domingo, 18 de diciembre de 2016

UNA RELIQUIA DEL SANTO SOLANO LLEGADA DE LIMA EN 1749

Antigua calle del Sotollón, donde estuvo ubicado el hogar familiar
 en que nació San Francisco Solano. Sobre el solar de aquella
 casa se edificó el templo que lleva su nombre.
(Foto: Ruquel)
En los meses pasados, los montillanos hemos vuelto a revivir la presencia tangible de nuestro patrono en forma de reliquia. Esta vez llegada de La Puebla de Castro, un recóndito municipio de la provincia de Huesca. Hasta allí peregrinaron hace poco más de un año un grupo de fervorosos devotos de San Francisco Solano para comprobar in situ la autenticidad de las noticias localizadas a través de internet, la red de redes.
Como no podía ser de otra forma, después de aquella peregrinación se fueron estrechando lazos de unión entre ambas diócesis, que se vio confirmada cuando el Ordinario oscense autorizaba el traslado de la sagrada reliquia a Montilla, donde ha permanecido desde el día 3 de julio hasta el pasado 20 de noviembre.

A raíz de tan histórica visita se ha despertado en los devotos solanistas un inusitado interés por los testimonios y recuerdos de nuestro santo patrono, por ello hemos querido traer hasta estas páginas un episodio similar al vivido los meses pasados que sucedió a mediados del siglo XVIII.

Tiempos aquellos en los que Montilla festejaba la canonización del seráfico Francisco Solano, en octubre de 1727, un año después de que fuera elevado a los altares por Benedicto XIII, donde se celebraron “dos lucidísimos octavarios y procesión general, y entretejió graves diversiones de fuegos, juegos de cañas, corridas de toros, autos sacramentales, poesías y suntuoso adorno, fue tanta la concurrencia que las gentes no cabían en el pueblo…”[1] como nos evoca el historiador coetáneo Francisco de Borja Lorenzo Muñoz en sus obras.

Más tarde, en 1742 los montillanos lo votaban –por tercera vez– por patrono y patricio de la ciudad, y no contentos con aquello solicitaban a la Santa Sede Romana que el día 14 de julio, fecha de su glorioso tránsito, fuera instituida por fiesta de precepto para sus paisanos, lo cual aprobó Benedicto XIV en 1745.

En medio de aquellos lustros de insólito fervor solanista llegaba a nuestra ciudad una importante reliquia del apóstol de las Américas procedente de Lima. Se trataba de otro capítulo más de aquel reguero de efemérides que no dejaban de elevar la admiración de los montillanos a su prodigioso paisano.

La crónica de su traída estará protagonizada por otro gran montillano y franciscano, Alonso López de Casas, que siendo Guardián del seráfico convento Casa Grande de Granada fue elegido Comisario General de la Orden para las Indias Occidentales.

Tal cargo permitirá a fray Alonso recorrer el virreinato del Perú durante un largo periplo, que se prolongará entre los años de 1735 y 1746. En Lima pasó la mayor parte del tiempo, desde donde realizaba las visitas a los conventos franciscanos establecidos en los nuevos territorios del imperio español. Asimismo, durante su estancia en la capital ocupó una cátedra en la Real y Pontificia Universidad de San Marcos y fue elegido calificador y consultor del Santo Oficio de la que desde su fundación fuera llamada Ciudad de Reyes[2].

Una vez regresa a tierras andaluzas, fray Alonso vuelve a su tierra natal para donar una reliquia ósea y un pedazo del sayal que vestía el mejor de los montillanos en su óbito, que logró le fueran proveídos por el Procurador General de la causa del Santo Solano, fray Fernando de Herrera, en 1737.

No en vano, López de Casas entrega las reliquias y su auténtica a la iglesia patronal de Montilla el día 11 de julio de 1749. Para la ocasión, había adquirido un relicario de plata donde iban alojados ambos vestigios de aquel humilde fraile que llevara la cruz y los evangelios al Nuevo Mundo. Para certificar el traspaso de aquella joya espiritual asistió el escribano de la ciudad, Domingo González Domínguez, que levantó acta del histórico momento.

