Antigua calle del Sotollón, donde estuvo ubicado el hogar familiar en que nació San Francisco Solano. Sobre el solar de aquella casa se edificó el templo que lleva su nombre. (Foto: Ruquel) |
En los meses pasados, los montillanos hemos vuelto a revivir la
presencia tangible de nuestro patrono en forma de reliquia. Esta vez llegada de
La Puebla de Castro, un recóndito municipio de la provincia de Huesca. Hasta
allí peregrinaron hace poco más de un año un grupo de fervorosos devotos de San
Francisco Solano para comprobar in situ
la autenticidad de las noticias localizadas a través de internet, la red de
redes.
Como no podía ser de otra forma, después de aquella
peregrinación se fueron estrechando lazos de unión entre ambas diócesis, que se
vio confirmada cuando el Ordinario oscense autorizaba el traslado de la sagrada
reliquia a Montilla, donde ha permanecido desde el día 3 de julio hasta el
pasado 20 de noviembre.
A raíz de tan histórica visita se ha despertado en los
devotos solanistas un inusitado interés por los testimonios y recuerdos de
nuestro santo patrono, por ello hemos querido traer hasta estas páginas un
episodio similar al vivido los meses pasados que sucedió a mediados del siglo
XVIII.
Tiempos aquellos en los que Montilla festejaba la
canonización del seráfico Francisco Solano, en octubre de 1727, un año después
de que fuera elevado a los altares por Benedicto XIII, donde se celebraron “dos
lucidísimos octavarios y procesión general, y entretejió graves diversiones de
fuegos, juegos de cañas, corridas de toros, autos sacramentales, poesías y
suntuoso adorno, fue tanta la concurrencia que las gentes no cabían en el
pueblo…”[1]
como nos evoca el historiador coetáneo Francisco de Borja Lorenzo Muñoz en sus
obras.
Más tarde, en 1742 los montillanos lo votaban –por tercera
vez– por patrono y patricio de la
ciudad, y no contentos con aquello solicitaban a la Santa Sede Romana que el
día 14 de julio, fecha de su glorioso tránsito, fuera instituida por fiesta de
precepto para sus paisanos, lo cual aprobó Benedicto XIV en 1745.
En medio de aquellos lustros de insólito fervor solanista llegaba
a nuestra ciudad una importante reliquia del apóstol de las Américas procedente de Lima. Se trataba de otro
capítulo más de aquel reguero de efemérides que no dejaban de elevar la admiración
de los montillanos a su prodigioso paisano.
La crónica de su traída estará protagonizada por otro gran montillano
y franciscano, Alonso López de Casas, que siendo Guardián del seráfico convento
Casa Grande de Granada fue elegido Comisario General de la Orden para las
Indias Occidentales.
Tal cargo permitirá a fray Alonso recorrer el virreinato del
Perú durante un largo periplo, que se prolongará entre los años de 1735 y 1746.
En Lima pasó la mayor parte del tiempo, desde donde realizaba las visitas a los
conventos franciscanos establecidos en los nuevos territorios del imperio
español. Asimismo, durante su estancia en la capital ocupó una cátedra en la
Real y Pontificia Universidad de San Marcos y fue elegido calificador y
consultor del Santo Oficio de la que desde su fundación fuera llamada Ciudad de
Reyes[2].
Una vez regresa a tierras andaluzas, fray Alonso vuelve a su
tierra natal para donar una reliquia ósea y un pedazo del sayal que vestía el mejor de los montillanos en su óbito,
que logró le fueran proveídos por el Procurador General de la causa del Santo
Solano, fray Fernando de Herrera, en 1737.
No en vano, López de Casas entrega las reliquias y su
auténtica a la iglesia patronal de Montilla el día 11 de julio de 1749. Para la
ocasión, había adquirido un relicario de plata donde iban alojados ambos
vestigios de aquel humilde fraile que llevara la cruz y los evangelios al Nuevo
Mundo. Para certificar el traspaso de aquella joya espiritual asistió el escribano
de la ciudad, Domingo González Domínguez, que levantó acta del histórico
momento.
