Este
trabajo fue publicado en el año 2004 con el ánimo de rescatar del olvido a un
montillano ilustre. Ahora lo he recuperado y actualizado, aunque el personaje merece
un estudio de mayor profundidad, dado los lugares en que sirvió a la corona y los cargos
que ocupó, imprescindibles para mantener las posesiones europeas de la
monarquía hispánica de los Austrias.
De
un tiempo a esta parte, el interés despertado por la historia moderna militar
española, representada en sus legendarios Tercios, ha provocado la publicación
de numerosos estudios y monografías que pueden ayudar a conocer mejor la
trayectoria profesional de nuestro paisano. No cejaremos en el empeño de ampliar su biografía para que a las generaciones venideras quede un retrato más acabado de su perfil montillano.
Genealogía de los “Recio de León” en Montilla
Hablar sobre el linaje castellano
de los “Recio de León” es hacerlo de la reconquista andaluza, de las campañas
bajomedievales de los reyes sucesores de Fernando III, el Santo.
Francisco Sánchez, el primer “Recio de León”, nace
en 1378 y junto con sus padres, Sancho Sánchez Muñoz y Teresa Álvarez, se
trasladaron desde Alcedo de Alba, su tierra natal, a la ciudad de León. En
septiembre de 1410 Francisco participa en la toma de Antequera como sargento,
al mando de una compañía del tercio de Pedro López de Ayala, a las órdenes del Infante
don Fernando, tío del monarca Juan II. Tras haber destacado sus valores
castrenses en la reconquista de la ciudad andaluza, el mismo Infante lo
distinguió con el sobrenombre de “El Recio de León” ganándose su confianza y
entrando a formar parte de su cámara[1]. En 1412 el Infante don Fernando
llega a Montilla y visita a don Pedro Fernández de Córdoba, señor de las villas
de Aguilar y Montilla. En su comitiva le acompañaba Francisco Sánchez Recio de
León que, tras hacer gran amistad con don Pedro, decide instalarse en esta
villa, para lo cual éste le cede una casa en la calle Santa Brígida.
Francisco contrae matrimonio en
Montilla con Elvira González de Arellano, natural de Estella (Navarra), joven dama
que formaba parte del séquito de la esposa de don Pedro en el castillo
montillano. De estos esponsales nacen Alonso, que casó con la montillana Ana
García “la Pavona”[2], y Marina que fallece sin
sucesión. En su vida matrimonial, Alonso Sánchez Recio de León y su esposa Ana
llegaron a concebir tres hijos, Francisco, Marcos y Ana; de los cuales sólo
sobrevivió su primogénito.
Francisco Sánchez, único heredero
y portador del sobrenombre “Recio de León”, fue desposado con Lucía García de la Peñuela “la Rubia”[3], de
cuyo casamiento nace Alonso, único sucesor del linaje y posesiones que los “Recio
de León” habían aglutinado en Montilla al servicio del Señorío de los Fernández
de Córdoba. Alonso Sánchez Recio de León, casó en primeras nupcias con Catalina
Rodríguez[4], de
cuyo matrimonio nace Elvira. Alonso fallece en 1519, y bajo testamento decide
la fundación del convento de San Agustín de Montilla, a cuyos primeros
moradores ofrecía la ermita de San Cristóbal y varias fincas que eran de su
propiedad. La llegada de los agustinos y la posesión de los bienes de ofrecidos
por Alonso fueron una realidad en 1520.
El convento de San Agustín fue fundado por Alonso Sánchez Recio de León, sobre su ermita de San Cristóbal, en 1519. |
Elvira Alonso de León, hija mayor
de Alonso y Catalina, fue desposada con Antón Pérez de Aguilar, natural y
vecino de Montilla, cuyo matrimonio dio únicamente por sucesora a Marina
Rodríguez de León que, a su vez, contrajo matrimonio en dos ocasiones: primeramente
con Juan Sánchez Cubero (de cuyo enlace nació Juan) y, a la muerte de éste casó
con Juan Rodríguez “el Palomero”, también vecino de Montilla.