Atrio porticado que da acceso a la iglesia erigida en honor
del Santo Solano, cuyo alzado se proyectó a partir de su
beatificación, en 1681.
(Portfolio Fotográfico de España, c. 1913)
Dada la importancia de la misma, hemos preferido transcribir íntegra la declaración López de Casas:

“En la Ciudad de Montilla en once días del mes de Julio del año de mil sietecientos quarenta y nueve Ante mí el escribano del Rey Nuestro Sr. y público del número de esta Ciudad el R[everendísi]mo. Padre Fr. Alonso López de Casas natural de esta Ciudad Lector Jubilado Ex definidor y Padre de esta Santa Provincia de Granada del orden de nuestro Padre San Francisco, Ex comisario General de las del Perú, del Claustro y Universidad de la Ciudad de Lima, Catedrático de Prima en la Cátedra de Escoto, Calificador y consultor del Santo Oficio de la Inquisición de dicha Ciudad, y al presente residente en ésta, bajo de juramento que hizo en forma de Derecho puesta la mano en el pecho dijo que hallándose en la referida Ciudad de Lima en el uso de su empleo de tal Comisario General, y en el Convento de Nuestro Padre San Francisco de ella, en cuya Iglesia se venera el sepulcro de Sr. San Francisco Solano, natural y patrono de esta dicha Ciudad, a principios de el año pasado de mil sietecientos treinta y siete por el Rvdo. Padre Fr. Fernando de Herrera Ex definidor de la Provincia de Lima, Procurador General de dicho Glorioso Santo y Notario Apostólico, se le entregó un hueso, a el parecer de una espaldilla del expresado Glorioso Santo, y parte del su hábito con que murió, que dicho hueso es del tamaño de media nuez mediana, y lo uno y otro lo sacó de la Urna en se veneran sus reliquias, y se lo dio con certificación escrita y firmada de su puño para que lo trajese o remitiese a esta dicha Ciudad su dichosa patria, y el Rmo. Padre Declarante ha conservado y guardado dichas reliquias y Certificación con el cuidado que se requiere, y habiendo conseguido con felicidad su restitución a esta dicha Ciudad, le ha hecho fabricar un relicario de plata en forma de custodia, del alto / de una tercia con su viril ovalado, y con rayos de sol y estrellas, y en el remate una cruz, todo de peso de quince onzas, y en dicho viril dos vidrios de cristal, que por un lado se ve la dicha reliquia del hueso y sayal del hábito que en él se ha colocado, y por el otro solamente se ve el sayal que llena dicho viril, y el tamaño de este es de cuatro dedos de alto y tres de ancho, para que se coloque y tenga con la mayor veneración en la iglesia del Santo Glorioso Sr. San Francisco Solano fabricada en la misma casa en que tuvo su feliz nacimiento en esta dicha Ciudad. Y para que en ningún tiempo se dude de la realidad de dichas reliquias y se les dé por fieles el culto que merecen hace su Rma. esta declaración voluntaria Ante mí, con todas las circunstancias que para su fe y crédito se requieran. Y todo dijo ser la verdad por el juramento que lleva hecho. Y lo firmó, y que es de edad de sesenta y cinco años, de todo lo cual yo el escribano doy fe”[3].

La declaración anterior está precedida de la patente que certifica la entrega en Lima, la cual está rubricada por el citado delegado de la causa, cuyo contenido trasladamos a la letra:

“Certifico yo Fr. Fernando de Herrera ex Definidor Procurador General de San Francisco Solano y Notario Apostólico como tal, que este hueso y parte de hábito es del Santo Solano Solano [sic], que lo saqué de la urna en que se veneran sus reliquias, para que N.M.R. Padre Comisario General Fr. Alonso López de Casas, tiernísimamente amante y paisano del Santo lo lleve o remita a Montilla dichosa patria del Santo, y para que conste di la presente en Lima &ª”[4].

