sábado, 14 de diciembre de 2013

LA PARROQUIA DE SANTIAGO EDITA UN CALENDARIO BENÉFICO QUE RECOPILA EL APOSTOLADO DE JOSÉ GARNELO

Con motivo de las obras de remodelación de la Parroquia de Santiago, el Apostolado, obra de José Garnelo, ha sido recientemente restaurado y se exhibe temporalmente al público en el patio de la Casa de las Aguas, dentro de la pinacoteca dedicada al genial artista montillano.

Las bellas pinturas representativas de los primeros seguidores de Cristo han servido para editar un calendario del año 2014. La iniciativa surge con carácter benéfico, ya que el importe de su venta irá destinado a las obras de remodelación que se están llevando a cabo en la Parroquia de Santiago, espacio que alberga estas magníficas obras pictóricas desde 1934, año en que fueron donadas por José Garnelo al templo que una década más tarde acogería sus restos mortales, por expreso deseo personal.

Los calendarios han sido impresos a todo color por la firma montillana GAVE Artes Gráficas, y están disponibles en formato de sobremesa y de pared. Se pueden adquirir al precio de 5 y 10 euros respectivamente en la librería de la Basílica de San Juan de Ávila (Pasaje de Loyola), en el Museo Garnelo (Plaza de Ángel Sisternes, s/n) y en la Papelería La Administración (c/ Corredera, 13).

La Parroquia de Santiago quiere aprovechar estas líneas para agradecer su colaboración a la Asociación Amigos del Museo Garnelo. Asimismo, anima a todos los montillanos a adquirir este calendario, cuyos beneficios redundarán en la conservación del patrimonio histórico local. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

sábado, 5 de octubre de 2013

LA IGLESIA DE SAN AGUSTÍN. UN ESBOZO HISTÓRICO

La Orden de ermitaños de San Agustín se instala en Montilla gracias a Alonso Sánchez Recio de León, que en 1518 había construido una ermita en su finca extramuros de la villa, bendecida bajo la advocación de San Cristóbal el 17 de agosto por Cristóbal de Barrionuevo, obispo titular de Tagaste, auxiliar de Córdoba y racionero de la catedral.

 El 6 de septiembre de 1520 Alonso Sánchez dona el oratorio de San Cristóbal a los agustinos, y en los últimos años de su vida, entre 1550 y 1556, incrementa el legado sumando el olivar de 400 pies que circunda al convento y otras fincas rústicas más, entre las que cabe destacar la huerta de San Cristóbal.

En 1553 los agustinos emprenden un novedoso proyecto que cambiará para siempre la configuración urbana de nuestra ciudad, ya que parcelan el olivar heredado consiguiendo con ello vender, bajo la cómoda fórmula del censo redimible, numerosos solares donde construir nuevas casas, lo que a su vez atraerá al vecindario hasta los aledaños del cenobio, que aún se hallaba extramuros de la villa. De este replanteamiento urbanístico surgirán las calles Ancha, Silera y las Prietas.


Aspecto que presentaba la calle Ancha y el convento de San Agustín a principios del siglo XX

Con el producto de las parcelaciones y los frutos cosechados de las fincas heredadas, los agustinos emprendieron la construcción de la nueva iglesia. De una sola y espaciosa nave, está levantada sobre planta de cruz latina, en cuya cabecera se encuentra la capilla mayor. Su construcción se llevó a cabo entre 1556 y 1575, comenzando las obras por el crucero hasta llegar a la primitiva ermita de San Cristóbal, donde se delimitó la puerta principal del templo y sobre ella el coro. En la mitad del siglo XVIII experimenta su primera gran remodelación, cuando se le sustituye la primitiva techumbre y se le coloca la actual bóveda de cañón a la nave principal, rematando el crucero con una gran bóveda elíptica.

El templo se fue configurando conforme a la fundación de cofradías y hermandades que los agustinos promocionaron con el mismo fin que las parcelaciones de la finca, el atraer a la población montillana hasta su convento.