La morada familiar estaba
comunicada a dos calles, la fachada principal daba a la calle Puerta de Aguilar
y la parte trasera (el postigo) se abría a la calle del Palomar, cuya
patronímica evidencia “los seis grandiosos palomares, hacienda considerable en
aquellos tiempos”[5] y que dio nombre popular –que
aún hoy conserva– a esta céntrica calle.
Rodríguez Palomero prohijó a Juan,
fruto del anterior matrimonio de su esposa Marina, como hijo propio. Dado que
el nuevo matrimonio no pudo tener sucesión, su padrastro le hizo heredero de toda
su fortuna, quedándosele a éste el sobrenombre de “el Palomero”.
Juan Sánchez Cubero de León, “El
Palomero”, contrajo matrimonio con Marina Fernández de León, su prima hermana,
hija de Antón Pérez de Aguilar y Elvira Alonso de León, hermana de su madre. De
este matrimonio nacen Francisco, Lucía, Catalina, Ana y Marina.
De todos estos descendientes, nos
ocuparemos a partir este momento de su primogénito, Francisco Sánchez Palomero
de León, que contrajo matrimonio con Mayor López de la Mata y Arroyo[6],
natural de Montemayor. De este matrimonio nacen Marcos, Juan, María, Mayor y
Catalina. De todos los hermanos, sólo el primero, Marcos García Palomero de
León dejó descendencia, desposándose con la montillana Ana Rodríguez el domingo
17 de abril de 1580 en la parroquia de Santiago.[7] De
este matrimonio nacen Juan (nuestro biografiado), Sebastián, María, Ana y
Leonor.
Así, Juan Palomero de León,
primogénito de Marcos y Ana, es bautizado en la parroquia mayor de Santiago el
lunes 7 de agosto de 1581 por el presbítero Juan de Guzmán[8]. En
su niñez y primera juventud, Juan se impregna de la tradición militar de su
familia, y decide así tomar el camino de las armas al servicio de la Corona Española.
En Italia, por las huellas de El Gran Capitán
Curiosamente, Palomero de León dio
sus primeros pasos en su dedicación y
formación castrense en el Arma de Infantería, siendo destinado a la península
italiana, donde la Monarquía Hispánica mantenía las posesiones conquistadas un
siglo antes por nuestro insigne paisano Gonzalo Fernández de Córdoba, Capitán
General y primer Virrey de Nápoles, conocido universalmente por “El Gran
Capitán”.
En 1602, Juan Palomero de León
ingresa en el ejército como soldado cuando contaba con 21 años. Como infante, su
primer destino está junto a Lorenzo Suárez de Figueroa y Córdoba, II Duque de
Feria, que fue nombrado ese mismo año Virrey de Sicilia. En 1606 pasa al
virreinato de Nápoles, donde permanece varios años. Durante este tiempo que
está destinado en la península itálica, Juan Palomero de León es agraciado por
el monarca Felipe III por sus destacados hechos entre la milicia española.
