viernes, 21 de septiembre de 2012

EL MAESTRO JUAN DE ÁVILA Y LAS PRIMERAS EDICIONES DE SUS OBRAS (I)


La amistad de Juan de Ávila y Fray Luis de Granada.

Juan de Ávila nace hacia 1499, en una solariega casa de Almodóvar del Campo de Calatrava. Hijo de Alonso de Ávila y Catalina de Gijón, cursa durante varios años  Leyes en Salamanca, aunque antes de concluir su formación universitaria se retira a su tierra natal, y tras un período de reflexión vuelve a marchar a Alcalá de Henares para estudiar Artes y Teología. Ordenado sacerdote en 1526, decide dedicar su labor misionera el Virreinato de Nueva España. Con tal propósito se traslada a Sevilla, donde el arzobispo Alonso Manrique cambia su aspiración inicial, animándolo desempeñar su obra evangelizadora en Andalucía.

Retrato del Maestro Juan de Ávila, publicado en 1635
Durante los nueve años siguientes, predica por varias poblaciones de la archidiócesis hispalense. Entre 1531 y 1533 es objeto de un proceso inquisitorial del que sale absuelto. Posteriormente, marcha a Córdoba donde conoce a Fray Luis de Granada, que se encuentra en la ciudad califal reconstruyendo el clausurado monasterio dominico de Scala Coeli, del que había sido nombrado prior.

Ambos predicadores coinciden en la ciudad de Acisclo y Victoria emplazados por la noble casa de Priego y Feria “grandes estimadores de hombres santos”. Durante el siguiente decenio se fraguará una estrecha amistad entre ellos, como deja escrito Fray Luis “por haber tratado muy familiarmente con este padre donde nos acaeció usar algún tiempo de una misma casa, y mesa”.[1]

Juan de Ávila y Fray Luis se encuentran asiduamente en las villas donde residen los marqueses: Palma del Río, Priego de Córdoba, Zafra, y Montilla, lugar en el que estos nobles ubican su definitiva residencia y capital de su señorío.

En 1545 Fray Luis abandona Córdoba y se traslada a Badajoz para dirigir la fundación de su convento dominico. Cinco años más tarde marcha a Évora, invitado por el arzobispo de esa ciudad lusitana. En 1557 es elegido Provincial de la Orden de Santo Domingo en Portugal.

Tras varios años de constantes viajes por la geografía andaluza, el maestro Ávila acepta la propuesta de Catalina Fernández de Córdoba, II Marquesa de Priego, de fijar su morada de Montilla. Asentado en la villa en la que pasaría el resto de sus días, el Apóstol de Andalucía decide retomar su labor espiritual y literaria, acompañado en todo momento de dos clérigos discípulos: su amanuense Juan de Villarás y su sobrino Juan Díaz.

Durante su activo retiro, mantiene un extenso epistolario con sus discípulos y amigos, de los que no pocos adquieren relevancia intelectual en la época, llegando a alcanzar en algunos casos la santidad. Entre otros, podemos citar a Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Juan de Rivera, Pedro Guerrero, Pedro de Alcántara o Fray Luis de Granada. Asimismo, son muchos los místicos y ascetas que visitan su recoleta casa montillana, buscando confesión o consejo, tales como Juan de Dios o Francisco de Borja.

Una de las grandes devotas de la encendida predicatoria y piadosa dirección espiritual del padre Ávila es Ana Ponce de León, hija del Duque de Arcos, desposada con Pedro Fernández de Córdoba, Conde de Feria e hijo de la Marquesa de Priego, que enviuda con sólo veinticuatro años. Tras la muerte de su esposo y de uno de sus hijos, manifiesta al padre Ávila, su confesor, su deseo de consagrar el resto de su vida a la oración en el seráfico convento de San Clara de Montilla, cenobio donde pasará el resto de sus días dedicada a la contemplación. Sin duda, este hecho determinaría que Juan de Ávila acabase fijando su residencia en este feudo de la diócesis cordobesa.

En este período, la producción literaria del Maestro de Santos se acrecienta de forma considerable, corrige su tratado del Audi, filia, que había sido impreso sin su autorización en 1556 y ya estaba inserto en el catálogo de libros prohibidos por la Inquisición. Reformado el texto original del tratado espiritual –que había visto la luz de manera inoportuna–, el Conde de Palma lo intenta llevar a la imprenta bajo su mecenazgo, aunque sin resultado favorable. Por si fuera poco, su debilitada salud le impide conocer la edición impresa y corregida de su preciado tratado, pues Juan de Ávila fallece el 10 de mayo de 1569 en su casa de Montilla, asistido por su inseparable Juan de Villarás y acompañado por la marquesa de Priego y por el rector del colegio jesuita de la villa.

Se imprimen los primeros escritos del Maestro Ávila. Audi, filia, Epistolario y Tratado del Amor de Dios.

Tras la muerte del padre Ávila, sus discípulos continúan con las diligencias para  publicar el Audi, filia. El padre Juan de Villarás “que perseveró diez y seis años en su compañía, hasta la muerte” queda como heredero universal de los escasos bienes de su maestro, entre ellos, su archivo y biblioteca[2]. Su deudo, Juan Díaz es el gran promotor de la empresa, patrocinada por D. Alonso de Aguilar, Marqués de Priego, a quien está dedicada la obra por sendos presbíteros[3].

