A
la memoria de Manuel Cabello de Alba Moyano
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Retrato
del médico Antonio Cabello de Alba y Bello, plasmado por el genial pincel de
José Garnelo y Alda. (Óleo/tabla, 1941). |
En unos meses se cumple
el centenario de la muerte de Antonio Cabello de Alba y Bello, popularmente
llamado «Médico Cabello». Un personaje esencial en la vida pública de la
Montilla de entre siglos, conocido de todos por el ejercicio filantrópico de su
profesión, cuya vocación humanista le llevó a protagonizar numerosas
iniciativas sociales y culturales, además de ser un hombre clave para la venida
de la Congregación Salesiana a la ciudad y la instalación de un colegio que paliara
las carencias educativas evidentes en la sociedad montillana de la época.
Antes de entrar en la
biografía de nuestro protagonista, queremos ofrecer unos apuntes genealógicos
sobre el origen del apellido Cabello de Alba. Se trata de un apellido netamente
montillano surgido a raíz del matrimonio entre Pedro García Cabello y Magdalena
Ruiz de Alba, celebrado el 21 de febrero de 1607[1],
que vino a consolidar la unión de dos familias de la élite local en la primera
mitad del siglo XVII a través de uno de sus cuatro hijos.
Nos referimos a Juan
Pérez Cabello de Alba y Aguilar, nacido en enero de 1614[2],
que se convertirá en un reconocido abogado y en sus años de madurez decide
dedicar su vida a la religión y ordenarse sacerdote. Para ello, fundará una
capellanía en 1647 en la parroquia de Santiago que dotará con parte de sus
bienes raíces[3]. Los
familiares herederos de esta obra pía adoptarán en adelante el apellido
«Cabello de Alba» en recuerdo del fundador, afianzando así su continuidad
mientras se mantuvo el vínculo religioso, vigente hasta los primeros años del
siglo XX. Como dato curioso, reseñar que su último capellán fue Fr. Manuel
Cabello de Alba Baena, trinitario exclaustrado (tío abuelo de nuestro
protagonista) que a su muerte, acaecida en 1903, la prensa puntualizó en la
necrológica que se trataba del último fraile exclaustrado superviviente en
Montilla.
Nuestro biografiado fue
hijo de Antonio Cabello de Alba Polo y de Isabel Josefa Bello Navajas[4].
Nace el día 2 de octubre de 1859, siendo bautizado en la Parroquia de Santiago
con el nombre de “Antonio de los Santos Ángeles Custodios”[5].
Su infancia hubo de ser
poco halagüeña, pues antes de cumplir los nueve años ya era huérfano de padre y
madre. Tras realizar sus estudios básicos en Montilla, cursa el Bachillerato de
Artes en el Instituto de Córdoba, del que obtiene su título de Bachiller en
1877. Ese mismo año se matricula en la Facultad de Medicina de la Universidad
de Granada, donde recibe el título de Licenciado en Medicina y Cirugía el 20 de
junio de 1883, con calificación de sobresaliente, obteniendo la certificación
académica en mayo del año siguiente[6].
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Título
de Licenciado en Medicina y Cirugía a favor de Antonio Cabello de Alba, por la
Universidad de Granada, con nota de sobresaliente. Expedido en Madrid el 17 de
mayo de 1884. |
A sus veinticinco años,
siendo vecino de la calle Corredera, contrae matrimonio con Adela Vicenta
Martínez Cámara, natural de Doña Mencía, hija de Manuel Martínez y Caballero
(también nacido en Doña Mencía) y de María Dolores Cámara y Quero, natural de
Porcuna (Jaén), cuya residencia familiar estaba en la calle San Fernando. Los
esponsales se verificaron en la parroquia de Santiago el 24 de noviembre de
1884[7].
Entre 1886 y 1900 nacen
sus diez hijos: Isabel, Antonio, Francisca Solano, Adela, Luis, Federico, María
Dolores, María Aurora, Manuel y José.
En agosto de 1896
adquiere la casa número 7 (antiguo) de la calle San Fernando a los herederos de
Pedro Luis Riobóo[8].
Desde entonces, aquel inmueble se convirtió en el solar familiar de su
descendencia durante varias generaciones.
Ese mismo año, el día
12 de julio, ingresa en la Sociedad de San Vicente de Paul, popularmente
conocida por «Las Conferencias», cuya labor asistencial y caritativa hizo que
fuera muy reconocida entre la población[9].