Muestra de ello, una real cédula otorgada a favor de nuestro paisano y dirigida
al contador mayor del ejército:
“Don Felipe por la gracia de Dios
Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de
Portugal, de Navarra, de las Indias, Duque de Milán, Condestable de Castilla
primo del mi consejo de estado, mi presidente en el supremo del. Mi gobernador
y Capitán General del esta de Milán, teniendo consideración a lo bien, que Juan
Palomero de León me ha servido de ocho años a esta parte, en Nápoles y Sicilia,
hallándose en las ocasiones, que en su tiempo se han ofrecido y a que una nave,
que se perdió en la fosa de San Juan, salvó dos banderas, y sacó a un capitán
de debajo del agua, y a otros soldados y marineros, que se ahogaban. Le he
hecho merced como por la presente se la hago de cuatro escudos de ventaja al
mes, de más de su plaza de soldado residiendo y sirviendo entre la infantería
española del tercio de ese Estado como está obligado, que os encargo, y mando,
deis orden, que desde el día de la presentación de esta [real cédula en] adelante
todo el tiempo que [sirvie]re, se le asienten , libren, y paguen los dichos
cuatro escudos de ventaja al mes según y de la manera que a los demás, que hay
me sirven, que tal es mi voluntad y de no se execute la presente si el dicho
Juan Palomero de León no presentare con ella las señas de su persona con Fe del
mi infrascripto Secretario de estado y mando que tome la razón de esta mi
cédula Juan Zevallos mi contador de las
mercedes, que se hacen por el mi consejo de estado. Dada en Madrid a 27 de
Junio de 1611. Yo el Rey.”[9]
La Real Cédula llega finalmente a
Milán el 23 de noviembre de ese año, donde estaba destinado Juan Palomero de
León desde el 19 de agosto anterior, en la compañía comandada por Luis de
Córdoba y Aragón. A partir de este momento comienza la carrera militar de Juan.
El 7 de junio de 1612 fue destinado a la compañía de Miguel de Aspurz. Nuevamente,
fue trasladado el 11 de marzo de 1615, con el rango de sargento, a la compañía capitaneada
por don Diego de Mendoza en la que permaneció hasta el 28 de agosto de 1617,
fecha en que se trasladó al Fuerte de Fuentes, gobernado por Martín Marañón de la Peña.
Al servicio del Duque de Feria
Gómez Suárez de Figueroa, III duque
de Feria, nace en Guadalajara en 1587. Estaba emparentado con el Marqués de
Priego y vinculado con Montilla, durante la primera mitad del siglo XVII estuvo
muy presente en la diplomacia y asuntos exteriores de la Monarquía Hispánica. En
el campo de la diplomacia, fue dos veces gobernador del ducado de Milán (entre
1618–1625 y 1631–1633). Fue también virrey de Cataluña, entre 1629 y 1630, capitán
general de Italia, embajador de España en Roma ante el papa Paulo V y embajador
extraordinario en Francia en la entronización de Luis XIII.
En el campo de las
armas, dirigió varias campañas de las que cabe destacar la realizada en 1625 en
la provincia italiana del Monferrato, cuando apareció repentinamente con 20.000
hombres y conquistó a los franceses las principales plazas del Piamonte. En el año 1633, se dirigió con sus
tropas hacia Brisach, para socorrer la ciudad, quedando plasmada esta efeméride
por el pintor Jusepe Leonardo en un lienzo que hoy se puede contemplar en el
museo del Prado.[10]
El III Duque de Feria, en el "Socorro de Brisach", en 1633. Jusepe Leonardo, Museo del Prado. |
En años sucesivos fue nombrado
Capitán de una compañía de Infantería del mismo Tercio, alcanzando la
gobernación de la ciudad de Coma (hoy Como). Hay que señalar que en el siglo
XVII el Tercio de Lombardía estaba formado por diez compañías, y cada una de ellas contaba con más de un
millar de efectivos bajo el mando de un capitán, cuyo cuartel general se
ubicaba en Milán. Así, su estancia en la capital del ducado italiano y su
cercanía a la corte gubernativa y administrativa hicieron que Palomero de León gozara
en tiempos de paz de mercedes concedidas por sus superiores. Durante su
estancia en Milán contrajo matrimonio con Laura de la Lanza y Hortigosa, noble de
origen vizcaíno, de cuya unión nacen nueve hijos y tres hijas: Gómez,
Francisco, Juan, Jerónimo, Lorenzo, Martín, un segundo Lorenzo, Diego, un
segundo Juan, Ana, Francisca y María.[13]
Alejandría su gobierno y Montilla su nostalgia
La buena administración de la ciudad
de Coma y la lealtad mostrada a la Corona Española y al duque de Feria durante
las campañas militares en las que participó, hicieron que el capitán montillano
fuese nombrado Gobernador de Alejandría de la Palla, plaza fuerte del ejército
imperial español, por su proximidad a la frontera francesa y a la costa
mediterránea.
