martes, 28 de marzo de 2023

HACE VEINTE AÑOS. Notas para la memoria de la reorganización de la cofradía de la Vera Cruz*

Espacio que pasó a ocupar el Cristo de Zacatecas
tras las reformas del Concilio Vaticano II hasta
que retornó a su capilla tras la reorganización de
la hermandad. 

Se cumple el vigésimo aniversario de la reorganización de la hermandad de la Vera Cruz, motivo que me ha impulsado a escribir estas notas sobre nuestra historia más reciente.

Para la presentación de este ilusionante proyecto fue elegido el día 28 de febrero de 2003, cuando se presentó el proyecto de restablecer la antigua corporación que rendía culto al Santo Cristo de Zacatecas y Ntra. Sra. del Socorro ante la ciudadanía montillana. El acto, previo a los cultos cuaresmales, tuvo lugar en la parroquia de Santiago, fue conducido por Carmina Leiva Repiso y contó con la intervención del entonces párroco, Manuel Vida Ruiz, del catedrático de la Universidad de Córdoba, Antonio García-Abásolo, y de la banda de cornetas y tambores de Jesús Preso.

Éste sólo era el punto de partida oficial. En realidad, el origen de reanudar los cultos al Crucificado había surgido dos años antes, cuando la imagen viajó hasta Córdoba para participar en una exposición organizada por la cofradía del Cristo de Gracia “El Esparraguero” y patrocinada por CajaSur, que llevó por título Imaginería indígena mexicana. Una catequesis en caña de maíz, que tuvo lugar en la desacralizada iglesia de la Magdalena.

Por tal motivo, el Señor de Zacatecas fue descolgado de las cadenas que lo mantenían inaccesible en el presbiterio parroquial, desde 1965. Fue una verdadera oportunidad para las generaciones más jóvenes el poder contemplar a corta distancia tan preciada efigie de Cristo clavado en la Cruz.

Dada la repercusión mediática provocada por aquella partida temporal a Córdoba, varios feligreses propusimos al párroco Juan Navas Sánchez (+) la iniciativa de reanudar los cultos cuaresmales del singular Crucificado en las fechas que antaño se celebraban. Así sucedió, y la acogida fue extraordinaria. Por ello, propusimos al párroco la creación de un grupo parroquial de devotos del Santo Cristo cuyos fines serían promover anualmente los cultos en su honor y cooperar con la parroquia a largo del año litúrgico. La iniciativa prosperó y se constituyó la asociación parroquial bajo el título de la «Santa Vera Cruz».

Aquel mismo año, la asociación organizó varias actividades cultuales y culturales con motivo del 425 aniversario de la llegada del Cristo de Zacatecas a Montilla. Pronto, el nuevo grupo humano quedó plenamente integrado en la vida parroquial de Santiago y en apenas unos meses alcanzó el centenar de simpatizantes. Por ello, ante la buena acogida que aquel proyecto experimentaba, tras la Semana Santa de 2002 se propuso al entonces párroco, Manuel Vida Ruiz, emprender los trámites oportunos para recuperar la antigua hermandad, así como sus fines y denominación, pues el Cristo de Zacatecas y Ntra. Sra. del Socorro habían sido un referente de la piedad popular montillana desde el siglo XVI hasta mediados del XX.

Altar de cultos improvisado para el Quinario Solemne de 2001, organizado tras el regreso del Cristo de Zacatecas de su participación en la muestra cordobesa de "Imaginería indígena mexicana. Una catequesis en caña de maíz".

Obtenida la conformidad del Vicario General, Carlos Linares Delgado (+), y el apoyo moral de los respetados sacerdotes Antonio León Ortiz y Cristóbal Gómez Garrido, se proyectó el acto de presentación de la Hermandad para los días previos al Miércoles de Ceniza de 2003, como hemos referido al comienzo. A la par se iniciaron las diligencias para la reorganización canónica de la cofradía, cuyos trámites llegaron a buen fin en marzo de 2005, con la confirmación episcopal y la aprobación de los Estatutos, gracias a las gestiones y desvelos de nuestro consiliario, Miguel Varona Villar.

Fueron unos años de intensa actividad, años de tropezar, levantarse y reemprender el camino. Años de vértigo en los que se afrontaron las necesarias tareas que requería aquella oportunidad histórica: devolver a Montilla la imagen de Cristo Crucificado decana de su Semana Mayor y la esencia de su cofradía pasionista más antigua, la Vera Cruz, germen de los ritos penitenciales que originaron la religiosidad popular y el sentimiento cofrade en los amplios territorios de la Monarquía Hispánica.

