La
ciudad de Montilla, perteneciente a la provincia de Córdoba, es famosa por sus
vinos de gran calidad, porque en ella nació Don Gonzalo Fernández de Córdoba,
conocido universalmente como “El Gran Capitán”. Esta tierra también fue madre de
San Francisco Solano, Apóstol de las naciones hispanoamericanas; ciudad
escogida por San Juan de Ávila, conocido como el Maestro de Santos, para fijar
su residencia hasta la hora de su muerte, en su modesta casa escribió
venerables cartas, epístolas, libros y
documentos que envió al Concilio de Trento que fueron de gran ayuda en
la contrarreforma. Pero Montilla no es sólo esto, ya que esta noble
ciudad fue durante los siglos XV al XVIII capital del estado de los Fernández
de Córdoba, linaje que ostenta el Marquesado de Priego y Ducados de Feria y
Medinaceli, entre otros.
Esta
familia, que gobierna las tierras de la campiña alta cordobesa, comienza a
poblar de templos, monasterios y ermitas la entonces villa, comenzando así un
movimiento artístico, cultural y espiritual que la eleva notablemente de las
demás poblaciones del viejo reino de Córdoba. Gracias a estos mecenas, desde
principios del siglo XVI en Montilla se comienzan a realizar las monumentales
obras de los monasterios de San Lorenzo, Santa Clara, San Agustín, el colegio
de la Compañía de Jesús y la gran reforma que se lleva a cabo en la parroquia
mayor de Santiago Apóstol. En este tiempo, Montilla es punto de referencia para
artesanos y artistas que ven en ésta un esperanzador futuro, a la cual emigran
desde tierras sevillanas, granadinas y cordobesas. De entre estos artistas
podemos citar algunos, en el siglo XVI
fijan su residencia los hermanos Francisco y Juan de Castillejo, el
primero pintor y dorador, y el segundo carpintero, ambos procedentes de
Córdoba, también llegan de esta ciudad
otros dos hermanos, Pedro y Francisco Delgado, ambos pintores; otro cordobés es
el carpintero Juan de Mesa “el Mozo” del que se conservan varias obras
documentadas. En el siglo XVII trabaja en Montilla el escultor portugués
Rodrigo de Mexía, el sevillano Pedro Roldán, maestro del montillano Cristóbal
de Guadix e, igualmente, el imaginero granadino Pedro de Mena recibe encargos
de la casa ducal.
En el
último tercio del siglo XVII llega a la ciudad el tallista y artesano Jorge de
Cueto y Figueroa procedente de Córdoba, fija su residencia en la calle de La
Enfermería donde conoce a su futura esposa, Inés Mª Pantoja y Enríquez de
Arana, montillana, que nació en 1663. Años más tarde contraen matrimonio en el
convento de las Religiosas de la Concepción de Córdoba. Fruto de este enlace
nacen seis niñas y un varón. En 1682 nace su primogénita, Inés Francisca, a la
que la seguiría Josefa, la tercera se llamaría María Feliz –que habría de ser
notable imaginera– nació el 17 de mayo
de 1691, le siguió Luciana –dotada de idéntica sensibilidad artística– que vino
al mundo el 8 de enero de 1694, la quinta hija fue Francisca Xaviera, nacida en
1697; cinco años mas tarde llegaría Ignacia Mª y finalmente Jorge Alonso en
1704. Todos fueron bautizados en la iglesia parroquial de Santiago.
Comienzan a despuntar sus dotes
artísticas en el taller de su padre, donde colaboraron con éste en sus
trabajos. La muerte le sorprende a Jorge de Cueto en 1722, estando entonces en
plena madurez profesional. Tras el óbito, las hermanas María y Luciana se hacen
cargo del taller del padre trasladándose a la calle Alta y Baja, a una casa cercana al denominado Rincón de
las Beatas donde pasarían la mayor parte de su vida junto con su madre y
sus hermanas Josefa y Francisca Xaviera, que posiblemente colaboraban en la
preparación de los materiales para los trabajos, e incluso realizando las
vestiduras de las imágenes de canastilla o candelero. No fue fácil el comienzo
de estas artistas ya que en esta época las mujeres estaban supeditadas a los
menesteres del hogar y exentas de capacidad jurídica propia. Sus primeros trabajos
documentados hasta ahora datan de 1727 en las que son nombradas como “las niñas
de Jorge de Cueto”.
Pronto comienzan a crear un estilo propio dentro de la imaginería barroca, realizando todo tipo de imágenes de diferentes tamaños y técnicas de ejecución, cargadas todas de adornos florales y vegetales, plenas de espiritualidad y dulzura, que las hermanas Cueto y Enríquez de Arana imprimieron un llamativo carácter femenino. Durante toda su vida trabajaron en Montilla, donde se conserva la mayor parte de su obra artística. Los vecinos comenzaron a llamarlas con el sobrenombre de Las Cuetas, apareciendo así en numerosos documentos. Con el paso del tiempo se alcanzan cierto prestigio artístico dentro de los dominios del ducado, realizando trabajos para los pueblos de Aguilar de la Frontera, La Rambla y Moriles, entre otros.
Las Señoras Cuetas conocieron a otros
artistas contemporáneos suyos, trabajaron conjuntamente con el tallista
sevillano afincado en Montilla Gaspar Lorenzo de los Cobos, que realizó gran
parte de los retablos del siglo XVIII en la ciudad, colaborando las hermanas
Cueto con la imaginería de los mismos. También, recibieron muchos encargos de
casas particulares y, sobre todo, de familiares de novicias que ingresaban en
los conventos de clausura. En 1759 fallece Inés, su madre, la cual recuerda en
su testamento con palabras de alabanza a sus hijas, declarando: “mis cuatro
hijas han hecho y costeado con la industria y trabajo de sus manos toda la ropa
y alhajas de su uso y adorno de sus personas y la mayor parte de las alhajas de
la casa”.
Niño Jesús, "Sentadito". Convento de Santa Clara, Montilla. |
Este
pasado año de 2000, el Exmo. Ayuntamiento de Montilla, ha rendido un merecido
homenaje a estas paisanas e hijas de la ciudad. Comenzando el día 8 de marzo
dedicándole un Pleno Extraordinario; posteriormente, en septiembre, se organizó
una exposición antológica que fue visitada por miles de cordobeses; para
colofón de estos actos conmemorativos se ha publicado en el mes de diciembre un
libro, que pretende ser a la vez catálogo de sus obras en el que se recogen
todos los datos y documentos encontrados hasta ahora, relacionados con la
biografía e iconografía que estas mujeres dejaron por testigo de su presencia
en el Arte y la Historia de su tierra natal.
*Publicado en la revista ESCUELA DE IMAGINERÍA. Año VIII, nº 28. Primer trimestre, 2001.
Buenos días, ¿podría indicarme bibliografía para investigar más a fondo a estas dos mujeres?. Gracias de antemano.
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