Alejandría de la Palla (hoy
Alessandría), está situada en el noreste de Italia, a orillas del río Tánaro.
Fue fundada en el año 1168 por el papa Alejandro III, de aquí su nombre en honor
de aquel pontífice. En el primer tercio del siglo XVI pasó a manos españolas, integrada
en el ducado de Milán. Desde su fundación fue una ciudad mayormente defensiva.
No en vano, con la llegada de las tropas españolas fue una plaza militar de
gran trascendencia, donde estaba destacada una de las compañías de infantería de
mayor efectividad del Tercio viejo de Lombardía, y etapa obligada del Camino
Español de Flandes.
De la importancia de Alejandría
de la Palla como plaza militar, deja constancia Miguel de Cervantes y Saavedra
en el capítulo XXXIX de la primera parte de su inmortal Vida y hechos del caballero don Quijote de la Mancha, donde narra los
comienzos en su ocupación a las armas: “Embarquéme en Alicante, llegué con próspero viaje a
Génova, fui desde allí a Milán, donde me acomodé de armas y de algunas galas de
soldado, de donde quise ir a asentar mi plaza al Piamonte; y, estando ya de
camino para Alejandría de la Palla, tuve nuevas que el gran duque de Alba
pasaba a Flandes. Mudé propósito, fuime con él, servíle en las jornadas que
hizo, halléme en la muerte de los condes de Eguemón y de Hornos, alcancé a ser
alférez de un famoso capitán de Guadalajara, llamado Diego de Urbina; y, a cabo
de algún tiempo que llegué a Flandes…”
Juan Palomero toma posesión del gobierno de
Alejandría de la Palla
en 1631 y junto con su familia se instala en el palacio del Gobernador, desde
donde gestionó y administró la ciudad hasta su muerte. Durante estos años
fueron varios los gobernadores del Milanesado; así, Palomero de León estuvo al
servicio del duque de Feria, del marqués de Leganés, del conde de Siruela y del
marqués de Velada.
Probablemente, desde su ingreso en el ejército
y su destino a Sicilia, Nápoles y finalmente Lombardía, Juan Palomero no
regresó a Montilla en ocasión alguna, aunque nunca olvidó la ciudad que fue su
cuna y solaz durante sus primeros años de vida. Como gesto de la montillanía
que palpitaba en cada latido de su corazón, en recuerdo y homenaje a la tierra en que se
instruyó como persona y como creyente, trasladó desde Alejandría de la Palla
varios recuerdos que le iban a perpetuar en la ciudad que le vio nacer y
crecer. El primero fue donado a la Cofradía del Santísimo Sacramento y hecho
público por Pedro de Flores, su hermano mayor, en el cabildo celebrado el 4 de
Febrero de 1644 en el coro alto de la parroquia de Santiago.
Antigua capilla Sacramental de la Parroquia de Santiago, a la que Juan Palomero envió desde Milán la tela de oro para un dosel valorada en 800 escudos. |
La Cofradía, la más distinguida de la ciudad, trató
en este mismo cabildo la forma de agradecer a Palomero de León, su mecenazgo y
recuerdo a Montilla con varios oficios, religiosos y materiales.
“[…] y para mostrarse la dicha Cofradía
agradecida a este beneficio y remunerar el ánimo liberal con que el dicho Señor
Capitán lo ha hecho y hace con semejantes limosnas se propuso […] en el dicho
cabildo el modo que se tendría para mostrarse agradecidos y hacer dicha
remuneración y por parecer de todos sin contradicción alguna se determinó lo
siguiente: Que la dicha Cofradía por hecho de agradecimiento le dote para
siempre jamás una fiesta solemne en cada un año la cual se ha de celebrar el
tercer domingo de abril de cada año, mes que sirve y acompaña el clero de esta
dicha ciudad al Stmo. Sacramento y decir la dicha fiesta con la solemnidad que
se acostumbra… Y así mismo, que luego que se tenga noticia que el dicho Sr.
