domingo, 21 de septiembre de 2025

SAN MAURICIO Y LA LEGIÓN TEBEA (SIGLO III). BREVE BIOGRAFÍA DE UN SOLDADO DE ROMA Y MÁRTIR DE CRISTO.*

San Mauricio fue un general romano al mando de una legión del imperio, llamada Tebea (o Tebana), que estaba compuesta exclusivamente de hombres oriundos de la Tebaida, región meridional del antiguo Egipto, reputada por el valor de sus jefes y soldados como una de las mejores del ejército[1]. 

El Martirio de San Mauricio y la Legión Tebana, obra de
El Greco, 1580. Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

 
Durante la estancia de la legión Tebea en Jerusalén, Mauricio entró en afable trato con el obispo de dicha ciudad, quien lo convirtió a la doctrina de Cristo, y en breve tiempo toda la legión era cristiana.

Era en aquel tiempo Diocleciano emperador romano, cuando en el año 286, queriendo poner fin a una sublevación de pueblos en las Galias, asoció a Maximiano Hercúleo en la dirección del Imperio. Tomó éste personalmente la conducción de la guerra, y deseando Diocleciano fortificar aquel ejército determinó que se le uniese la legión Tebea.

Recibieron luego órdenes del emperador y marcharon a incorporarse al ejército en campaña. Alcanzaron a Maximiano y pasaron los Alpes. El emperador se detuvo en Octadura (probablemente la actual ciudad de Martigny, en el Valaís) y las tropas acamparon en la llanura. Mandó después que todo el ejército ofreciese sacrificios a los dioses, para que les fueran propicios en la batalla, pero Mauricio y sus soldados se desprendieron del resto de las tropas y ubicaron su campamento a tres leguas de distancia del resto, en un lugar llamado Agaunum, en las proximidades del lago Leman, ciudad que actualmente se denomina Saint-Maurice.

Informado el emperador Maximiano de lo sucedido, inquirió la razón de esta retirada, y cuando supo la causa mandó que volviesen y se juntasen con el ejército e hiciesen lo que se les había ordenado. Respondieron ellos que eran cristianos y estaban dispuestos a obedecer al Emperador en todo lo que su fe no prohibiera, a combatir y morir por él, pero que no sacrificarían a los ídolos.

Enfurecido por la respuesta, mandó Maximiano castigar a la Legión Tebea. Se puso en ejecución el decreto, sorteándose a uno de cada diez, y al instante se les quitó la vida. Tomó otra vez el emperador a ordenarles que viniesen a juntarse con los demás soldados, mas ellos se quedaron firmes en sus principios cristianos como antes habían decidido, por lo que nuevamente se procedió a diezmarlos. Al fin, viéndolos irreductibles, ordenó Maximiano que todo el ejército fuese contra la Legión Tebea y no dejase a ninguno de sus soldados con vida. Así, Mauricio y sus más de 6000 soldados, alcanzaron la corona del martirio el 22 de septiembre del año 286.

San Euquero, obispo de Lyon (siglo V), recogió las tradiciones orales de su tiempo, casi siglo y medio después de morir San Mauricio y sus compañeros, recogió el martirio ejecutado, que corría de boca en boca, acerca de los mártires de Cristo, como fue el caso de San Mauricio y la legión Tebea. Es a este obispo, a quien debemos la mayoría de las noticias de la vida y muerte de este mártir.

Los cristianos, siempre amantes de sus héroes santos, comenzaron a tributarles culto en el siglo IV dando a conocer esta hazaña al mundo entero mediante cartas o viajes por el imperio.

Según refiere el propio Euquero, fue San Teodoro (obispo del Valais) quien hizo exhumar los restos de los mártires tebanos, levantando en su honor una pequeña basílica, de la cual se han encontrado huellas en excavaciones efectuadas en el pasado siglo, como también de otros santuarios levantados en aquellos parajes.

