sábado, 28 de febrero de 2015

EL CRISTO DE LA HUMILDAD Y PACIENCIA Y LA COFRADÍA DE LA CONCEPCIÓN DOLOROSA, (SIGLOS XVII – XVIII)*

Hoy vamos recordar la existencia de una cofradía inmaculista y pasionista radicada en Montilla entre los siglos XVII – XIX, que dio origen a la veneración del Señor de la Humildad y Paciencia, cuya cofradía actual observa el espíritu franciscano y está hermanada con la que rinde culto a nuestros patronos, y que tiene a bien editar esta publicación.

Los hermanos de San Juan de Dios, el voto y la cofradía

La instauración de los hospitalarios en Montilla fue una realidad el 8 de mayo de 1601, tras haber sido aprobada una provisión por el obispo de Córdoba y la autorización del Marqués de Priego. Con este documento se presentó el hermano Diego Arias “del hábito de la capucha Instituto de Juan de Dios” ante el alcalde ordinario de la villa, el domingo veinte de dicho mes, para tomar posesión de la administración de los hospitales de los Remedios y de la Encarnación, de pobres enfermos el primero y de pobres viandantes el segundo, junto con la ermita de Santa Catalina para la asistencia religiosa. 

Aspecto que presentaba el antiguo hospital e iglesia de
San Juan de Dios a mediados del siglo pasado.
La ermita de Santa Catalina, fue el templo que ve nacer en 1625 la cofradía de la Limpia Concepción de Nuestra Señora. El 9 de junio de ese año, llegaron al convento hospitalario las Constituciones y Ordenanzas aprobadas por el obispado. Esta cofradía penitencial, era cronológicamente la cuarta que se instauraba en la Semana Santa local, que pasó a procesionar la tarde del Miércoles Santo.

Si nos remontamos al origen de la Semana Mayor montillana, nuestra atención debe ponerse en los extramuros del castillo del Gran Capitán, donde a principios del siglo XVI ya existe la ermita de la Vera Cruz, años más tarde, hacia 1540, se erige en ese desaparecido oratorio la cofradía que diera culto a esta primitiva advocación cristiana, haciendo su estación penitencial la tarde noche del Jueves Santo. Medio siglo después se sumaron las cofradías de la Soledad y Angustia de Ntra. Sra. en 1588, que pasó a realizar su estación de penitencia la noche del Viernes Santo, y dos años después la cofradía de los Nazarenos, que lo hacía en la madrugada del mismo día, ambas erigidas en el convento de San Agustín.

La devoción a la Inmaculada Concepción estuvo muy presente en todos los estamentos sociales de la ciudad a lo largo del siglo XVII. El 4 de diciembre de 1628 el Concejo de Justicia y Regimiento (hoy Ayuntamiento), acordó celebrar anualmente una fiesta solemne en el convento de Santa Ana en honor de Ntra. Sra. de la Concepción, en la onomástica de su festividad con cargo a las arcas públicas. A este importante patrocinio oficial, se sumó el voto y juramento de la defensa del Misterio de la Purísima Concepción de María, que a iniciativa de los Marqueses de Priego y con la asistencia de todo el clero y el pueblo, se suscribió el 12 de diciembre de 1650 en el convento de Santa Clara.

La hermandad del Señor de la Humildad y Paciencia

Por su parte, la Cofradía de la Pura y Limpia Concepción vivió sus primeros años con gran esplendor. En la segunda mitad del siglo XVII se sumaron a ella dos hermandades dependientes de sus reglas y ordenanzas. La primera fue la Hermandad del Santo Cristo de la Humildad y Paciencia, fundada por el médico Juan Bernabé de Arroyo, donante de la imagen titular, la cual este mismo adquirió en la ciudad de Granada –posiblemente en un taller del círculo de Alonso de Mena– y según historiadores de la época, veneró en su casa varios años, y a propuesta de la junta de oficiales de la cofradía de la Limpia Concepción les fue donada, agregándola al patrimonio veneracional de ésta.

Llegada de Granada, la imagen del Señor de la Humildad y Paciencia fue
donada por el médico Juan Bernabé de Arroyo, a mediados del siglo XVII.
Tras la donación de la imagen y la colocación en un altar de la desaparecida iglesia de Ntra. Sra. de los Remedios, Juan Bernabé solicitó sepultura propia para sí y sus descendientes, ante la imagen y altar de Jesús  de la Humildad y Paciencia, a lo que accedió el Padre General de la Orden Hospitalaria, Fray Francisco de San Antonio quien autorizó la construcción del enterramiento en gratitud a su mecenazgo.

