El Cristo de la Yedra comenzó a procesionar en la mañana del Viernes Santo en 1926. Como podemos apreciar, en aquellas primeras ocasiones fue ataviado con peluca y faldellín. |
El próximo Viernes
Santo se cumple el noventa aniversario de la primera salida procesional del
Crucificado de la Yedra, dentro de la estación penitencial que organiza la
cofradía de Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de los Dolores.
Como recuerda la
prensa de la época, fue en 1926 cuando la Junta Directiva de los nazarenos, presidida por José Ortiz
Sánchez, decide ampliar su cortejo añadiendo el paso de Jesús en el Calvario, que esa mañana será acompañado por la
música del Regimiento de Artillería de Córdoba[1].
Valiéndonos de esta
efeméride, queremos dedicar varios artículos a este singular icono de nuestra
Semana Santa, en los que aportar nueva documentación que nos acercará a conocer
su verdadero pasado, cuya historia ha sido envuelta por el humo de confusas
leyendas y atribuciones, surgidas –a nuestro entender– a raíz de las ambiguas noticias
dadas por el jesuita Bernabé Copado en su libro La Compañía de Jesús en Montilla (Málaga, 1944).
La advocación «de la
Yedra» parece tener su inicio en una ermita extramuros de Baeza, donde se
veneraba un Crucificado cuyo origen se pierde en la nebulosa bajomedieval,
asociado a la visita de San Vicente Ferrer a tierras jienenses. Después, esta
advocación fue propagada por los Jesuitas en los siglos XVI y XVII, llegando
hasta nuestros días no sólo en Montilla, sino que también está presente en
otros muchos puntos de nuestra geografía como es el caso de Écija, Jerez de la
Frontera, Vélez-Blanco, Valor y, principalmente, en Granada, donde ostenta el
patronato de la comarca de La Alpujarra.
Nuestro Cristo de la
Yedra es una imagen de sobresaliente factura, cuyos rasgos estilísticos
recuerdan al quehacer del círculo creado por el escultor flamenco Roque
Balduque, que establecido en Sevilla en el segundo tercio del siglo XVI llegó a
crear una escuela artística identificada por su estética de transición entre el
gótico final y el primer renacimiento.
Como es conocido, el Crucificado se venera en
la actualidad en la iglesia de San Agustín, templo al que fue trasladado en
1810[2]. Ese año se produjo la
primera exclaustración de los frailes agustinos por decreto del gobierno intruso de José I Bonaparte, apodado Pepe Botella. Ante el vacío pastoral que
provocó aquella medida, la autoridad local afrancesada remitió un proyecto al Obispado
con el objetivo de reordenar la feligresía
de la ciudad[3].
En el mismo, se contempló la posibilidad de convertir la iglesia agustina en
Parroquia, por ello fue dotada de todo lo necesario para comenzar a funcionar
en su nuevo cometido, el cual nunca llegará a consumarse dado que, una vez
expulsadas las tropas francesas, en 1813 volvieron los recoletos agustinos a su
morada conventual montillana.
En los años que duró la invasión, se
trasladaron a la iglesia dedicada al docto obispo de Hipona las imágenes,
ornamentos y enseres necesarios para el culto parroquial, entre los que arribó
el Cristo de la Yedra procedente de la Parroquia de Santiago donde se
encontraba desde 1774, año en que había pasado al templo mayor de la ciudad,
junto con su retablo, trasladado desde la iglesia de La Encarnación[4], que había sido clausurada
en 1767 a causa de la expulsión de la Compañía de Jesús decretada por el
monarca Carlos III.
El citado año de 1774 se distribuyeron en
varios templos de la diócesis los bienes de los Jesuitas de Montilla. Las
imágenes que estaban dotadas de fundaciones piadosas y memorias particulares
pasaron a la iglesia de Santiago, donde el clero secular asumió el cumplimiento
de aquellos cultos[5].
Tal fue el caso del Cristo de la Yedra, que a partir de la segunda mitad del
siglo XVII había recibido diferentes legados de devotos que le habían confiado
su salvación eterna.
El
Cristo de la Yedra titular de la Congregación del Espíritu Santo
En 1672 tienen lugar unas misiones populares predicadas
por jesuita Tirso González de Santalla[6], que aprovechó el fervor
despertado entre los montillanos para fundar en el Colegio de la calle
Corredera la Congregación del Espíritu Santo. La nueva corporación tomó por
titular a este Santo Cristo, que desde entonces fue llamado «de la Yedra».