Los mártires de la Legión Tebea fueron venerados por todas partes, y de ellos hay reliquias en infinidad de iglesias, como Viena del Delfinado, San Cugat del Valles, El Escorial, la catedral de Toledo, etc. En Francia sesenta y dos municipios llevan el nombre de Saint-Maurice.

Incluso las armas de San Mauricio fueron objeto de veneración e invocación. Los duques de Saboya, en cuyo territorio está comprendido el lugar de su martirio, llevaron siempre el anillo de este Santo como una de las más preciosas señales de su soberanía.

También existe una orden militar, fundada en 1434 por Amadeo VIII, primer duque de Saboya, que está encomendada a San Mauricio, gran protector de esta casa ducal.

Montilla, retiro eterno de las reliquias de San Mauricio.

En el siglo XVI, la villa de Montilla era capital del marquesado de Priego y condado de Feria, además de centro espiritual de Andalucía. Para ello, los Fernández de Córdoba se afanaron en atraer a los más prestigiosos teólogos y místicos de la geografía española. A esto se sumó la continua remisión de reliquias que los señores de Montilla enviaban desde otros países a la capital de sus estados, cuando formaron parte de la Corte o detentaron funciones políticas o diplomáticas de la Monarquía Hispánica durante el siglo de oro del imperio donde no se ponía el sol.

Casos conocidos en nuestra ciudad son las reliquias que envió el Gran Capitán durante sus campañas militares en Italia, procedentes de la abadía de Montecasino. Otro buen ejemplo lo encontramos en las que hiciera llegar el duque de Feria durante su estancia en el Ducado de Milán, como gobernador y embajador de España en Italia. También son muy conocidas las reliquias que regalaron a la Condesa de Feria y a Sor Ana de la Cruz Rivera, y que hoy celosamente se custodian en el convento de Santa Clara.

Primitiva capilla sacramental de la Parroquia
de Santiago, donde fueron veneradas las reliquias
donadas por Juan Rodríguez de Baeza en 1583.
 

Otro caso menos conocido, pero no menos interesante, son las reliquias que enviara a Montilla, su tierra natal, el Lcdo. Alonso Álvarez, secretario de la marquesa de Priego y miembro de la corte española que acompañó al emperador Carlos I en su viaje a Alemania.

Estando la corte del Emperador en Alemania en 1545, desde la ciudad de Colonia el montillano Alonso Álvarez adquirió tres reliquias pertenecientes a los cráneos de los Santos Mauricio, Cesáreo y Dorotea, todos mártires de la primitiva iglesia cristiana, las cuales envió en 1570 a su hermano Juan Rodríguez de Baeza, sobrino homónimo del chantre de la Catedral de Sevilla.

La primera noticia, y más fidedigna, que tenemos de la llegada de estas reliquias a Montilla nos la da el propio Juan Rodríguez de Baeza en una cláusula de su testamento cerrado, escrito de su puño y letra en 1574, quien describe minuciosamente la traída de las reliquias y su ubicación: 

“Ítem digo que my hermano Alonso Álvarez estando en Colonia en Alemania en la Corte del emperador don Carlos por concesión apostólica obtuvo reliquias de tres cabezas de santos bien aventurados que son San Mauricio y San Cesáreo e Santa Dorothea virgen, e me las envió en un cofre sellado e yo así las he tenido estas reliquias para colocar e poner en la dicha capilla, enzima del altar de ella se haga un tabernáculo capaz del cofre donde están las dichas reliquias suyas, e que esté adornado con la decencia que conviene, e que se pongan allí con dos llaves, e que la una tenga el Sr. Vicario que es o fuere por tiempo en la dicha iglesia, y la otra el capellán más antiguo de la dicha capilla, e si pareciere a mi heredero que las ponga en el Sagrario donde estarán mejor que lo pueda hazer, con que se obliguen él y los curas capellanes que por tiempo fueren en Santiago de hazer la fiesta de cada año de los dichos santos en su día, por el alma del dicho Alonso Álvarez my hermano que las ubo con mucho favor que tuvo y las envió, e por la mía, e que se traygan en las procesiones solemnes por honrra destos benditos santos, e que se le dé limosna que le parezca, e se conviniere con ellos por estas fiestas si yo no ubiere situado de dónde se les pague, e la tengan perpetuamente si yo no ubiere dispuesto que estén en otra parte, pues tengo licencia apostólica estén dónde yo quiesierem, y si no se conviniere concederse que el tabernáculo que mando que se haga”[2].