Como hemos referido anteriormente, Juan Bernabé de Arroyo adquiere la imagen del Señor de la Humildad en Granada, ciudad donde está fuertemente arraigada esta iconografía pasional. Ejemplo de ello, es el número de iconos humildes que se veneran en la ciudad nazarí, hasta ocho encontramos en sus iglesias y conventos. El más popular se encuentra en una pequeña hornacina en la entrada del Hospital de San Juan de Dios, popularmente conocido por el Cristo de Puerta Real, que curiosamente fue donado en el siglo XVII por un noble llamado Francisco Fernández de Córdoba, caballero granadino familiar de los marqueses de Priego, que la dotó con su lámpara de aceite para que ardiera día y noche.

La fervorosa devoción a la Concepción Dolorosa y al Señor de la Humildad llevó al generoso médico montillano a fundar una capellanía el 9 de julio de 1659, dotándola para su mantenimiento con los beneficios de sus fincas rústicas, localizadas en los pagos de Benavente, Cuesta Blanca y Huerta de los Limones, todos ellos del término de la ciudad, los cuales rentaban anualmente un censo de 700 ducados, que iba destinado a sufragar los gastos de la celebración de diez misas anuales en la capilla de la cofradía, que entre otras fueron dedicadas a las festividades de la Virgen y una de ellas de pasión, al santo Cristo de la Humildad y Paciencia la tarde del Miércoles Santo antes de la estación penitencial,  aplicadas todas por la intención de sus ánimas y de sus difuntos.

Capilla y cultos de la cofradía

La ermita de Santa Catalina fue erigida en 1512 a iniciativa de Diego Pérez, capellán de la II Marquesa de Priego, Catalina Fernández de Córdoba, y fue esta misma cedida a los hospitalarios en su venida. En 1619 fue ampliada, pasando a denominarse iglesia de Ntra. Sra. de los Remedios. En su interior se erige la capilla de Ntra. Señora de la Concepción, imagen dolorosa adquirida por la comunidad hospitalaria en Granada, fundándose su cofradía seis años mas tarde, como ya hemos señalado anteriormente.

La capilla contaba con un retablo barroco de tres hornacinas, la central la presidía la dolorosa de la Concepción y ambos lados las imágenes de Cristo. Este retablo, fue tallado por el artífice Mateo Primo en 1733. Este entallador provenía de un linaje de artistas de origen jiennense, y su campo de trabajo fueron las provincias de Jaén, Málaga y Córdoba. La lámpara de plata que alumbraba día y noche la capilla, fue donada y enviada en 1702 por el militar montillano Salvador del Barranco, Capitán General, durante su desempeño de la gobernación de Santa Marta y Riohacha, provincia de Tierra Firme, Reino de Nueva Granada (hoy Colombia).

La capilla, también contaba con ocho sepulturas para el enterramiento de los hermanos. En un cabildo celebrado en 1698, se reparten las sepulturas con ocasión del traslado del Cristo de la Humildad a la misma. La primera cripta de la derecha fue cedida a los herederos del gobernador Salvador del Barranco, la inmediata a su izquierda a los sucesores de Pedro de Aguayo, y la siguiente, que estaba bajo el altar del Cristo de la Humildad fue donada a los herederos del doctor Juan Bernabé, las cinco restantes quedaron libres para los hermanos de la cofradía.

En esta capilla, la cofradía celebraba anualmente todos sus cultos y cabildos, como bien se recoge en el encabezamiento de cada uno de ellos, que comienzan diciendo: “estando juntos y congregados al son de la campana tañida con lo han uso y costumbre los hermanos de Limpia y Pura Concepción”, campana que hoy aún se conserva anecdóticamente en la torre de esta iglesia patronal de San Francisco Solano, y que su inscripción en bronce, nos recuerda su procedencia.

Los hermanos celebraban sus cultos en diciembre, el domingo infraoctavo de la festividad de la Inmaculada, con una misa solemne con toda la comunidad hospitalaria y la presidencia del clero parroquial de Santiago. También la cofradía tenía costumbre de celebrar una misa con sermón antes de la estación penitencial la tarde del miércoles santo. Asimismo, cuando un hermano fallecía, la cofradía asistía al funeral con doce hachas de cera acompañando al difunto, ofreciéndoseles a sus familiares la sepultura de la capilla.

La iglesia de Ntra. Sra. de los Remedios comenzó a quedarse pequeña para la asistencia religiosa de los frailes. El Marqués de Priego emprendió la edificación de un nuevo templo que se concluyó en 1772, colocando la cofradía su antiguo retablo en la capilla que costearon, añadiéndole dos nuevos retablos, tallados y dorados para la ocasión, que fueron colocados en los laterales de la misma, uno para el Señor de la Oración en el Huerto y otro para el Señor de la Humildad y Paciencia. También se colocaron nuevas lámparas y una reja de hierro para la central, se colocó una imagen de San Pedro, que llegó a ser muy popular en la calle Puerta de Aguilar, cuyos vecinos dedicaban todos los años una verbena en su honor en los últimos días de junio.

