Las
tierras béticas se vieron invadidas por los árabes en el siglo VIII, los cuales
impusieron su religión y cultura a los nativos y descendientes hijos de aquella
Hispania que comenzó a cristianizar el
Apóstol Santiago El Mayor (Patrono de España). La cristiandad se tuvo que
refugiar en el norte de la Península Ibérica llevándose consigo sus recuerdos y
dejando escondidos otros para que no fueran profanados por los invasores
musulmanes.
Pintura en óleo sobre lienzo de finales del XVII que se conserva en el museo del Santuario de la Virgen de la Cabeza en Sierra Morena. |
Tras
la reconquista del monarca castellano Fernando III, El Santo, a los pueblos y
villas del valle del Guadalquivir jienense, en 1224 toma la ciudad de Andújar,
donde tres años más tarde en la madrugada del 11 al 12 de agosto un pastor
llamado Juan de Rivas, natural de Colomera, pueblo que estaba bajo el dominio
musulmán del reino de Granada del cual había huido por ser perseguido por sus
creencias; éste encontró entre peñas y matorrales en un cerro que llamaban del
Cabezo, una pequeña imagen de Nuestra Señora, la cual le dijo entre otras
palabras: “No temas, siervo de Dios, sino
llégate a Andújar y dirás cómo ha venido el tiempo en que la divina voluntad se
ejecute, haciéndome en este sitio donde estoy un templo, en que se han de obrar
portentos y maravillas en beneficio de las gentes”[1].
Tras
estos milagrosos hechos, la imagen de la Stma. Virgen se comienza a venerar en
la ciudad de Andújar hasta que una vez alejada la frontera de la reconquista
cristiana de aquellas tierras, se construye una pequeña ermita de estilo gótico
en la cumbre del cerro donde se apareció, entre los años 1287 y 1304. Durante
siglos posteriores, la devoción a esta imagen va creciendo llegándose a formar
una cofradía en el siglo XV, para organizar la romería el segundo domingo de
abril; en 1505 son aprobados sus primeros estatutos[2]. Una vez organizada la
romería comienzan a constituirse cofradías filiales en los pueblos y ciudades
cercanas, cuyo radio devocional se irá ampliando por todo el país con el paso
de los años, situando el foco principal de su devoción entre los pueblos de las
campiñas de Córdoba y Jaén. Tal fue el auge de popularidad de la romería que
hasta el propio Miguel de Cervantes Saavedra le dedica varias líneas en su Persiles y Segismunda, durante su estancia
por las tierras jiennenses en 1592.
La
primitiva ermita tuvo que ser sustituida por un santuario –de estilo
renacentista– realizado en la segunda mitad del siglo XVI, el cual existió en
buen estado de conservación hasta 1936, año que fue asediado y posteriormente
reducido a escombros por la aviación y artillería del ejército republicano, durante
la última Guerra civil española. Años más tarde sería reconstruido el conjunto
artístico y arquitectónico del Santuario por la Dirección General de Regiones
Desbastadas, bajo la dirección del arquitecto Francisco Prieto Moreno, que
siguió fielmente el trazado original de la fábrica primitiva demolida[3].
LA COFRADÍA FILIAL MONTILLANA
La
cofradía montillana se instaura en la Parroquia Mayor de Santiago Apóstol, la
primera referencia oficial que se conoce de ésta, data del día 15 de Mayo de
1591 cuando el visitador general del obispado de Córdoba, Don Pedro Fernández
de Valenzuela solicita al mayordomo de la cofradía Marcos Ruiz de Alba,
comparecer ante él para tomar cuenta de los ingresos y gastos de dicha
cofradía. En la relación de limosnas de trigo y aceite que hace el pueblo a la
cofradía, el notario del obispado Alonso Pérez describe su reciente nacimiento:
“...y se fundó la cofradía que es nueva [...] por el pueblo entre los vecinos
de El como paresció por un libro...”. Dicha cuenta, muestra los gastos de la
cofradía en ese año, donde ésta adquiere los enseres y ornamentos necesarios
para la romería, “...ochocientos y noventa reales que pago a Juan Batista de
Espinosa bordador vecino de Cordova a quenta de un estandarte que esta haziendo
de terciopelo carmesí bordado de oro y en una corona de plata para Nuestra Señora, cuatro cetros dorados y estofados,
cera, misal y salario del munidor e ir a Anduxar a Nuestra Señora de la Caveça
a la fiesta y otros gastos como paresció por la relación de su libro en
partidas.”[4]
De
la imagen de la Virgen no alude el documento nada, posiblemente fuera costeada
y donada por un devoto particular. El
primer hermano mayor o prioste de la cofradía fue Francisco Rodríguez Aparicio
desde su fundación hasta 1594, año que le sucede en el cargo Antón Ximénez
Mercader.
