzos en la llegada del personal salesiano, a cuyo frente venía Don Emilio Mª Nogués y su establecimiento en la casa del Llano de Palacio, contigua al convento de Santa Clara.

[…] De aquí en adelante la obra salesiana seguirá dando sus frutos y a la vez que contribuya a sostener entre nosotros la civilización cristiana, irá tejiendo la corona que Dios habrá puesto ya sobre aquel justo, sincero y esforzado varón.

Bien ha hecho el Excmo. Ayuntamiento de esta Ciudad al manifestarle el agradecimiento del pueblo, perpetuando su memoria al dedicarle una calle; pero aún pudiera hacer un poco más, poco más que dejo al criterio del actual concejo”[31].

*Artículo publicado en la revista Nuestro Ambiente, núms. 485 y 486. Abril y Julio de 2023.

FUENTES DOCUMENTALES


[1] Archivo de la Parroquia de Santiago de Montilla (APSM). Lib. de desposorios, fol. 257.
[2] APSM. Lib. 13 de bautismos, fol. 21v.
[3] APSM. Lib. 5º de capellanías y memorias, fol. 384.
[4] APSM. Lib. 33 de matrimonios, fol. 9, nº 17
[5] APSM. Lib. 85 de bautismos, fol. 227, nº 453
[6] Universidad de Granada. Facultad de Medicina. Certificación académica personal de D. Antonio Cabello de Alba y Bello.
[7] APSM. Lib. 38, f. 385.
[8] Escritura asentada ante D. Enrique Morón, notario de Córdoba, en 17/08/1896.
[9] APSM. Lib. 4º de actas.
[10] Archivo Municipal de Montilla (AMM). Sig. 000948B-0010. (Expedientes de concurso).
[11] Diario de Córdoba. Año XLI, nº 12346.
[12] Diario de Córdoba. Año XLVI, nº 13157.
[13] El comercio de Córdoba. Año XXIII, nº 5446.
[14] Revista montillana. Año I, nº 5.
[15] El defensor de Córdoba. Año I, nº 7.
[16] Diario de Córdoba. Año L, nº 14411.
[17] El aviso (2ª época). Año I, nº 14.
[18] El defensor de Córdoba. Año VI, nº 1557.
[19] El montillano. Año I, nº 33.
[20] Vida nueva. Año II, nº 52.
[21] Diario de Córdoba. Año LIX, nº 17540.
[22] El Sur. Año II, nº 24.
[23] Diario de Córdoba. Año LX, nº 18069.
[24] El defensor de Córdoba. Año XV, nº 4075.
[25] Diario de Córdoba. Año LXIV, nº 19148.
[26] El defensor de Córdoba. Año XV, nº 4086.
[27] El porvenir montillano. Año II, núms. 28, 37.
[28] Ideal Médico. Año I, nº 3.
[29] Archivo Municipal de Montilla. Actas capitulares. Lib. 214, fols. 31r, 40r, 43r-v.
[30] AMM. Actas Comisión Permanente. Lib. 255, págs. 175-176.
[31] Montilla Agraria. Año V, nº 121. pág. 6