Una de las prácticas
fundamentales que el cristianismo ha llevado a cabo a lo largo de su dilatada
historia es la caridad y la asistencia a los más desprotegidos de la sociedad.
Para ello, la Iglesia Católica
se ha valido de asociaciones, grupos, hermandades y cofradías, u obras pías
particulares, fundadas en el ejercicio del mensaje evangélico «Deus caritas est»
del latín: Dios es Amor.
Tras la reconquista del reino de
Córdoba en el siglo XIII y su posterior repoblación nace la villa de Montilla,
que con el paso de los años llegaría a ser sede señorial del marquesado de
Priego, entre los siglos XV al XVIII. Durante esta época, conocida como Edad
Moderna, la religión tuvo un papel fundamental en la sociedad española, no sólo
en la evangelización y doctrina del pueblo sino también con el impulso de otros
valores sociales cristianos tales como la educación, la hospitalidad, la
caridad y la beneficencia.
Hospitales, colegios y patronatos benéficos
Para dar cobertura a los más
desprotegidos de la sociedad montillana, se crearon en el siglo XVI los
hospitales de la Virgen
de los Remedios, de curación de enfermos, y de La Encarnación, dedicado al
hospedaje de pobres transeúntes, lugar éste donde estuvo alojado el escritor
Miguel de Cervantes en 1591, como relata en su novela ejemplar El coloquio de los perros. Estos
hospitales fueron administrados por la Orden de San Juan de Dios a partir de
1601, y posteriormente unificados en 1664 en el Convento dedicado al santo
hospitalario, cuyo edificio alberga hoy la sede del Excmo. Ayuntamiento.
No obstante, también se fundaron
otros establecimientos benéficos en la localidad por iniciativa particular,
como fue el creado y dotado por el sacerdote Luis Pérez Crespo en 1693, que
bajo el título de Ntra. Sra. de la Asunción destinó al alojamiento de
enfermos incurables, ubicado en la calle
Doñas Marías (actual Sánchez-Molero). O la llamada Casa Cuna de recogimiento y
lactancia de niños expósitos, erigida por voluntad del vicario parroquial Antonio
Aguilar y Aguayo en 1696, y ubicada en el inicio de la calle Santa Brígida en
su confluencia con la de Gran Capitán.
Calle San Juan de Dios, frente a las casas del Chantre y del Maestro Juan de Ávila se encontraba la ermita que fue sede de la cofradía de la Caridad |
Con el mismo propósito, hubo
montillanos que instituyeron patronatos o capellanías con un claro objetivo
social muy expandido en esta época, como era la dotación económica a mujeres,
generalmente pobres o huérfanas, sin medios para poder contraer matrimonio.
Durante estos siglos fueron creados en Montilla seis patronatos, sobresaliendo
por su asignación económica el fundado por el indiano Juan García y Ahumada en
1571, que labró una considerable fortuna
como comerciante en Panamá, además de mandar construir la capilla de San Juan
Bautista, en la parroquial de Santiago. Aunque con una renta inferior, también
ayudaron a paliar la penuria de las huérfanas montillanas las Obras Pías
fundadas por Francisco de Toro en 1596 sobre la renta de su huerta del
Chorrillo; el Dr. Alonso Ortiz de Castilforte, el presbítero misionero Juan
Gómez Urbano, o el hacendado Juan de los Reyes que cargó la dotación de su piadosa
fundación sobre la renta de su huerta de la Alameda en 1644; así como la
capellanía y patronato de Luis Gómez Granado «Pan Benito», que junto a su
mujer, fundaron en el convento de San Agustín en el año de 1600.
Tampoco hemos de olvidar que desde
1672 viene funcionando el Colegio de Niñas Huérfanas, fundado por el
sacerdote Alonso Fernández de Toro, a
imitación del colegio de huérfanas de la Piedad de Córdoba. Se erigió bajo título de San
Ildefonso al que se agregó posteriormente el de San Luis, cuando asumió su
patronazgo el Marqués de Priego. En la actualidad está regentado por la Congregación de
hermanas terciarias franciscanas del Rebaño de María.
Al margen de estos establecimientos,
no hay que olvidar la función social que desarrollaban las cofradías con sus
hermanos y familias. Entre todos los componentes existía la obligación de
proteger y ayudar económicamente a los hermanos y cofrades que podían caer en
riesgo de exclusión social por causas de enfermedad, así como acompañar y dar
entierro digno en la capilla de su imagen titular a los que fallecían.