Atrio porticado que da acceso a la iglesia erigida en honor del Santo Solano, cuyo alzado se proyectó a partir de su beatificación, en 1681. (Portfolio Fotográfico de España, c. 1913) |
Dada la importancia de la misma, hemos preferido transcribir
íntegra la declaración López de Casas:
“En la
Ciudad de Montilla en once días del mes de Julio del año de mil sietecientos
quarenta y nueve Ante mí el escribano del Rey Nuestro Sr. y público del número
de esta Ciudad el R[everendísi]mo. Padre Fr. Alonso López de Casas natural de
esta Ciudad Lector Jubilado Ex definidor y Padre de esta Santa Provincia de Granada
del orden de nuestro Padre San Francisco, Ex comisario General de las del Perú,
del Claustro y Universidad de la Ciudad de Lima, Catedrático de Prima en la
Cátedra de Escoto, Calificador y consultor del Santo Oficio de la Inquisición
de dicha Ciudad, y al presente residente en ésta, bajo de juramento que hizo en
forma de Derecho puesta la mano en el pecho dijo que hallándose en la referida
Ciudad de Lima en el uso de su empleo de tal Comisario General, y en el
Convento de Nuestro Padre San Francisco de ella, en cuya Iglesia se venera el
sepulcro de Sr. San Francisco Solano, natural y patrono de esta dicha Ciudad, a
principios de el año pasado de mil sietecientos treinta y siete por el Rvdo.
Padre Fr. Fernando de Herrera Ex definidor de la Provincia de Lima, Procurador
General de dicho Glorioso Santo y Notario Apostólico, se le entregó un hueso, a
el parecer de una espaldilla del expresado Glorioso Santo, y parte del su
hábito con que murió, que dicho hueso es del tamaño de media nuez mediana, y lo
uno y otro lo sacó de la Urna en se veneran sus reliquias, y se lo dio con
certificación escrita y firmada de su puño para que lo trajese o remitiese a
esta dicha Ciudad su dichosa patria, y el Rmo. Padre Declarante ha conservado y
guardado dichas reliquias y Certificación con el cuidado que se requiere, y
habiendo conseguido con felicidad su restitución a esta dicha Ciudad, le ha
hecho fabricar un relicario de plata en forma de custodia, del alto / de
una tercia con su viril ovalado, y con rayos de sol y estrellas, y en el remate
una cruz, todo de peso de quince onzas, y en dicho viril dos vidrios de
cristal, que por un lado se ve la dicha reliquia del hueso y sayal del hábito
que en él se ha colocado, y por el otro solamente se ve el sayal que llena
dicho viril, y el tamaño de este es de cuatro dedos de alto y tres de ancho,
para que se coloque y tenga con la mayor veneración en la iglesia del Santo
Glorioso Sr. San Francisco Solano fabricada en la misma casa en que tuvo su
feliz nacimiento en esta dicha Ciudad. Y para que en ningún tiempo se dude de la
realidad de dichas reliquias y se les dé por fieles el culto que merecen hace su
Rma. esta declaración voluntaria Ante mí, con todas las circunstancias que para
su fe y crédito se requieran. Y todo dijo ser la verdad por el juramento que
lleva hecho. Y lo firmó, y que es de edad de sesenta y cinco años, de todo lo
cual yo el escribano doy fe”[3].
La
declaración anterior está precedida de la patente que certifica la entrega en
Lima, la cual está rubricada por el citado delegado de la causa, cuyo contenido
trasladamos a la letra:
“Certifico
yo Fr. Fernando de Herrera ex Definidor Procurador General de San Francisco
Solano y Notario Apostólico como tal, que este hueso y parte de hábito es del
Santo Solano Solano [sic], que lo saqué de la urna en que se veneran sus
reliquias, para que N.M.R. Padre Comisario General Fr. Alonso López de Casas,
tiernísimamente amante y paisano del Santo lo lleve o remita a Montilla dichosa
patria del Santo, y para que conste di la presente en Lima &ª”[4].
