sábado, 20 de noviembre de 2010

LA IMPRENTA DE MANUEL DE PAYVA Y SU PRODUCCIÓN EN MONTILLA, OSUNA Y ANTEQUERA. (2ª parte)*

Cómo señalábamos en el número anterior, los textos impresos por Manuel Botello de Payva se localizan entre los años 1625 y 1633. Este espacio de tiempo podemos dividirlo en dos etapas, la montillana, que irrumpe en los años 1625 a 1627, y la antequerana, que continúa desde 1628 hasta 1633, en la que incluimos su desplazamiento ocasional a Osuna en 1629.

De los tres años que regenta su librería en Montilla conocemos siete obras con pie de imprenta propio, aunque también tenemos constancia de más trabajos que estampa y encuaderna en su tienda de la calle Corredera, a través de tres contratos firmados ante escribano público. En estos instrumentos notariales se recopilan gran cantidad de datos concernientes a la elaboración de los impresos y a los pormenores de los acuerdos alcanzados entre el librero y su cliente. La cantidad y calidad del papel, el tiempo de ejecución, la fecha de entrega, el transporte, la forma de pago, y hasta el tipo de encuadernación se desglosan, entre otros detalles. Veamos primeramente una escueta referencia de estas obras desconocidas hasta la fecha.

El 15 de marzo de 1625 Payva se obliga con Miguel Cobo, en imprimir y encuadernar mil quinientos ejemplares de un libro llamado “de torcazo” y entregárselos antes del 20 de abril siguiente. Para llevar a cabo el trabajo el impresor recibe de Cobo por adelantado 18 resmas de papel blanco[1].

En otro oficio notarial, fechado el 29 de enero de 1626, el impresor lusitano acuerda con el Licenciado montillano Pedro Ximénez de Gálvez imprimir mil quinientos pliegos de tarea de una cartilla de enseñanza titulada Mano Diestra. La fecha de entrega de los primeros ejemplares es fijada para finales de marzo, recibiendo el impresor una suma de dinero por adelantado, y acordando entre ambos la retirada de la obra ya impresa en varias fases, conforme a la demanda de su venta[2].

Durante 1626 la actividad tipográfica de Manuel de Payva es prolífica, ya que unos meses más tarde, el 29 de septiembre, el portugués firma otro acuerdo para imprimir otra obra. Esta vez comparece en las escribanías públicas junto con Juan Sánchez Marín, vecino de Écija, que se ha trasladado desde esa ciudad para confiarle la estampación “de dos resmas de papel de Pronósticos del año que viene de 1627”. En esta ocasión Payva vuelve a recibir una pequeña suma de dinero por adelantado, y se compromete a tener el trabajo terminado para el 22 de octubre siguiente, enviárselo a Écija y, asimismo, no imprimir ni vender otra obra análoga hasta que no termine y entregue ésta[3].

Posiblemente, con destino a estampar el almanaque antes referido, estuvieron destinadas las “dos resmas de papel blanco que son 122 reales que me a traído para el gasto de mi oficio” el Licenciado Pedro Ximénez de la ciudad Córdoba, y que Botello de Payva se obligaba ante el escribano a pagarle el importe de las mismas el 18 de septiembre de ese mismo año[4].

Aparte de estos tres trabajos de impresión, como apuntábamos antes, Manuel de Payva estampa –como mínimo– otros siete trabajos más en Montilla. Por orden cronológico, reseñamos dos Avisos que imprime en 1625, que anunciaron a la sociedad las gestas navales protagonizados por la Armada Española, cuyos títulos son: Famosa Victoria y Grandiosa batalla, que las galeras de Malta han tenido, de una Escuadra del Gran Turco, en q yvan diez Galeras, y dos Galeota. Sucedió Día de la Concepción de la Virgen Sanctifsima Nuestra Señora, del año de 1624.[5] y Verdadera Relacion de la Grandiosa Vitoria, que las Armadas de España han tenido en la entrada del Brasil; la qual queda por el Rey Don Felipe Cuarto N. S.[6] 
Una rareza bibliográfica impresa por Payva
Este mismo año Botello de Payva imprime un curioso folleto escrito por Alonso Ginete, donde se recoge uno de los procesos públicos celebrados por el tribunal de la Inquisición de Sevilla, con el siguiente enunciado: Tratado y relacion del auto publico de fee que se hizo en la ciudad de Sevilla el dia de San Andres, sabado 30 de Noviembre, por mandado del Santo Officio de la Inquisición de la misma ciudad. [7]

La literatura religiosa tuvo su máxima difusión en esta época, gran cantidad de obras menores extraídas de las oratorias declamadas en las grandes funciones litúrgicas se dieron a la estampa, como la pronunciada en Córdoba por el franciscano Pedro Cabrera, que la lleva a la imprenta con el título: Sermon predicado en la fiesta de la Exaltacion de la Cruz y del Sanctissimo Sacramento de la Eucharistia, en la ciudad de Cordoua...[8] y como era frecuente en aquel tiempo, se publica con dos portadas distintas, lo que daba la posibilidad al autor para dedicar el texto impreso a dos personalidades. Esta publicación es dedicada a la duquesa de Feria, hermana del marqués de Priego –y posible patrocinadora de la edición– a la par que al Ministro provincial de la Orden Franciscana de la provincia de Granada.

Los estudios llevados a cabo por los facultativos de la –limitada– medicina existente en la época también comenzaban lentamente a imprimirse, como es el caso de esta raro ensayo sobre enfermedades que hoy están extinguidas, pero que en los siglos pasados centraron la atención de los eruditos en la materia, como es este caso del Discurso del doctor Lorenço de Samillan medico desta ciudad de Sevilla en que se tratan tres puntos tocantes a la curacion del sarampion, y viruelas, muy necessarios, y por el consiguiente se tocan algunas questiones, de no menos importancia...[9]

Existe en el Archivo Histórico Municipal de Montilla un insólito pliego impreso por Manuel de Payva en junio de 1626, donde el portugués se declara Impressor del Cabildo. El documento, encabezado por un extendido título[10], exhibe una relación de productos y precios a los que se tenían que ceñir por Real Orden los mercaderes que comerciaban en Montilla[11]. El seguimiento que hemos realizado de este pliego que Payva estampa para el Cabildo de la Villa nos ha confirmado la buena relación profesional existente entre éste y su compañero de gremio Juan Bautista de Morales, ya que el editor montillano aparece reclamando al Concejo local los honorarios del trabajo de Payva que dos años después aún no habían sido satisfechos[12], y en 1628 el impresor portugués ya se había trasladado a Antequera.