Las reliquias fueron colocadas en la capilla sacramental de la iglesia parroquial de Santiago, donde recibieron veneración pública. En el cuadrante de cultos parroquiales, datado en 1769, se recoge que el día 22 de septiembre de cada año “que se celebra Santa Pomposa y se da conmemoración de San Mauricio, se saca la Cabeza de dicho Santo a la Adoración y se pone en la urna que dio el Sr. D. Juan Ruiz de Toro Vicario de esta Iglesia para se pusieran las 3 cabezas en sus tiempos.”[3]

El historiador local del siglo XVIII, Antonio Jurado y Aguilar, en su descripción del templo parroquial de Santiago, dentro de su manuscrita e inédita Historia de Montilla de 1776, cita que “en la capilla del Sagrario se veneran tres cabezas de los Santos y Gloriosos Mártires San Mauricio, San Cesáreo y Santa Dorotea que trajo consigo de la Ciudad de Colonia el Ldo. Sr. Juan Rodríguez de Baeza en el año de 1570 [sic], con su auténtica firmada, y se manifiestan a el pueblo con otra de las once mil vírgenes en varios tiempos del año.”[4]

Durante los siglos XVI al XIX, las reliquias del mártir romano San Mauricio, junto con las demás, recibieron veneración pública, ya que su donante, el Ldo. Alonso Álvarez, erigió dos capellanías en la Parroquia de Santiago para sustentar el culto a tan gloriosos mártires.

Durante la Edad Moderna, fue tal la devoción despertada entre los montillanos que el VI marqués de Priego, Luis Ignacio Fernández de Córdoba, trasladó la reliquia de San Mauricio a la iglesia de San Luis, al coincidir el natalicio de su primogénito el día 22 de septiembre de 1650, festividad del mártir romano, quien fue bautizado con el nombre de Luis Mauricio, que su padre interpretó como una señal protectora inequívoca del santo mártir romano a su linaje. Así lo reseña el capellán del propio marqués en una genealogía datada en 1667:

“Nació en Montilla juebes 22 de septiembre de 1650, día de sant Mauriçio mártir, cuya cabeza, como reliquia tan grande, está en una caxa de plata en la iglesia de San Luis, fundación de D. Luis Fernández de Córdoba su padre; es ayuda de parroquia y oratorio muy frecuentado de estos señores por tener tribuna a su Palacio”[5].

Cráneos procedentes de Colonia (Alemania), reliquias de los santos Mauricio, Cesáreo y Dorotea, remitidos por Alonso Álvarez a su hermano Juan Rodríguez de Baeza, quien los donó a la Parroquia de Santiago en sus últimas voluntades.

Estas reliquias se conservaron en la casa de San Juan de Ávila[6], a donde fueron trastadas en la segunda mitad del siglo XX, desde la Parroquia de Santiago, lugar donde fueron donadas y enviadas por la voluntad del insigne montillano antes mencionado, desde la ciudad de Colonia (Alemania).

Los montillanos debemos conocer las huellas de nuestro pasado. Caso este, de la reliquia de San Mauricio mártir, cristiano y romano, que entregó su vida por su creencia en un Dios verdadero, y por caminar tras los pasos de Cristo, como hoy los romanos de Munda hacen cada Semana Santa, rememorando la fe cristiana en la pasión, muerte y resurrección del Dios hecho hombre, que hace poco menos de veinte siglos, otros crucificaron.

*Artículo publicado en la revista “La Voz de los Romanos”, Año IV, nº 3 (marzo de 2005), págs. 23-25.

