Hablar sobre el apellido Núñez de
Prado en Montilla es remontarse al siglo XVIII, donde ya lo encontramos
vinculado a la casa de los Fernández de Córdoba, donde varias generaciones se ocuparon de la administración municipal de los feudos del ducado. Como familia adelantada de
la floreciente capital del estado de Medinaceli, su solariega casa estaba
ubicada intramuros del extenso contorno del palacio ducal, concretamente en la
calle San Luis, confluencia con la calle San Juan de Dios, edificio que
sobrevivió hasta el último tercio del pasado siglo XX.
Durante el siglo XIX, esta casa
sería cuna y escuela de varios de sus vástagos que cobraron mayor renombre
dentro del ámbito nacional en el panorama político, militar, social y cultural del
período decimonónico.
Con tan sólo veintiséis años, el
joven capitán de Caballería, Miguel Núñez de Prado y Rodríguez contrae
matrimonio con la cordobesa María Concepción Susbielas y Sans, el 26 de agosto
de 1880[1].
Fruto del enlace nace su primogénito, el 30 de mayo de 1882, siendo bautizado
un día más tarde con el nombre de Miguel
Fernando Juan Rafael de la Santísima Trinidad en la Parroquia de Santiago.[2]
Desde muy joven, “Miguelito Núñez
como le llaman aquí muchos”, al igual que su padre y abuelos, declara su vocación
militar y, heredando así la tradición familiar, se enrola en el arma de Caballería.
Desde sus comienzos en la milicia, el joven oficial se halla en la vanguardia
española del ejército de África, formando parte del Grupo de Fuerzas Regulares
Indígenas. El 14 de mayo de 1912 cae por primera vez herido cuando participa,
como teniente de un tabor de Caballería, en la ocupación del Aduar de Haddu Al-Lal Kaddur.
Durante el fatídico verano de 1921, un episodio de
los vividos en la campaña de Annual es escrito con el heroísmo y la sangre
derramada por una columna comandada por el ya teniente coronel de Regulares nº
2 de Melilla, donde vuelve a ser gravemente herido. Así lo narra Hernández Mir
en su libro Del Desastre a la Victoria (1921 – 1926).
Ante las hordas del Rif:
“[Día 16 de julio de 1921]
Durante dos horas, las mías, que han reaccionado vigorosamente se mantienen
firmes ante la puja de los jarqueños; pero como la situación es crítica sale de
Annual una fuerte columna mandada por el teniente coronel Núñez de Prado, que
en duro combate derrota completamente a los jarqueños, los bate en la retirada,
los rechaza nuevamente en un momento que reaccionan y les causa considerable
número de bajas, siendo también importantes las de nuestros efectivos.
[…] El día 17 lleva Núñez de
Prado un convoy, desde Annual, sin que se le hostilice, porque las jarkas se
dedican con preferencia a la labor de construir trincheras en los sitios más
adecuados para dar efectividad al que proyectan. […] Y, en efecto, se organizan
en Annual tres columnas de socorro, al mando respectivamente del comandante
Alfaro, del teniente coronel Núñez de Prado y del comandante Romero. Las tres
baten con denuedo y tratan de cumplir la misión que se les confía; pero la
desgracia es firme compañera de aquel ejército tan duramente puesto a prueba;
son heridos Núñez de Prado y Romero, mueren los capitanes Zapino y Nuevo, y
tenemos en total ocho bajas de jefes y oficiales y 152 de tropa.”[3]
Tras ser herido en un brazo y
perder gran cantidad de sangre, Núñez de Prado es evacuado a un hospital de
Melilla, donde es intervenido y consigue recuperarse. La noticia llega a
Montilla, y su padre, ya General de División retirado, se traslada a Melilla
para visitarlo.[4] El día 23 de ese mismo
mes, muere defendiendo la posición de Afrau otro montillano: el teniente
de Artillería Francisco Gracia Benítez.[5]
Miguel Núñez de Prado, con uniforme del Grupo de Fuerzas Regulares, luce la Medalla Militar Individual |
Una vez recuperado totalmente continúa destinado en Melilla. Por Real Orden de 25 de enero de 1923, el Rey Alfonso XIII “concede al teniente coronel de Caballería D. Miguel Núñez de Prado y Susbielas, jefe del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla núm. 2, quien recibió
En 1924, el Ayuntamiento de