Impreso en Montilla por Payva, en 1627
Pero si hay un libro por el que el impresor Manuel de Payva ha trascendido en la bibliografía hispánica, ese es el Panegyrico por la poesía[13]. El último de sus trabajos llevado al molde de los tórculos en Montilla (1627) es un verdadero y temprano tratado literario sobre las artes de manifestar la belleza o el sentimiento estético por medio de la palabra que también recopila una amplia relación de autores. Un raro estudio de la poesía, aprobado por Lope de Vega y patrocinado por el Conde Duque de Olivares, que despertó el interés de numerosos eruditos[14] desde muy temprana fecha, sumándose a esto la anonimia de la obra, y que posteriores investigaciones señalaron a la pluma del agustino hispalense Fernando de Vera y Mendoza como su autor.

De la segunda etapa –más productiva que la montillana– de Manuel Botello de Payva (1628 – 1633), avecindado ya en Antequera y con alguna visita a Osuna, tenemos constancia de trece obras impresas, que por falta de espacio tan sólo vamos a realizar una breve descripción de cada ejemplar y el lugar de conservación de uno de ellos. Los ordenamos por orden cronológico:

1. COVARRUBIAS Y GUEVARA, Pedro de: Veiamen que dio el doctor Pedro de Covarruvias y Guevara, Medico en la Vniversidad de Sevilla: a el grado del Padre M. fray Estevan de los Rios, del Orden de nuestra Señora de las Mercedes.../ Impresso... en Antequera: por Manuel de Payva, 1628. / [24] p.; 4º. / Biblioteca Nacional de España.

2. A.: Breve relacion de la vida, muerte y milagros de... Maria Magdalena de Pazzi, monja del Orden de Nuestra Señora del Carmen de la observancia: beatificada por... Urbano Octavo, èste año de mil y seyscientos y veynte y siete. / Impressa en... Antequera: por Manuel Botello de Payva..., 162[?]. / [4] p.; Fol. / Biblioteca Nacional de España.
3. LEÓN Y MOYA, Fr. Diego: Aforismos y reglas para mas bien exercer el alto oficio de la predicacion euangelica: segun dotrina de santos y escritores antiguos y modernos.../ Impresso en Antequera: por Manuel Botello de Payva, 1629. / [12], 43, [1] p.; 4º. / Biblioteca Pública Provincial de Córdoba.

4. AGUILAR, Juan de: Carta escrita al señor D. Luys Manuel de Cordova, abbad de Rute... en que se toca la invencion de los Santos Martyres de Arjona y algunas curiosas Poesias acerca della…/ Impressa en la Ciudad de Antequera: por Manuel Botello de Payva, 1629. / [4] p.; Fol. / Real Academia de la Historia.

5. VERGARA, Hipólito de: Del Santo Rey D. Fernando y de la Santisima Virgen de los Reyes…/ En Osuna: por Manuel de Payua: a costa de... Geronimo de Pareja Aranda..., 1629. / [8], 176 h.; 8º. / Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla.

6. PEREIRA, João de: Carta que Don Iuan de Pereyra, Cauallero del habito de Christo embio desde la ciudad de Lisboa ala [sic] de Granada a vn amigo suyo, dandole cuenta del caso espantoso q[ue] ha sucedido en la Iglesia de santa Engracia de la misma ciudad en el mes de enero de este presente año de mil seyscientos y treinta. / Impresso... en Granada, y por su original en Antequera: por Manuel Botello de Payua, 1630. / [4] p.; Fol. / Real Academia de la Historia.

7. RAMOS, Simón: Antipologia adversus calumniatores doctissimi patris Ioannis Baptistae Poza, Soc. Iesu: Beatae Mariae semper Virginis propugnatoris acerrimi / auctore Doctore Simone Ramos... / En Antequera: por Manuel de Payua Botello, impressor de libros, 1630. / 26 h.; 4º. / Biblioteca General de la Universidad de Sevilla.

8. GUERRERO, Fr. Alonso (O.P.): Sermon que predicò el maestro Fray Alonso Guerrero, prior... domingo terçero de cuaresma, dia en que se publicò el Edicto General de la Santa Inquisicion de Granada, en la Yglesia Colegial de dicha Ciudad, tres de março de este año…/ Impresso en la ciudad de Antequera: por Manuel Botello de Payva..., 1630. / [4], 28 p.; 4º. / Biblioteca General de la Universidad de Sevilla.

9. ACOSTA, Francisco de, (Alférez): Relacion verdadera de la victoria que alcanço de los moros de Tetuan y sus caudillos el general y soldados de la ciudad de Ceuta a catorze de Octubre deste presente año... / Impresso en... Antequera: por Manuel Botello de Payua..., 1631. [4] p.; Fol. / Biblioteca Nacional de España.

10. SÁNCHEZ ZARZOSA, Alonso: Thesauri conceptionis Immaculatae Virginis Mariae Dei genitricis... pars prima... / auctore... Alphoso Sanchez Çarçosa rondensi... / Antiquariae: ex Officina Emmanuelis Botello de Payva, 1631. / [28] p., 12 h., 527 p., [1] en bl., [12] p.; Fol. / Biblioteca General de Navarra.

11. ROJAS, Catalina de: Por doña Catalina de Roias viuda de don Bartolome Chacon de Rojas, regidor que fue de la ciudad de Antequera, / en el pleyto con doña Maria de Padilla y Rojas, muger de don Alonso de Rojas y con don Geronimo de Rojas menor, hijo de los susodichos… / Impresso en Antequera: por Manuel Botello de Payva, año 1633. / [4], 27-48 p.; Fol. / Biblioteca universitaria de Zaragoza.

12. A.: Por la ciudad de Antequera, y sus vezinos: clerigos, y religiosos de ella: en pleyto con los curas, y capellanes de las cinco yglesias parrochiales de la dicha ciudad. / Impresso en Antequera: en la imprenta de Manuel Botello de Payva, 1633. / [34] h.; Fol. / Biblioteca General de la Universidad de Sevilla.

13. HORTIGOSA, Alonso Iñigo de: Apologia, y verdadera descripción de la confección alchermes... / Impresso en Antequera: por Manuel Botello y Payva..., 1633. / [4], 12 h.; 4º. Biblioteca General de la Universidad Complutense de Madrid.