Entre las páginas de sus libros de actas y cuentas, conservados en el archivo
parroquial de Santiago, es bastante frecuente ver el nombre de Antonio Cabello
de Alba, tanto en sus donativos como en sus visitas a los enfermos necesitados
acogidos por la Sociedad. A partir de entonces, comenzaría a ganarse el
sobrenombre de “el médico de los pobres”.
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Antonio
Cabello de Alba Bello y Adela Martínez Cámara acompañados de seis de sus diez
hijos |
En el plano
profesional, Cabello de Alba ocupa interinamente en 1892 una de las cuatro
plazas de Médico Municipal que mantenía el consistorio montillano para la
asistencia sanitaria gratuita a los vecinos más desfavorecidos de la ciudad.
Estas plazas fueron sacadas a concurso público en 1902, las cuales fueron
obtenidas por los facultativos: Antonio Cabello de Alba y Bello, Joaquín
Márquez Repiso, Francisco Salas Arjona y Francisco Palop Segovia[10].
Lejos de dedicarse sólo
a su profesión y a su familia, vemos al “Médico Cabello” involucrado en
numerosos proyectos sociales y culturales de la tierra que le vio nacer.
A través de la prensa
local y provincial es posible conocer, a grandes rasgos, su activa participación
en la sociedad montillana de la época. De personalidad humanista e inquieta, lo
encontramos en 1890 formando parte de la Junta Municipal contra la filoxera[11],
aquella temible epidemia que tantos estragos causó a los campos de viñedos
montillanos.
En los años
finiseculares del XIX parece interesarse por la política. Así, en 1895 hallamos
su nombre en la nómina de convecinos que reorganizan el comité local del
Partido Liberal, presidido por Práxedes Mateo Sagasta, del que Antonio aparece
como Vicepresidente[12].
Dos años después se
crea en Montilla un Centro Filarmónico “cuyo objeto es la enseñanza de música
en toda su extensión”[13].
De nuevo, Cabello de Alba Bello aparece como Vicepresidente de su primera Junta
Directiva.
El 15 de agosto de 1898
ingresa en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Montilla[14],
de la que será su Vicedirector y a partir de 1913 su Director.
En 1899 se renuevan las
Juntas Locales de primera enseñanza de Instrucción Pública para el siguiente
cuatrienio, en la que Antonio Cabello de Alba aparece como Vocal de la de
Montilla[15].
Ese mismo año, a
iniciativa de la Sociedad de Amigos del País, se plantea la cuestión de crear
en la ciudad un colegio de Primera y Segunda Enseñanza “que reúna todas las
condiciones que aconseja la moderna Pedagogía”. Para ello, se nombró una
comisión que canalizara las aspiraciones de los promotores, de la cual formó
parte el médico Cabello de Alba[16].
Ante la imposibilidad
de contar con ayudas públicas, la comisión abrió una suscripción popular para
lograr sus objetivos, la cual fue encabezada por Antonio Cabello de Alba con la
cantidad de 500 pesetas.
La comisión acordó
ofrecer su proyecto a la Congregación Salesiana, cuyo Rector Mayor, el Padre
Miguel Rúa, visitó Montilla por aquellos días para conformar la venida de los
sucesores de Don Bosco a nuestra ciudad para organizar el nuevo centro
educativo.
Es tal el compromiso
que Antonio Cabello de Alba profesó por aquellos primeros padres salesianos
llegados a Montilla que no dudó en difundir a través de charlas y conferencias
(mayo de 1903) las cualidades de la obra laical de los Cooperadores Salesianos,
como recoge la prensa del momento[17].
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Primeros años de la Congregación Salesiana en Montilla. Un descanso en las obras del gran edificio construido en el
despoblado barrio del Valsequillo, que se convertirá en el baluarte de la educación
y la cultura local durante el siglo XX, gracias –en parte– al “Médico Cabello”. |
A partir de diciembre
de 1904 asume el cargo de Vicedirector en la Junta Directiva de la Sociedad de
Amigos de País[18]. Ese
mismo año es nombrado Vocal en la recién creada Junta Local de Reformas
Sociales[19].
En diciembre de 1906 es elegido Vocal por el Partido de Montilla para la Junta
de Gobierno y Patronato de Médicos Titulares de la provincia de Córdoba[20].
