Se cumplen setenta años del
retorno a las calles de Montilla del Señor de Zacatecas y Ntra. Sra. del
Socorro. Qué mejor ocasión que este septuagenario para recordar aquel gran acontecimiento,
desde la óptica histórica en que se desenvolvió tal hecho, condicionada a la particular
situación social que imperaba. Para ubicarlo mejor también hemos de volver la
mirada al periodo que abarca el antes, durante y después de aquella etapa en que
el Crucificado y su bendita Madre conocieron más de tres lustros de un inusitado
fervor religioso y tradicional en la mitad del siglo XX.
Antecedentes
Transcurría el primer tercio de
la centuria pasada cuando se reactiva en España la religiosidad popular,
especialmente en la esfera cofrade vinculada a la Semana Santa. En Montilla
tenemos su reflejo en la reorganización de las hermandades de Jesús Nazareno y del
Santo Entierro, así como la creación de la cofradía de Jesús de las Prisiones y
la formación de la primera banda de Soldados Romanos, vinculada a la hermandad
nazarena.
Por aquellos años la cofradía del
Cristo de Zacatecas (que había perdido su primitiva denominación de la
Vera Cruz al trasladarse de la desaparecida
ermita, reconvertida en cementerio), era fusionada con la mermada hermandad de
Ánimas Benditas, según nos indican los escasos documentos que han llegado hasta
nosotros.
La “Cofradía de las Benditas
Ánimas de Ntro. Padre Jesús de Zacatecas”, como era oficialmente denominada, celebraba
en cuaresma un Quinario solemne a su titular, en Semana Santa el Sermón de las
Siete Palabras y, con cierta irregularidad, el ejercicio del Vía Crucis la
tarde del Viernes Santo por la calles de la feligresía parroquial.
Así corrieron los tiempos hasta
llegar a “los felices años veinte” en que la Semana Mayor alcanzó cotas de fervor no vistas
desde siglos atrás. Con la llegada de la II República, como es
conocido, la religión católica atravesaría uno de los momentos más difíciles de
su historia en España, y las cofradías no fueron ajenas a aquella dura realidad
que, en muchas ocasiones, no les permitía cumplir con sus Reglas y procesionar
a sus titulares. A pesar de ello, la hermandad del Señor de Zacatecas continuaba
rindiendo culto –intramuros– al Crucificado indiano. La prensa provincial se
hace eco, en febrero de 1932, del concurrido Quinario al Señor de Zacatecas
“que su piadosa cofradía le consagra anualmente en estos días, habiendo sermón
todas las noches”[1].
Los años de postguerra
Con esta convocatoria al Quinario de 1943 los excombatientes explicaban a los montillanos que se hacían cargo de la organización de los cultos del Cristo de Zacatecas |
Aquella opresión
antirreligiosa vivida en España durante los años republicanos produce un efecto
pendular en la sociedad tras la Guerra Civil,
con el resurgimiento de un nuevo movimiento cofrade. Al término de la contienda,
los nuevos gobernantes del bando vencedor restituyen a la Iglesia Católica el tradicional
espacio que había ocupado, reanudándose, de este modo, públicamente la
celebración de las fiestas religiosas.
El mundo
cofrade experimentó un nuevo auge, esta vez influido por el nuevo escenario social cimentado en el recién instaurado
régimen político basado en el nacional-catolicismo. Dentro de este contexto se crea
la Delegación Nacional de Excombatientes, que instituida en agosto de 1939
tiene como objetivo agrupar y amparar a los excombatientes, excautivos y
mutilados de la guerra. Este organismo oficial estaba vertebrado por
delegaciones provinciales y hermandades locales.
Aquellas
hermandades, de marcado carácter corporativo, fundan cofradías de Semana Santa
o asumen el gobierno de las ya existentes, a las que les suman el apelativo de
“Hermandad de Excombatientes”.
Este fenómeno
se implantó y propagó por todo el territorio nacional. La primera en fundarse como
tal fue la hermandad del Stmo. Cristo de Victoria y Ntra. Sra. de la Paz, de Sevilla, en 1939. A ésta le siguieron
las análogas de Madrid, Zamora, Córdoba, Guadalajara, Huelva, Huesca, Ciudad
Real, Mérida, Cuenca, Salamanca, Cáceres… y así una larga nómina de ciudades y
pueblos.
