La amistad de Juan de Ávila y Fray Luis de Granada.
Juan de Ávila nace hacia 1499, en
una solariega casa de Almodóvar del Campo de Calatrava. Hijo de Alonso de Ávila
y Catalina de Gijón, cursa durante varios años
Leyes en Salamanca, aunque antes de concluir su formación universitaria
se retira a su tierra natal, y tras un período de reflexión vuelve a marchar a
Alcalá de Henares para estudiar Artes y Teología. Ordenado sacerdote en 1526, decide
dedicar su labor misionera el Virreinato de Nueva España. Con tal propósito se
traslada a Sevilla, donde el arzobispo Alonso Manrique cambia su aspiración
inicial, animándolo desempeñar su obra evangelizadora en Andalucía.
Retrato del Maestro Juan de Ávila, publicado en 1635 |
Durante los nueve años siguientes,
predica por varias poblaciones de la archidiócesis hispalense. Entre 1531 y
1533 es objeto de un proceso inquisitorial del que sale absuelto.
Posteriormente, marcha a Córdoba donde conoce a Fray Luis de Granada, que se
encuentra en la ciudad califal reconstruyendo el clausurado monasterio dominico
de Scala Coeli, del que había sido nombrado prior.
Ambos predicadores coinciden en la
ciudad de Acisclo y Victoria emplazados por la noble casa de Priego y Feria “grandes
estimadores de hombres santos”. Durante el siguiente decenio se fraguará una
estrecha amistad entre ellos, como deja escrito Fray Luis “por haber tratado
muy familiarmente con este padre donde nos acaeció usar algún tiempo de una
misma casa, y mesa”.[1]
Juan de Ávila y Fray Luis se
encuentran asiduamente en las villas donde residen los marqueses: Palma del
Río, Priego de Córdoba, Zafra, y Montilla, lugar en el que estos nobles ubican
su definitiva residencia y capital de su señorío.
En 1545 Fray Luis abandona
Córdoba y se traslada a Badajoz para dirigir la fundación de su convento
dominico. Cinco años más tarde marcha a Évora, invitado por el arzobispo de esa
ciudad lusitana. En 1557 es elegido Provincial de la Orden de Santo Domingo en
Portugal.
Tras varios años de constantes
viajes por la geografía andaluza, el maestro Ávila acepta la propuesta de
Catalina Fernández de Córdoba, II Marquesa de Priego, de fijar su morada de
Montilla. Asentado en la villa en la que pasaría el resto de sus días, el Apóstol de Andalucía decide retomar su
labor espiritual y literaria, acompañado en todo momento de dos clérigos
discípulos: su amanuense Juan de Villarás y su sobrino Juan Díaz.
Durante su activo retiro, mantiene
un extenso epistolario con sus discípulos y amigos, de los que no pocos
adquieren relevancia intelectual en la época, llegando a alcanzar en algunos
casos la santidad. Entre otros, podemos citar a Ignacio de Loyola, Teresa de
Jesús, Juan de Rivera, Pedro Guerrero, Pedro de Alcántara o Fray Luis de
Granada. Asimismo, son muchos los místicos y ascetas que visitan su recoleta
casa montillana, buscando confesión o consejo, tales como Juan de Dios o
Francisco de Borja.
Una de las grandes devotas de la encendida
predicatoria y piadosa dirección espiritual del padre Ávila es Ana Ponce de
León, hija del Duque de Arcos, desposada con Pedro Fernández de Córdoba, Conde
de Feria e hijo de la
Marquesa de Priego, que enviuda con sólo veinticuatro años.
Tras la muerte de su esposo y de uno de sus hijos, manifiesta al padre Ávila,
su confesor, su deseo de consagrar el resto de su vida a la oración en el
seráfico convento de San Clara de Montilla, cenobio donde pasará el resto de
sus días dedicada a la contemplación. Sin duda, este hecho determinaría que
Juan de Ávila acabase fijando su residencia en este feudo de la diócesis cordobesa.
En este período, la producción
literaria del Maestro de Santos se
acrecienta de forma considerable, corrige su tratado del Audi, filia, que había sido impreso sin su autorización en 1556 y
ya estaba inserto en el catálogo de libros prohibidos por la Inquisición. Reformado
el texto original del tratado espiritual –que había visto la luz de manera
inoportuna–, el Conde de Palma lo intenta llevar a la imprenta bajo su
mecenazgo, aunque sin resultado favorable. Por si fuera poco, su debilitada salud
le impide conocer la edición impresa y corregida de su preciado tratado, pues
Juan de Ávila fallece el 10 de mayo de 1569 en su casa de Montilla, asistido
por su inseparable Juan de Villarás y acompañado por la marquesa de Priego y
por el rector del colegio jesuita de la villa.
Se imprimen los primeros escritos del Maestro Ávila. Audi, filia, Epistolario y Tratado del
Amor de Dios.
Tras la muerte del padre Ávila,
sus discípulos continúan con las diligencias para publicar el Audi, filia. El padre Juan de Villarás “que perseveró diez y seis
años en su compañía, hasta la muerte” queda como heredero universal de los
escasos bienes de su maestro, entre ellos, su archivo y biblioteca[2]. Su
deudo, Juan Díaz es el gran promotor de la empresa, patrocinada por D. Alonso
de Aguilar, Marqués de Priego, a quien está dedicada la obra por sendos
presbíteros[3].