Siguiendo los
postulados sociales del pontífice León XIII, recogidos en la encíclica Rerum novarum, en febrero de 1908 se
crea en Montilla el primer sindicato agrícola, que lleva por nombre «El Montillano»
“creado merced a las incansables gestiones de nuestro digno Arcipreste señor
Fernández Casado”, siendo elegido Antonio Cabello de Alba presidente por
aclamación[21].
Meses más tarde, el sindicato abre una Caja de Crédito y Ahorros, denominada
«La Montillana».
En marzo de ese año,
Cabello de Alba ofrece una conferencia en la sede de la sociedad «Ilustración
Obrera», presidida por su compañero Francisco Palop Segovia, bajo el título
“Causas originarias de la cuestión social”[22].
A iniciativa de Joaquín
Márquez Repiso, en agosto de 1909 se organizan una serie reuniones para
establecer en Montilla la asamblea local de La
Cruz Roja española “ante las tristes circunstancias porque atraviesa
nuestra patria”. Una vez más, Antonio Cabello de Alba se involucra en la puesta
en marcha de esta organización humanitaria, siendo designado Vocal de la
primera Comisión del Partido[23].
Por aquellos años, también
encontramos a Cabello de Alba inmerso en la Junta Directiva de la Hermandad de
San Francisco Solano, cuyos miembros dedicaron todos sus esfuerzos a conmemorar
grandiosamente el III centenario de la muerte del insigne hijo y patrono de
Montilla.
El año 1913 será de
gran actividad social para Antonio Cabello de Alba y Bello. En enero es elegido
Presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País[24].
A la cabeza del distinguido organismo, hubo de hacer frente al sonado pulso que
los montillanos sostuvieron con el Ministerio de Fomento, cuando éste concedió
la instalación de una red eléctrica de alta tensión a la empresa Larrucea Hermanos. El vecindario,
unánimemente, se negó a las arbitrarias pretensiones de la empresa
concesionaria (respaldada por la autoridad gubernativa y la fuerza de orden
público) que pretendía cruzar el centro urbano de la ciudad con el tendido
eléctrico de alto voltaje, menospreciando las advertencias de la población que
se quejaba del peligro y el daño a la vía pública que causaría tal instalación.
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Instantáneas aparecidas en el rotativo de tirada nacional
“La Unión Ilustrada” el 19 de enero de 1913, donde aparece Cabello de Alba al frente
de la comisión montillana recibida por las autoridades civiles en Córdoba. |
Ante la prepotencia de
la compañía eléctrica, los montillanos crearon una “Junta de Defensa” donde se
integraron todas las instituciones y colectivos locales para hacer frente al
citado atropello. Aquella Junta estaba presidida por Antonio Cabello de Alba.
Su primera medida fue
convocar una huelga general, que duró varios días y fue secundada por toda la
población. Asimismo, promovieron una manifestación ante la sede del Gobierno
Civil y del Ayuntamiento de Córdoba para el día 9 de enero de 1913 (que tuvo
repercusión nacional, como refleja la prensa), a la que asistieron más de mil
doscientos montillanos. A la cabeza de la misma estaba Cabello de Alba, que
entregó al Gobernador Civil un manifiesto “para que lo elevara al Presidente
del Consejo de Ministros”, cuyo contenido fue publicado en los noticiarios[25].
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Foto aparecida en el dominical “Blanco y Negro” el 19 de
enero de 1913, donde se puede apreciar a los cientos de manifestantes
montillanos a las puertas del Ayuntamiento de Córdoba. |
Días después, la
empresa concesionaria desistió de sus propósitos y abandonó el proyecto de
instalar la electricidad de alta tensión en Montilla. En respuesta a ello, se
constituyó la «Cooperativa Eléctrica Montillana» que volvió a garantizar el
fluido eléctrico a la población.
En febrero de aquel
agitado año, giraba una visita a Montilla D. Pablo Albera, Rector Mayor de la
Congregación Salesiana. En las crónicas del apretado programa con el que los
montillanos le obsequiaron siempre aparece Antonio Cabello de Alba, que
acompañó al segundo sucesor de Don Bosco como representante de los Cooperadores
Salesianos de la ciudad[26].
Los años pasan y la
edad va mermando la salud de don Antonio Cabello. A través de la prensa
encontramos su nombre ligado a la Real Sociedad Económica de Amigos del País, a
su vocación sindical agraria, y –por supuesto– a su profesión facultativa.