FUENTES DOCUMENTALES


[1] CROISSET, Juan. Año Cristiano, o ejerciciosaumentada con el martirologio romano íntegro… Septiembre. Barcelona, 1854, págs. 435-447.
[2] Archivo de Protocolos Notariales de Montilla. Escribanías s.XVI. Leg. 32, fol. 454.
[3] Archivo Parroquial de Santiago de Montilla. Distribución por meses de lo que se debe hazer en esta Yglesia y Sacristía según sus obligaciones y cargas, en todo el año., fol. 44v.
[4] JURADO Y AGUILAR, Antonio: Historia de Montilla, fol. 241v.
[5] LLAMAS Y AGUILAR, Francisco de: Árbol real de excelentísimos frutos cuyas ramas se han extendido por lo mejor del Orbe... siendo el mejor Príncipe Don Luis Fernández de Córdoba y Figueroa, Marqués VII de Priego, Duque VII de Feria…. BNE, MSS/18126, fol. 59v.
[6] A la actualización de este trabajo (2025) las reliquias se hallan de nuevo en la Parroquia de Santiago.

domingo, 6 de julio de 2025

INFORME HISTÓRICO SOBRE EL POZO QUE EXISTE EN LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN FRANCISCO SOLANO DE MONTILLA*

Este trabajo fue una realidad en atención a la solicitud formulada por el párroco de San Francisco Solano de Montilla, quien me solicitó documentar la existencia de un pozo de agua natural en el subsuelo de la iglesia parroquial, que fue localizado en 2019 y mostrado a D. Demetrio Fernández González, Obispo de Córdoba, durante la Visita Pastoral efectuada en el mes de noviembre de aquel año.
El prelado cordobés mostró su interés en conocer el origen del mismo, y si éste formó parte de la primitiva morada familiar de los progenitores del Santo Patrono de la ciudad, sobre cuyo solar se construyó el actual templo.
A continuación, se ofrece una serie documental y bibliográfica, acompañada de noticias familiares de San Francisco Solano, que atestigua la antigüedad y uso del citado pozo, objeto de este estudio.

Durante la Visita Pastoral efectuada en 2019 el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, tuvo oportunidad de conocer la existencia del pozo de la casa de los padres de san Francisco Solano.

Mateo Sánchez Solano y Ana Ximénez Hidalgo contraen matrimonio en 1538 y se instalan en una casa de la calle Sotollón (también llamada Fuente Álamo). A partir de entonces y hasta 1549 nacen sus tres hijos: Diego, Inés y Francisco.

En 1573 Inés Gómez recibe la mitad de la casa familiar en concepto de dote matrimonial. Para ese tiempo Diego Ximénez Solano, el primogénito, había contraído matrimonio seis años atrás, y Francisco Solano, el más benjamín de los hijos, ya había vestido el hábito franciscano en el convento de San Lorenzo de Montilla.

El día de Navidad de 1579 muere el cabeza de familia, Mateo Sánchez Solano. Su hijo (y albacea) Diego solicitó abrir el testamento del padre para conocer sus últimas voluntades. Días después se llevó a cabo un exhaustivo inventario y tasación de los bienes familiares.

A continuación, presentamos varios fragmentos de los documentos notariales que reúne el expediente testamentario de Mateo Sánchez Solano, conservado en el Archivo de la Parroquia de Santiago de Montilla, donde se contiene la descripción y adjudicación de la vivienda familiar, realizada por dos alarifes de la villa, que estimaron su valoración, haciendo referencia al citado pozo:

“Las dichas casas son los querpos de palacio e portal alto y bajo, están adelante del patio y son todo el corral de las / dichas casas, valen a lo que entienden y alcançan sesenta y ocho mil maraverís y destos en razón de la serbidumbre que el señor de el dicho palacio e portal desde el corral tiene a la mitad de la bodega de las dichas casas, que por razón de la servidumbre que ansí mismo tiene a la entrada lagar, pozo y cozina y patio, quitan del dicho aprecio diez mil maravedís, de más que el dicho aprecio queda en cincuenta y ocho mil […]”[1].