Los objetivos propuestos de este período constituyente tuvieron una doble vertiente. De una parte, había que acometer la recuperación del escaso y maltrecho patrimonio que había resistido al medio siglo de ignorancia y olvido; a su vez, era determinante fundamentar con sentido histórico y forma estética el proceso de reorganización de la antigua corporación, además de rescatar los elementos y matices básicos de su propia identidad, para que todo ello quedara plasmado en la regularización administrativa y legal de la cofradía, desde la perspectiva del siglo XXI.

Un momento de una de las visitas a Granada para conocer
el proceso de restauración del Cristo de Zacatecas
La restauración de la hechura del Crucificado indiano fue el primer objetivo a cometer. No era tarea fácil, dada la singularidad y características artísticas de las que se compone. Se apostó por una intervención científica en la facultad de Bellas Artes de la universidad de Granada, emprendida por los especialistas Carmen Bermúdez y Pablo F. Amador, en los meses centrales de 2004.

A la par fueron restauradas por el orfebre local José Pedraza Luque la corona y potencias de plata. Por consejo de los restauradores, hubo que realizar una nueva cruz para el Cristo, que fue donada por Rafael Arroyo Pérez. Igualmente, se elaboraron unos clavos metálicos nuevos, fruto de la destreza y generosidad de José Manuel Aguilar. Poco después llegó la cartela del «INRI», que es obra y obsequio del artista Antonio Bernal.

También, ese mismo año se acometió la realización del nuevo estandarte (hoy bandera), cuya pintura fue donada por la artista montillana María José Ruiz. Por su parte, la confección en terciopelo verde y bordado en oro fino fue encomendada al cordobés Antonio Villar.

El año 2005 ocupó toda nuestra atención la Virgen del Socorro. El artista elegido para el estudio y restauración de la antigua imagen fue Antonio Bernal Redondo, que determinó la inviabilidad de recuperar la maltrecha efigie mariana de candelero, que se encontraba en un estado deplorable, ocasionado por una desafortunada intervención en 1947. Ante tal situación, se decidió encargar un nuevo icono de la Madre Dios dolorosa al citado imaginero, el cual alojaría en su seno la cabeza y manos de la antigua, previa autorización de la autoridad diocesana.

Finalmente, la nueva efigie de Ntra. Sra. del Socorro fue bendecida el día 11 de diciembre, Domingo de Gaudete, de aquel año, por el canónigo arcediano de la S.I.C. de Córdoba, Fernando Cruz-Conde, en la que actuaron de padrinos los Condes de Prado Castellano, Miguel Ángel de Cárdenas y María del Carmen Jiménez-Alfaro, siendo ella nombrada asimismo Camarera de Honor de la dolorosa.

Antonio Bernal ante el busto en terracota de la Virgen del Socorro

Del resto de bienes y enseres de la antigua cofradía tan sólo se pudo recuperar parte del ajuar de la anterior imagen de la Virgen de Socorro (que hoy luce la actual cotitular), además de la Cruz de Guía, que en los años 60 del siglo XX había sido depositada en la casa de San Juan de Ávila. Esta original pieza será restaurada por Rafael Portero de la Torre en 2012.

La otra gran inversión material a la que se hizo frente fue la construcción de un nuevo trono para nuestros Sagrados Titulares. De líneas tardorrenacentistas, su diseño está inspirado en el retablo de la capilla sacramental de la parroquia de Santiago. Está realizado en madera de ukola que fue donada por Miguel Castro Cruz (+). Por su parte, la campana de llamar a los costaleros fue aportada por Rafael Salido Sánchez.

Paralelo a esta intensa actividad, hubo que acometer el complejo proceso de recomponer la idiosincrasia de la cofradía en sus cultos internos y externos. Se inició una campaña de búsqueda de documentación escrita y gráfica, así como de recogida de testimonios orales tanto de montillanos que habían pertenecido a la extinta hermandad como de sus familiares y descendientes. Era necesario reunir la mayor información posible de aquellos longevos testigos que participaron del pasado más cercano de esta centenaria devoción.

De igual modo, fue indispensable la presentación de un informe histórico a las autoridades diocesanas para documentar la existencia de la primitiva cofradía y su permanencia a través de los siglos sin que hubiera una interrupción temporal superior a cien años. La compilación de datos procedentes de documentos, bibliografía y testimonios fue fundamental para recabar numerosos detalles desconocidos, que nos permitieron conocer las distintas formas de venerar a nuestros Sagrados Titulares en los siglos pasados.

Una de las primeras instantáneas tomadas a la nueva imagen
de Ntra. Sra. del Socorro, aún en el taller de Antonio Bernal

Todo ello nos ayudó a recomponer los diferentes cultos internos y externos, sus fechas y particularidades. Especial atención se prestó a la estación de penitencia, dado que es el acto religioso de mayor trascendencia y proyección de una cofradía. Se optó por recuperar todos aquellos matices característicos de las hermandades de la Vera Cruz, entre ellos, los colores distintivos tales como el verde oscuro, en alusión al “leño verde” (Lucas 23, 27-31), y negro como señal de luto por la muerte de Cristo. 