Reliquias y relicario donados en 1749 por el montillano Fr. Alonso López de Casas. En la actualidad se veneran en el altar mayor del templo patronal. |
Seguido a
la declaración de López de Casas, el acta notarial recoge dos declaraciones más
de testigos que se hallaron presentes en Lima durante la extracción de las
reliquias y su posterior entrega al Comisario General. Ahora, ambos declarantes le acompañan en Montilla y vienen
a corroborar la declaración del fraile montillano.
La primera
de ellas está rubricada por “el M.R.P. Fr. Eugenio de Lanuza y Sotelo del orden
de nuestro P. San Francisco Ex Secretario General del Perú y Definidor de esta
Santa Provincia de Granada, y estante a el presente en esta Ciudad, bajo de
Juramento que voluntariamente hizo in
verbo sacerdotis puesta la mano en el pecho dijo que ha acompañado en su
viaje a el Rmo. Padre Fr. Alonso López de Casas Comisario General de las
Provincias del Perú en la América, desde que salió de estos Reinos de España
hasta que se ha / restituido a ellos, despachando la secretaría de
dicha Comisaría General”[5].
Como el
mismo Lanuza expone, había acompañado a López de Casas durante aquel dilatado
viaje, siendo autor de un detallado diario manuscrito titulado Viaje ilustrado a las provincias del
Perú, que hoy se conserva en la Biblioteca Provincial de Córdoba, del cual hizo
una edición la Pontificia Universidad Católica del Perú en 1998[6].
La segunda
declaración está tomada a “Don Fabián Preciado / natural de la
población de Zipaquirá inmediata a la Ciudad de Santa Fe de Bogotá en el nuevo
Reino de Granada de las provincias del Perú en la América, y residente al
presente en esta Ciudad”[7].
Fabián
Preciado se agregó a la comitiva franciscana en enero de 1736 a su paso por
Zipaquirá, durante su visita a Bogotá. Según declara, desde esa fecha se
hallaba en compañía de fray Alonso, con quien decide viajar a España. Una vez
en tierras andaluzas, se establece en Montilla donde contrae matrimonio y está
plenamente integrado hasta el fin de sus días. Además, Preciado hizo honor a su
apellido y origen, pues se ganó la simpatía de los montillanos que comenzaron a
denominar la calle donde reside como la del
Indio, nomenclatura que aún subsiste en el léxico común del vecindario, a
pesar de llevar dedicada esta vía pública ocho décadas a José María Carretero.
Concluye el
documento notarial con la entrega del relicario a la «Obra
Pía de San Francisco Solano» institución que desde sus orígenes
fue la encargada del culto y conservación del templo patronal.
Capilla mayor de la iglesia de San Francisco Solano, hacia 1960. (Foto: Arribas) |
En ella, por
parte de López de Casas se incluyeron las condiciones de su custodia y
veneración, quien las confería “a la Iglesia y Obra pía / de Sr. San
Francisco Solano que se sirve y venera en esta dicha Ciudad en la misma casa de
su sus dichosos Padres, y en que tuvo su feliz nacimiento para que siempre
perpetuamente se conserven en ella y en su Altar mayor en sitio decente como se
requiere bajo de dos llaves, que la una ha de estar y permanecer en poder del
Sr. Vicario que es y fuere de esta dicha Ciudad y la otra en poder del
Mayordomo de dicha Obra pía del glorioso Santo sin que se puedan manifestar
dichas reliquias sin la precisa concurrencia de ambos ni por ningún caso por
urgente que sea, se han de poder sacer de dicha Iglesia si no fuere para
procesión pública”[8].
En caso de
que dichas cláusulas fueran vulneradas, fray Alonso daba “facultad a el síndico
del Convento de Ntro. Pe San Francisco extramuros de esta dicha
Ciudad que es y en adelante fuere para que inmediatamente pueda recoger y
recoja las dichas reliquias y relicario, y llevar lo uno y otro al dicho
Convento en donde permanezcan perpetuamente con toda veneración, sin que por
sus prelados permitan que se saquen de ella y para que sus religiosos como
hermanos del glorioso Santo tengan dichas Reliquias con la veneración y culto
que corresponde”[9].