En Montilla, un
grupo de jóvenes vecinos que habían participado en el bando defensor de la
enseña roja y gualda, organizaron una hermandad de excombatientes y mutilados,
en 1943. Según informaba la revista de Semana Santa del año siguiente a la
fundación, la iniciativa partió de Francisco Velasco Rodríguez, Agustín Cuello Salas
y Rafael Vilaplana Riobóo
Martes Santo de 1945, el Cristo de Zacatecas y Ntra. Sra. del Socorro estrenan nuevo trono, obra del tallista sevillano Antonio González |
La primera Junta Directiva estuvo presidida por el primero de ellos durante los primeros meses, aunque tuvo que renunciar al tener que marcharse de nuestra ciudad. Le sustituyó en el cargo Francisco Ruz Salas, ocupando la secretaría Francisco Solano Maraver Sotelo y la tesorería el ya citado Vilaplana Riobóo. Además, contaba con los vocales siguientes: el antedicho Cuello Salas, Francisco Carmona Luque, José Mª Berral Raigón, José Portero Luque, Trinidad Saavedra Requena, Antonio Ceballos Pineda, Miguel Córdoba Repiso, Manuel Luque Velasco, Manuel Velasco Herrador, Ángel Gaya Sisternes, Rafael Ortiz Ortiz, Santiago Navarro Sánchez, Juan Coleto Osuna, José Pedraza Ponferrada, Francisco Enríquez Ortega y Mariano Ruz Requena. La dirección espiritual estuvo a cargo del Rvdo. Rafael Madueño Canales (recientemente fallecido), y Francisca Curiel, esposa de Ángel Gaya, ejercía de Camarera de las imágenes titulares[2].
La primera de
las medidas que tomó la
Junta Directiva fue asumir la organización de los cultos mantenidos
por la cofradía, como especifica la convocatoria editada, que ilustra este
trabajo. Tomó como día de salida procesional el Martes Santo (el miércoles
había sido ocupado dos años antes por la hermandad del Cristo del Amor). La
primera salida procesional se verificó el mismo año de 1943, aunque, según
testimonios de la época aquel Martes Santo la lluvia se hizo presente, por lo
que optaron por salir la tarde del Viernes Santo junto al Santo Entierro[3].
En 1944 la
cofradía contaba con más de 400 hermanos, según informaba la revista de Semana
Santa de aquel año, que también avanzaba los proyectos que la Directiva tenía previsto
llevar a cabo, tales como “la construcción de un nuevo paso para su Titular, que, según nuestra noticias, ha de construir
una verdadera obra de arte”[4].
Aquel año ya
pudo salir el día establecido, a las 11 de la noche, y se estrenó el toque de
campanas fúnebre que había compuesto el popular campanero Francisco Gómez Vela
“Frasquito El Ciego”, al que tituló
“Semidoble del Señor de Zacatecas”. El cortejo procesional estuvo acompañado
por “el Excmo. Ayuntamiento, Jerarquías y representación de todas las cofradías
montillanas”[5].
El estandarte,
obra de terciopelo negro bordado en oro, estaba presidido por una pintura al
óleo de nuestro paisano Ildefonso Jiménez Delgado. El nuevo trono fue realizado
por Antonio González Martínez, tallista hispalense afincado en nuestra ciudad. Para
ejecutar todos estos proyectos el hermano mayor Francisco Ruz Salas solicitaba
al Ayuntamiento “un donativo con destino a sufragar los gastos de dicha
cofradía”, acordando la Corporación Municipal conceder una subvención de
500 pesetas[6].
En la revista
de Semana Santa de 1945 se anunciaba para el Martes Santo, “en un afán digno de
superación, estrenará la
Hermandad para su paso, un hermoso y magnífico trono tallado”[7].
En 1947, fue
restaurada la Virgen
del Socorro en Sevilla “por un experto imaginero”[8].
Asimismo, apreciamos, en la documentación y bibliografía consultada, que la Cofradía deja de utilizar
públicamente el apelativo de “hermandad de excombatientes”, apareciendo en
adelante sólo el nombre de los Sagrados Titulares. Este cambio probablemente
fuera un intento de abrir la misma a todos los montillanos que se sintieran devotos
del Señor Crucificado y la Virgen Dolorosa,
sin que fuera óbice filiación alguna.