La cesión de los espacios a las hermandades se llevó a cabo por orden cronológico, las más antiguas ocuparon los espacios más próximos a la capilla mayor, que era privilegio de los marqueses de Priego. Así los laterales del crucero fueron ocupados por la cofradía de la Virgen de Gracia (en el lado del Evangelio) fundada en 1561, y en el opuesto (Epístola) se instaló la cofradía de Ntra. Sra. del Tránsito, fundada en 1582. A partir del arco toral continuarán las capillas de la cofradía de la Soledad y Angustias de Nuestra Señora, fundada en 1588, seguida de la cofradía de Jesús Nazareno en 1590, y San Nicolás de Tolentino en 1599. Ya en el siglo XVII se erigieron las hermandades de Ntra. Sra. de la Correa y Santa Rita de Casia, así como la ilustre cofradía de la Misericordia en 1674 (que rendía culto a Santo Tomás de Villanueva), y que ocuparán las arcadas del muro opuesto.

El fervor religioso surgido en el barroco se verá plasmado en el incremento del patrimonio artístico del templo. El patronato de los marqueses de Priego, junto a cofradías, hermandades, capellanías y demás obras pías lo proveerán de moblaje, retablos, esculturas, pinturas, orfebrería y enseres de los mejores creadores andaluces del momento. En su acervo artístico conserva obras de Rodrigo de Mexía,  Lope Medina Chirinos, Juan de Mesa y Velasco, Pedro de Borja, Cristóbal de Guadix, Gaspar Lorenzo de los Cobos y Francisco Morales, entre otros.

El patrimonio artístico es el reflejo del esplendor cultural y el vestigio de la riqueza intelectual que cobijaron los muros del cenobio agustino. Habitado ordinariamente por más de cincuenta frailes,  entre 1565 y 1644 tuvo noviciado propio, donde profesaron 113 frailes agustinos procedentes de  Andalucía y Castilla. Entre sus moradores más insignes cabe citar a Santo Tomás de Villanueva, San Alonso Orozco, los mártires beatos Fr. Pedro de Madrid y Fr. Fernando de San José Ayala; los venerables teólogos y filósofos montillanos Fr. Fernando de Ávila, Fr. Francisco Ramírez, Fr. Francisco Valenzuela, Fr. Luis de Cea, Fr. Francisco Javier Requena, Fr. José Juan González, que tuvieron la oportunidad de utilizar su célebre biblioteca que albergaba, entre otras joyas, la Crónica manuscrita del Gran Capitán.

lunes, 25 de marzo de 2013

LA VENERACIÓN AL SANTO CRISTO DE ZACATECAS EN EL SIGLO XX. ASPECTOS HISTÓRICOS


Tarjeta de hermano de la Cofradía del Cristo de Zacatecas, h. 1925
Se cumplen setenta años del retorno a las calles de Montilla del Señor de Zacatecas y Ntra. Sra. del Socorro. Qué mejor ocasión que este septuagenario para recordar aquel gran acontecimiento, desde la óptica histórica en que se desenvolvió tal hecho, condicionada a la particular situación social que imperaba. Para ubicarlo mejor también hemos de volver la mirada al periodo que abarca el antes, durante y después de aquella etapa en que el Crucificado y su bendita Madre conocieron más de tres lustros de un inusitado fervor religioso y tradicional en la mitad del siglo XX.

Antecedentes

Transcurría el primer tercio de la centuria pasada cuando se reactiva en España la religiosidad popular, especialmente en la esfera cofrade vinculada a la Semana Santa. En Montilla tenemos su reflejo en la reorganización de las hermandades de Jesús Nazareno y del Santo Entierro, así como la creación de la cofradía de Jesús de las Prisiones y la formación de la primera banda de Soldados Romanos, vinculada a la hermandad nazarena.

Por aquellos años la cofradía del Cristo de Zacatecas (que había perdido su primitiva denominación de la Vera Cruz al trasladarse de la desaparecida ermita, reconvertida en cementerio), era fusionada con la mermada hermandad de Ánimas Benditas, según nos indican los escasos documentos que han llegado hasta nosotros.