Detalle del Cuadrante de Cultos y Fiestas que celebraba la cofradía filial montillana en el siglo XVII. |
Por
referencias del Archivo Municipal de la ciudad, sabemos que el año de 1600 el
depositario del consistorio Juan Mora descarga “414 ½ reales a favor de la
cofradía de Ntra. Sra. de la Cabeza para tafetán y seda y hechura de la
bandera” que se hizo para dicha cofradía, ya que ésta había cedido su primitivo
estandarte por solicitud del Concejo para los soldados de la milicia montillana
que fueron al socorro de Cádiz. Más tarde, en 1639 el entonces hermano mayor de
dicha cofradía, Juan López del Mármol, solicita ayuda económica para arreglar
una tienda que la cofradía tenía en la Plaza, ya que ésta había sufrido daños
con las lluvias invernales de ese año[5].
En
los años de su fundación, la cofradía filial montillana hace un pequeño altar a
su titular en el templo parroquial en la nave de la epístola entre la torre y
campanario y la puerta baja, que da salida a la calle de la Yedra. Este retablo
estaba introducido poco más de un metro en la pared, enmarcado por un arco
apuntado o gótico (en la actualidad esta tapiado y sobre él un lienzo de
grandes dimensiones dedicado a San Francisco Solano, obra del genial pintor
José Santiago Garnelo y Alda).
El
30 de diciembre de 1694 el que fuera hermano mayor o prioste de esta cofradía,
Miguel de Luque Flores, acuerda con el hermano mayor de la cofradía de Ntra.
Sra. del Rosario, Francisco Ximénez Rubio, en cambiar los altares de ambas
imágenes, ya que Ntra. Sra. del Rosario recibía culto en otro retablo similar
que estaba en la misma nave de la epístola, pero éste lo enmarcaba un arco de
medio punto que está entre la capilla de San Andrés y la antigua capilla del
Sagrario[6].
Este
cambio de altares fue a causa del comienzo del alzado de la capilla y sacristía
barroca de Ntra. Sra. del Rosario que hoy conocemos, ya que esta cofradía toma
gran relevancia durante este siglo. En la escritura de permuta, el hermano
mayor de ésta solicita hacer la nueva
capilla si el obispado da permiso para hacer una cripta funeraria para que se
puedan enterrar los cofrades difuntos de la misma.
La
cofradía de Ntra. Sra. de la Cabeza tenía en propiedad una casa a los pies del
Santuario en Sierra Morena, que llamaban “tienda” donde se hospedaban durante
los cultos romeros del último domingo de abril[7]. Pero en 1773 la romería
sufriría un duro golpe, ya que el monarca Carlos III decretó la disolución de
todas las cofradías de la Virgen de la Cabeza y prohibió la romería. La
cofradía filial montillana soportó –intramuros– durante nueve años su anulación
oficial pero siguió dando culto a su imagen en Montilla hasta que nuevamente el
mismo monarca derogó el decreto volviendo los romeros a visitar cada año el
Santuario de La Morenita. En los
primeros años del siglo XIX, se volvió a suspender la romería por una epidemia
que asoló Andalucía y por la invasión francesa de 1809 que por seguridad de la
imagen, la cofradía matriz trasladó a Andújar.
LOS CULTOS CELEBRADOS
POR LA COFRADÍA
Los
cultos anuales que celebra esta cofradía, comienzan con la visita en romería
que hacían al santuario de la Virgen de la Cabeza en el término de la ciudad de
Andújar por los montes de la Sierra Morena el último domingo de Abril, como
tenía instituido la cofradía matriz. Aparte, la filial montillana también
organizaba sus cultos en la Parroquia de Santiago. Uno de ellos estaba dedicado
a la Gloriosa Resurrección de Jesucristo, que comprendía de un triduo en su
honor, comenzando el Domingo de Resurrección.