* Artículo publicado en: Nuestro Ambiente. Año XXXIII, nº 368 (Noviembre, 2010), págs. 20-21.
FUENTES

[1] Archivo de Protocolos Notariales de Montilla (APNM). Escribanía 5ª. Leg. 804, f. 1131 v.
[2] APNM. Escribanía 5ª. Leg. 806, s/f.
[3] Ibídem. Leg. 806, s/f.
[4] Ibídem. Leg. 806, f. 523.
[5] Real Academia de la Historia. Sig. 9/3681(103). Fue  impreso En Xerez de la Frontera por Hernando Rey y por su original en Montilla: por Manuel Botello de Payua…. Descripción: [4] p.; Fol.
[6] Colección particular.
[7] Real Academia Española de la Lengua. Sig. K 4-24. Descripción: [20] h. ; 4º
[8] Biblioteca Pública Provincial de Córdoba. Sig. 3/77(11) y 4/198(2). Descripción: [4], 23 p.: il.; 4º.
[9] BNE. Sig. R/26598. Descripción: 12 f. 4º.
[10] El Doctor Don Gomez de Esquibel de Sancta Evfemia, Alcalde Mayor de este Estado, en virtud de lo probeydo por Su Majestad, y Señores de su Real Consejo: Mando a los mercaderes de esta Villa, guarden en el vender de las Mercaderías los Precios siguientes
[11] Archivo Histórico Municipal de Montilla (AHMM). Exp. 9.4. Precios, nº 1168B, 2.
[12] AHMM. Veánse los Expedientes: S.4. 1323A, 2 – 3 de la Cuentas de Propios.
[13] Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque. Reg. 15393. Descripción: 59 f., 5 h. 8º.
[14] Cabe destacar los elogios otorgados a esta obra por Marcelino Menéndez Pelayo, como recuerda nuestro paisano José Ponferrada Gómez en su libro El florecimiento cultural de Montilla en el Siglo de Oro. Montilla, 1999.

jueves, 4 de noviembre de 2010

LOS CINCO AÑOS DEL IMPRESOR MANUEL DE PAYVA EN MONTILLA*


1ª parte.- Documentos  para elaborar una biografía

 Situémonos en los primeros años del siglo XVII, en el ecuador del Siglo de Oro español. La sociedad montillana no es ajena a este auge cultural que en la villa cabecera del marquesado de Priego se lleva cultivando más de cinco décadas, gracias a la docencia implantada por la Compañía de Jesús. Con el paso del tiempo, emerge entre los vecinos el apego a la lectura, que origina una cierta demanda libros de estudio, consulta o entretenimiento, abastecida a través de las visitas itinerantes de libreros y mercaderes a la población, y de la constante publicación de obras sobre eventos extraordinarios –generalmente religiosos– acontecidos en Montilla, que se imprimen en Córdoba, Sevilla o Granada, principalmente.

Este fomento de la lectura hace que el inquieto escritor y editor Juan Bautista de Morales se decida a instalar un taller de imprenta en su pueblo natal. El proyecto lo fragua durante su estancia en Sevilla, donde se traslada para imprimir en el taller de Gabriel Ramos Bejarano su libro titulado Jornada de Africa del rey don Sebastian de Portugal. Durante la estampación de la obra, Bautista de Morales concierta con Ramos Bejarano la compra de la máquina y útiles tipográficos y, asimismo, el traslado hasta Montilla de Manuel Botello de Payva –o simplemente, de Payva– previo concierto laboral para dirigir el taller de la imprenta «como maestro y oficial», bajo contrato notarial que ambos firman el 10 de octubre de 1622[1]. En este acuerdo, de un año de duración, también se recogen varias cláusulas, entre ellas se especifica el sueldo de Payva «cincuenta reales cada mes», e igualmente recoge otras coberturas por parte de Juan Bautista tales como «la cama, comida, y bebida, y ropa limpia». Del mismo modo, Payva acepta trabajar todos los días hábiles y «si saliere fuera la dicha imprenta a imprimir algún libro u otra cosa a Sevilla y ir con ella donde quiera que fuere», norma que trasluce la movilidad de la misma para funcionar ocasionalmente en cualquier otra población más o menos cercana.

Firma autógrafa  de Manuel Botello de Payva
Los orígenes de Manuel Botello de Payva apenas son conocidos. Muy escasas son las noticias biográficas que hemos encontrado del impresor en la bibliografía nacional, que por el contrario, sí recoge la obra literaria salida de las prensas de su taller. Según el contrato notarial antes citado Manuel de Payva procede de Sevilla, aunque las resultas de nuestras indagaciones nos confirman sus orígenes portugueses. Hijo de Antonio Botello Barreto y de Isabel de Payva, nace en Lisboa, en la collación de San Nicolás[2], en un periodo en que el reino lusitano estaba regido por la Corona Española (1580 – 1640). Su migración a tierras andaluzas probablemente se deba a las actividades comerciales que los mercaderes portugueses controlaban en esta zona, especialmente en Sevilla que en esa época es puerto y puerta de las Indias.

Asentado ya en Montilla, contrae matrimonio en la Parroquia de Santiago con María de Herrera, natural de la villa y vecina de la calle Lorenzo Venegas, el martes 25 de julio de 1623[3], habiéndose amonestado tres días antes[4]. El nuevo matrimonio habita una casa y tienda en la calle Corredera, cercana a la plaza[5], donde, tras finalizar Payva su contrato con Bautista de Morales, abre una librería y emprende su propia andadura como impresor, adquiriendo para ello al mercader Pedro de Cea[6], vecino de Córdoba, una máquina y útiles de imprenta[7]. Igualmente retira de la tienda del mercader Francisco de Acosta una partida de productos y mercancías para su uso[8]. Pero pronto se ve truncado el proyecto comercial del matrimonio, ya que en abril del año siguiente cae enferma su esposa. La enfermedad apenas dura un mes, y María de Herrera fallece el 6 de mayo de 1624[9][10]. siendo sepultada en la capilla de las Ánimas de la Parroquial de Santiago. Durante los días de su agonía, la mujer otorga una serie de testamentos y codicilos que nos ofrecen una abundante y pormenorizada información sobre las inversiones que habían realizado en su corto tiempo de vida conyugal.

En las ocho escrituras que otorga, la esposa de Payva se contradice en sus últimas voluntades. En el segundo de sus testamentos, declara que algunas de éstas las ha dado en contra de su voluntad forzada por las partes interesadas, ya que no tiene descendencia directa[11].

Finalmente, María de Herrera nombra por herederos universales a sus hermanos y condiciona a Manuel de Payva a asumir las costas de las inversiones y gastos que han provocado la compra de la imprenta y demás material de la librería. Esto obliga a la familia Herrera a alcanzar una serie de acuerdos con el librero portugués y para lo que suscriben, a través de varias escrituras notariales, la entrega a éste de los bienes gananciales del matrimonio, no sin antes obligarse al pago de los débitos contraídos por el mismo[12]. Para ello tiene que conseguir las fianzas necesarias que garanticen a los albaceas testamentarios la liquidación de dichos bienes, avales que obtiene en las semanas siguientes a la lectura de las últimas voluntades gracias a varios mercaderes y artesanos avecindados en Montilla, todos ellos –como él– portugueses de origen. El día 10 de mayo lo avala el platero Gonzalo Gutiérrez, en la cantidad de 100 reales[13]. El día primero de junio recibe fianza de Francisco Álvarez en otros 100 reales[14], y de Francisco Gómez “mercader de especiería” en 50 reales más[15]. Al día siguiente le otorgan su fianza Antonio Enríquez Mezquita por la cuantía de 50 reales[16], y Jorge Rodríguez en otros 100 reales más[17]. En todas las escrituras Manuel de Payva hipoteca la imprenta como garantía de pago en el plazo de ocho meses.
Obra religiosa impresa por Payva en Montilla

