En la actualidad, el apellido Alvear está alcanzando una resonancia internacional sin precedentes, motivada por el episodio naval de la Fragata "Ntra. Sra. de las Mercedes" en 1804. Su protagonista, Don Diego de Alvear y Ponce de León, hubo soportar la pérdida de casi toda su familia, el fruto de su trabajo y su fortuna.
Por tal motivo, traemos hasta el blog un artículo escrito a principios de 2007 para la revista VERA+CRUX, boletín informativo de la cofradía homónima montillana. En aquella ocasión, dimos unas pinceladas biográficas del primer Alvear establecido en Montilla, Don Diego, abuelo y benefactor del marino, e hicimos público el devoto vínculo que manifestó a lo largo de su vida hacia el Cristo de Zacatecas, de cuya cofradía fue Hermano Mayor y Mayordomo.
Escribir de la familia Alvear, es escribir de la historia de Montilla. Ambas cosas
pretendemos con este breve trabajo biográfico dedicado al primer vástago de
este noble linaje que se estableció en nuestra ciudad, Don Diego de Alvear y
Escalera, centrándonos en la vinculación que mantuvo con sus vecinos y en la
defensa de sus libertades, así como en la especial devoción que profesó al
Santo Cristo de Zacatecas.
El linaje Alvear
Los orígenes de los
Alvear se pierden en los comienzos de la reconquista cristiana de España. Según
los genealogistas que lo han estudiado, los primeros varones insignes portadores
de este apellido y armas proceden de las montañas burgalesas del Valle de Aras,
donde aparecen sus antiguos escudos presidiendo las principales casas
solariegas, siendo éste el lugar de donde arrancan las distintas ramas de los Alveares.
La ascendencia paterna de Diego la encontramos
establecida en tierras riojanas. Su abuelo Sebastián García de Alvear y
Medinilla fue Gobernador del Estado ducal de Nájera y su padre Juan García de
Alvear y Garnica nació en esa ciudad en 1657, trasladándose por motivos de
trabajo hasta Córdoba, donde ejerció en la administración de la Hacienda Real. Fue
en esta ciudad donde contrajo matrimonio con Francisca de Rajadel y Castillejo,
hija de José Rajadel y Escalera, secretario del Santo Oficio de la Inquisición en el
antiguo reino de Córdoba.
Diego nace en Fuente Obejuna en 1697, villa donde su
padre desempeñaba el cargo de Administrador de la renta de millones. Al amparo
de familia materna, pasa su juventud en Córdoba y su consiguiente formación
académica. Es en esta ciudad donde contrae matrimonio con María Margarita de
Morales y Navarro el 2 de mayo de 1719 en la Parroquia del Sagrario
de la catedral cordobesa. De esta unión nacen sus dos hijos. El primero,
Santiago María, nace en Córdoba en 1725, ciudad donde primeramente se establece
el joven matrimonio; su hermano, Juan Nicolás, ya es montillano, y es bautizado
en la Parroquia
de Santiago el 12 de diciembre de 1729, siendo su madrina su abuela paterna.[1]
Los Alvear en
Montilla
A partir de este año encontramos a Don Diego instalado en
Montilla como Gentilhombre de cámara del Duque de Medinaceli y Tesorero General
de Rentas del marquesado de Priego. Con el paso del tiempo su primogénito,
Santiago María, contrae matrimonio el 6 de marzo de 1746 en la Parroquial de esta
ciudad, con Escolástica Fernández-Ponce de León y Arnedo-Rivera, natural del
Puerto de Santa María e hija del Ldo. Juan Luis Fernández Ponce de León,
Abogado de los Reales Consejos y Corregidor de Montilla, y de Inés de Rivera-Pérez
y Mendoza.[2] En cambio su segundo hijo, Juan Nicolás, se dedica a la
religión, siendo presbítero y ejerciendo como capellán en Montilla durante el
resto de sus días.
Don Diego de Alvear pronto aparece en la vida comercial
montillana, sus negocios con el mundo vinícola los deja entrever una escritura
notarial dada el 8 de enero de 1745, donde “Alonso
González y Francisco López de Luque se obligaron a que prontamente y sin
detención a sacar de las casas y bodegas de D. Diego de Alvear y Escalera 800
arrobas de vino añejo y 600 de vino nuevo importando todo 1600 reales que se
obligan a pagar”.[3]
Como único heredero por línea materna, fue poseedor de
dos vínculos dotados de censos y casas en Córdoba, y patrono de cuatro
Capellanías de fundación familiar generosamente dotadas y, como las anteriores,
otorgadas en la ciudad califal. Con los beneficios de la redención de una de
ellas, la erigida por su pariente el Capitán Juan Rodríguez de Morales, en “septiembre de mil setecientos y cincuenta en
el cual se compró en el término de esta ciudad de Montilla al pago que dizen
del Prado de la Villa
y llano del mesto… la
Hazienda que en casa llamamos de la Capellanía ” la cual
remoza, plantándola de olivos, reformando su caserío y construyendo un molino
de aceite.[4]
Defensor de las
libertades de los montillanos
Durante estos años, la familia Alvear está plenamente
integrada en la sociedad montillana, especialmente con las élites ilustradas y
los hacendados, que quieren hacer frente a la política feudal de Duque de
Medinaceli, y que llevan más de un siglo pleiteando a éste por la abusiva
política de tributos y privilegios estancos que ejerce en la ciudad y que son
jurisdicción de la Corona.