Comenzaba este día con el toque de Maitines a las
cuatro de la madrugada, empezando después la misa cantada presidida por el
Preste acompañado del personal de la parroquia que esa noche dormían en la casa
del Sacristán. Este día aparecía el templo parroquial vestido con el terno
blanco de tisú, seis velas en el Altar Mayor y cuatro para el Señor Resucitado
que estaba en su trono para la procesión claustral. Además, organizaba la
Cofradía le dedicaba el Triduo durante este día y los dos posteriores, el cual
comenzaba con el repique de campanas al Alba y seguidamente la santa misa, que
el primer día era Misa Mayor con música en Vísperas, el día segundo con música
de órgano y el tercer día con Sermón. Durante los tres días el templo
parroquial estaba abierto hasta las diez y media de la mañana[8].
Otra de las celebraciones organizadas por la
cofradía tenía lugar el segundo día de Pascua del Espíritu Santo, Pentecostés,
donde ésta celebraba una función solemne en honor de su titular. Los años que
no iban en romería a Sierra Morena procesionaban a su imagen de la Virgen de la
Cabeza por las calles de nuestra ciudad, recorriendo el mismo itinerario que la
procesión de la Octava del Corpus[9],
por las calles: Iglesia, Torrecilla (Gran Capitán), Llano del Palacio de los
Duques de Medinaceli, Monasterio de Santa Clara, Oratorio y calle de San Luis, La Tercia (San
Juan de Avila), Plaza de La Rosa, La Cárcel (Arcipreste Fernández Casado),
Iglesia y vuelta al templo Parroquial. La procesión se realizó con regularidad desde
1773 (año que se prohíbe la romería) hasta 1785, según los registros del Archivo Parroquial de Santiago.
Otro culto que celebraba la cofradía era una fiesta
solemne en los días de la Navidad, cuando organizaba la primera misa del día 26
de diciembre, conocido popularmente como el día de El Aguinaldo[10].
De la cofradía filial montillana no conocemos datos de
su existencia ya en el siglo XIX, donde es probable que desapareciera en la primera década decimonónica, tras los hechos antes citados. Tampoco queda ningún
vestigio –que conozcamos– del estandarte con el que peregrinaban en romería
hasta Sierra Morena, el cual en la delantera llevaba plasmada una pintura la
Virgen de la Cabeza y en su reverso el escudo de armas de Montilla. La imagen
titular está desaparecida, y sólo sabemos que el arco y hornacina del templo parroquial donde se veneró fue ocupado por la imagen del Ecce Homo en 1809, cuando la cofradía de la Vera
Cruz se traslada desde su ermita, obligada por los sucesos napoleónicos.
Como testimonio de su existencia nos quedan los
documentos citados que han servido para componer este artículo y a su vez
enriquecer el patrimonio cofrade que goza nuestra ciudad, y así dar a conocer
una de las diferentes formas de veneración y culto a la Virgen Santísima que
los montillanos hemos tenido con el paso de los siglos, superando una vez tras
otra las vicisitudes y cambios sociales que ha sufrido nuestra ciudad.
*Artículo publicado en la revista local "Verde y Oro", en Septiembre de 2001.
FUENTES
DOCUMENTALES
[1] VV.AA. Andújar y la romería de la Virgen de la
Cabeza. León, 1982.
[2] FRIAS MARÍN, R. Las cofradías y el santuario de Ntra. Sra.
de la Cabeza en el siglo XVI,
Marmolejo, 1997.
[3] VV. AA. Andújar y la...
[4] Archivo Parroquial de
Santiago de Montilla (APSM). Libro 2º de
capellanías, f. 308.
[5] DE CASTRO PEÑA, I.: Archivo Histórico Municipal de Montilla.
Cofradías (Presentación),
Montilla, 2000,
p., 18.
[6] Archivo Notarial de
Protocolos de Montilla, Leg. 282, fols. 333 – 335 v.
[7] LORENZO MUÑOZ, F de B. Historia de Montilla (MS, 1779).
p. 45.
[8] JIMÉNEZ BARRANCO, A. L., La liturgia en la Semana Santa montillana
del siglo XVIII. En “Una Estrella en el camino”, pp. 23 – 27. Montilla, 2001.
[9] APSM. Cuadrante de cultos parroquiales, s.f.
[10] APSM. Arancel y Decretos, s.f. Año de 1645.
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