Apuntes históricos sobre una imagen unida a la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz*
Al
igual que ocurriera en otros puntos de nuestra geografía, la primitiva cofradía
de la Santa Vera Cruz de Montilla inició sus primeros pasos hacia 1535, año en
el que ya tenemos constancia, por documentación notarial, de la existencia de
la ermita.
Durante
el siglo XVI, la cofradía matriz montillana mantuvo regularmente su actividad
anual hasta que, a finales de dicho siglo, comenzó una evolución que
desembocaría en la apuesta por representar toda la pasión de Cristo en su
estación de penitencia. De esta manera, a mediados del siglo XVII, la Cofradía
de la Santa Vera Cruz ya contaba con siete pasos que procesionaba durante la
Semana Santa.
En
su origen, la Hermandad sólo procesionaba a su titular, un pequeño crucificado
que era portado por un hermano penitente y que el 10 de septiembre de 1576 fue
sustituido por la imagen del Santo Cristo de Zacatecas, donada por el
montillano Andrés de Mesa mediante escritura notarial. Una década más tarde,
más concretamente en 1582, se agregaría al cortejo penitencial la imagen de la
Madre de Dios y Señora del Socorro, advocación mariana que había sido trasladada
desde la parroquia de Santiago, donde había tenido cofradía propia desde
comienzos del siglo XVI. Asimismo, a finales de esta centuria, la cofradía
agregó a su estación la imagen del Cristo Ecce Homo, contratada en 1597 al
escultor Juan de Mesa “el Mozo”.
El
nuevo siglo se abriría en la Cofradía con la adquisición de otra nueva imagen
de la pasión de Cristo: en esta ocasión, se contrató con el mismo escultor del
Ecce Homo una imagen de Cristo Amarrado a la Columna que, desde entonces, se
venera y conserva en nuestra ciudad. De esta manera, el 27 de Febrero de 1601
el carpintero Juan de Mesa hizo entrega a la Cofradía de esta imagen que en la
actualidad procesiona en la tarde del Jueves Santo. El
contrato de la
ejecución de la imagen quedó
recogido ante escritura notarial que se conserva aún en el Archivo Notarial de
Protocolos de nuestra ciudad. En el documento, redactado por el escribano
Andrés Capote, se establece que la Cofradía encargaba a Juan de Mesa “una
hechura de Cristo Amarrado a la columna con su peana e parigüela”[1],
ascendiendo el coste del proyecto a treinta ducados, que fueron pagados por
Pedro de Figueroa, hermano mayor de la Vera Cruz.
La
adquisición por parte de la cofradía matriz montillana del Amarrado a la
Columna de Juan de Mesa “El Mozo” se recoge también en un inventario de la
Cofradía de la Santa Vera Cruz, realizado el 16 de Abril de 1617, siendo Hermano
Mayor de la misma Alonso Cameros de la Cueva. En el acta, se reseña
expresamente que esta Cofradía tenía en propiedad “un cristo amarrado a la
columna”[2] que
procesionaba en la tarde del Jueves Santo, junto con el resto de imágenes
pertenecientes a la Santa Vera Cruz.
El
cortejo penitencial, formado por siete imágenes veneradas en la ermita de la
Vera Cruz, era conocido popularmente como la procesión de la Sangre. De este modo, la procesión partía desde la
desaparecida ermita, situada en el llano que llevaba su mismo nombre y al que
se accedía a través de la Cuesta de la
Vera Cruz (hoy denominada “del Silencio”, en alusión a la estación de
penitencia que celebra la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor cada
Miércoles Santo). La ermita, que estaba dividida en su interior por tres naves,
tenía dos puertas de entrada y campanario, y en ella se alojaban los siete
pasos que recordaban la pasión y muerte de Cristo, a saber: Santa Cena, Jesús
de la Prisión ,
Ecce Homo, Amarrado a la
Columna , Santo Cristo de Zacatecas, San Juan y la Madre de Dios del Socorro.
A
partir de la segunda mitad del siglo XVII, este septenario de la Pasión y
Muerte de Jesucristo promovido por la Cofradía de la Santa Vera Cruz, comenzó a
dividirse en hermandades que se iban rigiendo por las propias constituciones de
la cofradía matriz. Tal fue el caso de los componentes del paso del Cristo
Amarrado a la Columna, que manifestaron a los oficiales de la Vera Cruz su
deseo de fundar una hermandad específica que tuviese por objetivo procesionar
la imagen de Mesa El Mozo.
