A los 94 años el corazón de Carmela
Polonio Requena ha dejado de latir. Un corazón cristiano y cofrade como lo demostró a
lo largo de su vida. Cuando me llegó la noticia, recordé aquella Cuaresma que
tuve la suerte de poder compartir con ella algunos momentos tan emotivos como
el reconocimiento que le hizo la Agrupación de Cofradías en su designación como
Cofrade Ejemplar aquel año -también jubilar- de 2013. Para la ocasión,
improvisé unas letras que luego fueron la base de un sencillo artículo que
apareció en las páginas de la revista Vera+Crux, letras que hoy recupero en
memoria de una mujer que sin lugar a dudas, ha dejado una huella indeleble en
la sociedad montillana. Descanse en paz.
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El pasado año, la Agrupación de Cofradías
hacía entrega del premio Cofrade Ejemplar en su tercera edición bienal. Así,
desde la creación de este galardón, que pretende reconocer una vida dedicada
–en cuerpo y alma– a lo que en el argot cofrade acostumbramos a llamar la Semana
Santa, habían sido reconocidas la dedicación de dos grandes cofrades
montillanos: Manuel Jiménez Velasco y Antonio Herrador Navarro.
En la edición pasada, la Agrupación de
Cofradías, a propuesta de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, decidió conceder
este reconocimiento a Doña Carmela Polonio Requena, mujer montillana que desde
siempre ha mostrado ser una cristiana comprometida, fiel defensora de la
Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Hecho que, junto a su difunto esposo
José María Navarro Requena, le ha propiciado una vida muy ligada a las
costumbres y tradiciones religiosas de nuestra ciudad.
Si hacemos un breve itinerario de su vida
cofrade, vemos a Carmela ya desde niña ligada familiarmente nuestra Semana
Santa. Fuertes son los lazos sentimentales que la unen a la hermandad de Jesús
Preso y María Stma. de la Esperanza, lo que le ha llevado a colaborar con dicha
cofradía en cuantas ocasiones han precisado, ya que su madre fue camarera de
Santa María Magdalena, y en memoria de las personas que le dieron la vida ella
continua siendo hermana de dicha cofradía. ¡Qué recuerdos vendrán a la memoria
de Carmela cuando el Jueves Santo ve acercarse el verde palio de la Esperanza!
Imborrable es también su relación con la
hermandad del Santo Entierro y Ntra. Sra. de la Soledad. Desde que heredó de su
suegra, Doña Dolores Requena, la secular encomienda de ser la camarera de
Cristo en el Sepulcro, Carmela tiene parte de su corazón en la iglesia de San
Agustín, donde, incontables habrán sido las veces que haya subido la calle
Ancha para visitar y aderezar el sagrado túmulo de Dios. Como también, para
organizar los cultos y procesión de la noche del Viernes Santo al
lado de su marido, que fuera uno de los hermanos mayores que más lustre diera a
dicha cofradía en el siglo XX. Aunque, los años pasan y la edad avanza, por
ello Carmela ha dejado paso a las generaciones venideras y ha legado la
camarería una de sus nietas mayores.
También hemos de recordar la destacable
colaboración del matrimonio Navarro Requena con el colegio Salesiano. Fueron
los padrinos de la imagen de Santo Domingo Savio, he incluso han sido
partícipes en los actos y cultos de la hermandad del Santísimo Cristo del Amor,
llegando ella misma a tomar la palabra en las predicaciones para seglares.
Otro de sus lugares más queridos es el
barrio de las Casas Nuevas. Al trasladar la bodega a la nueva barriada, la
familia estuvo muy vinculada a la parroquia de la Asunción formando
parte del grupo montillanos que fundaron la hermandad de la Virgen de las Viñas
y unos años después también de la Santa Cena. En aquel emergente barrio, la
solidaridad y generosidad de José María y Carmela cruzó el umbral de lo teórico
a lo práctico, con la donación de varias hectáreas de terreno para la
construcción de las viviendas de los nuevos vecinos del que será llamado barrio
del “Gran Capitán”.
En la actualidad también es hermana de la
Cofradía de Vera Cruz, y profesa gran estima a las hermandades del Sagrado
Descendimiento y del Santísimo Cristo de la Juventud, a las que pertenecen
activamente un buen número de miembros de su familia.
Pero la fe y devoción de Carmela no se
limitan sólo a las hermandades, pues siempre ha colaborado con todos y cada uno
de los grupos de formación cristiana que así se lo han solicitado. Ha sido
catequista de niños, de adultos, de comuniones, de confirmaciones… siendo
precursora en Montilla de los cursillos prematrimoniales. Recuerda con orgullo,
que para cumplir tal fin reunió al equipo necesario de sacerdotes, abogados,
médicos y otros profesionales que llevaran a cabo aquel ambicioso proyecto.
Asimismo, ha sido presidenta de Acción
Católica y delegada de Manos Unidas en Montilla. En la actualidad pertenece a
la Asociación de Viudas Cristianas “Virgen de la Aurora”, al Apostolado de la
Oración y a la Adoración nocturna de Montilla.
En 1993 tuvo el privilegio de ser la
primera mujer en pregonar la Semana Santa montillana, y dos décadas más tarde,
ha sido igualmente la primera mujer que recibe el premio Cofrade Ejemplar.
El acto tuvo lugar en el salón de San Juan
de Dios el 20 de dicho año, coincidiendo con la inauguración de la Exposición
Nacional de Carteles de Semana Santa y la presentación de la edición del libro
que acopia el pregón de la Semana Santa pronunciado por José Ferreira
Gutiérrez, en 2012.
Antes de hacerle entrega de dicho galardón
a Carmela Polonio por el Sr. Alcalde, Federico Cabello de Alba, tomó la palabra
quien fuera su presentador en 1993, nuestro querido amigo Jaime Luque que, como
dedicó otrora, le brindó unas sentidas líneas fundidas en la prosa y el verso
de su singular voz.
El acto, cargado de emoción y nostalgia, fue coronado
por las palabras de agradecimiento y aliento que dirigió la Cofrade Ejemplar a
los componentes de las distintas cofradías y hermandades que colmaban el
antiguo templo de la orden de San Juan de Dios.
* Artículo publicado en la revista Vera+Crux de Montilla. Año X, nº 11.
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