Muchos son los trabajos biográficos dedicados a la excelsa figura de San Francisco Solano. En algunos de ellos, encontramos interesantes noticias sobre su ascendencia, y aunque históricamente los investigadores se han dejado llevar por la vía paterna del patrono de Montilla, de la que hereda el apellido por el que será universalmente conocido, nosotros queremos dedicar este breve apunte biográfico a la mujer que engendró en su vientre al “mejor de los montillanos”.
NOTA: La bibliografía utilizada y las noticias históricas reseñadas en este artículo han sido extraídas de la comunicación presentada el pasado año en el XVI Curso de Franciscanismo celebrado en Montilla, bajo el título: Una visión de la familia de San Francisco Solano a través de los archivos montillanos, cuyas Actas serán publicadas próximamente por la Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos.
La ascendencia de Ana Ximénez Hidalgo se hunde en las raíces de los primeros pobladores de Montilla. Si partimos de la base predominante en la historiografía actual, que sitúa la repoblación del casco urbano alrededor de la fortaleza en la mitad del siglo XIV, las primeras noticias fehacientes se localizan a partir de esos años. Buena muestra de ello da Manuel Nieto Cumplido en su Aproximación a la historia de Montilla en los siglos XIV y XV, ponencia pronunciada en las primeras Jornadas de Historia de Montilla (1982), donde el canónigo cordobés presenta una relación de documentos fundamentales para conocer los primeros años de vida de la actual Montilla.
Pila bautismal de la Parroquia de Santiago |
De este riguroso trabajo de investigación, podemos extraer varios datos que revelan la presencia del apellido Ximénez entre los primeros vecinos de la villa. Testimonio de ello, lo encontramos en un pleito de 1352, que trata sobre las actuaciones de deslinde del término municipal, y entre los montillanos responsables aparece Juan Ximénez, como Alguacil de la Villa. En la centuria posterior, sobre la primera noticia conocida de la existencia de la iglesia parroquial de Santiago, fechada en 1437, aparece ocupando el cargo de sacristán de la misma, Gonzalo Ximénez, hijo de García Ximénez. Asimismo, en otro pleito interpuesto por el obispado de Córdoba en 1453, donde el clero reclama el pago del diezmo a varios montillanos que labraban ciertas fincas rústicas de propiedad eclesiástica, entre ellos hallamos a un labriego llamado Antón Ximénez. Valorando estos datos, cabe la probabilidad de que Ana Ximénez proceda de la estirpe de alguno de estos vecinos de la Montiella medieval. La madre de San Francisco Solano nace en 1519, fruto del matrimonio formado entre Gonzalo Ximénez Hidalgo e Inés Gómez de Varea, vecinos de la calle Guillén de Fuentes, que también tuvieron por hijos a Gonzalo, Antón, Pedro, Bartolomé, Leonor, los cuales utilizaron los mismos apellidos del padre, y Juana Martín.
Del padre, hay constancia documental sobre su hacendada progenie familiar de cristianos viejos, lo que le permite manifestar públicamente su condición de Hijodalgo y Caballero de Premia. Esta situación social le posibilita acceder al gobierno municipal de la villa en 1533, y a la mayordomía de la insigne cofradía de los Caballeros Cuantiosos, cuyo titular es el apóstol Santiago.
Su condición de hacendado se evidencia en la posesión de varias fincas rústicas en el cerro y cañada del Mimbre. Como hombre religioso, próximo a su fallecimiento otorga sus últimas voluntades en febrero de 1546, donde establece tres Memorias perpetuas de misas por su ánima, la de su mujer Inés Gómez y la de su hija Juana, que muere doncella, las cuales dota económicamente con el producto de un olivar de seis celemines que tenía en la parte de la Huerta Nueva, en el pago del cerro del Mimbre, y cuyo cumplimiento recae sobre sus hijos y descendientes varones.
Su hija, Ana Ximénez Hidalgo se desposa en noviembre de 1538 con Mateo Sánchez Solano, hijo del médico Francisco Sánchez Solano y Mencía Pérez Navarro. El día 17 de dicho mes, los contrayentes rubrican ante escribano público la dote y arras matrimoniales, que suman la cantidad de 45.000 maravedís. El nuevo matrimonio se instala en la conocida calle del Sotollón, en una casa principal compuesta por un cuerpo de palacio y portal de alta y baja planta con sus cámaras, un amplio patio con pozo, que daba entrada y servidumbre a la cocina, al corral, al lagar y a la bodega.
Ana pronto comenzó a dar retoños a la familia, entre 1540 y 1545 es probable que diera a luz a sus hijos, Diego Ximénez Solano e Inés Gómez de Varea y cuatro años más tarde nacerá Francisco, que es bautizado por el presbítero Hernando Alonso, el domingo 10 de marzo de 1549, en la parroquial de Santiago, siendo apadrinado por Marcos García Panadero y su segunda esposa Leonor López de Madrid, y Gonzalo Ximénez Maqueda junto con su mujer María Sánchez.
Los padrinos tenían parentesco en común, e incluso eran vecinos del nuevo barrio del Sotollón, que por esas fechas se creaba entre los solares aledaños al camino de Lucena. Gonzalo Ximénez –deudo de Ana– había comprado el 5 de mayo de 1539, a Juan Ruiz de Aguilar, la casa de su residencia, colindante a la de Mateo Sánchez. La relación de amistad se deja entrever en varios documentos de la época, cuando Maqueda dispone sus últimas voluntades, cosa que hace dos veces, a finales de 1552 y a mediados del año siguiente, en ambas ocasiones nombra entre sus albaceas a Mateo Sánchez Solano.