En la posterior transmisión de bienes, la vivienda correspondió a la viuda, Ana Ximénez Hidalgo, donde se vuelve a describir el edificio:

“Primeramente se pone en querpo de hacienda unas casas en esta villa linde con casas de Andrés García Gil e con casas de Damián de Flores, más della caben palacio y portal otra adentro del patio y corral y con la serbidumbre que el señor del dicho palacio y portal tiene a la mitad de la bodega y con la serbidumbre con toda entrada cozina lagar pozo y patio conforme al aprecio que los alarifes tienen fecho de tal, en esta partición en cincuenta y ocho mil maravedís”[2].

Años después, en 1597 fallece Ana Ximénez, quien lega en última voluntad a su hija Inés la otra mitad de la morada familiar[3]. Por su parte, Inés, entregará a su vez la vivienda a su hija Catalina Fernández en dote matrimonial, como aclara en su testamento, otorgado en 1630:

“Declaro que al tiempo y cuando yo casé a Catalina Fernández mi hija con Sebastián García el Rubio su marido le di en dote la mitad de unas casas y otros bienes como constará por la escritura que dello se otorgó a que me refiero, mando que se aceptare mi herencia lo traiga a colación y partición con los demás mis hijos y herederos.

Declaro que en la otra mitad de casa en que yo vivo en esta ciudad en la calle Sotollón, porque la otra mitad es de la dicha Catalina Fernández mi hija como se refiere en la cláusula antes desta, y así en la dicha mitad de la casa en que yo vivo an hecho muchas obras y reparos Juan Pérez de Aguilar y María del Pino mis hijos hasta en cantidad de cien ducados de los quales le soy deudora […]”[4].

Fallecida Inés Gómez de Varea en 1634, dos años después sus hijos procedieron a la partición y adjudicación de la herencia de su difunta madre. Catalina Fernández renunciaría a su herencia a favor de sus hermanos. Para lo cual se realizó un inventario de bienes, donde nuevamente se describe la vivienda, que será adjudicada a María del Pino:

“La mitad de unas casas en esta ciudad en la calle Sotollón prohindibissas y por partir con la otra mitad que es de los dichos Sebastián García el Rubio y doña Catalina Fernández / su mujer que toda alinda con casas de Benito Márquez Venegas y de Juan de Priego harriero, que la dicha mitad de casa es los tres cuerpos de la calle alto y bajo con mitad de patio y corral y pozo mitad de todo, fuera de una sala que está en la pieza de en medio a la mano derecha como se entra en este aprecio por ser propia de la dicha María del Pino y así en esta forma se pone y aprecia en trescientos ducados”[5].

Colocación de la artística tapa en forma sol, 
realizada en bronce por los talleres lucentinos
de Angulo.

El fervor de los montillanos hacia su paisano quedará plasmado en una progresiva manifestación de todos los estamentos de la sociedad local. En 1647, aún siendo venerable, el VI marqués de Priego, Luis Ignacio Fernández de Córdoba y Figueroa, le nombra patrono de Montilla y todo su estado señorial. En 1664 ya existe una Obra Pía que promueve la construcción de un templo en las citadas casas familiares, como atestigua este fragmento de una escritura notarial:

“[…] que en esta ciudad se quiere hacer una Iglesia y Santuario del venerable Padre san Francisco Solano natural della, en unas casas principales que fueron de sus padres y abuelos del dicho santo que oy poseen Dª Ana Solano, mujer legítima de Don Rodrigo Fernández Zorrilla, mayordomo mayor de la Casa de Su Excelencia el Marqués de Priego Duque de Feria mi señor, como nieta de la hermana legítima de dicho santo en las cuales dichas casas nació y se crió el dicho santo que son en la calle Fuente el Álamo de esta ciudad […]”[6].

El Venerable Fray Francisco Solano será beatificado por el pontífice Clemente X en 1675. Seis años después el proyecto de construcción del templo patronal recibirá un fuerte impulso social y económico, proyecto que estará dirigido por el letrado montillano Francisco Isidro de Alba, oidor de la Real Audiencia y Chancillería de Granada. En 1726 el beato Francisco Solano es canonizado por Benedicto XIII.

