jueves, 29 de diciembre de 2022

UN HOMENAJE A LA HISPANIDAD, LA OBRA INVITADA PRESENTE EN EL MUSEO GARNELO

El pasado 26 de octubre tuvo lugar la tercera edición de la Obra Invitada, una actividad promovida por la asociación “Amigos del Museo Garnelo”, en colaboración con el Museo Garnelo y el Excmo. Ayuntamiento de Montilla.

En esta ocasión, la pintura protagonista ha sido Homenaje a las Repúblicas Americanas y al Genio de la Raza, un óleo sobre lienzo de 185 x 204 cm. realizado por José Garnelo y Alda como obra preliminar a la ejecución de un mural de mayores dimensiones. Este acabado boceto está firmado en 1934, y probablemente se trate de uno de los últimos proyectos de gran formato a los que se enfrentara el consagrado maestro en su etapa de madurez. 

Previa a la presentación de la Obra Invitada, los “Amigos del Museo Garnelo” en su deseo de acercar la vida y obra del genial artista a todos los ámbitos de la sociedad, han escogido en esta ocasión a la Guardia Civil como institución a vincular con la pinacoteca montillana. Por tal motivo, el doctor en Historia Jesús Narciso Núñez Calvo, coronel de la Guardia Civil y académico de la R. A. Hispano Americana de Cádiz, ofreció una conferencia que versó sobre la creación de «la Benemérita» durante el reinado de Isabel II y su proyección en América.

Tras la ponencia, fue presentada la obra por Miguel Carlos Clementson, profesor y académico cordobés, profundo conocedor del artista, quien deleitó al auditorio con un pormenorizado estudio del mensaje que encierra la composición pictórica.

Homenaje a las Repúblicas Americanas y al Genio de la Raza. José Garnelo, 1934.

Se trata de una obra de José Garnelo apenas conocida, que tan sólo había sido exhibida con anterioridad en dos ocasiones. El año en que está firmada se dio a conocer en la muestra monográfica que preparó el propio pintor en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en cuyo catálogo aparece una reproducción a color. La segunda vez formó parte de la exposición «Pre Centenario» del nacimiento del artista, celebrada en la sala Grifé & Escoda de Madrid, a finales de 1964. En la actualidad, la obra es propiedad de María Joaquina Alda Garnelo, sobrina nieta del pintor, quien ha ofrecido todo tipo de facilidades para que se vuelva a exponer temporalmente en su museo montillano, hasta el próximo 8 de enero.

Con este Homenaje a las Repúblicas Americanas y al Genio de la Raza José Garnelo idealiza a través de sus pinceles una alegoría a la «Hispanidad», un concepto nacido a principios del siglo XX que busca la confluencia de los pueblos y naciones que comparten la historia, lengua y cultura hispánica, de cuyas tesis surgió una corriente intelectual que tuvo su momento álgido en la tercera década de la centuria pasada, y despertó el interés de intelectuales como Unamuno, Maeztu, González-Ruano o García Morente, entre otros. Un movimiento integrador que se vio materializado en la celebración de la exposición iberoamericana de Sevilla, en 1929.

La interpretación desarrollada por Garnelo sobre este fenómeno social y cultural es de marcada tendencia simbolista. En un primer plano de la escena central del lienzo el pintor introduce a un «genio» que, tomado de la mitología grecorromana, era un espíritu protector del hombre al que le se atribuían tales facultades en el ámbito personal y colectivo.

Garnelo –el pintor más culto de su época– lo llama «Genio de la Raza», probablemente inspirado en la teoría ensayada por Miguel de Unamuno en su artículo Hispanidad (1927): “Digo Hispanidad… para incluir a todos los linajes, a todas las razas espirituales, a las que ha hecho el alma terrena… y a la vez celeste de Hispania… Esta tierra bajo el cielo, esta tierra llena de cielo, esta tierra que siendo un cuerpo, y por serlo, es un alma, esta tierra hizo, con el latín, unos lenguajes, unos romances… Y esos lenguajes son las razas... Pero más que raza de sangre, más que línea de sangre, raza de lenguaje”.

Garnelo presenta al «genio» figurado en un personaje masculino alado en posición oferente, que sostiene entre sus manos una embarcación –la carabela Santa María– en alusión al descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón en 1492, hecho que provocó el inicio de una nueva era en la historia de la Humanidad y el origen del imperio de ultramar español.

El artista incluye en el ángulo inferior derecho a nuestra vista los símbolos de la Monarquía Hispánica, institución que patrocinó la búsqueda de nuevas vías para acceder al lejano oriente, cuyos viajes exploratorios conllevaron asimismo la primera circunnavegación de la Tierra. Entre la simbología representada, Garnelo resalta sobre un cojín púrpura ribeteado en oro la corona y el cetro, atributos de la soberanía y el poder ejercido por los monarcas españoles de la dinastía de los Habsburgo, cuyo mayor representante fue el emperador Carlos V, nieto de los Reyes Católicos, del que se exhibe un repostero caído que recubre el basamento, el cual ostenta el escudo de armas del soberano acolado por el águila bicéfala, emblema de Sacro Imperio Romano Germánico. 

Ante el pendón bordado con la regia divisa aparece en primer término el globo terráqueo, en alusión a la hazaña protagonizada por Magallanes y Elcano, cinco siglos atrás. A su lado se presentan los atributos que mantuvieron la hegemonía hispánica en los más distantes lugares del planeta. Las armas (espada, arcabuz y morrión), símbolo de la fuerza, pertrechos básicos de la temida infantería encuadrada en los afamados Tercios españoles. Y las letras (libros, plumas y tintero sobre un arca), en alusión a la tradición legislativa y administrativa española –un guiño a las Leyes de Indias– sobre las que se sustenta el derecho de evangelización y asentamiento de los nuevos y dispersos territorios descubiertos.

En el ángulo inferior izquierdo aparece un ancla encadenada, símbolo de la firmeza y la esperanza, pieza imprescindible en los navíos de la real armada que mantuvieron viva la seguridad, comunicación y comercio global del «imperio donde nunca se ponía el sol».

En un segundo plano, sobre una plataforma abierta y elevada por un doble peldaño, se halla un grupo de mujeres de rasgos y atuendos indígenas portadoras de frutos autóctonos, en alusión al mestizaje étnico y a la fertilidad de los ignotos territorios agregados a la corona hispánica. 

Tras ellas, el artista ha dispuesto una serie de diecinueve figuras femeninas abanderadas, cubiertas con el gorro frigio, símbolo de la libertad, que portan las enseñas de las jóvenes repúblicas americanas surgidas en el siglo XIX, después de más tres siglos de presencia española en el nuevo continente.

Con este frondoso grupo, nuestro pintor resuelve el fondo de la composición poblándolo de gran belleza, colorido y simbolismo. Un logrado reto de un maestro de la pintura de Historia –como lo fue José Garnelo– el de interpretar el concepto de confraternidad por el que abogan los postulados ecuménicos de la «Hispanidad».