De
esta manera, se reunieron “Mateo Ruiz de Toro, vecino de esta ciudad y hermano
mayor de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y, de la otra parte, parecieron
Pedro Ruiz Hidalgo, Juan de la Mata, Francisco Ramírez de Aguilar, Alonso Muñoz
de Toro, Martín Sánchez de Luque, Pedro de Carmona, Juan Rodríguez de Palacios,
Francisco Pérez Alcaide, Diego Villegas, Diego Ruiz Hidalgo, Antón Ximénez de
Alcaide, Bartolomé Ponce, Juan de Lucena, Andrés López, Juan Solano y Andrés Morquecho,
todos hermanos de la dicha Cofradía por sí y en nombre de los demás hermanos
que se me reciban en esta Hermandad que, para honra y gloria de Dios Nuestro
Señor, quieran fundar para la imagen de Nuestro Señor Jesucristo Amarrado a la
Columna, que sale en la procesión que la dicha Cofradía saca Jueves Santo por
la tarde, y poniéndolo en ejecución otorgaron que en la mejor vía y forma que
mejor haya lugar en derecho, fundar la dicha hermandad para que sea
perpetuamente para siempre jamás” [3].
Como
no podía ser de otra manera, Mateo Ruiz de Toro, hermano mayor de la Santa Vera Cruz, aceptó
la propuesta planteada, aunque obligó a los promotores de la misma a acatar las
constituciones de la
Antigua Cofradía que, fundamentalmente, se dividían en ocho
puntos que establecían lo siguiente:
“1.
Lo primero, nombraron por cabos de esta hermandad para el Gobierno y
disposición de ella a Pedro Ruiz Hidalgo, Alonso de Luque y a Juan de la Mata,
vecinos de esta ciudad.
2.
Lo segundo, que se ha de formar un libro donde se hayan asentado todos los
hermanos contenidos en esta escritura y los demás que se recibieren a esta
hermandad, y todos han de tener precisa obligación de asistir a la dicha
procesión cada uno con su hacha de cera, como se hace y acostumbra en las demás
hermandades.
3.
Que a los hermanos que murieren de esta hermandad, se les ha de decir una misa
por cada hermano y la misma obligación han de tener por las demás personas que
el tal hermano nombrare por su mujer, hermano, padre, y madre y todas estas mismas
se han de decir en la Iglesia Parroquial del Señor Santiago de esta ciudad por
los señores sacerdotes y se dé limosna a dos reales.
4.
Que los hermanos de esta hermandad han de asistir a los entierros de tal
hermano difunto con su banderola y doce hachas de cera a costa de la hermandad
y el tal hermano que asistiere no teniendo legítimo impedimento, pague pena un
real que aplican para la dicha hermandad.
5.
Que el hermano mayor de esta Cofradía que es o fuere, ha de dar para ayuda a la
procesión y hermandad cada un año, doce hachas para que ardan en la dicha
procesión y ha de pagar la cera que la quemare al tal cerero de quien se
alquilaren.
6.
Que cualquier hermano de esta hermandad sea de poder enterrar en la ermita de
la Santa Vera Cruz sin pagar por el uso de la sepultura con alguna a la dicha
ermita más otra persona.
7.
Que la banderola de hacer a su costa Francisco Ramírez de Aguilar, el cual la
ha de sacar en todas las funciones que se ofrecieren y por su muerte sus
herederos de la persona que nombrare o fuere su voluntad.
8.
Nombraron por munidor de esta hermandad a Andrés Morquecho.”[4]
Curiosamente,
la nueva hermandad que, a partir de ese momento, procesionaría al Señor
Amarrado a la Columna, fue oficialmente constituida el 3 de mayo de 1673,
festividad de la Invención de la Santa Cruz, jornada en la que la cofradía
primigenia de Montilla celebraba anualmente su Fiesta de Regla y procesionaba
al Santo Cristo Crucificado de Zacatecas, como titular de la misma.