Procesión del Miércoles Santo

Esta cofradía, realizaba estación de penitencia la tarde del Miércoles Santo. Según las primeras constituciones y ordenanzas aprobadas en 1625, en su cuarto punto se ordena a los hermanos participantes en la estación penitencial “que el Miércoles Santo antes de las Completas, todos los oficiales y cofrades de esta Santa Cofradía, estén juntos en esta iglesia, vestidos con sus túnicas y capirotes blancos de penitente y escapularios azules, y en ellos la insignia de Ntra. Sra. de la Limpia Concepción, y todos los mas que pudiesen sean de Sangre y los demás de luz”.

Antes de las tres de la tarde, el campanero de la torre de Santiago hacía llegar a todos los rincones de la campiña el toque de Completas. Tras la señal, varios miembros de la cofradía, llamados alquilones se dirigían con sus hachas desde el hospital a la Parroquia de Santiago, para recoger y alumbrar a la cruz y clero parroquial que acompañaba la procesión.

Una vez en San Juan de Dios, sobre las tres y media de la tarde, hora solar, comenzaba la estación penitencial abierta por la cruz guiona, que iba portada en unas andas y alumbrada por cuatro hachas por el gremio de los alfareros. Tras de sí, los hortelanos, que formaban cuarenta hermanos de luz, encabezados por su estandarte de damasco azul, en cuyo centro llevaba pintada una estampa de su titular, tras ellos, abriendo camino el paso de Jesucristo en la Oración en el Huerto, que era portado en los hombros de diez hermanos que a su vez llevaban su correspondiente horquilla. Todo este tramo era coordinado por los cuatro cabos de la corporación, que llevaban los bordones de madera con sus tarjetas de hierro.

El rostro del Señor recuerda al quehacer del círculo granadino de
 Alonso de Mena, lamentablemente muy intervenido en el siglo XX. 
Tras esta hermandad, el estandarte de la imagen de Cristo de la Humildad y Paciencia, los hermanos de luz con sus hachas de cera, y dos cabos con sus bordones. En el siguiente paso, Jesús aparece sentado sobre una roca, descansa de su subida con la Cruz a cuestas al monte Calvario, Humilde y Paciente, coronado de espinas espera su crucifixión y muerte. El Señor de la Humildad, iba sobre un trono dorado portado por diez hermanos, a ambos lados de la efigie dos azucenas de plata que hacían las veces de pebeteros perfumados, yendo todo el misterio cubierto con un palio sustentado por ocho varas. En las esquinas del trono iban cuatro hermanos con su hacha de un tamaño superior a las restantes, para alumbrar el misterio.

Tras esta hermandad, el cortejo de la Concepción Dolorosa, que abría su guión procesional de tafetán azul y que iba portado por el Marqués de Priego o sustituido por su Contador, en caso de que no se hallara en Montilla. Tras él, los hermanos de luz y sangre revestidos con sus túnicas y capirotes blancos, y sus escapularios azules de la Inmaculada Concepción, precediendo al paso de la Dolorosa, portado por seis hermanos. La imagen de la Santísima Virgen, vestida con saya de damasco y manto de felpa azul con estrellas de plata de martillo y corona de plata. Toda ella cubierta por un palio de tafetán azul con ocho varas de madera de haya, y perfumada por dos pebeteros en forma de azucena. Tras la Madre de Dios, la comunidad hospitalaria, el clero parroquial, la capilla de música de Santiago, y la junta de oficiales presidida por su hermano mayor, que en muchas de las ocasiones era el alcalde ordinario de la ciudad.

Una vez en la calle, la procesión se dirigía a la Parroquia de Santiago para hacer estación en el templo mayor, tras los rezos y cantos pasionistas volvían camino del Convento de San Juan de Dios, por las calles de nuestra ciudad.

Esta es, una síntesis documental de la fundación, evolución y protocolo de la Cofradía de la Concepción Dolorosa, desde su creación hasta finales del siglo XVIII, donde estaba integrado el Señor de la Humildad, y donde su pujanza y esplendor quedan reflejados en los documentos, imágenes y enseres que aún se conservan como testimonios del pasado.

Como quedara patente, en el segundo tercio del siglo XX los montillanos vivieron in situ la lenta agonía, como templo cristiano, de la barroca iglesia de San Juan de Dios, hasta su definitivo cierre. Parte de su patrimonio se trasladó a la parroquia de San Francisco Solano, tal como la imagen del Cristo de la Humildad, último vestigio de una antigua hermandad erradicada en el templo hospitalario.

Este breve boceto histórico, que aporta alguna luz sobre el pasado de esta sagrada efigie, en la actualidad –providencialmente– goza de gran veneración cofrade y franciscana entre sus hermanos y devotos en el templo patronal montillano.

Fotos: RUQUEL, Rafael Guijarro.

*Artículo publicado en la revista "Hermandad Patronal". Año II, nº 2. Diciembre de 2007. 

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