Además de esta protección
corporativa, existían hermandades y cofradías su función primordial era la
filantrópica actividad de practicar la caridad y la labor asistencial a los más
desprotegidos de la sociedad.
San Juan de Ávila, inspirador de cofradías y hermandades
Hemos de recordar, que un gran
impulsor de este modelo social amparado en cofradías es San Juan de Ávila. El
Maestro y Doctor de la Iglesia
así lo aconseja en la redacción de sus Advertencias
al Concilio provincial de Toledo, donde indica a los obispos españoles que
uno de los cauces para remediar la pobreza era la fundación de cofradías en
cada uno de los pueblos que aún no la tuviere, y recomienda que “den particular
oficio y principal asunto de entender y conocer los pobres envergonzantes y la
necesidad y calidad de cada unos de ellos; y, sabida, se encarguen de procurar
limosnas, por las vías posibles, o de los mismos cofrades o de otras partes, lo
uno y lo otro juntamente, como suelen hacer los cofrades, que suelen tomar a
cargo un hospital para curar los pobres que a él vinieren, pues ésta es [la]
más heroica obra”[1].
Del mismo modo, el «Apóstol de
Andalucía» invita a los prelados españoles a que erijan cofradías en sus
respectivas diócesis para que asistan a los necesitados de la cárcel, así como para
el cuidado de los niños expósitos, y recomienda que se denominaran bajo la
advocación del Nombre de Jesús.
En Montilla, la entidad
asistencial de mayor antigüedad fue la cofradía de la Santa Caridad de Nuestro Señor
Jesucristo, la cual encontramos ya establecida en 1550, como lo atestigua una escritura
notarial concertada por Pedro Ximénez Hidalgo (tío materno de San Francisco
Solano) con Diego López Toledano y Martín García de Morales, a la sazón hermano
mayor y mayordomo de la cofradía de la Caridad , en la cual el primero se compromete a favorecer
a la cofradía con quinientos maravedíes anuales, impuestos a censo sobre su
casa situada en la calle Puerta de Córdoba, que habrán de pagar sus
descendientes y herederos tras su muerte[2].
En la calle Escuelas estuvo ubicado el último hospital y capilla de la Caridad, entre los años 1802 y 1836. |
Sus fines fueron la protección de
los más desvalidos de la sociedad; los enfermos, viandantes, pobres, niños
expósitos y huérfanos, viudas, fallecidos sin familia que los reclamara. En
definitiva, todos aquellos que se llamaban a la puerta del hospital de la
Caridad, del cual tenemos constancia documental que en 1580 ya estaba en plena
actividad, y era visitado anualmente por la Autoridad Diocesana[3].
La cofradía montillana veneraba
por titular un Cristo Crucificado, también llamado de la Caridad. En su
dilatada historia, la cofradía y hospital tuvo varias ubicaciones: la ermita de
San Juan de Dios (en la calle del mismo nombre), la plaza de la Rosa , y la ermita de la Vera Cruz a partir de 1758.
Así lo relata el historiador local Francisco de Borja Lorenzo Muñoz en su
manuscrito de 1779: “dedicose a el uso de ella en consuelo de todos los pobres,
especialmente los enfermos transeúntes, y entierro de todos los desvalidos. A
este fin tienen banderola, féretro y faroles, hacen demanda y tenían en la
plaza una corta ermita que se deterioró y luego se dio a la nueva iglesia de N.
Señora de la Rosa ,
con cuyo modo se gobierna por uno de los señores presbíteros que la radicó en
la iglesia de la Santa Vera
Cruz.”[4] Asimismo,
el historiador recuerda que en la nave derecha de la desaparecida ermita de la Vera Cruz existía una
sepultura para inhumar el cadáver de los desgraciados y ajusticiados, cuyo
sepelio asumía la caridad[5].
En 1798, ante el progresivo deterioro
de parte de la ermita de la
Vera Cruz , la cofradía de la Caridad decide construir
un hospital y oratorio propios, que consiguió sufragar con el beneficio de quince
corridas de toros organizadas para tal fin en los siguientes cuatro años. El
nuevo establecimiento, ubicado en la calle Escuelas, contaba con dos
enfermerías, oficinas y capilla, y estuvo funcionando hasta 1836, año en que un
Real Decreto ordena unificar la gestión de la caridad y asistencia pública en
una Junta Municipal de Beneficencia[6].