La “Cofradía de las Benditas Ánimas de Ntro. Padre Jesús de Zacatecas”, como era oficialmente denominada, celebraba en cuaresma un Quinario solemne a su titular, en Semana Santa el Sermón de las Siete Palabras y, con cierta irregularidad, el ejercicio del Vía Crucis la tarde del Viernes Santo por la calles de la feligresía parroquial.

Así corrieron los tiempos hasta llegar a “los felices años veinte” en que la Semana Mayor alcanzó cotas de fervor no vistas desde siglos atrás. Con la llegada de la II República, como es conocido, la religión católica atravesaría uno de los momentos más difíciles de su historia en España, y las cofradías no fueron ajenas a aquella dura realidad que, en muchas ocasiones, no les permitía cumplir con sus Reglas y procesionar a sus titulares. A pesar de ello, la hermandad del Señor de Zacatecas continuaba rindiendo culto –intramuros– al Crucificado indiano. La prensa provincial se hace eco, en febrero de 1932, del concurrido Quinario al Señor de Zacatecas “que su piadosa cofradía le consagra anualmente en estos días, habiendo sermón todas las noches”[1].

Los años de postguerra
Con esta convocatoria al Quinario de 1943 los excombatientes explicaban a los montillanos que se hacían cargo de la organización de los cultos del Cristo de Zacatecas
Aquella opresión antirreligiosa vivida en España durante los años republicanos produce un efecto pendular en la sociedad tras la Guerra Civil, con el resurgimiento de un nuevo movimiento cofrade. Al término de la contienda, los nuevos gobernantes del bando vencedor restituyen a la Iglesia Católica el tradicional espacio que había ocupado, reanudándose, de este modo, públicamente la celebración de las fiestas religiosas.

El mundo cofrade experimentó un nuevo auge, esta vez influido por el nuevo escenario  social cimentado en el recién instaurado régimen político basado en el nacional-catolicismo. Dentro de este contexto se crea la Delegación Nacional de Excombatientes, que instituida en agosto de 1939 tiene como objetivo agrupar y amparar a los excombatientes, excautivos y mutilados de la guerra. Este organismo oficial estaba vertebrado por delegaciones provinciales y hermandades locales.

Aquellas hermandades, de marcado carácter corporativo, fundan cofradías de Semana Santa o asumen el gobierno de las ya existentes, a las que les suman el apelativo de “Hermandad de Excombatientes”.

Este fenómeno se implantó y propagó por todo el territorio nacional. La primera en fundarse como tal fue la hermandad del Stmo. Cristo de Victoria y Ntra. Sra. de la Paz, de Sevilla, en 1939. A ésta le siguieron las análogas de Madrid, Zamora, Córdoba, Guadalajara, Huelva, Huesca, Ciudad Real, Mérida, Cuenca, Salamanca, Cáceres… y así una larga nómina de ciudades y pueblos.

En Montilla, un grupo de jóvenes vecinos que habían participado en el bando defensor de la enseña roja y gualda, organizaron una hermandad de excombatientes y mutilados, en 1943. Según informaba la revista de Semana Santa del año siguiente a la fundación, la iniciativa partió de Francisco Velasco Rodríguez, Agustín Cuello Salas y Rafael Vilaplana Riobóo

Martes Santo de 1945, el Cristo de Zacatecas y Ntra. Sra. del Socorro estrenan nuevo trono, obra del tallista sevillano Antonio González