Don Diego de Alvear se suma a sus vecinos en el litigio, ante
la prohibición que le hace el Consejo de Justicia y Regimiento de la ciudad para
producir aceite en su finca sin permiso expreso del Duque.
En el siglo XVIII la economía montillana se mantenía
básicamente de los productos agrícolas, de su transformación y su posterior comercio.
La Casa Ducal
mantiene monopolizados los molinos de trigo, los hornos de cocer pan, los
mesones y tabernas, las almonas de jabón y, sobre todo, los molinos de aceituna.
Asimismo ejercía un férreo control de alcabalas e impuestos sobre la carne, el
pescado, el vino, el vinagre, y el aceite. Hastiados los vecinos de este sumiso
sistema que no hace desarrollarse a la ciudad, deciden tomar el camino de la Justicia Real , donde interponen
al Duque varias demandas en la
Chancillería de Granada. Todos estos procesos judiciales
fueron encabezados, en nombre de los vecinos por Don Diego de Alvear, quien se
gana la confianza y popularidad de todos aquellos que ven en él a la persona
que pretende dar solución a una situación que tiene sumida a la mayoría de la
población en la carencia de alimentos básicos para subsistir.[5]
Su holgada economía, procedente de rentas familiares, le permite
hacer frente al poder feudal establecido durante el transcurso de este largo
pleito, que finalmente fue ganado por el vecindario, aunque Don Diego nunca
llegaría a conocer su resultado, ya que falleció antes.
Mayordomo del Santo Cristo de
Zacatecas
Don Diego de Alvear y Escalera descendía de una familia
profundamente religiosa, como queda confirmado en la gran cantidad de bienes y
vínculos que sus predecesores legaron a la iglesia cordobesa. Más aún, cuando el
segundo de sus hijos, Juan Nicolás, decide dedicarse al sacerdocio, ejerciendo
su presbiterio en la
Parroquia de Santiago de nuestra ciudad.
Desde su llegada a Montilla, Don Diego se vincula con
Cofradía de la Vera Cruz , ejerciendo
de Hermano Mayor y Mayordomo del Santo Cristo de Zacatecas. Son muy escasas las
noticias que revelan su labor como administrador de los bienes de la Cofradía , ya que no ha
llegado hasta nosotros el archivo de la misma.
En el Archivo General del Obispado de Córdoba, se
conserva una petición remitida al titular de la Diócesis , donde los
cofrades solicitan su autorización para la venta de un solar, y así poder
sufragar los gastos que van a ocasionar la construcción de un nuevo retablo
para la imagen del Señor de la
Cena , que formaba parte del cortejo procesional de la
Vera Cruz en la tarde del Jueves Santo. La
misiva, con fecha de 10 de octubre de 1773, expone lo siguiente:
“Iltmo. Señor. El Mayordomo y
cofrades de la cofradía del Stmo. Cristo de Zacatecas, sita en la Ermita de la
Sta. Vera Cruz de esta ciudad de Montilla, con
su mayor respeto hacen presente a V.S.I. que han deseado días hace fabricar un
retablo pequeño a la
Stma. Imagen del Señor de la Cena cofradía de la misma Ermita su bovedilla
correspondiente, y al presente se está trastechando a costa del Excmo. Sr.