La existencia del pozo no escapó a la pluma de cronistas, historiadores y biógrafos de San Francisco Solano. Hemos localizado varias referencias que testimonian y evidencian el poder curativo de sus aguas.

Así lo recoge el presbítero montillano Antonio Jurado de Aguilar, en su Historia de Montilla (ms. fechado en 1776):

“Es así mismo este templo, la Ciudad de refugio, paño de lágrimas a todos los Montillanos, en las aflicciones del alma y cuerpo, por experiencia diaria, de que el Santo a todos lo entiende y los atiende, y que es Abogado especial de la salud, y los buenos temporales, hay un pozo en medio de la Iglesia cuyas milagrosas aguas a muchos sanan de males, especialmente de cuartanas”[7].

Del mismo modo, el también montillano Francisco de Borja Lorenzo Muñoz, abogado de los Reales Consejos, en su Historia de la M.N.L. Ciudad de Montilla (ms. fechado en 1779), lo describe de la siguiente forma:

“Plantificose la Iglesia de una nabe con capilla maior, en ella vistoso presbiterio, con sus gradas de jaspe encarnado, cruzero, su media naranxa mui elebada, y cuerpo de tal Iglesia, todo con cornisa, y su coro frente del altar, dexando en medio bien fortificado y enlosado el pozo de agua dulce de la casa, con que se cura los atercianados; y bien prebenida de luz […]”[8].

En la interesante descripción de la ciudad de Montilla que realiza en 1787 el ilustrado geógrafo Bernardo Espinalt y García, en su célebre Atlante español, ó Descripcion general geográfica, cronológica, è histórica de España, también hallamos descrito el pozo de la iglesia patronal:

“Tiene tres mil vecinos en dos Iglesias Parroquiales, que tienen por Titulares la una a Santiago, con un Abad, un Vicario, y muchos Beneficiados, y la otra a San Francisco Solano natural, y Patrono de esta Ciudad, fundada en la Casa del mismo Santo, en la que aún se conserva el Pozo en medio de la Iglesia, cuya agua es medicinal”[9].

Entre los biógrafos de San Francisco Solano, cabe destacar la reseña del padre Fr. Atanasio López de Vicuña, quien escribe en una voluminosa Vida, milagros y recuerdos de S. Francisco Solano en España, de 1895, que no se llegó a publicar. En el primer cuaderno de la versión previa a la final aparece esta detallada referencia:

“En medio de la iglesia está el pozo que servía a los padres del Santo. Es profundísimo y tiene los agujeros o mechinales para subir y bajar con maderos o leños. La apertura de arriba sólo tiene hoy como un palmo de circunferencia, para evitar alguna caída. El agua es potable mientras que en todos los pozos circundanos es salobre. Hay tradición que se transformó el agua del pozo desde que cayó así o se echó un zapato del Santo”[10].

Las obras de adecuación fueron concluidas en vísperas de la festividad de san Francisco Solano,
en cuya solemnidad religiosa fue presentada.

El también franciscano Arcángel Barrado firma un trabajo biográfico que vio la luz en el Boletín de la Real Academia de Córdoba en 1949, año del IV centenario del nacimiento del Santo Solano, en el cual también hace referencia al citado pozo, que transcribimos:

“Dentro de la iglesia y en el segundo arco de las naves, lado del evangelio, se conserva el pozo que serviría para el abastecimiento de agua en la casa solariega de los Solano”[11].

Aquel año de conmemoración natalicia fue especialmente celebrado en Montilla. Entre las publicaciones divulgativas que vieron la luz merece especial atención Cinco moradas de Solano, firmada por el escritor montillano José Cobos Jiménez, cronista de la ciudad. En su capítulo dedicado al santuario solanista puntualiza la existencia y ubicación del pozo:

“En la nave central del templo, próximo al segundo arco de la izquierda según se entra, a unos diez metros del cancel, hay un pozo que se respetó al construir la iglesia. Es el mismo que en tiempos de Solano abastecía de agua la casa de Mateo Sánchez. En el suelo no aparece ninguna inscripción ni signo que denote su existencia. Únicamente se ve un agujero en el centro de la losa de mármol que lo cubre”[12].

