San Vicente de Paul. Óleo/lienzo, firmado por Luisa de Alvear y Cisneros en 1865, quien "Lo regala a su Presidenta". En la actualidad se conserva en la parroquia de San Fco. Solano. |
Los fundadores tomaron por patrón
a San Vicente de Paul porque en sus inicios orientaron sus servicios a los
necesitados que tenían acogidos la Compañía de las Hijas de la Caridad en su
hospicio de París. Esta congregación fue fundada por el santo francés en 1633,
cuyo espíritu caló entre los jóvenes de la Conferencia, hasta tal punto que
encauzaron sus fines a favor de las personas más desprotegidas, recobrando
aquel modelo –organizado y eficiente– que ya estableciera Vicente de Paul en el
siglo XVII.
Entre los primeros vicentinos destaca Federico Ozanam
(1813-1853), intelectual católico, considerado precursor de la doctrina social
de la Iglesia, de la democracia cristiana, así como de la participación de los
laicos en la vida de la Iglesia. Su vida fue una entrega total los necesitados,
a través de la propagación de la Sociedad de San Vicente de Paul, que se
extendió rápidamente por todo el mundo. En 1997 fue beatificado por Juan Pablo
II.
A España llegó a través de
Santiago Masarnau Fernández, que conoció el funcionamiento de la institución en
Francia y decidió fundar la primera Conferencia en Madrid, en 1849. Pronto se
propagó la fundación de la Sociedad por todo el territorio nacional. En 1859 se
funda la Conferencia en Córdoba y cinco años después en Montilla.
Será día 2 de febrero de 1864 en
la sacristía de la iglesia de San Francisco Solano donde se reúnan por vez
primera los montillanos fundadores de la Sociedad de San Vicente de Paul. Allí
acordarán constituir una conferencia para practicar la caridad cristiana según
los postulados de Federico Ozanam. Tomarán por patrona a Ntra. Sra. de la
Aurora se gobernarán por el Reglamento General de la Sociedad, cuyos miembros
deberán “observar una vida cristiana, ayudándose mutuamente con sus ejemplos y
buenos consejos: visitar a los pobres en sus casas, llevarles socorros en
especie y darles consuelos religiosos; dedicarnos, según nuestras facultades y
el tiempo que podamos disponer, a la instrucción elemental y cristiana de los
niños pobres, libres o presos; distribuir libros morales y religiosos;
dedicarnos a toda clase de obras de caridad en cuanto alcancen nuestros
recursos, no siendo contrarias al fin principal de la Asociación, y siempre que
ésta nos estimule a practicarlas.”
La Conferencia se regirá por la
Mesa (o Junta de Gobierno), se reúnen semanalmente donde tratan los casos de
pobreza que los socios hayan detectado en el vecindario. Para ello, el
callejero montillano fue divido en ocho cuarteles (o zonas) visitados
regularmente por parejas de vicentinos.
Al término de cada reunión se hace una colecta entre los asistentes, cuyos
fondos recogidos serán distribuidos por la Mesa según las necesidades
planteadas en las reuniones.
La primera Junta de Gobierno fue
presidida por D. Mariano Villalba. Aquella primera época trabajó
incansablemente por los pobres montillanos, llegando a invertir en socorros más
de 180.000 ptas. Pero pronto llegaron los problemas, pues en octubre de 1868,
tras el triunfo de la Revolución llamada “La Gloriosa” la Junta revolucionaria
de Montilla acordó disolver la Conferencia, en aplicación de una orden
ministerial.
La Conferencia permanecerá
suspendida hasta la restauración borbónica de Alfonso XII. En marzo de 1876 se
restablece y comienza a funcionar con cierta regularidad, reuniéndose en la
sacristía de la iglesia de San Juan de Dios. En septiembre de ese año resulta
elegido presidente D. Francisco Solano de Alvear y Ward, coronel de Artillería,
que ocupará el cargo hasta su muerte, ocurrida el 24 de junio de 1894.
Francisco Solano de Alvear y Ward (1817-1894), con uniforme de coronel de Artillería. Fue presidente de la Conferencia de San Vicente de Paul montillana durante dieciocho años. |
Durante su presidencia logró
aumentar los fondos de la Sociedad para dar cobertura a las necesidades que
imperaban en aquel período. Incrementó el número de socios, a partir de 1879
comenzó a colaborar el Ayuntamiento con el pago de varios panes al mes. En 1882
crea una Asociación auxiliar llamada “Caja de San José”, que se dedicaba a la
recogida de ropa usada y su posterior redistribución entre los pobres acogidos.