Duque de Medinaceli a que este templo y era ocasión de dicho retablo y bóveda,
y para su ejecución tienen determinado vender un solar de casa en la calle de
Ortega de este pueblo, que sin de mi poco o nada y para proceder a la venta por
pregón y en el mejor postor. // Suplicamos a V.S.I. se sirva concedernos su
licencia que será muy del agrado del Señor por el culto a aquella sagrada
Imagen favor que agradecemos a V.S.I. // Dn. Diego de Albear y Escalera. Manuel
Hidalgo de Luque. Juan de Ariza [rúbricas].” [6]
El prelado cordobés solicita información al vicario de
Montilla, Pedro Fernández del Villar, quien el 29 de dicho mes le responde con
un escrito donde expone la situación de las hermandades y su postura hacia
dicha solicitud: “En obedecimiento del
supremo mandato de V.S.I. retroescripto, bien informado, y entendido el
contenido del memorial adjunto, que, ente informe de delusivo a V.S.I. debo
decir: que la Cofradía
principal sita en la enunciada ermita es, y se denomina de la Cena. Ay otros varios
pasos con respectivos hermanos y jefes, y entre ellos es uno el del Santo
Crucifijo de Zacatecas, que le trajeron de la Provincia de la América septentrional
parte de la nueva Galicia en el México, según el Diccionario de Lorenzo Echard,
inglés, la cual Imagen que esta en el altar mayor es la de mayor devoción de
todas las de la referida ermita, y a ella se le donó el solar de que se trata y
solicita licencias para venderlo y con su producto hacer un retablito al Santo
Cristo de la Cena ,
que esta en un Arco de la ermita, como lo esta en otro el mencionado Crucifijo,
que reside en el primer lugar. Dicho solar vale de 500 a 600 maravedíes de renta
cada año 15. Ay varios que por linderos le quieren y en estos términos soy de
parecer no ser justo que siendo del Señor de Zacatecas, se despoje de su
propiedad, transfiriendo su producto a beneficio de otra imagen, por siempre se
a dicho, no serlo, y el insolidun que tributare, como de Derecho Notarial a
todo ente abraza y transciende: a que se junta no tener retablo dicho
Crucificado, y siempre, que la devoción le quiere podrá incluirse con el
producto de dicho solar. De aquí concluyo que o no se vende ínterin no se
proporciona ocasión de hacer el retablo o si se vende su imposición ponga en el
Arca de Capitales, ínterin se le haga el retablo que por ahora lo veo difícil
por el año no hará poco en darnos pan, y así aun debo pensar que respecto de
que reditúe mejor será tenerlo en ser hasta la forzosa de hacerle retablo. Este
dictamen juzgo será agradable a los devotos del Santo Cristo, y no parecerá mal
a V.S.I. cuyo supremo juicio es sobre todos. La bovedilla se hizo que de la
obra que costeó su Excelencia con otra de esta Parroquial, de San Roque y de
San Agustín porque el Excelentísimo es sumamente piadoso y limosnero y como
tiene un contador tan justificado, cuanto le pide se logra en virtud de los
buenos informes que Dn. Pedro Matías le da”.[7]
Como trasluce la contestación y opinión del Vicario, la venta del
solar no fue autorizada, salvo que fuera para la construcción de un retablo al
propio Cristo de Zacatecas. Esta segunda iniciativa sí que estuvo presente
entre los cofrades del crucificado indiano, ya que Don Diego de Alvear dejó
constancia en su testamentaría de la devoción que profesaba al Señor de
Zacatecas, única imagen sagrada a la que alude en su última voluntad y a la que
lega parte de sus bienes. Recogemos este párrafo de su testamento “Y t. mando
al Santísimo Christo de Zacatecas, sito en la Ermita de la Santa Bera Cruz de esta
ciudad, ciento y cincuenta reales de vellón por una vez para ayuda al retablo o
repisa o cualquiera otra obra de adorno que se dispusiere para el culto de
dicha Santísima Imagen”.
Don Diego de Alvear y Escalera fallece el 19 de febrero
de 1776. En su testamentaría dispuso su entierro, ordenando “que mi cuerpo sea amortajado con el Abito de
Ntro. Padre Sn. Fco. Sepultado en el convento de Sr. San Agustín de esta
Ciudad, en sepultura propia que allí tengo, y dejo a disposición de mis
Albaceas el orden y forma de mi entierro, que suplico sea con la mayor humildad
y ajeno de toda vanidad, convirtiendo en sufragios lo que había de servir de
pompa”. [8]
Sus descendientes continuaron vinculados con la sagrada imagen
y centenaria Cofradía a la que había pertenecido su progenitor. En los
inventarios efectuados en 1842
a raíz de la desamortización emprendida por Mendizábal,
encontramos a su nieto Miguel de Alvear y Ponce de León, como administrador de
los censos que aún poseía la
Cofradía del Santo Cristo de Zacatecas, ya establecida en la Parroquia de Santiago.
FUENTES
[1] Archivo Parroquial de Santiago de Montilla
(APSM). Lib. 42, f . 102.
[2] APSM. Lib. 19, f . 49 v.
[3] ZEJALBO MARTÍN, J. Comercio exterior de vinos y aceites en Cabra en 1730. Cosecheros y
pleitos antiseñoriales. En las actas de Encuentros de Historia Local. La Subbética. pp. 271 –
286. Cabra / Priego, 1990.
[4] Archivo Notarial de Protocolos de Montilla
(ANPM). Escribano Tomás López de
Casas, f. 361 – 370 v. Nª 1ª. Lib. 144.
[5] Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque. Memorial Ajustado. Nº 15800.
[6] Archivo General del
Obispado de Córdoba (AGOC). Despacho
ordinario del obispado. Fila 54. Leg. 35. Caja 2ª. s/f.
[7] AGOC. Ibídem.
[8] ANPM. Escribano Tomás López de Casas…
Me parece que la historia de la familia Alvear, en Montilla, es un valor histórico de la familia Alvear y sus vecinos, que debe ser un presente ante cualquier presentación como Montillano, de hecho como vecino, me siento orgulloso de ello.
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