Entrado
ya el siglo XVIII, hay constancia de que los restantes pasos que formaban parte
de la procesión de la Sangre en la
tarde del Jueves Santo, lo hacían ya bajo el auspicio de hermandades sujetas a
la cofradía matriz. Todas ellas se regían por los mismos estatutos y celebraban
su Fiesta de Regla el 3 de mayo, aunque cada hermandad rendía culto a su imagen
en otras fechas. De esta manera, los cultos al Cristo Amarrado a la Columna se
celebraban el 6 de agosto, festividad de la Transfiguración del Señor, fecha en
la que, además, se procesionaba la imagen por las calles de Montilla.
La
ermita de la Vera Cruz
fue desalojada por su Cofradía en enero de 1809, por decreto del Obispo Pedro
Antonio de Trevilla, trasladando sus imágenes y enseres a la Parroquia de Santiago.
Al llegar la imagen de Cristo Amarrado a la Columna al templo parroquial, decidieron
instalarlo junto con su retablo de estilo barroco (el único que se conserva de
la desaparecida ermita) en una capilla que, desde mediados del siglo XVI, había
ocupado otra imagen de Cristo Amarrado a la Columna que era conocido por la advocación de la
“Misericordia”.
Este
Cristo de la Misericordia, de
pronunciados rasgos góticos, había sido realizado a mediados del siglo XVI y
fue donado por la hermana de la segunda Marquesa de Priego, doña Teresa
Enríquez de Córdoba y Pacheco, quien fundó una memoria e hizo la capilla para
la veneración de la imagen. Años más tarde, la escultura fue ubicada en un
retablo realizado en 1720 por el tallista montillano Juan Villegas[5] y
dorado por el granadino José de Palacios[6] en
1731 para, posteriormente, ser trasladada hasta la Ermita de San Roque,
situada al final de la calle Fuente Álamo. Lamentablemente, esta imagen fue
vendida en 1956, después de que hubiera sido de nuevo trasladada a la iglesia
de San Agustín, cuando la ermita de San Roque fue clausurada, hacia 1920.
Volviendo
al Cristo Amarrado a la Columna de Juan de Mesa “El Mozo”, perteneciente a la
Cofradía de la Santa Vera Cruz, hay que destacar que corrió mejor suerte que el
Señor de la Misericordia, ya que la
imagen fue intervenida por Cristóbal Gómez Garrido en el año 1964, durante las
reformas post-conciliares del Vaticano II que se realizaron en el templo
parroquial. La imagen fue trasladada a otro retablo que hasta entonces había
ocupado el Santo Cristo de Zacatecas, pasando el crucificado novohispano a
presidir el presbiterio.
En
1987 la cofradía de Nuestro Padre Jesús Preso y María Santísima de la Esperanza , solicitó al
entonces párroco, don Antonio León Ortiz, la imagen del Amarrado a la Columna para incorporarla
a su cortejo procesional en la tarde del Jueves Santo, al objeto también de
enriquecer así su estación penitencial con un nuevo misterio de la Pasión. De este modo,
la imagen de Juan de Mesa “El Mozo” vuelve a las calles de Montilla en 1987,
con la novedad de hacerlo a hombros de hermanas costaleras.
En
la actualidad, y tras un fallido intento de la cofradía para sustituir esta
centenaria imagen por otra realizada por el tallista local Francisco Solano
Salido Jiménez, el Amarrado a la Columna se venera en la ermita de Nuestra
Señora de la Rosa, donde ocupa un bello retablo labrado en yeso e imitado en
tonos de jaspe rojo y gris, que recuerda en sus formas las líneas renacentistas
que fueron recuperadas por el movimiento neoclasicista a partir de la segunda mitad del
siglo XVIII.
* Artículo publicado en la revista Vera+Crux, nº 3. Febrero, 2005.
NOTAS
[1] Archivo de Protocolos
Notariales de Montilla (APNM). Escribanías s. XVI. Leg. 122, f. 141v.
[2] Archivo Parroquial de
Santiago de Montilla. Libro 4º de Visitas
y Capellanías, fols. 705-719v.
[3] APNM. Escribanía 1ª. Leg.
95, f. 219.
[4] Ibídem.
[5] APNM. Escribanía 2ª. Leg.
306, f. 100.
[6] APNM. Escribanía 2ª. Leg.
317, f. 145.