Portada del Epistolario Espiritual, impreso en Madrid, 1578.
El místico tratado, nuevamente revisado y aprobado por el Santo Oficio, ve la luz pública en 1574. El padre Villarás comparece en las escribanías públicas montillanas el 23 de septiembre de 1575 con el propósito de otorgar poder a Juan Díaz, residente en Toledo, “para que se imprimiesen tres mil libros de los malos lenguajes del mundo, carne y demonio, y de los remedios contra ellos[4] que acabarán por salir de las prensas toledanas de Juan de Ayala y de las matritenses de Pierres Cosin. Un año más tarde aparece una nueva edición en Salamanca, tirada por el impresor Matías Gast, que retoma el título original de Audi, filia, et vide, &c. Juan Díaz se traslada a Alcalá de Henares en 1577, donde contrata con Antón Sánchez de Leyva una reimpresión del texto dirigido a Doña Sancha Carrillo. En los dos años sucesivos se publica por vez primera otra obra del Padre Ávila, el Epistolario Espiritual, que está dividida en dos partes y sale de la imprenta complutense de Sánchez de Leyva y de la matritense de Pierres Cosin.

El 6 de mayo y el 22 de octubre de 1580 Villarás concurre nuevamente ante escribano público “como heredero universal que soy del padre maestro Juan de Ávila difunto que este se halló que residió en esta dicha villa de Montilla” para otorgar su licencia por oficio notarial “al padre Juan Díaz estante en la ciudad de Salamanca” para que “pueda hazer imprimir y dar a imprimir y imprima dos libros el uno intitulado audi filia y otro que es un epistolario y que imprima el primero y segundo volumen los cuales dichos libros compuso el dicho padre maestro Juan de Ávila y se han impremido en la impresión de la villa de Madrid corte de su Mg. y en la ciudad de Toledo por provisión de su Mg. Real y de los señores del Real consejo con facultad y prominencia que otra cualquiera persona no lo pueda imprimir”[5].

En 1581 la Compañía de Jesús patrocina una nueva edición del tratado avilista, que retoma el prolongado título de Libro espiritual que trata de los malos lenguages del mundo, carne y demonio, y de los remedios contra ellos... siendo impresa en Alcalá de Henares, por Juan Iñiguez de Lequerica. Este mismo año, el demandado texto espiritual cruza las fronteras españolas, y ve la luz en idioma italiano por Francesco Ziletti en Venecia, que también se encarga de estampar el Tratado del Amor de Dios, obra ésta que vuelve un año después a las prensas del taller que dirige Policreto Turlini en Brescia.

Hasta 1588 hay que esperar para leer el Audi, filia, y el Epistolario en francés, que son impresos en cuatro imprentas distintas de París. Un año más tarde, el primero de ellos, es estampado en castellano por Alfonso López en Lisboa, y en 1590 el segundo corre impreso en italiano fruto de las prensas florentinas de Filippo Giunti, que lo vuelve a reimprimir un trienio después, a la par que Luigi Zannetti lo hace en Roma.

Autógrafo del presbítero Villarás
En la segunda parte de este trabajo, hablaremos de la primera biografía del Maestro Ávila, escrita por Fray Luis de Granada y nos adentraremos en las vicisitudes y pormenores históricos que tuvieron que sortear los editores (Díaz y Villarás) para llevar adelante su publicación. Asimismo, también nos ocuparemos de las primeras ediciones de las Obras generales del Maestro Ávila, que reunidas en varios tomos fueron publicadas simultáneamente en varios idiomas por toda Europa.

NOTAS

[1] Ávila, Juan de: Obras del Padre Maestro Ivan de Ávila, predicador en el Andaluzia. Aora de nuevo añadida la vida del Autor, y las partes que ha de tener un predicador del Evangelio, por el padre fray Luys de Granada… Madrid, 1588. Al christiano lector, fols. 1 – 3 v.
[2] Juan de Villarás declara que “fue heredero universal que había sido del Sr. Maestro Juan de Ávila que residió y murió en Montilla, cuya herencia tenía aceptada y nuevamente aceptaba con beneficio de inventario”. Asimismo, el 05/11/1577 declara, ante el escribano público Juan Martínez de Córdoba, ser natural de la villa de Zafra, y hace donación irrevocable al Colegio de la Compañía de Jesús de Montilla de la biblioteca heredada del padre Ávila. Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque (FBMRL) Ms.12. n. 94. (El protocolo original no lo hemos hallado. La noticia está tomada por el historiador Lucas Jurado y Aguilar en el siglo XVIII).
[3] Libro espiritual, sobre el verso Audi filia, et vide, & c. Compuesto por el padre Maestro Ivan de Avila, Predicador en el Andaluzia. Dirigido a Don Alonso de Aguilar, Marques de Priego, Señor de la casa de Aguilar.
[4] Archivo de Protocolos Notariales de Montilla (APNM). Siglo XVI. Leg. 141, f. 533.
[5] APNM. Leg. 144, f. 136.

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