En aquella
etapa, la Junta
Directiva no llegó a establecer hábito o túnica alguna,
asistiendo los hermanos y costaleros con traje oscuro y corbata negra. El
itinerario seguido por la Cofradía cambió en varias ocasiones, acompañaba al
paso cada Martes Santo la banda de Soldados Romanos de la hermandad de Jesús
Nazareno, y el cortejo procesional lo iniciaba la misma Cruz de Guía que en la
actualidad lo hace.
Hoja de la revista de Semana Santa montillana de 1946, dedicada a la Cofradía del Señor de Zacatecas |
Del esplendor a la ausencia
La ausencia
del Crucificado indiano y de la dolorosa del Socorro en los días de la Semana Santa
montillana queda patente en las continuas evocaciones que quedaron impresas en
la prensa local. Autores como Pilar Jiménez Duque, Francisco Morilla o José
María Portero Castellano, rubricaron en la década de los 50 y 60 sendos
artículos donde reivindican la vuelta a las calles de nuestra ciudad de las
advocaciones más antiguas de la esfera cofrade pasionista.
En 1964 se
producen en iglesia parroquial de Santiago una serie de reformas que cambiarán
el aspecto interior del templo, para adecuarlo a la nueva liturgia decretada
por el Concilio Vaticano II, pasando el Cristo de Zacatecas a presidir el altar
mayor.
El primer
Pregón de Semana Santa de Montilla, celebrado en el teatro Garnelo el Domingo
de Ramos de 1973, fue pronunciado por Julián Ramírez Pino, quien lamentaba la desaparición
del Crucificado de Zacatecas en la Semana Mayor, y argumentaba el ocaso de aquella
cofradía por su vínculo corporativista, lo cual condicionó negativamente su
futuro.
Ramírez Pino lo
expresaba así: “Pero el error, visto por supuesto a treinta años de distancia,
fue el hacerla de los excombatientes, pues las hermandades necesitan savia
nueva y constante. No se puede taponar la entrada de nuevos hermanos porque no
hubiesen estado en la guerra o por el hecho de haber pertenecido al otro bando.
[…] La Hermandad
del Cristo de Zacatecas debe resucitar de nuevo, pues la tradición del Cristo y
la parroquia que lo alberga, merecen este esfuerzo de los montillanos.”
Cortejo fúnebre en el entierro del Arcipreste Fernández Casado (1953), donde se aprecia el estandarte de la Cofradía del Cristo de Zacatecas, pintado por Ildefonso Jiménez Delgado. |
En los lustros
siguientes hubo varios conatos para recuperar la cofradía, e incluso de
integrar la imagen del Crucificado en el cortejo procesional del Jueves Santo,
que no llegaron a prosperar.
A pesar de los
continuos recuerdos y nostálgicos llamamientos para rescatar dicha devoción y
cofradía del olvido, habrá que esperar hasta el siglo XXI para ver
restablecidos los cultos y procesión del Cristo de Zacatecas y Ntra. Sra. del
Socorro. En esta ocasión se recobrará igualmente la primitiva denominación de
la Santa Vera Cruz, a cuya hermandad debemos los primeros pasos de la Semana
Santa.
NOTAS
[1] AMADOR. En: El Defensor de Córdoba. Año XXXIV, nº
10881. Publicado el 17/02/1932.
[2] Revista Semana Santa de Montilla 1946. s/p.
[3] JIMÉNEZ BARRANCO, A.L.: El Santo Cristo de Zacatecas. Tradición,
historia y devoción de dos pueblos. En: Nuestro Ambiente. Año XXIII, nº
254, pp. 41-43. Marzo, 2000.
[4] Revista Semana Santa de Montilla 1944. s/p.
[5] Circular emitida por la
Cofradía a los hermanos en la cuaresma de 1944.
[6] Archivo Histórico
Municipal. Actas de Comisión Permanente,
p. 65. Sesión de 23/03/1944.
[7] Revista Semana Santa de Montilla 1945. s/p.
[8] Revista Semana Santa de Montilla 1947. s/p.
[9] Munda. Año III. Nº 45, p. 2. Publicado el 16/03/1957.
[10] RAMÍREZ PINO, J.: Pregón
de la Semana Santa
montillana, págs. 7 - 8. Montilla, 1973.
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