El
mayordomo de la Obra pía, Francisco Sánchez Prieto, aceptaba lo estipulado en
el protocolo notarial por López de Casas, quien le hacía entrega del relicario
en presencia del escribano, los declarantes y los testigos Alonso de Aguilar
Tablada, el clérigo Francisco Javier de Cea e Ignacio González Domínguez.
Alonso
López de Casas había nacido en Montilla el 21 de noviembre de 1683, fruto del
matrimonio formalizado por Diego López de Casas y Ana María de Rivera[10],
vecinos de la calle Corredera. Desde su infancia tiene presente la estela
franciscana en el hogar familiar, pues su padre era hermano de la Santa Escuela
de Cristo –cuya dirección espiritual estaba a cargo de los franciscanos– y uno
de los hermanos de éste, Fr. Juan de Casas, era observante morador del convento
de San Lorenzo extramuros y Vicario de la clausura clarisa de Ntra. Sra. de la
Coronada en Aguilar de la Frontera.
Como hemos
referido antes, Fr. Alonso López de Casas fue lector jubilado y definidor en la
provincia de franciscana de Granada, además de guardián del convento Casa
Grande de la ciudad nazarita, hasta que embarca para América en 1735. A su
vuelta, ya como afamado exégeta, parece que dedicó el resto de sus días a
predicar por toda la bética. De hecho, en Montilla ya había ocupado el púlpito
de la iglesia patronal en octubre de 1727, siendo el último de los panegiristas
que disertaron en el primer octavario celebrado en honor de San Francisco
Solano –en acción de gracias por la canonización– cuyos sufragios corrieron a
cargo del X duque de Medinaceli, Nicolás Fernández de Córdoba y de la Cerda[11].
Detalle de la firma ológrafa de Fr. Alonso López de Casas, que fue elegido Comisario General de la Orden Franciscana para las provincias del Perú en 1735. |
Fr. Alonso
López de Casas hallará la muerte repentinamente “sin poder recibir los
sacramentos” en el convento franciscano de Baena, en 1759. Según reseña el
cronista Laín y Rojas, desde que regresó del virreinato del Perú, trece años
antes, el fraile montillano “repartió por los conventos de la Provincia muchas
limosnas que había traído de América”[12].
De esta afirmación tenemos constancia documental, pues fray Alonso también
realizó otras donaciones a los conventos de Santa Clara y Santa Ana de nuestra
ciudad, de cuyo estudio nos ocuparemos en otra ocasión. Entretanto, seguiremos
tras los pasos de este insigne montillano olvidado, para intentar rescatarlo de
la ignorancia histórica y sumar un eslabón más a la cadena que une a Montilla y
la Hispanidad.
NOTAS
[1] LORENZO
MUÑOZ, F. de B.: Historia de la M.N.L.
Ciudad de Montilla, 1779. Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, ms-54,
pág. 157.
[2] LANUZA Y
SOTELO, E.: Viaje ilustrado a los reinos
del Perú en el siglo XVIII. Lima, 1998.
[3] Archivo
de Protocolos Notariales de Montilla. Escribanía 7ª. Leg. 1288, fols. 251-255v.
[4] Ibídem.
[5] Ibíd.
[6] Op. cit.
Viaje ilustrado…
[7] Ibíd.
[8] Ibíd.
[9] Ibíd.
[10] Archivo
Parroquial de Santiago de Montilla. Lib. 30 de bautismos, fol. 236.
[11] Op.
cit. Historia de la M.N.L. Ciudad de
Montilla… pág. 158.
[12]
LAÍN Y
ROJAS, S.:
Historia de la Provincia de Granada de
los frailes menores de N.P.S. Francisco, pág. 510. Martos,
2011.
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