El 8 de mayo de ese mismo año Manuel de Payva traslada la librería a un nuevo local, también situado en la calle Corredera[18]. Ya en 1625 inicia una nueva relación marital, esta vez con la también montillana María Muñoz de Aguilar, vecina de la calle Godoy, con la que se amonesta el 12 de octubre de 1625, para celebrar finalmente sus esponsales en las primeras semanas de 1626[19], año en que vuelve a cambiar de domicilio, ya que alquila una casa a Jerónimo Rodríguez, el 12 de junio[20].
En 1628 Manuel de Payva se encuentra ya establecido en la ciudad de Antequera, donde trabaja en su taller tipográfico y permanece avecindado hasta su fallecimiento en 1635[21]. Su marcha de Montilla a la ciudad malacitana, puede estar motivada por la escasez de encargos, además de la competencia del establecimiento de Bautista de Morales, o por la necesidad de imprenta en aquella población, donde tras una gran actividad editora durante el siglo XVI, en esos años no existe ningún taller en funcionamiento.

No obstante, existe un documento revelador que puede despejar las dudas existentes sobre la labor impresora en Montilla, y el motivo de la marcha de Payva a Antequera. Se trata de un Memorial que redacta el impresor Juan Serrano de Vargas –que regenta taller propio en Sevilla– para el Consejo General de Castilla en julio de 1625, donde da cuenta de los supuestos excesos y negligencias que llevan a cabo los libreros, impresores y mercaderes de libros en algunos lugares de España. Entre ellos, cita a las dos imprentas montillanas que funcionan por esos años: “En Montilla lugar de pocos vecinos y de quatro hombres de letras medianas ay dos impresores, que son fuente de mil inventivas y disparates que imprimen y cunden el Andaluzia, […] donde no los hubo jamás [los impresores], ni pueden sustentarse, y así quando uno quiere imprimir algo en ofensa o defensa, acude a estos, que ven el cielo abierto, […]”[22].

La última noticia documentada que hemos encontrado de Payva como vecino de Montilla, es la comparecencia ante el escribano Francisco Escudero el 10 de julio de 1627, en que se obliga a pagar cierta cantidad de dinero al mercader portugués Francisco Álvarez antes de la finalización de ese año, sin especificar la materia de la deuda contraída[23]

En la segunda parte de este trabajo, conoceremos la producción de ejemplares impresos por Botello de Payva, tanto en Montilla como en Osuna y Antequera. Publicaremos varios contratos de impresión de obras, que nos permitirán conocer los pormenores del proceso de estampación de un texto, desde su encargo hasta su entrega.

*Artículo publicado en: Nuestro Ambiente. Año XXXIII, nº 367 (Octubre, 2010), págs. 20-21.

 FUENTES

[1] APNM. Escribanía, 7ª. Legajo, 1185. f. 246. Esta escritura notarial la dimos por primera vez a la luz, en esta misma publicación, en Noviembre de 2005, en el artículo titulado Los primeros textos impresos en Montilla.
[2] Archivo Parroquial de Santiago de Montilla (APSM). Libro 2º (pequeño) de Desposorios, f. 304. En 1623 la madre Manuel de Payva aparece en los documentos sacramentales como difunta.
[3] APSM. Ibídem.
[4] APSM. Libro 2º de Amonestaciones, f. 36 v. María de Herrera es hija de Andrés Martínez y Florentina Ruiz, difuntos en 1623.
[5] APNM. Escribanía 5ª. Leg. 800, f. 363 v. “Manuel de Payva, librero vecino desta villa se obliga a pagar Antonio García cien reales del alquiler de una tienda en la Corredera… En Montilla, a 22 de agosto de 1623”.
[6] Durante este período existe un taller tipográfico en Córdoba regentado por Francisco de Cea Tesa, que heredan sus hijos Manuel y Salvador de Cea Tesa. Éste último imprime varias obras para Montilla, en fechas anteriores a la instalación de la imprenta en Montilla por Juan Bautista de Morales. No tenemos constancia documental del parentesco entre estos impresores y el mercader Pedro de Cea, todos avecindados en Córdoba.
[7] APNM. Escribanía 1ª. Leg. 48, f. 211. La noticia de la compra de la imprenta la da María de Herrera en el segundo de sus tres testamentos, en cuya cláusula dice: “mando se paguen a Pedro de Cea mercader vecino de la ciudad de Córdoba 680 reales de una imprenta que compró el dicho mi marido”.
[8] APNM. Escribanía 5ª. Leg. 800, f. 717. “Manuel de Payva librero… me obligo de dar e pagar a Francisco de Acosta mercader vecino desta villa… en cualquier manera 364 reales de la moneda usual que reconozco deber del precio y valor de siete varas y media de paño negro Piedrajera a 32 reales cada una vara y de tres varas y media de tafetán pardo a ocho reales la vara y de unas medias de seda rosadas en 54 reales y de otras mercaderías que saqué de su tienda… En Montilla, a 24 de septiembre de 1623”.
[9] APSM. Libro nº 12 de testamentarías, f. 53 v.
[10] APNM. Escribanía 5ª. Leg. 802, f. 261 v. María de Herrera otorga su primer testamento el 4 de abril de 1624. Ese mismo día lo amplía otorgando dos codicilos y al siguiente dispone otros dos más. El día 27 de ese mes otorga un quinto codicilo, después revoca todas las escrituras con un nuevo testamento.
[11] Op. cit. Escribanía 1ª. Leg. 48, f. 211.
[12] APNM. Escribanía 5ª. Leg. 802, f. 275. “[…] Juan Martínez de Herrera, Beatriz Martínez, Catalina de Aguilar, Ana María, Isabel Martínez, […] nosotros somos herederos de María de Herrera difunta nuestra hermana mujer que fue de Manuel de Payva librero, nombrados por testamento […] nos referimos porque el dicho Manuel de Payva pretende tener algún derecho a los bienes y hacienda que dejó la dicha su mujer y por ello ahora estamos convenidos e concertados con el dicho Manuel de Payva que está presente de darle y dejarle y por la presente como tales herederos que somos […] le damos e dejamos la imprenta que el susodicho tiene con lo a ella tocante y perteneciente y más seis resmas de papel blanco de Córdoba y los libros y demás cosas que hay en la tienda que tiene en la Corredera desta villa y un colchón con lana y una almohada y un paño y sábana y una solera para que todos dichos bienes sean suyos e propios […] con tal condición que a de pagar por ello unos mil y ciento y cincuenta reales, los seiscientos ochenta reales de ellos a Pedro de Cea vecino de Córdoba y otros trescientos reales a Francisco de Acosta mercader […] y los doscientos y setenta reales que restan para la dicha cantidad nos a de dar y pagar dentro de un mes primero siguiente… y yo el dicho Manuel de Payva otorgo que acepto esta escritura y recibo en mi favor con ella se contiene y recibo la dicha imprenta libros y papel y lo demás que contiene esta escritura [...] En Montilla, en 6 días de mayo de 1624.” Véase ítem: Leg. 802, f. 491.
[13] APNM. Escribanía 5ª. Leg. 802, f. 280.
[14] Op. cit. f. 492.
[15] Ibídem. f. 490.
[16] Ibídem. f. 493.
[17] Ibídem. f. 494.
[18] APNM. Escribanía 5ª. Leg. 802, f. 277. Manuel de Payva alquila una tienda a Francisco López Hidalgo portugués, por once ducados, en la Corredera linde con casas de Pedro de Mesa y de la tienda de la viuda de Gaspar de Ayllón, por tiempo de un año que comenzará a contar desde el día de San Juan… En Montilla el 8 de mayo de 1624.
[19] APSM. Libro 2º de Amonestaciones, f. 102 v. No hemos hallado el acta de su matrimonio, debido a la falta del libro de los desposorios de 1626, aunque si hemos localizado la escritura de Dote y Arras en este año, ante el oficio de Luis Fernández, escribanía 6ª.
[20] APNM. Escribanía 5ª. Leg. 806, f. 492.
[21] ESCALANTE JIMÉNEZ, José: Los orígenes de la imprenta en Antequera. Véase: www.joseescalante.es/Publicaciones/Artículos/Reseñas
[22] Biblioteca Nacional de España. MS. 19704-7. “Memorial dado por Joan Serrano de Bargas, Maestro impresor de libros en Sevilla en Julio de 1625 sobre los excesos materia de libros.” Este manuscrito fue trascrito por Jesús Domínguez Bordona en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 3ª Época. Año XXX, 1926, pp. 224-227.
[23] APNM. Escribanía 1ª. Leg. 51, f. 306.