En 1914 lo encontramos
entre los fundadores de la sociedad «Unión Vitivinícola Alcoholera Montillana»,
una cooperativa (surgida de la iniciativa de los Amigos del País) que pretendía
unir a todos los viticultores de la ciudad con el afán de dignificar el precio
de los mostos y abrir nuevos mercados ante los excedentes que se estaban
elaborando por aquellos años, en que las nuevas plantaciones sembradas tras la
filoxera comenzaban a producir más uva de la necesaria[27].
En el ámbito sanitario,
en 1917 se constituye la «Asociación Médica Regional», de la que don Antonio es
nombrado presidente de la Junta del distrito judicial de Montilla[28].
A partir de entonces, apenas hallamos referencias del “Médico Cabello” en la
prensa.
A mediados de 1923 cae
enfermo. En el mes de noviembre sufre una hemorragia cerebral que le aparta de
la vida pública y del ejercicio de su profesión, solicitando por ello la baja
como Médico Titular de la Beneficencia Municipal. El día 1º de diciembre
fallece en su casa de la calle San Fernando. Aquella misma jornada, la Corporación
Municipal en pleno ofreció su primer homenaje al difunto por “los relevantes
servicios que durante muchos años ha venido prestando al vecindario con
paternal cariño y desmedida asiduidad, el muy honorable facultativo fallecido y
deseosa de demostrar que en todo momento sabe honrar como se merece el abnegado
comportamiento de sus celosos empleados, acuerda conste en acta su sentimiento
por tan irreparable pérdida y que una comisión del Concejo pase a mostrar a la
familia del finado el hondo pesar que experimenta y conceder al cadáver sepultura
gratuita y a perpetuidad en primera clase para que sea inhumado en el
Cementerio de San Francisco Solano de esta ciudad”[29].
Unos meses después, la
municipalidad en Comisión Permanente, de 10 de octubre de 1924, en su punto 7º
aprobó rotular una calle con su nombre para perpetuar su memoria, como así
quedó recogido en acta:
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Don
Antonio Cabello de Alba Bello y su esposa, Adela Martínez Cámara, en el patio
de su casa de la calle San Fernando. |
“De todos es conocida
la inmensa labor ciudadana que durante más de cuarenta años ejercitó el insigne
médico de esta localidad que en vida se llamó D. Antonio Cabello de Alba Bello.
Su ciencia acudió solícita donde quiera que fue llamada y su caridad inagotable
se extendió a todas partes, mereciendo llamarse el venerable D. Antonio el
padre de los pobres. Don Antonio Cabello de Alba y Bello es de los hombres que
merecen gratitud de los pueblos, pues además de ser médico excelente y padre de
los pobres, fue también caballero sin tacha, modelo de esposo, de padre y de
amigo y de cumplidor, por consiguiente, de todos sus deberes. Desea esta
alcaldía, por ser de justicia, que el venerable nombre del doctor Cabello quede
perpetuado para recordatorio de la generación presente y para ejemplo de los
venideros y hubiera deseado también que este nombre lo llevara la calle donde
nació o vivió, pero circunstancias de todos conocidas hace que sea esto
imposible, por lo que creyendo interpretar el sentir de los habitantes de
Montilla y muy especialmente el de su Excmo. Ayto., se permite proponer a la
aprobación de la Comisión Municipal Permanente que sea sustituido el nombre de
Calle del Horno por la de “Antonio Cabello” honrándonos nosotros al honrar la
memoria de este insigne patricio.
[…] La Comisión
abundando en los propósitos expuestos por la presidencia y haciendo suyos los
razonamientos alegados por la misma en la moción transcrita, acuerda de
conformidad con lo que se propone, si bien se hace por unanimidad la variante
de que la calle se rotule “Médico Cabello”, a fin de que en todo tiempo se
distinga, por ser muchas las personas que en el pueblo llevan el nombre de Antonio
Cabello[30].
La revista quincenal Montilla Agraria se hizo eco de su óbito
y lo recordó en su primer aniversario. El anónimo autor, buen amigo y conocedor
del médico, destacaba en su artículo el infatigable tesón que demostró a la
hora conseguir adeptos a la causa de la obra salesiana, a la par que desgrana
los primeros contactos con la congregación.