Durante la ceremonia religiosa del pasado 14 de julio el
Sr. Obispo procedió a la bendición de la nueva apertura
del pozo de la casa de Mateo Sánchez y Ana Ximénez.
Como se puede apreciar a través de la documentación presentada, se puede hacer un seguimiento cronológico de la existencia y uso del pozo de la casa de los progenitores de San Francisco Solano. Durante su proceso de glorificación fue el espacio elegido por sus paisanos para elevar un suntuoso templo barroco en su honor. Los montillanos, ávidos de conservar todos los recuerdos de su ya patrono y protector espiritual se cuidaron de mantener este elemento original del edificio donde nació y residió Francisco Solano, tan necesario para la subsistencia vital, a cuyas “milagrosas” aguas recurrían los devotos para remedio de sus enfermedades.

Con la llegada del abastecimiento general de agua potable a la ciudad a partir de 1871 las fuentes y pozos del vecindario cayeron paulatinamente en desuso. En las obras de restauración llevadas a cabo en el templo en los años finales del siglo XX la antigua solería fue sustituida por la actual, momento en que quedó cegada la estrecha embocadura del pozo. A pesar de ello, hasta la fecha no se ha perdido entre los feligreses y devotos de San Francisco Solano la memoria del mismo, como se ha podido comprobar en esta ocasión, en que se pretende recuperar su acceso y uso.

Créditos fotográficos: Jaime Luque, Pepe Palma.

*Trabajo publicado en la revista "Nuestro Ambiente". Año XLIV, núm. 481, págs. 18-21. Octubre, 2022.

FUENTES DOCUMENTALES

[1] Archivo Parroquial de Santiago de Montilla (APSM). Cuaderno facticio de la testamentaría de Mateo Sánchez Solano, fols. 26v-27r.
[2] Ibídem, fol. 35r.
[3] Archivo de Protocolos Notariales de Montilla (APNM). Escribanías S. XVI. Leg. 68, fols. 887r-888v.
[4] APNM. Escribanía 1ª. Leg. 54, fols. 415r-417v.
[5] APNM. Escribanía 1ª. Leg. 60, fols. 244r-248v.
[6] APNM. Escribanía 5ª. Leg. 842, fols. 398 y ss.
[7] JURADO Y AGUILAR, Antonio. Historia de Montilla, fol. 202v. Ejemplar consultado en la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, (Ms. 103).
[8] LORENZO MUÑOZ, Francisco de Borja. Historia de la M.N.L. Ciudad de Montilla, pág. 156. (FBMRL, Ms. 54)
[9] ESPINALT Y GARCÍA, Bernardo. Atlante español, ó Descripción general geográfica, cronológica, è histórica de España, por reynos, y provincias: de sus ciudades, villas, y lugares más famosos: de su población, ríos, montes, &c. adornado de estampas finas, que demuestran las vistas, perspectivas de todas Ciudades, trages propios de que usa cada Reyno, y Blasones que les son peculiares. Tomo XI. Madrid, 1787; págs. 183-184.
[10] LÓPEZ DE VICUÑA, Atanasio. Vida, milagros y recuerdos de S. Francisco Solano en España, cuaderno 1º, [s.n.]. Ejemplar consultado en el Archivo Histórico Provincial y Biblioteca de la Provincia Franciscana Bética o de Andalucía, de Loreto (Sevilla).
[11] BARRADO, Arcángel. “San Francisco Solano en Montilla y Loreto”, en Boletín de Ciencias Bellas Letras y Nobles Artes de la Real Academia de Córdoba, Córdoba, año XX, nº 62, (julio-diciembre 1949); págs. 143-152.
[12] COBOS JIMÉNEZ, José. Cinco moradas de Solano. Montilla, 1949; pág. 8.