sábado, 23 de octubre de 2010

LOS ROSARIOS PÚBLICOS, MOTIVO DE LA CREACIÓN DE LA COFRADÍA DE NTRA. SRA. DE LA AURORA

El Rezo del Rosario

La devoción al rezo del Rosario fue difundida por los frailes dominicos, a tenor de las directrices que su fundador, Santo Domingo de Guzmán (1171 – 1221), dejó reflejadas en las constituciones de la naciente Orden de Predicadores.

Es en el último tercio del siglo XVI cuando se incrementa la difusión de la devoción a Ntra. Sra. del Rosario, que llega amparada por varios pontífices del hábito dominico. Entre ellos cabe destacar a Miguel Ghistieri, que ascendió al trono pontificio con el nombre de Pío V, y que fue precursor -entre los reinos de España y Venecia conjuntamente con los Estados Pontificios- de la Liga Santa, ante la amenaza de invasión del imperio otomano a Europa. El pontífice difunde a la cristiandad la súplica de encomienda a la Stma. Virgen a través del rezo del Rosario, suplicando por la protección de las huestes cristianas en la batalla naval de Lepanto, dirigida por Don Juan de Austria, hijo del emperador Carlos I de España. Esta contienda es presenciada y denominada por el soldado Miguel de Cervantes como “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”.

Tras ser vencido “el Turco” el domingo 7 de octubre de 1571, el pontífice dominico titula a la Madre de Dios, Señora de las Victorias, e instituye su fiesta en esta histórica jornada en conmemoración de tal efeméride, otorgándole las oportunas indulgencias.
Desde ese mismo año, esta devoción se expande por todo el imperio de Felipe II de manos de los frailes dominicos, que la hacen llegar mediante prédicas y fundaciones de cofradías, en Acción de Gracias por la milagrosa mediación de Ntra. Sra. del Rosario en aquel domingo de otoño. Las gracias espirituales concedidas por Pío V se vieron refrendadas por su sucesor –y también dominico–, Gregorio XIII, dos años más tarde, trasladando la festividad de Ntra. Sra. del Rosario al primer domingo de octubre.[1]

La proliferación de fundaciones de cofradías del Rosario en la diócesis cordobesa tiene su mayor auge en el periodo en que accede al gobierno episcopal el dominico fray Martín de Córdoba y Mendoza, obispo entre los años 1578 – 1581. En Montilla se funda la primera Cofradía del Rosario el 22 de agosto de 1580, fruto de la misión celebrada en la Parroquia de Santiago por el dominico fray Diego Núñez del Rosario, religioso de la Orden de Predicadores y residente en el  convento de San Pedro Mártir de Marchena (Sevilla).[2] En el siglo XVII existen más de treinta cofradías del Rosario en la diócesis de Córdoba.[3]

Los Rosarios Públicos

A finales del siglo XVII nacen en Sevilla los rosarios públicos, poco después se propagan por todos los rincones de Andalucía. Proliferan las misiones que los dominicos predican por los templos de esta región. En no pocas ocasiones, tienen dificultades para realizar su cometido, ya que las cofradías instauradas en templos asistidos por el clero secular tienen contraídos compromisos con sus consiliarios, que se muestran reticentes a prédica alguna que no sea la suya propia. Esta actitud origina la organización de nuevas cofradías en ermitas y oratorios de menor importancia canónica que los templos parroquiales.
Ntra. Sra. de la Aurora, talla procedente de Granada.
Tal es el caso de Montilla, donde la cofradía matriz del Rosario, tiene que organizar los rosarios públicos en la ermita de la Vera Cruz. Así lo refiere el siguiente testimonio: “Acostumbró asimismo el capellán desta cofradía por sí o por otro eclesiástico rezar todos los días por la tarde, o a las oraciones una parte de Rosario en la Parroquia tocando la campana, y porque en una ocasión se hurtó una lámpara, dificultaron el Vicario y Curas la continuación; y por cumplir  esta devoción se pasó  a rezarlo en la hermita de la Vera Cruz, que está inmediata en el llano de la Parroquia”.[4]

Por aquellas fechas de propagación rosariana, eran comunes las visitas de clérigos regulares de las distintas órdenes religiosas por villas y pueblos. Así “llegaron a Montilla unos religiosos capuchinos Misioneros y fervorizaron la devoción de que saliese el Rosario por las calles y los días de fiesta antes que amaneciese; a cuya causa los mismos hermanos capellán y personas de rezaban en la Vera Cruz, lo comenzaron a sacar todos los días de la Parroquia; y por los inconvenientes, y embarazos que propusieron el Vicario y curas en los términos deste mismo pleito los dichos cofrades continuaron formándolo y sacándolo de San Francisco Solano por donde ha permanecido desde entonces hasta de presente con suma devoción y extensión todos los días, y los de fiesta a dicha hora”.[5]

Los cofrades y devotos del rezo de los quince misterios marianos ejercitan sus manifestaciones de fe desde el Santo a la Parroquia, con las insignias y estandarte de la cofradía matriz. Tal es la asistencia de vecinos al templo de la calle Sotollón, que comienzan a organizarse los rosarios públicos por ese barrio.