Además, a partir de esta época se comienza a suministrar extraordinariamente lotes
de alimentos en las fiestas de Navidad y Semana Santa.
En 1885 encontramos ya
establecida una Conferencia de señoras, cuya primera presidenta será María del
Valle de la Puerta y Fernández de Córdoba. Esta sección se dedicará ex profeso a atender a mujeres y niños,
especialmente a aquellas que tras el parto se encuentran en período de
lactancia, además de las que han quedado viudas y tienen que hacer frente a cargas
familiares. Asimismo, centrarán su atención en la alimentación y educación de
los huérfanos.
A partir de entonces, la
Conferencia de caballeros –como era denominada– centrará su atención en los
parados, enfermos y ancianos, aunque también asumirá gastos como los derivados
de los esponsales de novios sin recursos, y de los funerales de pobres de
solemnidad.
Tras la muerte de D. Francisco de
Alvear, es elegido presidente D. José Córdoba y Aguilera, maestro de escuela,
que estará al frente de la Mesa hasta 1907, año en que es traslado en su
ocupación docente. Durante este período la Conferencia amplia su labor social,
en 1896 proyectan establecer una “Cocina económica” en el Asilo de las Hermanitas
de los Ancianos Desamparados (ubicado por aquel entonces en la actual Casa de
Caritas). Ese mismo año acuerdan abrir una “Tienda Asilo” gracias a un donativo
de mil pesetas procedente de las últimas voluntades del sacerdote Luis Rubio
Jordano, que vendrá a ser un economato para facilitar los alimentos básicos a
los vecinos más necesitados.
En 1897, año previo al desastre
colonial español, la Conferencia montillana acuerda que “todos los soldados
enfermos que regresan a este pueblo de los ejércitos de Cuba y Filipinas les
visite una comisión a su llegada, dando cuenta en la sesión inmediata de
aquellos que estuviesen necesitados”. Ese mismo año también gestionan el
traslado e ingreso de varios leprosos en el Hospital de crónicos de Granada.
El 26 de enero de 1908 resulta
elegido nuevo presidente de la Conferencia D. Francisco de Alvear y Gómez de la
Cortina, Conde de la Cortina, que ostentará el cargo hasta 1949, año en que
presenta su renuncia por edad.
En diciembre de 1909 se establece
en Montilla la Cruz Roja, cuyos fundadores son todos miembros de la
Conferencia. En 1913, a iniciativa del arcipreste Fernández Casado, se crea un
nuevo grupo femenino de la Conferencia bajo la denominación de “El Ropero de
Ntra. Sra. del Rosario”, que se regirá por el reglamento del Ropero de la
Sagrada Familia de Córdoba, siendo su primera presidenta María de la Paz Rivera
Gómez. Esta nueva sección centrará sus esfuerzos en colaborar con las
conferencias masculina y femenina, y se dedicarán a reunir ropa para los
enfermos ingresados en el Hospital y el Asilo.
A partir de 1917 la Conferencia
cambia de sede y se establece en la iglesia de San Francisco de Asís, donde
habían situado el Ropero las jóvenes solidarias de la Virgen del Rosario.
A finales de 1918 se expande por
toda España una pandemia de gripe que tendría consecuencias fatales en todo el
mundo. A través de las actas de la conferencia podemos comprobar la
preocupación del arcipreste Fernández Casado “se expuso a la Conferencia el
tristísimo espectáculo que ofrece el considerable número de niños que están
quedando huérfanos en este pueblo, con motivo de la epidemia gripal reinante,
muchos de los cuales quedan en el mayor desamparo por haber perdido a su padre
y a su madre... Que ante tanta miseria había pensado en la imperiosa necesidad
de constituir una Junta Benéfica que, llamando a la Caridad del pueblo entero,
pudieran mitigar en lo posible los sufrimientos y penalidades de esos
desvalidos, llevándoles el consuelo moral y material de que carecen”. La
Conferencia se adhirió a la idea del Sr. Vicario y propusieron a la Corporación
Municipal la creación de la Junta Benéfica, como así sucedió días después.
Con la llegada de la II
República, la corporación municipal retira su colaboración a las Conferencias,
dado su carácter católico. En 1933 ambas conferencias celebran el centenario de
la fundación de la matriz en París, para lo que organizan una serie de actos y
cultos extraordinarios, además de una comida para sus acogidos que tendrá lugar
en el Colegio Salesiano. La crítica situación que se vive en los días previos
al inicio de la guerra queda patente en las actas, donde los socios solicitan
la protección de la autoridad local durante sus reuniones semanales.