En 1667 se
creó en el convento de San Agustín la Ilustre Hermandad de la Misericordia , que protegida
por el Marqués de Priego sólo contaba de 35 hermanos que habían de ser
hijosdalgos, cuya limpieza de sangre tenían que probar para ser admitidos. La
corporación, tomó por su titular y modelo al santo agustino Tomás de
Villanueva, popularmente llamado “El padre de los pobres”. Sus fines eran
esencialmente sociales, en sus constituciones se obligaban a sustentar y alimentar
a los presos de la cárcel y a las viudas pobres, dar atuendo y calzado a los
huérfanos, y entierro digno a los condenados a la horca. Para poder desarrollar
más y mejor estos fines se hermanaron con los frailes hospitalarios de San Juan
de Dios[7].
Por aquellos años se fundaba en
nuestra ciudad la Santa Escuela de Cristo, cuyo origen fue el Hospital de
Italianos de Madrid. Fue instaurada en la ermita de la
Vera Cruz en 1671, y desde sus inicios
estuvo dirigida espiritualmente por los franciscanos residentes en el convento
de San Lorenzo. Entre sus fines caritativos, realizaban una limosna general
cada vez que se reunían sus 72 componentes, cuyo fin era socorrer a los
hermanos enfermos. También se obligaron de atender a los pobres forasteros y
desvalidos que morían en el hospital, en la calle o el campo sin familiar
alguno que se hiciere cargo del cadáver, proporcionándole una mortaja, funeral
y sepultura dignos con misa de cuerpo presente[8].
Aunque expuesto de forma sucinta,
con todos los hospitales, colegios, patronatos, obras pías, cofradías y
hermandades, la sociedad montillana de la Edad Moderna procuraba dar asistencia
a los más desprotegidos. Al guardar relación con la Iglesia Católica, estas
sociedades benéficas se vieron afectadas por las distintas Desamortizaciones
emprendidas por el Estado, principalmente en el primer tercio del siglo XIX,
siendo la aplicada con mayor severidad la impulsada por el ministro Juan
Álvarez Mendizábal en 1836.
Al igual que la hermandad de la Caridad de Córdoba, la
montillana veneraba por titular un Crucificado en su hospital,
el "Señor de la Caridad".
|
Por todos es bien conocido, que
el siglo XIX fue una de las etapas más duras que hubo de soportar el ámbito
cofrade, ya que las hermandades fueron desposeídas de sus bienes y privadas de
gran parte de sus actividades públicas.
Como hemos referido antes, el año
de 1836 se crea la Junta
Municipal de Beneficencia, que asume todos los bienes expropiados
a los hospitales, obras pías, cofradías y hermandades, para destinarlos a un
solo hospital de beneficencia, que vino a suplir el vacío asistencial que
habían dejado los establecimientos suprimidos por orden gubernativa. Aquel
hospital de beneficencia fue llamado de San Juan de Dios y su primera sede fue
el desamortizado convento de frailes hospitalarios (hoy Ayuntamiento), siendo
trasladado años después a las dependencias del –también desamortizado– convento
de San Agustín.
A partir de entonces, las
hermandades de la Misericordia y de la Caridad, despojadas de sus bienes y fines
originarios se ven abocadas a la desaparición, y con ellas más de tres siglos
de labor caritativa y asistencial en favor de los más desprotegidos, siempre
bajo el cristiano lema de «Deus caritas est».
NOTAS:
[1] ÁVILA, (San) JUAN DE: Obras Completas II, BAC. Madrid 2001, págs. 668-670.
[2] Archivo de Protocolos Notariales
de Montilla. Siglo XVI. Leg. 71,
f . 375.
[3] Archivo General del
Obispado de Córdoba. Sig. 6275. Leg. 15. Visita General, 1580.
[4] LORENZO MUÑOZ, F de B.: Historia de la M.N .L.
Ciudad de Montilla. Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, MS-54, p. 179.
[5] Ibídem, p. 108.
[6] CASTRO PEÑA, I. de: “La Hermandad de la Caridad y la asistencia de
pobres y enfermos”. Nuestro Ambiente,
Año XXIII, nº 254 (2000), págs. 46-47.
[7] PINEDA, M. de: Sermon en la celebre solemnidad, que la
nobleza de la ciudad de Montilla ... consagra al glorioso Sancto Thomas de
Villanueua, Padre de pobres: en el Conuento ... de ... San Augustin de la mesma
ciudad. Córdoba, 1668. Biblioteca Provincial de Córdoba. Signatura: 35/56
(18).
[8] JIMÉNEZ BARRANCO, A. L.: La ermita de la Vera Cruz de Montilla
casa de la Venerable
y Santa Escuela de Cristo en Montilla. En Actas del IV Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías de la
Santa Vera Cruz. Zamora 2008, págs.
903-910.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.