Mateo Sánchez y Ana Ximénez son propietarios de varias hazas y majuelos heredados en distintos puntos del término municipal, que con el paso de los años van permutando a la par que adquieren terrenos en una misma zona, que consiguen centralizar en el pago de Huelma. Muestra de ello, existen varias actas notariales, como la otorgada días antes del alumbramiento de Francisco, el 4 de febrero de 1549, en que Mateo y Ana comparecen en las escribanías de Juan Rodríguez junto con el clérigo Francisco Fernández, que les entrega en préstamo diez mil maravedíes al 10% anual, abalado por los productos de una parte de la huerta de las Minas. Igualmente, en 1552 venden a censo redimible siete fanegas y media de tierra, que poseen en la cañada de Antón Sánchez, en el pago del Prado, en tres partes iguales a varios vecinos de Montilla y Espejo.
Con el correr del tiempo la familia Sánchez Ximénez prospera social y económicamente, fruto del trabajo, el esfuerzo y las relaciones públicas de ambos cónyuges. Mateo Sánchez compatibiliza las labores agrícolas con el cargo de Alcalde Ordinario de la Villa, para el que es elegido en dos ocasiones, en 1562 y 1571. Por su parte, Ana Ximénez es llamada por la III marquesa de Priego, Catalina Fernández de Córdoba, para que se ocupara de la educación de su primogénito, Pedro, que nace en Montilla el último día de 1563, y que a la postre será el IV marqués de Priego y I de Montalbán.
Desaparecido caserío de la Huerta de las Minas, propiedad familiar de Mateo Sánchez Solano. |
Son años prósperos para la familia, en los que hemos encontrado varios asientos que nos revelan la posesión de otra vivienda en Montilla, situada en la calle del Peso de la Harina, adyacente a la actual plazuela de la Inmaculada. De ello, nos dan cuenta dos contratos de alquiler de la misma otorgados en 1560 y 1564.
Mateo Sánchez fallece el 24 de diciembre de 1579 y redacta sus últimas voluntades el 2 de mayo de ese año. Entre las cláusulas testamentarias, distribuye los bienes familiares a tres partes iguales entre su esposa, a la que restituye la cuantía de la dote matrimonial, y sus hijos Diego e Inés, sus legítimos herederos.
Como era costumbre en la época, la viuda otorgó testamento poco después de heredar, cosa que hizo el 9 de octubre de 1580. La lectura de esta escritura denota la cercana presencia de fray Francisco Solano, que reside en Montilla durante los dos años postreros a la muerte de su padre, como también la esperanza que Ana Ximénez mantiene en que sea definitiva su estancia en el monasterio de San Lorenzo, ya que la madre manifiesta su voluntad de ser enterrada en dicho convento revestida con la estameña franciscana y, además, entre sus herederos incluye a su hijo pequeño, cuya cláusula extraemos literalmente de dicho testamento: “mando que los hayan y hereden y partan por iguales partes Inés Gómez mujer de Alonso López Nieto y Diego Ximénez y Fray Francisco Solano de la horden de San Francisco a los quales dejo e instituyo por mis legítimos y universales herederos de dicho remanente como tales mis hijos e hija legítimos”.
Fray Francisco Solano se traslada al convento de San Francisco del Monte en 1583, para ocupar la vicaría y cátedra del noviciado. Unos meses antes de la partida del santo fraile, su hermana Inés, casada con Alonso López Nieto, le agracia con la protección espiritual del cuarto de sus hijos, al que bautiza con el nombre de Francisco.
Ya en ausencia del hijo menor, Ana Ximénez vuelve a testar el 17 de julio de 1584. Modifica varias estipulaciones, manifiesta su deseo de ser sepultada junto a sus padres en la parroquial de Santiago, y designa como herederos sólo a sus hijos Diego e Inés, a la que mejora por estar a su cuidado.
A finales de 1588, Ana Ximénez, afectada ya por la ceguera, recibe la visita de su hijo fray Francisco Solano, que vuelve a Montilla para despedirse de su madre, familia y conocidos, ya que unos meses después embarcará para el Nuevo Mundo.
Ana Ximénez sobrevive a su hijo Diego, que muere el 23 de abril de 1596. Esta situación le obliga nuevamente a modificar su testamentaría, para ello comparece el 9 de octubre de 1597 ante la escribanía de Alonso Alviz de la Cruz y otorgar así su “última y determinada voluntad”, donde reitera su deseo de ser enterrada “en la iglesia mayor desta villa en la sepultura de mis padres y mi entierro sea solemne de misa y vigilia”, e igualmente mejora a su hija Inés “el tercio y quinto del remanente de todos mis bienes derechos y acciones lo cual le mando por el amor y buena voluntad que le tengo en la mejor vía y forma de derecho”. A la hora de nombrar sus herederos, cita a todos los hijos vivos de Diego y a Inés. Apenas dos meses más seguirá latiendo el corazón de Ana, que expira el 19 de diciembre de ese año, a los 78 años de edad.
Su nombre ha quedado inmortalizado en varios lugares públicos de nuestra ciudad, el Excmo. Ayuntamiento de Montilla le dedicó una calle en el nuevo barrio de la Casas Nuevas, hacia 1945, y el centro de educación infantil ubicado en la Ronda de Curtidores, construido sobre 1975. Además, el nombre de la madre de San Francisco Solano titula la Asociación local de Amas de Casa, que decidió adoptarle en 1996.
NOTA: La bibliografía utilizada y las noticias históricas reseñadas en este artículo han sido extraídas de la comunicación presentada el pasado año en el XVI Curso de Franciscanismo celebrado en Montilla, bajo el título: Una visión de la familia de San Francisco Solano a través de los archivos montillanos, cuyas Actas serán publicadas próximamente por la Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos.
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