Asimismo, se propuso un modelo de cortejo procesional donde predominara la austeridad, el recogimiento y la disciplina, acorde al «paso evangélico» que la cofradía representa y manifiesta públicamente por la calles de Montilla: Dios Hombre Salvador, exánime en la Cruz después haber pronunciado sus últimas Siete Palabras, sólo acompañado de su Madre –Stabat Mater dolorosa Iuxta crucem lacrimosa– quien nunca le abandona y en su agonía le socorre al pie del madero, un instrumento de suplicio y muerte que va a convertirse en el árbol de la vida y en símbolo universal del amor fraterno.

Es por ello que la estación de penitencia fue concebida en su más estricto significado, donde los hermanos penitentes tuvieran la oportunidad y el privilegio del anonimato que ofrece el cubrerrostro para acompañar a sus Titulares meditando interiormente la pasión y muerte de Cristo, bien alumbrando –y anunciando– el camino de la vía dolorosa montillana o portando sobre sus hombros el simpar simulacro del Calvario, cada Martes Santo.

Para revestir de mayor solemnidad y magnificencia el cortejo procesional se propuso la  incorporación de una escolta militar al trono de los Sagrados Titulares, en consideración a los históricos honores regios que desde tiempo inmemorial han ostentado el Santísimo Sacramento y las sagradas imágenes de Dios y la Virgen en el reino de España.

Desde la primera salida procesional de esta nueva etapa los miembros
del laureado Regimiento "Córdoba" 10 han venido escoltando a los
Sagrados Titulares de la Vera Cruz cada Martes Santo

Asimismo, se recuperó el toque de campanas propio que posee nuestro titular. Una composición sonora ideada en 1943 por el campanero y muñidor Francisco Gómez Vela «Frasquito el ciego», quien la denominó “Semidoble de Zacatecas” y estrenó en la salida procesional de aquel año. Igualmente, recuperamos otro de los sonidos clásicos de la vida cotidiana en las calles y plazas de la cuidad, me refiero a las olvidadas campanas de muñir, que otrora anunciaba y congregaba al vecindario, ahora serían empleadas para ordenar el cortejo y advertir al vecindario el transitar de la estación penitencial.

Y así, envuelta de sobriedad, nostalgia y simbolismo, la Vera Cruz volvió a cruzar el pórtico del viejo templo jacobeo montillano para hacer estación de penitencia y manifestación pública de fe el día 11 de abril, Martes Santo, de 2006. Fruto de la gran acogida que los montillanos mostraron en aquellos primeros años hacia la estación penitencial, atraídos por el carácter ordenado y tradicional que se había manifestado en las calles de la ciudad, la cofradía reconoció a uno de los artífices de aquella simbiosis, como fue –y es– el Regimiento “Córdoba” nº 10, quien fue nombrado Hermano Mayor Honorario en cabildo general extraordinario de 11 de enero de 2008, y que desde entonces no falta a su cita anual con Montilla.

Con el paso de los años, la hermandad ha ido creciendo en su número de hermanos y devotos. Cada día que pasa nuestros Sagrados Titulares son más visitados y venerados, conocidos y reconocidos, no sólo en ámbito religioso sino también en el plano histórico y artístico.

Después de dos décadas, este hermoso proyecto de devolver a Montilla su cofradía penitencial más antigua aún no parece estar consolidado. Queda mucho trabajo por hacer, además de mantener el compromiso de seguir remando todos a favor del afianzamiento de la hermandad, de respetar su personalidad e identidad que son los cimientos y pilares maestros de este edificio espiritual que –entre muchos– hemos logrado reconstruir, para que quienes contemplan al Santo Cristo de Zacatecas y a Ntra. Sra. del Socorro dentro o fuera del templo parroquial vea en sus rostros a Dios y a su bendita Madre, y reconozcan en ellos el misterio de la Cruz. 

¿Lo conseguiremos o habrá que sucumbir ante la presión de intereses exógenos y demás caprichos personalistas en detrimento del común general que en estos veinte años nos hemos dado y aprobado según el ordenamiento canónico?


Nota: Por temor a olvidar el nombre de alguna de las muchas personas que han dedicado su tiempo, esfuerzo y recursos para hacer realidad el proceso de reorganización de esta cofradía, sólo me he limitado a citar a los consiliarios, artistas y donantes principales.


*Artículo publicado en la revista Vera+Crux de Montilla. Año XX, nº 21; págs. 33-37. Marzo, 2023.


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