Reliquias y relicario donados en 1749 por el montillano
Fr. Alonso López de Casas. En la actualidad se veneran
en el altar mayor del templo patronal.
Seguido a la declaración de López de Casas, el acta notarial recoge dos declaraciones más de testigos que se hallaron presentes en Lima durante la extracción de las reliquias y su posterior entrega al Comisario General. Ahora,  ambos declarantes le acompañan en Montilla y vienen a corroborar la declaración del fraile montillano.

La primera de ellas está rubricada por “el M.R.P. Fr. Eugenio de Lanuza y Sotelo del orden de nuestro P. San Francisco Ex Secretario General del Perú y Definidor de esta Santa Provincia de Granada, y estante a el presente en esta Ciudad, bajo de Juramento que voluntariamente hizo in verbo sacerdotis puesta la mano en el pecho dijo que ha acompañado en su viaje a el Rmo. Padre Fr. Alonso López de Casas Comisario General de las Provincias del Perú en la América, desde que salió de estos Reinos de España hasta que se ha / restituido a ellos, despachando la secretaría de dicha Comisaría General”[5].

Como el mismo Lanuza expone, había acompañado a López de Casas durante aquel dilatado viaje, siendo autor de un detallado diario manuscrito titulado Viaje ilustrado a las provincias del Perú, que hoy se conserva en la Biblioteca Provincial de Córdoba, del cual hizo una edición la Pontificia Universidad Católica del Perú en 1998[6].

La segunda declaración está tomada a “Don Fabián Preciado / natural de la población de Zipaquirá inmediata a la Ciudad de Santa Fe de Bogotá en el nuevo Reino de Granada de las provincias del Perú en la América, y residente al presente en esta Ciudad”[7].

Fabián Preciado se agregó a la comitiva franciscana en enero de 1736 a su paso por Zipaquirá, durante su visita a Bogotá. Según declara, desde esa fecha se hallaba en compañía de fray Alonso, con quien decide viajar a España. Una vez en tierras andaluzas, se establece en Montilla donde contrae matrimonio y está plenamente integrado hasta el fin de sus días. Además, Preciado hizo honor a su apellido y origen, pues se ganó la simpatía de los montillanos que comenzaron a denominar la calle donde reside como la del Indio, nomenclatura que aún subsiste en el léxico común del vecindario, a pesar de llevar dedicada esta vía pública ocho décadas a José María Carretero.

Concluye el documento notarial con la entrega del relicario a la «Obra Pía de San Francisco Solano» institución que desde sus orígenes fue la encargada del culto y conservación del templo patronal.

Capilla mayor de la iglesia de San Francisco Solano,
hacia 1960. (Foto: Arribas)
En ella, por parte de López de Casas se incluyeron las condiciones de su custodia y veneración, quien las confería “a la Iglesia y Obra pía / de Sr. San Francisco Solano que se sirve y venera en esta dicha Ciudad en la misma casa de su sus dichosos Padres, y en que tuvo su feliz nacimiento para que siempre perpetuamente se conserven en ella y en su Altar mayor en sitio decente como se requiere bajo de dos llaves, que la una ha de estar y permanecer en poder del Sr. Vicario que es y fuere de esta dicha Ciudad y la otra en poder del Mayordomo de dicha Obra pía del glorioso Santo sin que se puedan manifestar dichas reliquias sin la precisa concurrencia de ambos ni por ningún caso por urgente que sea, se han de poder sacer de dicha Iglesia si no fuere para procesión pública”[8].

