Las primeras ediciones generales de las Obras del Maestro Juan de Ávila
Retrato del Maestro Ávila, grabado por Juan Bernabé Palomino (s. XVIII) |
Tras la publicación de la
biografía del Maestro Ávila, Juan Díaz continúa con su incesante labor
editorial entre la villa y corte y
las urbes universitarias cercanas a ella. En estos enclaves intelectuales
cuenta con el apoyo de los jesuitas, además de ser el ámbito más adecuado para
la lectura y difusión de las obras avilistas, propagándose así su conocimiento
y estudio con mayor facultad y erudición.
En los últimos días de 1593 el
anciano Juan de Villarás redacta y rubrica su última carta de poder destinada a
Juan Díaz, que residente en Madrid le permitirá en adelante publicar todas las
obras que dejara escritas el Venerable Maestro Ávila y que Villarás había
heredado.
La misiva es verificada ante
escribano público ya en el preludio del nuevo año y, en ella, el fiel discípulo
y morador de la casa del Maestro Ávila cede todos sus derechos editoriales al
clérigo Díaz. Dado su interés, por la cantidad de datos que ofrece la reproducimos
íntegra:
“Sepan quantos esta carta de
Poder vieren como yo Jhoan de Villarás clérigo presvítero vecino que soy en
esta villa de Montilla otorgo y conozco por el tenor de la presente carta como
heredero universal que soy del Maestro Jhoan de Ávila Predicador en el
Andalucía que es en gloria que doy e
otorgo todo mi poder cumplido bastante quanto del derecho se requiere a Jhoan
Díaz clérigo presvítero estante en la villa de Madrid que esta ausente para que para el mismo y en
su mismo fecho y causa propia pueda imprimir quales quier libros y tratados de
los scriptos que dexó el dicho Maestro Jhoan de Avila de cosas del Santísimo
Sacramento y de ntra. Señora y de las bien aventuranzas y de los evangelios y
avisos para confesores predicadores y obispos y en raçón dello pueda pedir al
Rey ntro. Señor y los Señores de su Real Consejo quales quier previlejio y
previlejios y en raçón de la dicha impresión pueda hacer quales quier
conciertos con quales quier libreros en la cantidad de la manera que le pareciere y para que
pueda vender los libros que ansi se imprimieren por los precios y según que
fueren tasados y recivir los maravedis porque los vendiere y hacer y disponer
de todo ello como de cosa propia suya que para todo ello y en raçón dello hacer
todas las demás diligencias que convengan y fueren necesarias para que tenga
cumplido efecto lo susodicho le doy poder bastante y le cedo todos mis derechos
y acciones y lo establezco procurador en su mismo hecho y causa propia y según
y de la misma manera que yo lo pudiera hacer sin limitación alguna y para
firmeça dello obligo mis bienes avidos y por aver y doy poder a las justicias
para su execución y cumplimiento como por sentencia pasada en cosa juzgada y
renuncio las leyes de mi defensa y la general del derecho y en testimonio dello
lo otorgue ante el escribano y testigos y uso scriptos en cuyo registro lo
firmo de mi nombre que es fecha y otorgada en la dicha villa de Montilla en
veinte y nuebe días del mes de diciembre de mil y quinientos y noventa y tres
años siendo testigos presentes a lo que dicho es Baltasar de los Reyes criado
del dicho Juan de Villarás y Pedro Martínez de Rivera y Juan Pérez del Campo
hijo de mi el escribano vecinos desta villa e yo el escribano ynfraescripto doy
fe que conozco al dicho otorgante. Terminado dezia y en cuanto al nacimiento de
Ntro. Savaldor y redentor Jesuxpto de mill y quinientos y noventa y quatro
años. Juan de Villarás [rúbrica] Jerónimo Pérez escribano público y del Cabildo
[rúbrica].”[1]
Tras llegar la epístola a manos
de Juan Díaz, éste comienza a componer los textos avilistas y a unirlos bajo el
título general de Obras del Padre Maestro
Juan de Ávila que, debido a su extensión, divide en tres partes.
Por estas fechas, el impresor madrileño
Luis Sánchez ultima una reimpresión del Audi,
filia. Una vez concluida, comienza a estampar los primeros pliegos de la
primera y segunda parte de las esperadas Obras,
que ven la luz en 1595 en un solo volumen. Entre tanto, su vecino y análogo
Pedro Madrigal compone su máquina impresora para plasmar la tercera parte de la
producción espiritual del Maestro Ávila, que aparece en un solo tomo un año
después en la villa y corte de Felipe
II.
Portada de la obra "Dos Pláticas hechas a sacerdotes", impresa en 1601 |
Al mismo tiempo que las Obras generales del Padre Ávila se
editan conjuntamente en Madrid, también se siguen imprimiendo sus escritos
menores de forma independiente en otras ciudades de la vieja Europa. En la
afamada imprenta Plantiniana de Amberes se estampa Reglas de bien vivir en versión castellana y francesa.
En aquel fecundo año (1595) de
divulgación de los tratados avilistas, ve la luz por vez primera Dos pláticas hechas a sacerdotes,
folleto impreso en Córdoba en el taller de Andrés Barrera. Un lustro después,
este opúsculo se reimprime en Roma por Esteban Paulino en castellano e
italiano. Al año siguiente es el tipógrafo Luys de Paz quien lo prensa en su taller de Santiago de
Compostela. Al mismo tiempo, en Florencia se vuelve a editar el Epistolario espiritual en italiano,
siendo estampado por Cosimo Giunti en 1602.
En este periodo Juan Díaz se
encontraba en Andalucía, acaso pudiera haberse trasladado hasta Montilla para
asistir a los funerales de Juan de Villarás, que fallece el 6 de marzo de 1602[2]. En
los sucesivos meses reside en Sevilla, donde prepara la segunda edición general
de las Obras, que son impresas en los
talleres tipográficos de Bartolomé Gómez y Francisco Pérez en 1603 y 1604
respectivamente. Tras esta edición hispalense, los escritos del Apóstol de Andalucía serán publicados
reiteradamente en varios idiomas por toda Europa hasta nuestros días, añadiendo
nuevas epístolas y tratados menores que el Maestro Ávila había dirigido a sus
discípulos.
NOTAS
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