Portada del Epistolario Espiritual, impreso en Madrid, 1578. |
El místico tratado, nuevamente
revisado y aprobado por el Santo Oficio, ve la luz pública en 1574. El padre
Villarás comparece en las escribanías públicas montillanas el 23 de septiembre
de 1575 con el propósito de otorgar poder a Juan Díaz, residente en Toledo,
“para que se imprimiesen tres mil libros de los
malos lenguajes del mundo, carne y demonio, y de los remedios contra ellos”[4] que
acabarán por salir de las prensas toledanas de Juan de Ayala y de las
matritenses de Pierres Cosin. Un año más tarde aparece una nueva edición en
Salamanca, tirada por el impresor Matías Gast, que retoma el título original de
Audi, filia, et vide, &c. Juan
Díaz se traslada a Alcalá de Henares en 1577, donde contrata con Antón Sánchez
de Leyva una reimpresión del texto dirigido a Doña Sancha Carrillo. En los dos
años sucesivos se publica por vez primera otra obra del Padre Ávila, el Epistolario Espiritual, que está dividida
en dos partes y sale de la imprenta complutense de Sánchez de Leyva y de la
matritense de Pierres Cosin.
El 6 de mayo y el 22 de octubre de
1580 Villarás concurre nuevamente ante escribano público “como heredero
universal que soy del padre maestro Juan de Ávila difunto que este se halló que
residió en esta dicha villa de Montilla” para otorgar su licencia por oficio
notarial “al padre Juan Díaz estante en la ciudad de Salamanca” para que “pueda
hazer imprimir y dar a imprimir y imprima dos libros el uno intitulado audi
filia y otro que es un epistolario y que imprima el primero y segundo volumen
los cuales dichos libros compuso el dicho padre maestro Juan de Ávila y se han
impremido en la impresión de la villa de Madrid corte de su Mg. y en la ciudad
de Toledo por provisión de su Mg. Real y de los señores del Real consejo con
facultad y prominencia que otra cualquiera persona no lo pueda imprimir”[5].
En 1581 la Compañía de Jesús
patrocina una nueva edición del tratado avilista, que retoma el prolongado título
de Libro espiritual que trata de los
malos lenguages del mundo, carne y demonio, y de los remedios contra ellos... siendo
impresa en Alcalá de Henares, por Juan Iñiguez de Lequerica. Este mismo año, el
demandado texto espiritual cruza las fronteras españolas, y ve la luz en idioma
italiano por Francesco Ziletti en Venecia, que también se encarga de estampar
el Tratado del Amor de Dios, obra
ésta que vuelve un año después a las prensas del taller que dirige Policreto
Turlini en Brescia.
Hasta 1588 hay que esperar para
leer el Audi, filia, y el Epistolario en francés, que son impresos
en cuatro imprentas distintas de París. Un año más tarde, el primero de ellos, es
estampado en castellano por Alfonso López en Lisboa, y en 1590 el segundo corre
impreso en italiano fruto de las prensas florentinas de Filippo Giunti, que lo
vuelve a reimprimir un trienio después, a la par que Luigi Zannetti lo hace en
Roma.
Autógrafo del presbítero Villarás |
En la segunda parte de este
trabajo, hablaremos de la primera biografía del Maestro Ávila, escrita por Fray
Luis de Granada y nos adentraremos en las vicisitudes y pormenores históricos que
tuvieron que sortear los editores (Díaz y Villarás) para llevar adelante su
publicación. Asimismo, también nos ocuparemos de las primeras ediciones de las Obras generales del Maestro Ávila, que
reunidas en varios tomos fueron publicadas simultáneamente en varios idiomas
por toda Europa.
[1] Ávila, Juan de: Obras del Padre Maestro Ivan de Ávila, predicador
en el Andaluzia. Aora de nuevo añadida la vida del Autor, y las partes que ha
de tener un predicador del Evangelio, por el padre fray Luys de Granada… Madrid,
1588. Al christiano lector, fols. 1 – 3 v.
[2] Juan de Villarás declara que “fue heredero universal
que había sido del Sr. Maestro Juan de Ávila que residió y murió en Montilla,
cuya herencia tenía aceptada y nuevamente aceptaba con beneficio de
inventario”. Asimismo, el 05/11/1577 declara, ante el escribano público Juan
Martínez de Córdoba, ser natural de la villa de Zafra, y hace donación irrevocable
al Colegio de la Compañía
de Jesús de Montilla de la biblioteca heredada del padre Ávila. Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque
(FBMRL) Ms.12. n. 94. (El protocolo original no lo hemos hallado. La
noticia está tomada por el historiador Lucas Jurado y Aguilar en el siglo
XVIII).
[3] Libro espiritual,
sobre el verso Audi filia, et vide, & c. Compuesto por el padre Maestro
Ivan de Avila, Predicador en el Andaluzia. Dirigido a Don Alonso de Aguilar, Marques
de Priego, Señor de la casa de Aguilar.
[4] Archivo de Protocolos Notariales de Montilla
(APNM). Siglo XVI. Leg. 141,
f. 533.
[5] APNM. Leg. 144, f. 136.
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