La “Cofradía del Santo Rosario de Ntra. Sra. de la Aurora”

Finalmente, en los últimos años del siglo XVII, los congregantes en el templo patronal deciden establecerse en Hermandad, pasando a titularse “Cofradía del Sto. Rosario de Ntra. Sra. de la Aurora”, para lo cual, en 1698 la nueva corporación “sin tener imagen de invocación alguna, y pasados algunos años, trajo de Granada con proporción de N. S. del Rosario y se colocó en capilla de la dicha iglesia de S. Francisco Solano, solicitando continuar dicha hermandad por si, governándose separadamente en su devoto ministerio y luego que se trajo la imagen la comenzaron a titular del Rosario”.[6]

Ante la gran afluencia de montillanos a los rosarios públicos, la autoridad eclesiástica, representada en el obispo de Córdoba “Pedro por la Divina misericordia de la Santa Iglesia de Roma Presbítero Cardenal Salazar del título de Sta. Cruz en Jerusalén” concede el 30 de enero de 1699 gracias espirituales de “cien días de perpetua indulgencia a todas las personas que asistieren al Sto. Rosario que en la Ciudad de Montilla sale de la Iglesia del San Francisco Solano, por cada vez que asistieren a esta devoción”.[7]
Manuscrito fundacional de la Cofradía de la Aurora

Asimismo, ante la perentoria necesidad de colocar la sagrada imagen titular en un lugar digno para su culto, los directivos de la nueva Cofradía solicitan ese mismo año a Dª Feliche Mª de la Cerda y Aragón, Marquesa de Priego, autorización para construir una capilla donde la Madre de Dios sea venerada. La solicitud es concedida, manifestando así la ilustre señora su conformidad: “Por quanto la Cofradía del Sto. Rosario de la ciudad de Montilla sita en la Iglesia de Sr. Franº Solano de dicha ciudad, de que es único Patrono el Marqués Duque, mi hijo me a pedido una de las capillas de dicha Iglesia para apropiarla a dicha Cofradía y fenezerla en atención a estar todavía en gerga, tengo por bien (por ser para un  fin tan del Servicio de Dios Ntro. Sr. y de su Ssma. Madre que como sea alguna de las dos Capillas inmediatas a la mayor) elija la Hermandad del Sto. Rosario de las obras la que sea mas de su satisfacción con calidad de acabarla perfectamente con más el sitio de la Bóveda de la Iglesia de cornisa a cornisa que tuviere de longitud dicha Capilla y de hazer retablo en su Altar con la Imagen de Ntra. Sra. del Rosario su titular, cuidando dicha Cofradía del adorno y aseo de la dicha Capilla como se requiere y compete a una hermandad tan numerosa y donde concurren personas tan condecoradas del estado eclesiástico y secular. Y en la justa confianza de que se ejecutara todo lo referido por dicha cofradía, y para que tenga título perpetuo de la capilla que así eligieren (que desde luego la doy por electa) mande despacharles el presente firmado de mi mano sellado con el sello de las Armas del Marqués mi hijo y refrendado de D. Luis Venegas de Saavedra Caballero del Orden de Santiago mi Secretario en Madrid a veinte y quatro de febrero de mil seiscientos y noventa y nueve años. Feliche Mª de la Cerda y Aragón [rúbrica]”.[8]

El año 1700 es de gran actividad dentro de la nueva Cofradía. Los hermanos se reúnen en cabildo para elegir las dos opciones que la Marquesa de Priego les había ofrecido. Posteriormente, el 16 de enero, deciden que la capilla sea “la inmediata al Altar mayor del lado de la epístola”, ratificando así la Marquesa sus pretensiones por un decreto de 29 de junio.

Este mismo año de cambio de siglo, entre los inicios de la construcción de su capilla y altar, los hermanos componen su libro de estatutos para regularizar canónicamente la Cofradía. Una vez terminada su redacción, lo envían al palacio episcopal cordobés para su aprobación. El volumen, que recoge las condiciones espirituales asumidas, tiene el siguiente título: “Reglas y constituciones que han de observar los hermanos de la hermandad del Santo Rosario de N. S. de la Aurora sita en la casa y Capilla del B. Francisco Solano de la Ciudad de Montilla.” A la postre, las Reglas y constituciones son aprobadas por el provisor y vicario general del obispado el 2 de marzo de 1703.[9]

Este auge que los devotos muestran hacia el rezo de cuentas, pronto implica beneficios a la Cofradía, tales como, limosnas, donativos, mandas testamentarias, o fundaciones de memorias y capellanías, todas ellas administradas por el mayordomo de la misma. Este fenómeno induce a la cofradía a invertir estas limosnas en ampliar su ornamentación y patrimonio.
Primitivo retablo de Nª Sª de la Aurora, obra de Cristóbal de Guadix
Entre los años 1704 y 1705, la cofradía establecida, ya canónicamente, en la ermita de San Francisco Solano, donde estrena nuevo retablo en madera tallada  y dorada. Así queda recopilado en el libro de gastos de la cofradía por el mayordomo Juan Moreno Berrio, quien paga al artista montillano afincado en Sevilla, Cristóbal de Guadix, la compostura del retablo, y a Lucas de Ávila la hechura de su dorado: “Sr. Lcdo. Juan Moreno por esta entregara Vmd. seiscientos cincuenta reales para pagarle a Dn. Cristóbal de Guadix lo que de nuevo ha añadido al Tabernáculo de Ntra. Sra. que por este se le pasarán a Vmd. en cuenta por descargo. Montilla y septiembre 18 de 1705 años.”

“Sr. Lcdo. Juan Moreno por esta entrega a Vmd. tres mil y cien reales para pagarle a Lucas de Ávila, el dorado del Tabernáculo y puertas de la capilla de Ntra. Sra. que por esta se pasarán a Vmd. en cuenta para su descargo.”[10]

A modo de conclusión, sólo queda decir que éstos son tan sólo los primeros pasos de la Cofradía, pues sólo pretendemos situar históricamente este movimiento socio-religioso que se fraguó en toda Andalucía y, cómo no, también en Montilla.