Montilla organiza un ardoroso homenaje a sus valerosos paisanos que han
participado en la guerra de África. Al fallecido teniente Francisco Gracia
Benítez se le inmortaliza con la colocación de una lápida en su casa natal de
la calle Gran Capitán y la rotulación con su nombre de la principal arteria de
la ciudad, la
Corredera. Asimismo , el ya ascendido coronel Núñez de Prado y
Susbielas es nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad , haciéndole entrega de un bastón de mando
por parte de la
Corporación Municipal.[6]
Miguel Núñez de Prado asciende a
General de Brigada en 1925 y la noticia se hace pública en nuestra ciudad a
través de la revista “Montilla Agraria”, como también se hace eco del acuerdo
municipal para rotular la calle Fuente Álamo con su nombre y grado castrense,
pasando a llamarse General Núñez de Prado
y Susbielas.[7]
El Directorio de Primo de Rivera,
nombra en 1926 al militar montillano gobernador de la Guinea Española ,
cargo que desarrolló hasta 1930. Durante estos cuatro años de su tutela sobre
las posesiones españolas en el trópico africano, Núñez de Prado organiza y
gestiona un creciente desarrollo que acontece a la colonia hispana en su
devenir histórico. Sus trabajos son recogidos por el escritor Julio Arija, en
su libro La Guinea Española y sus riquezas. Estudios coloniales, editado por Espasa Calpe en 1930.
En su capítulo sexto, titulado El presente
colonial, Arija diserta sobre los avances acaecidos durante el gobierno de
Núñez de Prado, de los cuales hemos tomado algunas de sus reseñas más
significativas.
“Nuestra magnífica colonia de
Guinea se encuentra actualmente en período de progresiva evolución, en los
inicios de su franco desarrollo y florecimiento. Esta evolución, este impulso
inicial de su resurgimiento, data de mediados del año 1926, pocos meses después
de haberse hecho cargo de la gobernación de aquellos territorios el general Núñez
de Prado y ocupar la
Dirección General de Marruecos y Colonias, entonces creada,
el general Gómez Jordana.
[…] Desde el momento de su
arribo, el general Núñez de Prado, primer numen colonista llegado con cargo
oficial a aquellas latitudes, hombre de inteligencia despierta, gran capacidad
y verdadero patriotismo, apreciando en seguida el inmenso valor potencial de
aquellos territorios integrantes del último resto colonial que conserva España;
percatado prontamente de los complejos problemas que, planteados desde tiempo
viejo, era imperioso resolver con toda premura para redimir de una vez y ¡al
fin!, a la hermosa Guinea española que yacía postrada en el más injusto y
desdeñoso olvido nacional, concibió un programa mínimo que, elevado al
Gobierno, tuvo la virtud de despertar la atención de los Poderes públicos sobre
aquellas posesiones, hasta obtener una eficaz cooperación económica.
De toda la obra, muy discutible,
realizada por la Dictadura ,
sálvese como un completo acierto la protección otorgada a la colonia,
concediéndole en 1926 un crédito extraordinario que ascendía a 22.785.000
pesetas para las obras públicas más apremiantes: carreteras y caminos; obras y
señales marítimas; estaciones radiotelegráficas y redes telefónicas;
embarcaderos, barcas de paso y dragas; construcción de hospitales a la moderna
en Santa Isabel, San Carlos y Benito; fundación de una escuela graduada con
internado para indígenas; escuelas en todo el territorio; pabellones para
funcionarios; instalación de una granja agrícola con laboratorios y campos de
experimentación, etc., etc.
[…] En cosa de un año, todos los
ramos de la administración pública quedaron reorganizados, debidamente
atendidos los servicios, dignificados los cargos y Astrea tuvo su templo en la
colonia, ocupado hasta entonces por las Euménides, erigidas en poder. Y entre
las grandes y radicales mejoras que gradualmente fue implantando Núñez de Prado
en la colonia encaminadas a su necesario resurgimiento y desarrollo natural,
pronto le llegó el turno a la
Sanidad , cuyos servicios venían adoleciendo de carencia de
efectividad, pues ni se tenía plan alguno definido, ni se la tuvo jamás al
nivel que las circunstancias exigían en un país virgen de clima tropical.