Durante la Guerra Civil
(1936-1939) cuatro de los socios vicentinos
montillanos pierden la vida en el desarrollo de la contienda, a saber: José
María de Alvear y Abaurrea, Antonio Gómez Salas, Antonio Navarro Villa-Zeballos
y Miguel Navarro Requena.
En 1938 la Conferencia entró a
formar parte de la Junta Local de Beneficencia. A la sangrienta guerra se sumó
la dura posguerra. Una vez más en su historia la Conferencia trabajó
incansablemente a favor de los más desfavorecidos. A lo largo de la década
siguente se sumaron en el ejercicio de la caridad las cofradías y hermandades
(Hdad. de Jesús de las Prisiones, Hdad. de Labradores, Hdad. del Stmo. Cristo
de Zacatecas, Hdad. de Jesús Nazareno, Hdad. del Cristo del Amor, Hdad. de San
Francisco Solano), la Asociación de AA. AA. Salesianos, las autoridades
locales, así como varias empresas y comercios que entregaron sumas económicas y
vales o bonos de pan para que las Conferencias los repartiera entre sus
acogidos. Hasta la Policía Municipal hizo entrega de varios donativos
procedentes de multas, como fue el caso de la obtenida en marzo de 1940, en que
“se recibe el donativo de 100 pesetas procedente de una sanción impuesta a los
panaderos por ciertas irregularidades en la confección del pan”.
Con la segunda venida de la
Compañía de Jesús a Montilla en 1943 las Conferencias vuelven a cambiar de
sede, trasladándose definitivamente a la Parroquia de Santiago. Un año después inicia
su colaboración con la Junta Local de Protección a menores. En 1946 llegará a
invertir en socorros más de nueve mil pesetas. En 1949 entran a formar parte del
Secretariado Diocesano de la Caridad. Ese mismo año, en julio, resulta elegido
por nuevo presidente D. Carlos Navarro Villa-Zavallos.
Almuerzo extraordinario ofrecido por las conferencias a sus acogidos en 1933, con motivo del centenario de la fundación de la sociedad matriz en París. |
En 1958 las Conferencias
montillanas acuerdan constituir un Consejo Particular en la ciudad que vertebre
el funcionamiento de todas. En aquella sesión será votado por Presidente D.
Mariano Requena Cordón. La primera misión del Consejo será la constitución de
nuevas en Conferencias en las recién creadas parroquias de San Sebastián y de
la Asunción. En agosto de 1962 acordaron distinguir como “Secretario Honorario”
a su socio más longevo, Antonio Luque Navarro, que había ingresado en la
Sociedad en 1899, sumándose así al caluroso homenaje que le ofrecieron sus
vecinos y amigos con motivo de haberle sido concedida la Medalla al Mérito en
el Trabajo.
En diciembre de ese mismo año se
funda “Caritas Montillana” como organismo interparroquial, cuyo primer cometido
será el reparto de la “ayuda americana”. A partir de entonces, las conferencias
han venido trabajando estrechamente con Caritas, aunque manteniendo su propia
identidad. De esta última etapa –la cual no vamos a tratar– cabe destacar la unión de las conferencias
masculinas y femeninas. Y en el aspecto social, la ayuda ofrecida a la
comunidad de religiosas del convento de Santa Clara y al Hogar “Madre
Encarnación” de las Hermanas Terciarias Franciscanas del Rebaño de María, en el
Colegio de San Luis.
Para concluir este breve estudio
de la labor vicentina en Montilla,
advertimos que son tantos los nombres de las personas que con sus donativos y
su dedicación hicieron posible mitigar las necesidades y enfermedades de sus vecinos
más desfavorecidos, que hemos decidido no citar a ninguno. Aunque sí cabe subrayar
la labor altruista de los médicos que ofrecieron sus servicios de forma
gratuita a los acogidos de las conferencias, como fueron Antonio Cabello de
Alba (padre e hijo), Luis Armenta, Antonio Blasco, Miguel Moreno y Manuel
García Velasco, que aparecen reseñados en los libros de actas.
Las Conferencias de San Vicente
de Paul continúan en la actualidad trabajando en la pastoral social de cada una
de las parroquias montillanas, cuya labor comparten con Caritas. Labor que
deseamos continúen desarrollando con el ejemplo de su amor al prójimo y el
mensaje evangélico de que "Deus caritas est".
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