FUENTES


[1] ARANDA DONCEL, Juan. Los dominicos y la difusión de la cofradías del Rosario en la diócesis de Córdoba durante los siglos XVI y XVII. Actas del I Congreso nacional de Advocaciones marianas de gloria. Córdoba, 2002. Tomo I. ps. 75 – 102.
2 Archivo de Protocolos Notariales de Montilla. Escribano Juan Díaz de Morales, notaría 1ª, Leg. nº 13, fs. 889-896.
3 Op. Cit. Los dominicos y la difusión... El académico Arada Doncel llega a contabilizar la fundación entre los siglos XVII y XVIII de 34 cofradías del Rosario repartidas por los pueblos y villas de la diócesis cordobesa.
[4] Memorial del Pleito entre la Cofradía de N. S. del Rosario de la Parroquial y la pretensa de San Antonio. r. 17194. Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem.
[7] Archivo de la Cofradía de Ntra. Sra. de la Aurora y San Francisco Solano.
[8] Ibídem.
[9] Memorial del Pleito entre…
10 Archivo Parroquial de Santiago de Montilla. Gastos de la cofradía de Ntra. Sra. de la Aurora, (1704-1865). s/f. En la actualidad, este retablo se conserva en iglesia del antiguo convento de San Agustín, en la nave del evangelio frente al conjunto artístico del Santo Sepulcro.

viernes, 15 de octubre de 2010

ELOÍSA GARNELO Y LAS VENDIMIADORAS MONTILLANAS*

Hay artistas en la historia que son conocidos popularmente por una de sus obras, la obra que encierra su personalidad, la obra que abarca la sinceridad de su dibujo y la explosión de colorido de sus pinceles, una obra en la que el artista se siente más reflejado que en ninguna otra, la preferida, la que fue parida el día que le visitaron las musas del genio y la maestría, la llamada obra maestra. Si contemplamos la Capilla Sixtina recordamos a Miguel Ángel; en la Mona Lisa vemos a Leonardo Da Vinci; a pesar de aparecer tantos personajes en el Entierro del Conde de Orgaz tan sólo vemos a El Greco; también sucede en Las Meninas de Velázquez… Esto mismo ocurre con el lienzo de Las Vendimiadoras montillanas, de Eloísa Garnelo.

Eloísa es fruto de las primeras nupcias del médico enguerino José Ramón Garnelo Gonzálvez con la montillana Josefa de la Cruz Aparicio Sarrión. Nacida en 1863 en Enguera, a su madre biológica apenas conoce, ya que fallece unos meses después del parto. El padre contrae nuevamente matrimonio, esta vez con su paisana Josefa Dolores Alda Moliner. Cuando Eloísa contaba tan sólo cuatro años, la familia se traslada a Montilla, donde José Ramón Garnelo inicia su actividad como facultativo, a la par que comienza a vincularse con los círculos culturales de la ciudad cordobesa que los acoge. El médico, hombre muy culto y gran humanista, transmite a sus hijos su amor por las Artes Plásticas y la Literatura, motivo por el que tres de ellos –Eloísa, José y Manuel– se consolidarán como artistas de renombre, mientras que Dolores heredará las dotes literarias del progenitor, y desarrollará su afición por la música a través del piano.

Eloísa pronto despunta por su facilidad para dibujar, diseñar y pintar. Aunque no llega a realizar estudios específicos de Bellas Artes, durante su infancia recibe clases de dibujo de su propio padre y, más tarde, será su hermano José quien le instruya y aconseje durante los períodos vacacionales que pasarían juntos en Montilla.

A propuesta de su padre, los tres hermanos presentan sus trabajos en las Exposiciones de Bellas Artes celebradas en aquellos años. Estas muestras –regionales, nacionales o internacionales- eran un referente para los nacientes artistas que las consideraban como la mejor vía de promoción y reconocimiento. En la edición de 1887 es la primera vez que concurren Eloísa y José a una Exposición Nacional, donde se dan a conocer. Ambos presentaron sus trabajos en la sección de Pintura. El asunto elegido por los hermanos trató de dos episodios de la cultura clásica: ella con la obra La hija de Debutades; y José –que contaba tan sólo diecinueve años– con el impresionante lienzo que escenifica La muerte de Lucano, del cual obtuvo una merecida Segunda Medalla, siendo adquirido por el Estado, y que recientemente ha sido depositado en la pinacoteca montillana dedicada a Garnelo mediante un acuerdo con el Museo del Prado, propietario de la obra.

Por estas fechas, los dos hermanos trabajan conjuntamente en la decoración de la nueva iglesia de Ntra. Sra. de los Dolores que se construye bajo la dirección de su padre en Montilla, a expensas de la señora doña Dolores Moreno Sánchez, viuda del ingeniero militar José María Sánchez-Molero y fundadora del Asilo que asiste la Congregación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Sobre la construcción de la capilla, quien mejor narra este proceso es el historiador José Morte Molina, contemporáneo de la misma, que escribe lo siguiente: “…destácase perfectamente pintada en la alta cúpula una magnífica composición que representa el místico pensamiento de «una salve en el cielo», primicias del inspirado joven artista don José Garnelo (hijo), […]. En los recuadros que separan las ojivas, se ven diestramente ejecutados por la señorita Dª Eloisa, hermana del citado pintor, tres medallones con ángeles y emblemas propios de la inmaculada virgen.”[1] La capilla quedó inaugurada el 27 de mayo de 1888. A partir de esta fecha, la producción pictórica de Eloísa no se detiene. Ya es una mujer conocida en los ambientes artísticos del país y concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890, celebrada en Madrid. En esta ocasión expone en la sección de Arte Decorativo dos jarrones, que el pintor y escritor Ceferino Araujo Sánchez reseña así en la prensa de la capital del reino: “Aunque son sencillos los dos floreros de doña Eloísa Garnelo, no por eso llaman menos la atención, por la maestría con que están ejecutados”[2].