La Congregación del
Espíritu Santo se estableció en la mayoría de los colegios fundados por los
Jesuitas, teniendo una gran difusión en el siglo XVII. En Montilla, en sus
inicios estaba formada por sacerdotes y seglares varones pero en 1749 la
iniciativa del rector José del Hierro hizo que se ampliara, abriendo sus
puertas a mujeres “con motivo de haberse colocado la imagen de Ntra. Señora de
los Dolores con los Corazones de Jesús y María en las manos, en el cuerpo de
iglesia”[7].
Ese año se reformaron
sus reglas, en las que se obligaban a asistir a la iglesia de La Encarnación todos
los domingos por la tarde una hora y, ante el Santísimo descubierto, rezar el
Rosario, la Letanía y la Salve, teniendo después de cada rezo quince minutos de
oración personal para concluir con una Plática y una oración a Jesús y María.
Asimismo, la
congregación se obligaba a encender dos velas en los altares de cada uno de sus
titulares todos los viernes y días festivos del año. También, a celebrar una
fiesta al Corazón de Jesús el viernes de la infraoctava del Corpus, y asistir a
la fiesta que los Jesuitas celebraban en honor del Crucificado en la Pascua del
Espíritu Santo. Además, los primeros viernes de cada mes debían oficiar una
misa cantada en el altar del Corazón de Jesús.
Igualmente, los
sacerdotes de la congregación se obligaban a arrodillarse ante el altar del
Santo Cristo y rezar el himno Veni
Creator Spiritus antes de comenzar la eucarística, para invocar al Espíritu Santo. El último domingo de
cada mes se repartían los oficios entre los congregantes, cuyos cargos eran
elegidos anualmente en la festividad de Pentecostés.
El antiguo retablo del Cristo de la Yedra, tallado hacia 1704, se halla en la actualidad en la Parroquia de Santiago. Desde el año 1810 alberga al Santo Cristo de Zacatecas. |
Dada la gran devoción
que el vecindario profesa al Cristo de la Yedra, en 1703 los Jesuitas y la
Congregación deciden hacer un nuevo retablo al Crucificado, que en 1706 ya
estará acabado y dorado[8]. Aunque no poseemos el
contrato de su hechura, sus características trazas acusan la gubia del tallista
Cristóbal de Guadix, que por esos años trabajó para la ciudad que le vio nacer[9].
La Congregación se
mantuvo viva hasta la expulsión de los Jesuitas en 1767, año en que quedó
disuelta. Gracias a los inventarios realizados tras la forzosa marcha de los
regulares de la Compañía, sabemos que entre sus bienes raíces contaban con: “Una
haza de tres celemines de tierra cala en el sitio del Madroño y cuadrado, ruedo
de esta ciudad. Otra haza de tres fanegas y ocho celemines en el sitio de
Tintín de este término. Unas casas en la calle Zarzuela Alta de esta dicha
ciudad, sobre las cuales y la haza antecedente, resulta estar cargado un censo
a favor del convento de San Pedro el Real, orden de Ntro. P. San Francisco de
la ciudad de Córdoba, consistente en 3800 reales de capital. Un olivar de
cincuenta y dos pies en este término que vendió a la dicha Congregación don
Juan Gregorio Ruiz de Sotomayor de esta vecindad. Otro olivar de setenta y
cuatro pies grandes, y diez y siete estacas, que vendieron a dicha Congregación
Pedro de Toro Aguilar y su mujer, en este dicho término. Un censo de 624 reales
y 4 maravedíes que impusieron a favor de dicha Congregación Don Esteban Manuel
de Aguilar Pbro. y Agustín del Mármol de mancomún en el año pasado de 1690. Otro
censo de 16000 maravedíes de principal, que mandó a la dicha Congregación Doña
María de Ayala doncella, por su testamento y resulta que por los herederos de
Nicolás Jurado se pagan sus réditos”[10].
La imagen de Ntra. Sra. de los Dolores, titular de la rama femenina de la Congregación del Espíritu Santo, se venera desde 1772 en la iglesia conventual de Santa Ana. |
También se hizo
inventario de los enseres, ornamentos y cera que guardaban en el Colegio para
su uso ordinario, los cuales fueron repartidos entre las iglesias, ermitas y
hospitales montillanos.
Las monjas del
convento de Santa Ana solicitaron al Consejo de Castilla la imagen de Ntra.