Capitán fuere muerto la dicha Cofradía le ha de hacer un oficio solemne de
difuntos por la dicha muerte y para que de esta limosna quede memoria y otros se
alienten a hacer otras a esta dicha Cofradía, se ponga una piedra de jaspe en la
capilla de el Sagrario a la parte de adentro escrito en ella la descripción de
este beneficio para su memoria y para la entera validación de esto [...]”[14]
Otra gran donación que realizó el capitán
Palomero de León, fue la institución de una capellanía en el convento de Santa
Ana, cuya escritura fue realizada el 20 de agosto de 1640, en el palacio del
Gobernador y en la Catedral de Alejandría de la Palla, estando presentes por
testigos las autoridades de la ciudad. Las capellanías no eran otra cosa que
fundaciones piadosas dotadas de una serie de bienes cuyas rentas mantenían
económicamente la voluntad piadosa de su fundador, que generalmente era la
celebración de misas por la salvación de su alma y la de sus familiares
difuntos. Dichos bienes eran administrados por un patrono, designando por el
fundador, quien también nombraba a un capellán para el cumplimiento de las
misas. En ambos casos los cargos recaían en un familiar cercano (hermano, hijo,
sobrino), que se obligaban a cumplir lo estipulado ante notario por el
fundador.
Juan Palomero de León, dotó su
capellanía con los bienes raíces que heredó de su familia de origen astigitano,
tal y como puede leerse en la escritura fundacional que transcribimos
literalmente: “para dote de la dicha capellanía señalamos y situamos catorce
mil reales de principal en un censo que dicho Sr. Gobernador tiene
contraído D. Diego de la Fuente Guzmán clérigo de menores
órdenes vecino de la dicha ciudad de Ecija a la colación de Santa María
mancipada por escritura pública ante Manuel de Morales escribano de ella y
contra Diego de la
Fuente Guzmán escribano público del número de la ciudad y Dª
Catalina Guerrero su mujer padres del dicho Lcdo. impuesto sobre un
arrendamiento del presente y sus aranzadas de viñas con su casería lagar y
otros prevengos en el término de la dicha ciudad en el pago de Valbermejo son
ciertos linderos y sobre unas casas en la misma ciudad en la Barrera de los niños de la
doctrina y sobre otras casas en la dicha ciudad en la calle que va de la Cárcel Real a la Compañía de Jesús con hipoteca de un oficio de escribano
público del número de la dicha ciudad que de presente una el dicho Diego de la Fuente y de otros bienes
como contienen en la escritura de censo que otorgaron por ante el dicho Diego
de la Fuente
en la dicha ciudad de Écija”.
Cabecera de la escritura de asiento de la Capellanía fundada por el capitán Juan Palomero de León en el convento de Santa Ana en 1640, de la que fue su primer poseedor su hijo Martín. |
También, Juan Palomero dejó una cláusula
en la escritura de la dote sobre los beneficios de sus bienes, los cuales
destinó a las mujeres solteras y viudas de su familia, mientras no se asignara
capellán alguno.
“Y también es su voluntad que la
renta de dichos setecientos reales vaya la mitad a su hermana María de León y
la otra mitad a su tía María de la
Cruz y faltando una de las dos vaya la mitad a su tía Mayor
López para que se ayuden y esto mientras dicho fundador no ordena otra cosa o
su hijo que será capellán no tenga edad para tomar posición de dicha
capellanía”.
En cuanto a los patronos, Palomero de León nombró a sus
parientes más cercanos y reputados, entre los cuales estaban el “Doctor
Jerónimo Fernández de León Vicario que fue de Montilla y al Padre fray Alonso
de Córdoba y al Doctor Andrés de la Fuente médico que asiste en Ecija, a todos
tres juntos y a cada uno de ellos y insolidum cuales hagan la fundación de
dicha capellanía con los puntos y cargos dichos y que han los se dirán
juntamente es su voluntad que esta capellanía y beneficio sean patronos de su
casa y parientes”.