La primera Junta Directiva estuvo presidida por el primero de ellos durante los primeros meses, aunque tuvo que renunciar al tener que marcharse de nuestra ciudad. Le sustituyó en el cargo Francisco Ruz Salas, ocupando la secretaría Francisco Solano Maraver Sotelo y la tesorería el ya citado Vilaplana Riobóo. Además, contaba con los vocales siguientes: el antedicho Cuello Salas, Francisco Carmona Luque, José Mª Berral Raigón, José Portero Luque, Trinidad Saavedra Requena, Antonio Ceballos Pineda, Miguel Córdoba Repiso, Manuel Luque Velasco, Manuel Velasco Herrador, Ángel Gaya Sisternes, Rafael Ortiz Ortiz, Santiago Navarro Sánchez, Juan Coleto Osuna, José Pedraza Ponferrada, Francisco Enríquez Ortega y Mariano Ruz Requena. La dirección espiritual estuvo a cargo del Rvdo. Rafael Madueño Canales (recientemente fallecido), y Francisca Curiel, esposa de Ángel Gaya, ejercía de Camarera de las imágenes titulares[2].

La primera de las medidas que tomó la Junta Directiva fue asumir la organización de los cultos mantenidos por la cofradía, como especifica la convocatoria editada, que ilustra este trabajo. Tomó como día de salida procesional el Martes Santo (el miércoles había sido ocupado dos años antes por la hermandad del Cristo del Amor). La primera salida procesional se verificó el mismo año de 1943, aunque, según testimonios de la época aquel Martes Santo la lluvia se hizo presente, por lo que optaron por salir la tarde del Viernes Santo junto al Santo Entierro[3].

En 1944 la cofradía contaba con más de 400 hermanos, según informaba la revista de Semana Santa de aquel año, que también avanzaba los proyectos que la Directiva tenía previsto llevar a cabo, tales como “la construcción de un nuevo paso para su Titular, que, según nuestra noticias, ha de construir una verdadera obra de arte”[4].

Aquel año ya pudo salir el día establecido, a las 11 de la noche, y se estrenó el toque de campanas fúnebre que había compuesto el popular campanero Francisco Gómez Vela “Frasquito El Ciego”, al que tituló “Semidoble del Señor de Zacatecas”. El cortejo procesional estuvo acompañado por “el Excmo. Ayuntamiento, Jerarquías y representación de todas las cofradías montillanas”[5].

El estandarte, obra de terciopelo negro bordado en oro, estaba presidido por una pintura al óleo de nuestro paisano Ildefonso Jiménez Delgado. El nuevo trono fue realizado por Antonio González Martínez, tallista hispalense afincado en nuestra ciudad. Para ejecutar todos estos proyectos el hermano mayor Francisco Ruz Salas solicitaba al Ayuntamiento “un donativo con destino a sufragar los gastos de dicha cofradía”, acordando la Corporación Municipal conceder una subvención de 500 pesetas[6].

En la revista de Semana Santa de 1945 se anunciaba para el Martes Santo, “en un afán digno de superación, estrenará la Hermandad para su paso, un hermoso y magnífico trono tallado”[7].

En 1947, fue restaurada la Virgen del Socorro en Sevilla “por un experto imaginero”[8]. Asimismo, apreciamos, en la documentación y bibliografía consultada, que la Cofradía deja de utilizar públicamente el apelativo de “hermandad de excombatientes”, apareciendo en adelante sólo el nombre de los Sagrados Titulares. Este cambio probablemente fuera un intento de abrir la misma a todos los montillanos que se sintieran devotos del Señor Crucificado y la Virgen Dolorosa, sin que fuera óbice  filiación alguna.

En aquella etapa, la Junta Directiva no llegó a establecer hábito o túnica alguna, asistiendo los hermanos y costaleros con traje oscuro y corbata negra. El itinerario seguido por la Cofradía cambió en varias ocasiones, acompañaba al paso cada Martes Santo la banda de Soldados Romanos de la hermandad de Jesús Nazareno, y el cortejo procesional lo iniciaba la misma Cruz de Guía que en la actualidad lo hace.

Hoja de la revista de Semana Santa montillana de 1946, dedicada a la Cofradía del Señor de Zacatecas
El Cristo de Zacatecas y Ntra. Sra. del Socorro seguirán saliendo anualmente en procesión hasta 1954, aunque el Quinario Solemne su honor se mantiene hasta 1957, año en que se suprimen todos los cultos cuaresmales de nuestra ciudad para ser agrupados en un solo ejercicio religioso organizado por todas las cofradías, y consistía  en unos Ejercicios Espirituales y Quinario General[9].