Dado que esta publicación
es salesiana he considerado incluir el texto de 1924 literalmente, dado que será
de gran interés a los lectores por las noticias que ofrece:
“Yo que durante muchos
años conocí al amigo bueno y que conocía su modo de tratar sus asuntos, lo veo
discurrir por las calles ensimismado en un pensamiento, y entrar y salir de una
casa en otra para hablar de la obra de sus amores y conseguir adeptos para
llevarla a término feliz; yo lo veo derrochar fortaleza, decisión y paciencia
al tener que luchar con la frialdad de los unos, la falsa compasión de los
otros y la abierta oposición de muchos que, enemigos de la enseñanza y
educación católica, recurrieron a los medios de que podían disponer para
impedir la apertura del futuro colegio salesiano. A la vista tengo un libelo
dirigido a los montillanos, en el mes de Mayo del 1899, en el que soezmente se
protesta del beneficioso proyecto, con lo que consiguieron únicamente fue poner
a la obra el marchamo de las obras de Dios, que siempre han de ser perseguidas
por su enemigos.
Por fin en el mes de
Septiembre el Sr. Cabello y sus dignos compañeros vieron coronados sus
esfuerzos en la llegada del personal salesiano, a cuyo frente venía Don Emilio
Mª Nogués y su establecimiento en la casa del Llano de Palacio, contigua al
convento de Santa Clara.
[…] De aquí en adelante
la obra salesiana seguirá dando sus frutos y a la vez que contribuya a sostener
entre nosotros la civilización cristiana, irá tejiendo la corona que Dios habrá
puesto ya sobre aquel justo, sincero y esforzado varón.
Bien ha hecho el Excmo.
Ayuntamiento de esta Ciudad al manifestarle el agradecimiento del pueblo,
perpetuando su memoria al dedicarle una calle; pero aún pudiera hacer un poco
más, poco más que dejo al criterio del actual concejo”[31].
*Artículo publicado en la revista Nuestro Ambiente, núms. 485 y 486. Abril y Julio de 2023.
FUENTES
DOCUMENTALES
[1]
Archivo de la Parroquia de Santiago de Montilla (APSM). Lib. de desposorios, fol. 257.
[2]
APSM. Lib. 13 de bautismos, fol. 21v.
[3] APSM.
Lib. 5º de capellanías y memorias, fol. 384.
[4] APSM. Lib. 33 de matrimonios, fol. 9, nº 17
[5]
APSM. Lib. 85 de bautismos, fol. 227, nº
453
[6]
Universidad de Granada. Facultad de Medicina.
Certificación académica personal de D. Antonio Cabello de Alba y Bello.
[7] APSM. Lib. 38, f. 385.
[8]
Escritura asentada ante D. Enrique Morón, notario de Córdoba, en 17/08/1896.
[9]
APSM. Lib. 4º de actas.
[10] Archivo
Municipal de Montilla (AMM). Sig. 000948B-0010. (Expedientes de concurso).
[11]
Diario de Córdoba. Año XLI, nº 12346.
[12]
Diario de Córdoba. Año XLVI, nº
13157.
[13]
El comercio de Córdoba. Año XXIII, nº
5446.
[14]
Revista montillana. Año I, nº 5.
[15]
El defensor de Córdoba. Año I, nº 7.
[16]
Diario de Córdoba. Año L, nº 14411.
[17]
El aviso (2ª época). Año I, nº 14.
[18] El defensor de Córdoba. Año VI, nº 1557.
[19] El montillano. Año I, nº 33.
[20] Vida nueva. Año II, nº 52.
[21] Diario de Córdoba. Año LIX, nº 17540.
[22] El Sur. Año II, nº 24.
[23] Diario de Córdoba. Año LX, nº 18069.
[24] El defensor de Córdoba. Año XV, nº 4075.
[25] Diario de Córdoba. Año LXIV, nº 19148.
[26] El defensor de Córdoba. Año XV, nº 4086.
[27] El porvenir montillano. Año II, núms. 28, 37.
[28] Ideal Médico. Año I, nº 3.
[29] Archivo Municipal de Montilla.
Actas capitulares. Lib. 214, fols. 31r, 40r, 43r-v.
[30] AMM. Actas Comisión Permanente.
Lib. 255, págs. 175-176.
[31]
Montilla Agraria. Año V, nº 121. pág.
6