Sra. de los Dolores, con su retablo, lámpara y adorno. Justificaron su petición
en la gran devoción que una de las monjas profesaba a la dolorosa antes de
entrar en clausura, la cual le hizo algunas donaciones. Tras varios años de
diligencias consiguieron su propósito, aunque no los bienes raíces que esta
imagen tenía vinculados[11]. Desde entonces, esta
magnífica talla de la Virgen dolorosa –que bien se puede atribuir al círculo de
Pedro Duque Cornejo– se venera en la iglesia del convento concepcionista.
Además de todos los
cultos aquí relacionados, el Cristo de la Yedra gozó de la dotación de varias
fundaciones pías particulares, así como de la aplicación de rogativas públicas
en períodos de epidemias y sequías, las cuales le granjearon entre los montillanos
fama de milagroso. En el siguiente número trataremos estos desconocidos episodios
de la historia del Crucificado.
* Artículo publicado en la revista local Nuestro Ambiente, marzo 2016.
[1] Revista Montilla Agraria. Año VII. Nº 151, p. 8.
[2]
Esta decisión se toma porque en 1809 fue clausurada la ermita de la Vera Cruz,
cuyas imágenes y demás patrimonio mueble fue reubicado por mandato episcopal a
la parroquia de Santiago, ocasionando cierta saturación de imágenes en el
templo matriz. El Vicario optó por colocar en el templo parroquial las efigies
de mayor devoción y veneración, trasladando otras a diferentes iglesias de la
ciudad. Caso este, por el cual el Cristo de la Yedra fue mudado sin su retablo,
que pasó a ocupar el Cristo de Zacatecas, imagen que presidía la capilla mayor
de la ermita de la Vera Cruz, y era el titular de aquella cofradía.
[3] Archivo General del Obispado de
Córdoba (AGOC). Despacho ordinario. Fila 54. Leg. 35. Caja 2ª. s/f.: Plan que demuestra el que debe formarse en
esta Ciudad para el nuevo arreglo de sus Parroquias a fin de que no falte el
Pasto Espiritual a su vecindario por la supresión de los conventos de
regulares: Se erigirá en Parroquia la Iglesia que fue del Orden de San
Agustín...
[4]
LORENZO MUÑOZ, F. de B.: Historia de la M.N .L. Ciudad de Montilla,
1779. Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque. MS, 54, pp. 45-46.
[5]
Archivo Parroquial de Santiago de Montilla: Cuadrante
Annual espirituales que se cumplen por la ocupación de temporalidades, y antes
estaban al cargo del Colegio que fue de los Regulares de la extinguida orden de
la Compañía llamada de Jesús, asignadas a la Iglesia mayor Parroquial de Sr. Santiago,
de orden del Real Consejo por el Ilmo. Sr. Dn. Francisco Garrido de la Vega,
del Consejo de Su Majestad, obispo de la Ciudad de Córdoba, mi Señor, &.
[6]
El jesuita Tirso González de Santalla (1624 – 1705), nace en Arganza (León),
cursó estudios primarios en Villafranca del Bierzo, pasando después a las
universidades de Oviedo, Valladolid y Salamanca. Alcanzó gran fama de
predicador y organizó misiones populares en números puntos de la geografía
española. Fue elegido XIII Prepósito General de la Compañía de Jesús en 1687, terminando
sus días en Roma.
[7]
Archivo Histórico Nacional (AHN). CLERO-JESUITAS. Leg. 808-46, fols. 26v-28v.: Fundación de la Congregazión de el Espíritu
Santo, en la capilla del Santísimo Christo de la Yedra, en el mismo Colegio de
Montilla.
[8]
Archivo Histórico Municipal de Montilla. Actas Capitulares. Libro 20, fol. 61. En
18/04/1706 el padre Diego Arce pide limosna al Concejo para ayudar a pagar a
los maestros que han dorado el retablo.
[9]
En estos años Cristóbal de Guadix realiza el retablo de Jesús Nazareno y el
primitivo de Ntra. Sra. de la Aurora, los cuales se conservan hoy en la iglesia
de San Agustín.
[10]
AGOC. Órdenes Religiosas Masculinas (Jesuitas). Sig. 7003/03. Fecha:
27/02/1772.
[11]
AHN. CLERO-JESUITAS. Leg. 808-30. Expediente: Montilla, Año de 1771. La Abadesa y Religiosas de Sta. Ana, sobre que
se les aplique un Retablo, Imagen de Ntra. Sra. de los Dolores, y una lámpara,
que existen en el Colegio que fue de los Regulares.
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