1892 será un año destacado para la familia Garnelo, pues por vez primera acuden a una Exposición Internacional de Bellas Artes los tres hermanos y todos son premiados. José obtiene Primera Medalla por su obra Cornelia, Manuel obtiene Mención Honorífica por su escultura inmaculista Tota pulchra est María, y Eloísa consigue el mismo reconocimiento que éste por su  óleo Vendimiadoras montillanas, que llega a ocupar la portada del rotativo La Ilustración Nacional, y en su interior se gana la consideración del literato Enrique Contreras Camargo en los siguientes términos: “Brillante y sobrio de color, correcto de dibujo, suelto y gracioso de factura, sencillo y discreto de composición y sentido como expresado, el lienzo que exhibe en el concurso la señorita doña Eloísa Garnelo revela que su autora es una artista consumada, que hace honor al apellido que lleva. Las vendimiadoras es uno de esos cuadros que más se admiran y que más elogios merecen por parte de la crítica y del público, lo cual demuestra que la señorita Garnelo ha conseguido un triunfo, por el que la felicitamos sinceramente”[3]. En los mismos términos se expresa el corresponsal del periódico El Liberal, que reproduce un dibujo de dicha obra. Aunque más escueta, no menos contundente es la reseña catalográfica de la Exposición: “Eloísa Garnelo.- Vendimiadoras montillanas. Cuadro de costumbres rurales. Bueno de color y dibujado como quisieran dibujar muchos pintores”[4]. Unos meses más tarde vuelve a ser reproducido en la conocida y acreditada publicación barcelonesa La Ilustración Artística, que dedica un párrafo a una sucinta biografía de la artista y concluye con elogiosas palabras hacia su obra: “y por último, las Vendimiadoras montillanas, premiado en la Exposición de 1892, trasunto fiel del natural, asunto interpretado felizmente y en el que hay que admirar la exactitud del colorido y su agradable entonación”[5].
Su labor artística es reconocida por la revista semanal Barcelona cómica, que le dedica en su edición del 17 de marzo de 1894 su espacio titulado “Mujeres Ilustres”. En el texto, que reproducimos en parte, se reflejan abiertamente las dificultades que las mujeres tienen para cultivar el campo de las artes en aquella sociedad decimonónica. Pese a ello, el autor alienta a éstas a que lo hagan y tomen como ejemplo a seguir a nuestra protagonista: “Eloísa Garnelo goza hoy en el mundo artístico de una tan envidiable y celebrada reputación […]. La aparición en el cielo del arte de una nueva estrella es mirada siempre con cierta innata prevención. ¿Qué es eso? –dicen las mujeres– ¿una de nosotras descollando por su talento sobre todas las demás? ¡Esto no puede ser! ¿Cómo se entiende? –gritan los hombres– ¿una mujer invadiendo nuestros dominios? Y sin embargo, si la mujer vale, estudia, se aplica y progresa, triunfa y vence en toda línea, sobreponiéndose a los obstáculos de los unos y las envidias de las otras. Esto ha sucedido a Eloísa Garnelo, autora de obras tan briosamente concebidas como ejecutadas y que apenas si convencen al que las ve, de que están firmadas por mano suave, blanca y fina de mujer elegante. Y es que los intérpretes del arte y la belleza, cuando cumplen esta elevadísima y sagrada misión parece que hacen abstracción completa del sexo”[6].

El 19 de junio de 1895 José Garnelo toma posesión de la cátedra de profesor en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, traslado que abre las puertas de la Ciudad Condal para Eloísa, que al año siguiente la encontramos en la nómina de participantes de una muestra de Arte Femenino en el Salón Parés, con el envío de un “jarrito de flores que, puesto sobre una ménsula, ha pintado la señorita Garnelo, envolviendo armoniosamente el modelo en la soñolienta atmósfera de aristocrático interior”[7].

Nuevamente concurre junto a sus hermanos José y Manuel, esta vez a la Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas que organiza el Ayuntamiento de Barcelona en 1896, donde consigue una Segunda Medalla con su Tapiz Florentino, que al año siguiente presenta en la Exposición Nacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid, obteniendo Mención Honorífica[8]. Son años intensos en la creación plástica de Eloísa, que con el paso del tiempo aparca la Pintura en beneficio del Arte Decorativo, terreno en el que parece sentirse más cómoda.

Aparte de las producciones propias, colabora con su hermano José en la preparación de pigmentos y materiales de pintura, que le envía a Barcelona[9], donde éste estudia y traza los primeros perfiles de su gran composición: La gruta de Lourdes.

El cambio de siglo, con el “Desastre del 98” y sus posteriores repercusiones, es una época difícil para la sociedad española. Son años duros significados por la presencia de necesidades básicas para la subsistencia de la población, que desemboca en la pobreza, la enfermedad y la miseria para muchos. Los hermanos Eloísa y Enrique caen enfermos. Las continuas molestias respiratorias les hacen pasar largas temporadas en balnearios y sanatorios para su recuperación. La enfermedad hace que Eloísa aparque la paleta y los pinceles a la espera de una mejoría que nunca llega.

Tienen que pasar siete años para que se vuelva a ver su nombre y su obra presentes en una nueva edición de la Exposición Nacional de Bellas Artes. Esto ocurre en 1904, donde expone, nuevamente en la sección de Arte Decorativo, un grupo de dibujos titulado: Trabajos para la enseñanza del dibujo artístico-industrial, siguiendo las directrices de su hermano José, que en su afán de renovar el sistema educativo de Bellas Artes involucró a su hermana en este feliz proyecto. Este conjunto de ilustraciones tiene muy buena acogida del jurado de la muestra, que lo premia con una Tercera Medalla, siendo la única mujer que es galardonada en esta ocasión[10]. Este grupo de dibujos fueron editados en una Memoria ese mismo año[11].

A finales de 1905 muere su hermano Enrique, con 35 años, a consecuencia de la infección respiratoria aguda que padecía desde años atrás. Eloísa tampoco escapa a los efectos de la enfermedad, que la obliga a dejar para siempre los pinceles y la paleta una fría tarde del día 18 de febrero de 1907, falleciendo en el hogar familiar de la calle Corredera, a sus 45 años, truncándose su vida y su fugaz carrera artística[12]. Sus restos mortales reposan en la cripta que la familia Garnelo posee en la Parroquia de Santiago Apóstol.

*Artículo publicado en: Nuestro Ambiente. Año XXXIII, nº 366 (agosto-septiembre, 2010), págs. 20-21.

FUENTES


[1] MORTE MOLINA, JOSÉ: Montilla, apuntes históricos de esta ciudad, pp. 106 – 108. Montilla, 1888.
[2] El Día de Madrid. Núm. 3618. Publicado el 25/05/1890. Edición de la noche.
[3] La Ilustración Nacional. Año XIII. Núm. 31. Edición de 06/11/1892.
[4] El Liberal en la Exposición de Bellas Artes. Edición de 22/10/1892. Edición Especial.
[5] La Ilustración Artística. Núm. 614. Edición de 02/10/1893.
[6] Barcelona cómica. Año VII. Núm. 12.
[7] La Vanguardia. Año XVI. Núm. 4899. Edición de 24/12/1896.
[8] La Época. Edición de 08/06/1897.
[9] Epistolario de José Garnelo (Inédito). Biblioteca del Museo Garnelo. Carta nº 92, de fecha 20/01/1897.
[10] PANTORBA, BERNARDINO DE: Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España, p. 179. Ediciones Alcor. Madrid, 1948.
[11] GARNELO, ELOÍSA: Enseñanza del dibujo artístico industrial: Memoria sobre los dibujos presentados en la Exposición general de Bellas Artes. 28 pp. 23 cm. Madrid, 1904.
[12] Archivo Parroquial de Santiago de Montilla. Libro 38 de defunciones, f. 193 v., nº 510