[…] Poliforme y amplísima la
actuación de Núñez de Prado, ayudado en todo momento por la Dirección General
de Marruecos y Colonias, ningún extremo de interés verdaderamente colonizador
se escapó a su estudio y a su más rápida solución.
[…]Evinayón, fue lugar elegido
por Núñez de Prado para instalar la capital política de la colonia. […] A más de esto, acudiendo en
sentido humanitario a ayudar a los indígenas a elevarse poco a poco en la
escala de la civilización, de acuerdo con la Dirección General
de Colonias, ha reorganizado Núñez de Prado el Patronato de Indígenas,
corporación oficial con plena personalidad jurídica, patrimonio propio y
capacidad suficiente para poseer, adquirir y enajenar bienes de todas clases…”[8]
Tras su prestigiosa etapa
colonial vuelve a la
Península en 1931, donde participa activamente en la creación
del nuevo modelo de Estado republicano para la nación. En 1933 es promovido a General de División. Un año más tarde, ocupa una de las tres inspectorías
generales del Ejército. En enero de 1936 es nombrado Inspector General de
Aeronáutica, por lo que algunos historiadores lo llaman el “padre de la
Aviación Española”. El 17 de julio, tras conocer el alzamiento del ejército de
Marruecos, es llamado por Casares Quiroga, presidente del Gobierno republicano,
para nombrarlo Inspector General del Ejército, y así intentar hacerse cargo de
la grave situación militar del momento. Durante la madrugada del día siguiente
el ejecutivo no reacciona, Núñez de Prado realiza varias gestiones para que la
aviación no se sume a la sublevación. Horas más tarde, decide trasladarse en
avión a Zaragoza para sustituir al general Cabanellas y tomar posesión de la 5ª
División Orgánica. Tras una entrevista con el gobernador civil, se dirige al
cuartel general, donde intenta convencer al general Cabanellas para que no se subleve.
Es detenido y trasladado a Pamplona, donde es puesto a disposición del general
Mola, quien ordena su fusilamiento.[9]
Miguelito Núñez, el hijo predilecto, héroe africano, gobernador de la Guinea , inspector general
del Ejército, es olvidado. En el capítulo ordinario del 12 de septiembre de
1936, la Comisión
Gestora Municipal decide por unanimidad cambiar la rotulación
de la calle General Núñez de Prado, antigua Fuente Álamo, y dedicársela al
General Franco. En la actualidad, setenta años después de su trágica
desaparición, en ninguno de los monolitos públicos, de ambos bandos, que
recuerdan a los caídos montillanos en la Guerra Civil , aparece
el nombre de nuestro paisano Miguel Núñez de Prado y Susbielas.
*Artículo publicado en julio de 2006, en la revista local "La Corredera", nº 50.
*Artículo publicado en julio de 2006, en la revista local "La Corredera", nº 50.
FUENTES
[1] Archivo Parroquial de Santiago de Montilla
(APSM). Libro nº 38 de matrimonios,
f. 140 v.
[2] APSM. Libro
nº 103 de bautismos, f. 24 v.
[3] HERNÁNDEZ MIR, F.: Del Desastre a la
Victoria (1921 – 1926). Ante las hordas del Rif. Imprenta
Hispánica. Madrid, 1926. ps. 51 – 58.
[4] Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque
(FBMRL). Revista Montilla Agraria.
Año III, nº 40, p. 8.
[5] Del Desastre a la
Victoria …p. 121.
[6] FBMRL. Montilla
Agraria. Año V, nº 103, ps. 4 – 5.
[7] Montilla Agraria. Año VI, nº 133, p. 8.
[8] ARIJA, J. La
Guinea Española y
sus riquezas. (Estudios coloniales). Espasa Calpe, S.A. Madrid, 1930.
[9] VV.AA. La
Guerra Civil
española mes a mes. Tomo II. p. 121. Unidad Editorial, S.A. Madrid, 2005.
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