Del esplendor a la ausencia

La ausencia del Crucificado indiano y de la dolorosa del Socorro en los días de la Semana Santa montillana queda patente en las continuas evocaciones que quedaron impresas en la prensa local. Autores como Pilar Jiménez Duque, Francisco Morilla o José María Portero Castellano, rubricaron en la década de los 50 y 60 sendos artículos donde reivindican la vuelta a las calles de nuestra ciudad de las advocaciones más antiguas de la esfera cofrade pasionista.

En 1964 se producen en iglesia parroquial de Santiago una serie de reformas que cambiarán el aspecto interior del templo, para adecuarlo a la nueva liturgia decretada por el Concilio Vaticano II, pasando el Cristo de Zacatecas a presidir el altar mayor.

El primer Pregón de Semana Santa de Montilla, celebrado en el teatro Garnelo el Domingo de Ramos de 1973, fue pronunciado por Julián Ramírez Pino, quien lamentaba la desaparición del Crucificado de Zacatecas en la Semana Mayor, y argumentaba el ocaso de aquella cofradía por su vínculo corporativista, lo cual condicionó negativamente su futuro.

Ramírez Pino lo expresaba así: “Pero el error, visto por supuesto a treinta años de distancia, fue el hacerla de los excombatientes, pues las hermandades necesitan savia nueva y constante. No se puede taponar la entrada de nuevos hermanos porque no hubiesen estado en la guerra o por el hecho de haber pertenecido al otro bando. […] La Hermandad del Cristo de Zacatecas debe resucitar de nuevo, pues la tradición del Cristo y la parroquia que lo alberga, merecen este esfuerzo de los montillanos.”

Cortejo fúnebre en el entierro del Arcipreste Fernández Casado (1953), donde se aprecia el estandarte de la Cofradía del Cristo de Zacatecas, pintado por Ildefonso Jiménez Delgado.
Del mismo modo, proponía el pregonero: “que esta Hermandad debe resucitar y que no fuera de excombatientes ni de excautivos, ni de ningún otro bando que recordara la lucha entre hermanos, sino que fuera del Cristo Padre de todos, del Cristo de la unión de los hombres de Montilla.”[10]

En los lustros siguientes hubo varios conatos para recuperar la cofradía, e incluso de integrar la imagen del Crucificado en el cortejo procesional del Jueves Santo, que no llegaron a prosperar.

A pesar de los continuos recuerdos y nostálgicos llamamientos para rescatar dicha devoción y cofradía del olvido, habrá que esperar hasta el siglo XXI para ver restablecidos los cultos y procesión del Cristo de Zacatecas y Ntra. Sra. del Socorro. En esta ocasión se recobrará igualmente la primitiva denominación de la Santa Vera Cruz, a cuya hermandad debemos los primeros pasos de la Semana Santa.

NOTAS

[1] AMADOR. En: El Defensor de Córdoba. Año XXXIV, nº 10881. Publicado el 17/02/1932.
[2] Revista Semana Santa de Montilla 1946. s/p.
[3] JIMÉNEZ BARRANCO, A.L.: El Santo Cristo de Zacatecas. Tradición, historia y devoción de dos pueblos. En: Nuestro Ambiente. Año XXIII, nº 254, pp. 41-43. Marzo, 2000.
[4] Revista Semana Santa de Montilla 1944. s/p.
[5] Circular emitida por la Cofradía a los hermanos en la cuaresma de 1944.
[6] Archivo Histórico Municipal. Actas de Comisión Permanente, p. 65. Sesión de 23/03/1944.
[7] Revista Semana Santa de Montilla 1945. s/p.
[8] Revista Semana Santa de Montilla 1947. s/p.
[9] Munda. Año III. Nº 45, p. 2. Publicado el 16/03/1957.
[10] RAMÍREZ PINO, J.: Pregón de la Semana Santa montillana, págs. 7 - 8. Montilla, 1973.