En caso de que dichas cláusulas fueran vulneradas, fray Alonso daba “facultad a el síndico del Convento de Ntro. Pe San Francisco extramuros de esta dicha Ciudad que es y en adelante fuere para que inmediatamente pueda recoger y recoja las dichas reliquias y relicario, y llevar lo uno y otro al dicho Convento en donde permanezcan perpetuamente con toda veneración, sin que por sus prelados permitan que se saquen de ella y para que sus religiosos como hermanos del glorioso Santo tengan dichas Reliquias con la veneración y culto que corresponde”[9].

El mayordomo de la Obra pía, Francisco Sánchez Prieto, aceptaba lo estipulado en el protocolo notarial por López de Casas, quien le hacía entrega del relicario en presencia del escribano, los declarantes y los testigos Alonso de Aguilar Tablada, el clérigo Francisco Javier de Cea e Ignacio González Domínguez.

Alonso López de Casas había nacido en Montilla el 21 de noviembre de 1683, fruto del matrimonio formalizado por Diego López de Casas y Ana María de Rivera[10], vecinos de la calle Corredera. Desde su infancia tiene presente la estela franciscana en el hogar familiar, pues su padre era hermano de la Santa Escuela de Cristo –cuya dirección espiritual estaba a cargo de los franciscanos– y uno de los hermanos de éste, Fr. Juan de Casas, era observante morador del convento de San Lorenzo extramuros y Vicario de la clausura clarisa de Ntra. Sra. de la Coronada en Aguilar de la Frontera.

Como hemos referido antes, Fr. Alonso López de Casas fue lector jubilado y definidor en la provincia de franciscana de Granada, además de guardián del convento Casa Grande de la ciudad nazarita, hasta que embarca para América en 1735. A su vuelta, ya como afamado exégeta, parece que dedicó el resto de sus días a predicar por toda la bética. De hecho, en Montilla ya había ocupado el púlpito de la iglesia patronal en octubre de 1727, siendo el último de los panegiristas que disertaron en el primer octavario celebrado en honor de San Francisco Solano –en acción de gracias por la canonización– cuyos sufragios corrieron a cargo del X duque de Medinaceli, Nicolás Fernández de Córdoba y de la Cerda[11].

Detalle de la firma ológrafa de Fr. Alonso López de Casas,
 que fue elegido Comisario General de la Orden Franciscana
 
para las provincias del Perú en 1735.
Fr. Alonso López de Casas hallará la muerte repentinamente “sin poder recibir los sacramentos” en el convento franciscano de Baena, en 1759. Según reseña el cronista Laín y Rojas, desde que regresó del virreinato del Perú, trece años antes, el fraile montillano “repartió por los conventos de la Provincia muchas limosnas que había traído de América”[12]

De esta afirmación tenemos constancia documental, pues fray Alonso también realizó otras donaciones a los conventos de Santa Clara y Santa Ana de nuestra ciudad, de cuyo estudio nos ocuparemos en otra ocasión. Entretanto, seguiremos tras los pasos de este insigne montillano olvidado, para intentar rescatarlo de la ignorancia histórica y sumar un eslabón más a la cadena que une a Montilla y la Hispanidad.

NOTAS


[1] LORENZO MUÑOZ, F. de B.: Historia de la M.N.L. Ciudad de Montilla, 1779. Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque, ms-54, pág. 157.
[2] LANUZA Y SOTELO, E.: Viaje ilustrado a los reinos del Perú en el siglo XVIII. Lima, 1998.
[3] Archivo de Protocolos Notariales de Montilla. Escribanía 7ª. Leg. 1288, fols. 251-255v.
[4] Ibídem.
[5] Ibíd.
[6] Op. cit. Viaje ilustrado…
[7] Ibíd.
[8] Ibíd.
[9] Ibíd.
[10] Archivo Parroquial de Santiago de Montilla. Lib. 30 de bautismos, fol. 236.
[11] Op. cit. Historia de la M.N.L. Ciudad de Montilla… pág. 158.
[12] LAÍN Y ROJAS, S.: Historia de la Provincia de Granada de los frailes menores de N.P.S. Francisco, pág. 510. Martos, 2011.

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