Como capellán, el capitán Palomero de León estableció en
la escritura fundacional que uno de sus hijos se dedicara a la religión,
preferible del mayor al menor. Y es que era muy propio en la época esta forma
de actuar por parte de los fundadores, que no buscaban sino el mantenimiento
holgado de un hijo, pues con un nombramiento de este tipo podía vivir
dignamente en la sociedad española del siglo XVII.
Como hemos dicho, el capellán estaba obligado a decir las
misas asignadas en la escritura fundacional de la capellanía, como así reza: “En
nombre de Dios y de su Santísima madre
María. El Gobernador D. Juan Palomero de León Capitán de una Compañía de
Infantería española por su Majestad tercio de Lombardía natural de la ciudad de
Montilla vasallo del Excmo. Sr. Marqués de Priego Duque de Feria y Duque de
Alcalá quiere fundar una capellanía en Montilla en la iglesia de las monjas de
Santa Ana con obligación de decir en dicha Iglesia como abajo tres misas cada
semana in perpetuo dichas por intención que las dirá el capellán entera por
orden pose y siendo impedido la dicha a decir por otro sacerdote es a saber una
en lunes otra el miércoles otra el viernes de réquiem o según el oficio
corriente siendo duplejo y juntamente dirá dicho capellán una misa cantada de réquiem cada un año el
día aniversario de la muerte del fundador”.
Tras varios años de inactividad de la capellanía de Juan
Palomero de León, en 1656 llegó a Montilla su hijo Martín, como clérigo de
órdenes menores. Tras hacer público el fallecimiento de su padre en Milán,
reclamó la legitimidad de la posesión de la capellanía que su padre había erigido
en 1640. El obispado de Córdoba le otorgó la posesión de la misma, sin poder
ocuparla íntegramente hasta el término
de sus estudios teológicos, que culminó en la capital cordobesa en 1660. Una
vez graduado, el 31 de agosto de ese mismo año, le fue adjudicada la capellanía
por el provisor del obispado, quien aclaró “que atento a la adjudicación hecha
de la dicha capellanía en el dicho D. Martín Palomero de León y resuelva para
su colación y ser clérigo de menores órdenes hábil y suficiente para la poder
obtener para ver sido examinado de la dicha capellanía y de cualquier derecho a
ella anejo y pertinente le debía de hacer y hizo título provisión y colación y
canónica institución por imposición de un bonete que en cabeza del dicho D.
Martín puso estando ante su Merced inclinado de rodillas en cuya posesión
leyendo poner y amparar y acudir con
usufructos y rentas como a tal capellán y cumpla con sus cargas y obligaciones y
para celo se le despache título y así lo pronunció mandó y firmó”.
Tras ser oficialmente capellán, Martín Palomero de León
regresó a Montilla para entablar la capellanía en el archivo parroquial de
Santiago, donde aún se puede leer “Como parece por el dicho título de colación
y escritura de fundación que para está hecho exhibido ante mí el Lcdo. D.
Martín Palomero de León a que me refiero lo cual rehuyan por y aquí firmo su
recibo y para que de ello contuviere en la ciudad de Montilla en ocho días del
mes de diciembre del año de mil y seiscientos y sesenta y uno. Martín Palomero
de León [rúbrica].”[15]
Otro ilustre montillano
en el olvido
A modo de conclusión, señalar que hemos titulado este
epígrafe, evocando aquel libro publicado en 1957 y titulado Cinco montillanos olvidados, que compila
la biografía de insignes montillanos que hoy son bien conocidos. Después de la
aparición de aquellas biografías, varios de los protagonistas de dicho libro
que prologara nuestro paisano y cronista oficial de Montilla, Pepe Cobos, gozan
de un recuerdo patente y diario como es el rótulo de una calle.
Como bien plasmara nuestro insigne escritor, “hay muchas
figuras locales que, por singularidad de sus méritos e incluso por su identidad
anecdótica, están necesitadas de una oportuna revisión, y puesta a punto de sus
vidas” no sin antes recordar la imaginativa predicción que se acompaña en las
líneas del prólogo de la citada obra, en las que su autor retrata esa deuda
pendiente que las generaciones presentes tenemos con el pasado humano de cada
rincón encalado de nuestra Montilla… “Pues no nos cansaremos nunca de insistir
sobre la convivencia, y diríamos casi la necesidad, de que los montillanos
conozcan, siquiera sea sucintamente, la vida de sus hombres más
representativos, que es tanto como conocer la historia misma de la ciudad en
cuyo seno nacieron. Mucho dependerá de ello, naturalmente, del fervor, la
indiferencia o el desdén con que se acoja este volumen, que ahora damos a la
estampa y que bien pudiera ser el primero de una larga serie dedicada a la
historia y a los hombres de Montilla”.[16]
*Artículo publicado
en la revista Vera+Crux de Montilla. Año 0, nº 2. Agosto, 2004.
FUENTES
[1] Copia del Ilustre linaje de los Recios de León, apellido noble.
Biblioteca Regional Mariano Domínguez Berrueta (León). Colección: BDBER. Sig.
ANT 674. Véase también: MORTE MOLINA,
J.: Montilla. Apuntes Históricos de esta
ciudad, Montilla, 1888. pág. 84.
[2] Copia del Ilustre linaje… Hija de Juan Sánchez Pavón y Teresa de
Fernángil.
[3] Op. Cit.: Hija de Álvaro de la Peñuela, hijodalgo de Álava y de
Lucía Fernández la Rubia.
[4] Ídem: Hija de Pedro Alonso Pobeda, natural de Montalbán, y Catalina
Rodríguez, natural de Montilla.
[5] Ídem.
[6] Ídem: Hija de Antón Ruiz de Arroyo y Mayor López de la Mata , vecinos de Montemayor.
[7] [A]rchivo [P]arroquial
de [S]antiago de [M]ontilla. Libro 1º de desposorios (pequeño), f. 45v. “Domingo en diez y siete años de abril de
1580 años el bachiller Alonso Ruiz Mazuela vicario de esta iglesia despose por
palabras de presente no habiendo impedimento canónico a Marcos García hijo de
Francisco Sánchez Palomero y de su mujer Mayor López y a Ana Rodríguez hija de
Juan Sánchez Herrero y de su mujer Ana Rodríguez vecinos de esta villa. Fueron
testigos el Sr. Lorenzo de Lara capellán de esta iglesia y Cristóbal Rodríguez
Zapatero y por ser así lo firmé de mi nombre. Alonso Ruiz Mazuela [rúbrica]”.
[8] APSM. Libro 6º
de bautismos, f. 187. “Lunes siete días
de agosto [de 1581] el Lcdo. Juan de Guzmán bauticé a Juan hijo de Marcos
García Palomero y su mujer Ana Rodríguez fueron padrinos el Padre Cristóbal
Ramiro presbítero y su hermana doña María. El Lcdo. Guzmán (rúbrica)”
[9] Copia del Ilustre linaje…
[10] CALVO SÁNCHEZ, I.: Retratos de personajes del siglo XVI,
relacionados con la historia militar de España, p. 283. Impreso en Madrid por
Julio Cosano, año 1919. Edición Facsímil, 2003.
[11] JURADO Y AGUILAR, L.: Miscelánea
de noticias varias relativas a la antigua ciudad de Ulía y a la historia de la
Ciudad de Montilla, f. 158. Tomo I. Año 1763.
[12] Copia del Ilustre linaje…
[13] Ídem.
[14] APSM. Libro de cabildos de la Cofradía del Stmo.
Sacramento, f. 67 y vuelto. “Cabildo para situar la fiesta por D. Juan
Palomero de León”.
[15] APSM. Libro 5º de capellanías y memorias. Folios
17 – 25 v.
[16] COBOS JIMÉNEZ, J.: Cinco montillanos olvidados. Madrid,
1957.
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